CHARCO, voz común al castellano y al portugués, de origen desconocido, quizá prerromano.

1.ª doc.: J. Ruiz, 1110a.

Cej. IX, § 295. Se halla también en Crón. Alf. XI («Fincóles y muy grand pieza de agua en aquel charco, que les ahondaba a lo que habían menester»), Riv. LXVI, 279b, cit. de Cuervo Dicc. I, 78a; en Villasandino, h. 1400 (Canc. de Baena, n.° 119 y 191.8), en la Celestina (ed. Foulché 1902, 17.2), en Guevara († 1545), en B. de Garay (1541), y en general es frecuente desde los SS. XV y XVI, aunque los primeros diccionarios que lo registran parecen ser Percivale (1591: «a poole, a ponde or ditche of water»), Rosal, Palet y Oudin (1607: «marais, fossé d’eau croupie, mare». En portugués se conocen ejs. abundantes desde la 2.ª mitad del S. XVI, en Camoens, p. ej. (Lus. II, xxvii, 5, y vid. Vieira y Moraes); agreguemos que ya se lee um charco de água en Sá de Miranda, h. 1530 (ed. Michaëlis, p. 166)1.

Se han propuesto varias etimologías imposibles. Ár. ƫárqa ‘agua enturbiada por el tránsito’ (Acad. 1884) o ƫáraq ‘hoyos en que se estanca el agua’ (Eguílaz, 373) pueden descartarse sin examen, pues el ƫ arábigo no da ch castellana. Larramendi derivaba del vasco «charcoa, que significa despreciable y ruin, como lo son las charcas y charcos comparados con los ríos», razonamiento semántico que no puede tomarse en serio, y, por otra parte, este vocablo no pertenece al vocabulario vasco conocido (se tratará de un derivado supuesto de txar ‘diminuto, defectuoso, malo’); Diez recogió la afirmación de Larramendi, pero evidentemente insatisfecho, llamó la atención al mismo tiempo hacia un vasco charcea ‘ensuciar’, que tampoco pertenece al léxico normal del idioma (falta en Azkue). Por razones fonéticas evidentes pueden desecharse el alem. quark propuesto por Scheler (apéndice a Diez), y el escand. ant. kjòrr, sueco kärr, ‘pantano’, propuesto por Liebrecht (Jahrb. f. rom. u. engl. Lit. XIII 232).

Otras etimologías necesitan examen más detenido, pero ninguna de ellas tiene verosimilitud, y sólo se indican aquí para el caso de que la aparición futura de datos nuevos pueda cambiar considerablemente el aspecto de la cuestión. Vising2 relacionó la palabra hispanoportuguesa con la escandinava flark ‘lago pequeño’, ‘pantano movedizo, tremedal’, ‘ciénaga sin fondo’, ‘charca cubierta de hierba’: se trata de una palabra dialectal sueca3, propia del Norte del país, aunque su difusión en la toponimia indica que debió de ser antigua en el idioma y de extensión más o menos general en otro tiempo; no dice Vising en qué forma se figura la relación entre charco y esta palabra sueca, pero debe suponerse que piensa en una palabra gótica hipotética que correspondiera al escand. flark; aun admitiendo, sin embargo, la posibilidad del cambio de FL- en ch castellana (que no es normal en la lengua literaria, pero es posible dialectalmente y, en palabra muy usada en plural, pudo generalizarse por fonética sintáctica, comp. CHOPO, CHOZA, CHAPA), un vocablo que se halla en una sola lengua nórdica, y de cuya existencia en el escandinavo éddico o rúnico no tenemos el menor indicio, es un apoyo tan débil para conjeturar una correspondencia en gótico, que apenas se puede tomar en serio la idea4.

Por estas razones M-L. (REW 3354a), aun acogiendo respetuosamente la sugestión del sabio profesor de Goteborg, se inclinaba más por una onomatopeya, volviendo a las huellas de Covarr.: «de el sonido que hazen las cavalgaduras cuando passan por los charcos se dixeron assí»; de hecho el cast. chapatal, el cat. xipoll, el alem. patsche, los tres en sentido de ‘lodazal’, se han formado de esta manera, pero me apresuro a añadir que así estos sustantivos como los verbos correspondientes chapotear, chapalear, cat. xipollejar, alem. patschen, plätschern, ruso Ƈkatĭsja, presentan constantemente la combinación de una oclusiva labial sorda, expresiva del contacto brusco de los pies o patas con el líquido, y la africada Ƈ que corresponde al ruido más suave y prolongado del agua o barro al desparramarse salpicando; en charco la consonante inicial tendría valor onomatopéyico, pero en un vocablo creado de la nada con finalidades imitativas no se explicarían bien la r ni la k siguientes: en una palabra, no puedo creer en la onomatopeya.

Termino exponiendo una hipótesis que podría agregarse a las anteriores: podrá también calificarse de audaz, aunque ésta desde luego no es inverosímil. En términos generales, la extensión geográfica, la naturaleza semántica del vocablo y su ch- inicial, serían favorables a un origen prerromano, pero lo que puede conjeturarse a base del vasco está lejos de ser sencillo. Existe una vieja voz vasca sar o sarra con el significado de ‘herrumbre’, ‘escoria de hierro’ (Alta Navarra, Vizcaya, Guipúzcoa), ‘arena, esp. la gruesa, de río’ (en parte de Vizcaya); digo que es una vieja voz vasca porque, según la teoría muy verosímil de Schuchardt, es el mismo vocablo que el ibérico SARNA, ZERNA, de donde procede el cast. SARNA, cuyo significado básico sería ‘escamas’, y, por otra parte, el mismo origen tiene el cast. SARRO, de suerte que hay buenas razones para admitir que el sentido originario del vasco sar fuese ‘detritos, escorias, desperdicios, inmundicia’ en general. Ahora bien, -ko es sufijo frecuente, muy vivo y antiguo en vasco, dedicado a formar adjetivos que por lo común indican lo que se halla en un lugar, pero también adjetivos denominales de otros tipos: itxasoko ‘marítimo’ (de itxaso ‘mar’), mendi-ko ‘montañés’, lurre-ko ‘terrestre’, etxe-ko ‘de la casa, familiar’, han-go ‘de allí’, hemen-go ‘de aquí’, herene-ko ‘tercero’, kanpoti-ko ‘exterior’ (de kanpo ‘fuera’), urre-z-ko ‘áureo, de oro’ (de urre ‘oro’), burni-z-ko ‘férreo’, zur-ez-ko ‘de madera’ etc.5. Luego no sería arriesga do suponer un vasco antiguo *sarko ‘que se halla en medio de los desperdicios, la inmundicia, el fango’, ‘balsa fangosa’, ‘charco’; ahora bien, según se ha visto en los artículos CHAMORRO y CHAPARRO, es frecuente que las formas romances relacionadas con voces vascas en s- procedan del diminutivo correspondiente en x- o, más exactamente, de una forma antigua y dialectal en tx- de este mismo diminutivo: es decir, en nuestro caso, *txarko6. Por cierto que mientras no puedan hallarse más confirmaciones objetivas de los escalones intermedios, o algún punto de apoyo en lo que sabemos del ibérico o del proto-vasco, esta construcción ha de parecer necesariamente atrevida, y lo es en efecto, aunque debe reconocerse que, dada la escasez de nuestros conocimientos actuales en la materia, no puede haber mucha esperanza de que tales confirmaciones aparezcan7.

DERIV.

Acharcar [1604, Palet; Oudin, etc.], acharcamiento. Charca [1604, Bravo]. Charcal. Charquetal. Charqueirão mirand. ant. ‘