HAZAÑA, ‘hecho extraordinario’, ‘proeza’, voz hermana del port. façanha íd., de origen incierto: hay dificultades fonéticas y morfológicas para derivarla de hacer, port. fazer, o del lat. FACERE; como en la Edad Media es corriente la ac. ‘ejemplo’, ‘modelo’, y existe variante hazana, es probable que proceda del ár. Ʌásana (vulgar Ʌasána) ‘buena obra’, ‘acción meritoria’, influido en romance por el verbo FACERE.

1.ª doc.: fazaña, h. 11501; Berceo.

Desde Covarr. suele decirse que esta voz es derivada de fazer, y ésta parece ser la opinión común, a pesar de la marcada reserva de M-L2. El autor del REW, aunque no cita el vocablo más que en su artículo FACERE, observa sin embargo que el sufijo es «oscuro». Claro que esto no indica un olvido del sufijo cast. -aña, lat. -ANĔA, sino la extrañeza del venerable romanista ante el empleo que el sufijo recibiría en este vocablo. En efecto, -año, -aña, es sufijo denominal y no deverbal, así en latín como en romance: véase en la Rom. Grammatik del mismo autor (II, § 460), la copiosa lista de ejs., que por lo demás son más bien adjetivos que sustantivos, al menos en su origen; sólo hay dos casos donde el radical pueda ser verbal, pero es mera apariencia, pues oc. ant. mesclanha ‘mescolanza’ es derivado de mescla y no de mesclar, y el fr. ant. ovraigne ‘trabajo’ lo es de uevre y no de ovrer.

Hay además el pormenor fonético que ya llamó la atención a Nascentes, la ç portuguesa frente a la z de fazer. Es verdad que en castellano antiguo había comúnmente -z- sonora. Hay, como veremos, algunas excepciones, pero lo general es fazaña en castellano antiguo: no sólo escriben así autores cuidadosos como Guillén de Segovia (p. 84), APal. (52d, 58b), Nebr. y PAlc., sino que ésta es ya la grafía común en Berceo (Mil. 362b, 839a; S. Dom. 383c, ms. V), Apol. (31c, 180c, 487d), Fn. Gonz. (120a), J. Manuel, J. Ruiz, etc. En conjunto, pues, se opone el cast. ant. fazaña al port. façanha, pero éste basta para estorbar una derivación romance de fazer, pues siendo inevitable el que el pueblo estableciera un nexo entre el verbo y el sustantivo, de ninguna manera podemos mirar la forma portuguesa como alteración de una forma originaria con -z-, y por el contrario las probabilidades son de que sean más primitivos los escasos testimonios de un cast. façaña que la mayoría favorable a la -z-. Obviaríamos la dificultad si pudiéramos partir de un latino antiguo *FACIANEA, pues como es sabido el grupo -C?- tras vocal da -z- en castellano y -ç- en portugués (cast. ant. lazo frente al port. laço LAQ(U)EUM, lizo frente a liço, etc.). Pero huyendo de la Escila fonética caeríamos entonces en una inexorable Caribdis, pues del radical FAC- de FACERE sólo podía salir en latín antiguo un derivado *FACANEA, aun suponiendo que tal derivación en -ANEA fuese posible en latín con un radical verbal3. A pesar de estas dificultades podríamos, aunque recelosos, seguir fieles a la etimología tradicional, admitiendo algún rebuscado expediente de cruce o imitación de otro vocablo, que explicara esta anómala derivación en -aña y la chocante ç portuguesa, si no se hallara otra etimología mejor, que no se había encontrado hasta ahora.

Pero es el caso que el ár. hasána ‘obra buena’, ‘acción meritoria’, se parece a hazaña, por el sentido y por la forma, como un huevo a otro huevo. Para casualidad, es mucha. Examinemos, pues, cuidadosamente, los dos vocablos. El vocablo árabe se acentuaba Ʌásana en la lengua clásica; era el abstracto correspondiente al conocido adjetivo Ʌásan ‘hermoso’, que aunque expresaba idea de belleza, era una belleza moral y no física, como la significada por Ǥamîl o malîɅ. El hecho es que Ʌásana significa ‘buena obra’ o ‘cosa buena’ en el Corán4, y los diccionarios del árabe común traducen «bonne ?uvre», «bienfait». Es vocablo que pertenece al árabe de todos los tiempos y regiones: el diccionario argelino de Beaussier traduce «bienfait; bonne ?uvre, bonne action; bien, bienfaisance», y los hispanoárabes de R. Martí y PAlc. por ‘beneficio’; que se trata de un vocablo de la esfera moral y religiosa nos lo muestra la frase consagrada, dicha por cumplimiento a los enfermos, según Beaussier, fī mīzân al-Ʌasanât «(votre maladie sera mise) dans le plateau des bonnes ?uvres»; de ahí que en árabe vulgar pasara a significar ‘limosna’, como en Egipto (Bocthor) y otras partes (Belot), o ‘préstamo gratuito’ (Bocthor), o se empleara para calificar a un príncipe u otro notable como ‘el ornato de su siglo’ o ‘la honra de su familia’ (Al-maccarí, en Dozy, Suppl. I, 287b)5. Lo que más nos importa es el uso español del árabe, que no se apartaba mucho de los demás dialectos vulgares, a juzgar por los lexicógrafos citados, y que podemos sorprender, en toda su naturalidad y rodeado de su ambiente vivo, en un pasaje del Tratado del Regimiento del Azaque, escrito para uso de los moriscos aragoneses en el S. XVI; se trata del pago de los diezmos religiosos (açaques), hecho con arreglo a una tasación previa (alfarraç) del importe probable de las cosechas en cada localidad: «si le aconteserá a la fruta alguna tempestad después que habrá sido alfarraçada, pues no hay pagarla sobre sus dueños della6 ... y quando abrá más fruta que no habrán alfarraçado los alfarraçadores, pues no es sobre ellos en (‘no tienen obligación de’) que paguen el açaque dello y será alhasana para ellos (el pagar más de lo tasado)»7. Resulta bien claro el sentido ‘acción meritoria’8.

Conocidos tales antecedentes, contrastemos con ello los varios sentidos romances. Desde luego la ac. moderna ‘acción heroica’, ‘proeza’, es ya antigua, quizá tanto como el idioma literario9, aunque llama más la atención en los primeros siglos del idioma el matiz de ‘hecho extraordinario o extraño’, sea heroico o no10, pero aun ahí la raíz semántica puede estar en la idea de ‘acción notable o admirable’; p. ej. cuando Santo Domingo no sólo perdona a los ladrones de su huerto, sino que fingiendo tomarlos por obreros cavadores les da de comer, y el hagiógrafo explica «tenienlo por fazaña quantos que lo oyeron» (383b), ¿no tenemos ahí al fin y al cabo la idea coránica de la acción meritoria? Y cuando exhortan a Tarsiana a distraer a su padre, con su arte maravilloso, de las desdichas que le afligen, «por Dios quel acorrades con algunas fazanyas», se trata siempre de una realización notable, digna de renombre.

Hasta aquí nada hay que desdiga de lo que podría esperarse en un derivado de FACERE, análogo al FACINUS de los clásicos. Pero ya nos apartamos mucho con la ac. ‘moraleja, narración ejemplar’, tan común en J. Ruiz, J. Manuel y otros: «íbanse con él de ninnos una grand companna; / si había en sí alguno alguna mala manna / castigábale Alfonso con alguna fasanna», ‘le enseñaba con alguna historia moral’, Vida de San Ildefonso, v. 79 (donde la extrañeza del copista posterior se manifiesta con la interpolación antimétrica alguna buena fasanna), «sedié el omne bono con ellas en companna, / fablando e diciéndolis mucha buena hazanna», Berceo (S. Mill. 262b), «dezir-t’e la fazaña de los dos perezosos», «del que olvyda la muger te diré la fazaña», «fazaña es usada, proverbio non mintroso», J. Ruiz (457, 474, 580)11, dar de fazaña irónicamente ‘dar que hablar’ Corbacho (ed. Simpson, p. 21), «a esto respondo como por fazaña», Canc. de Baena (p. 89), etc.; fillar façanna ‘tomar ejemplo’, Ctgs. 119.6, 191.18; y así en Juan Manuel (ed. Knust, 109.5, 109.15, 178.1) y en otros muchos.

Cuando Sem Tob lo emplea en el sentido de ‘esplendidez, generosidad’ («ca los de mi conpanna / pasarían con quesquiera: / por mostrarles fasanna / doles yantar entera») nos recuerda extrañamente el alhasana del Tratado del Azaque, el ‘préstamo gratuito’ de Bocthor y el precepto coránico ‘áqraȓa Al-lâha qarȓan Ʌásanan’ ‘hizo a Dios un préstamo generoso’ (Dozy, Suppl.). Pero hay casos en que la identidad con el sentido ético-religioso del vocablo árabe se conserva intacto, como cuando la Crónica portuguesa de Alfonso V le da el valor de ‘modelo de bondad’: «porque sejaes exemplo, memória e façanha dos nobres naturaes d’Espanha» (Moraes); en Guillén de Castro significaría ‘nobleza’ según Fcha. La idea de ‘modelo’, ‘ejemplo’, cristalizó en la jurisprudencia castellana y portuguesa en la famosa ac. jurídica del vocablo, bien conocida de los tratadistas. Como explica Viterbo, basándose en la autoridad del antiguo comentador Gregorio Lopes, «por façanhas entende a nossa OrdenaçƟo... os Arestos, Exemplos, Sentenças ou Casos julgados; sendo certo que se deve julgar pelas leis, e nƟo pelos exemplos; excepto se as taes sentenças fossem dadas por El-Rei, porque entƟo deviam regular os outros semelhantes casos, por terem força de lei»12; así puede comprobarse por la legislación castellana del S. XIII: «es a saber que las façañas de Castilla por que deven judgar son aquellas por quel Rey judgó... diciendo o mostrando el que alega la façaña el derecho sobre quel Rey judgó», Fuero Viejo de Castilla (Apéndice I), que pone como ej. «ésta es façaña de Castiella que se judgó en casa del Rey D. Alfonso, el que venció en la batalla de Tarifa...»; asimismo disponen las Partidas: «non deve valer ningún juyzio que fuesse dado por fazañas de otro; fueras ende, si tomassen aquella fazaña de juyzio quel Rey oviesse dado» (III, xxii, 14), doctrina todavía repetida con semejantes palabras en la Ley 198 del Estilo, en el Fuero de Sepúlveda, etc. Ésta es probablemente la ac. con que el vocablo figura en su testimonio más antiguo, las Fazañas de Palenzuela.

Pero si el lenguaje jurídico, siempre conservador, se mantiene fiel a esta idea primitiva, difícilmente conciliable con una renovación de FACINUS o un derivado romance de hazer, el habla del vulgo había de relacionar forzosamente con este verbo un sustantivo de forma tan parecida, y dar la preferencia de buen principio a la idea de ‘hecho hazañoso, proeza’, que no otro sentido puede tener cuando lo vemos empleado como apodo de un portero, en el fuero portugués de Eljas, de 1229, «Suerius Fazania portarius» (PMH, Leges, p. 620), citado hacia el final en una larga lista de testigos. Este personaje humilde, evidentemente un hombre del pueblo, había recibido su remoquete de las valentías que gustaba de narrar. Era imposible, siendo así, que el influjo de fazer no se hiciera sentir cambiando en -z- la -ç- que debiéramos esperar en todas partes como resultado del sîn arábigo13.

Y si estas hazañas extraordinarias, y a menudo mentirosas, habían de ser calificadas tantas veces de patrañas o pastrañas (PASTORANEAS ‘consejas de pastores’) por los oyentes incrédulos, y hazaña significa ‘patraña’ en Torres Naharro (V. el índice de Gillet), ¿qué tiene de extraño que el haçana originario se cambiara en haçaña, con igual terminación? El caso era tanto más fácil cuanto que en romance alternaban como equivalentes ambos sufijos: FORANUS y FORANEUS, MONTANA y MONTANEA, CAPITANUS y CAPITANEUS, it. strano frente al cast. extraño, seccagna frente a secano, abruzo sulagna frente a solana, travesano y travesaño, aledano y aledaño, ermitano y ermitaño, oscurana y oscuraña, cast. ant. putana y putaña (Berceo, Mil. 222c), barragana y barragaña (Fuero de Castiella, § 175); precisamente en otro arabismo tenemos el antiguo vataña (doc. de 1050) en vez de badana, y el hebraísmo taqanah se cambió en TACAÑA. Y a patraña se agregaban en nuestra esfera semántica las buenas y malas mañas (las «mocedades» del héroe hazañoso), las marañas y las cosas estrañas, tamañas y calañas de los picaños y picañas14.

DERIV.

Hazañar. Hazañero, hazañería. Hazañoso (Nebr.).

1 Fazañas de Palenzuela, p. p. García Gallo, Anuario de Hist. del Derecho Esp. 1934.―

2 Concuerdan con Covarr.: Körting (n.º 3570), la Acad., Hanssen, Richardson, etc. Pero quizá sea significativo el silencio que guardan Diez y M. P. en sus obras.―

3 No se objete FACIO (con sus corolarios FACIUNT, FACIENS, FACIENDUS), pues ahí la yod forma parte de la desinencia personal (o temporal). Y aun ahí no se olvide que el latín vulgar español cambió FACIO en FACO (> hago), FACIAM en haga, y que en portugués el *facenda que esperaríamos a priori se cambió en fazenda por obra de fazer.―

4 «Gutthat», «Gutes», según Dieterici.―

5 Habría también alguna extensión física, aunque no hallo más que «marque, grain de beauté», recogida por Kremer (¿Oriente?).―

6 Sintaxis arábiga: ‘sus dueños no tienen obligación de pagarla’.―

7 Memorial Hist. Español V, 315n.―

8 Según el glosario «acción meritoria, obra buena». En otros pasajes de las obras jurídicas mudéjares publicadas en el mismo tomo tiene hasana el sentido de ‘bondad, belleza’, según el mismo glosario.―

9 Pero la que contiene el Fuero de Castrojeriz (cita de Cej.) no es ésta, sino la legal a que me refiero luego.―

10 «Oyt, dixo, varones, una fiera fazanna, / nunca en este mundo la oyestes tamanna; / veredes el diablo que trae mala manna», Mil. 839b; tener a fazaña o por fazaña ‘pasmarse, maravillarse’ en Apol. 180c, 469d. Así también en el gallego de las Ctgs. («a mui gran façanna que alí mostrou a Virgen» 222.41).―

11 De ahí fasaña ‘refrán’ en la Confissión del Amante (a. 1399), 37.3. En la Gral. Est. gallega «hua palavra de proverbio ou façaya», «h?a palavra en façana que diser?» 229.13, 61.31.―

12 De ahí que se coleccionaran estas façanhas Reales: «Sem embargo de quaesquer Leis, Glossas, Ordenaç?es, Foros, Façanhas, Opini?es de Doutores e Capítulos de Cortes», diploma del Rey D. Manuel, de 1496. Todavía permanecía en vigor esta usanza y su nombre en el S. XVI, según el propio Viterbo.―

13 Sin embargo, aun en castellano, hallamos façaña, además de algún texto mal editado, en el ms. H de Berceo, S. Dom. 383c; en Apol. 469d; y en los ejs. de Alex, que se citarán a continuación.―

14 Sin embargo se conservó esporádicamente la forma originaria: fazana en J. Ruiz 1369d (S y G), faciana, muchas veces en el manuscrito O del Alex, (con i epentética leonesa), 201c, 260d, 714a, 767a, 823c, 1183b, forma asegurada en el último pasaje por la rima con gana y llana. En el S. XVI, como señala Malkiel (p. 155), aparece hazana en Juan de Pineda. Hoy vive esta forma en el sentido de ‘fechoría, estropicio’ en Cespedosa (RFE XV, 260), ‘oficio doméstico’, y la Acad. [S. XX] ha registrado hazana ‘faena casera de la mujer’ en el castellano familiar, donde el influjo de hacer se deja sentir fuertemente. Quedan dos detalles fonéticos. Que la pronunciación vulgar era Ʌasána con acento en la penúltima es indudable, pues lo atestigua categóricamente PAlc., y los casos semejantes abundan mucho en los arabismos castellanos: ALCAZABA, ALBAHACA, ALMAZARA, ALMALAFA, ALMANACA, ALMAJARA, ALHAMAR, etc. Por otra parte, el vocalismo en tiempo de PAlc. era hacéne, pero no quizá en la época arcaica en que debió romanizarse el vocablo. Por otra parte, es sabido que el idioma culto y oficial conservó siempre la pronunciación coránica con a, de donde ALJAMA, ALMOCADÉN, ALCABALA y otros. Y en el Tratado del Azaque tenemos la prueba de que así ocurría en un término eminentemente moral, religioso y jurídico como al-Ʌasána. Ya redactado este artículo sale el estudio de Malkiel, Hisp. R. XVIII, 135-157, donde puede hallarse valiosa documentación. El profesor de California se da cuenta de que el sentido primitivo no es ‘hecho heroico’, y reconoce las dificultades fonéticas que presentan la ç portuguesa y la -n- de la variante hazana, pero no logra dar con una explicación, satisfactoria de estos puntos. No es posible explicar la ç del port. façanha por influjo del subjuntivo faça y la primera persona del indicativo faço (el radical del verbo era inequívocamente faz- aun en portugués), ni es aceptable suponer que nuestro vocablo sea una creación secundaria según el modelo de patraña, voz más tardía y mucho menos generalizada.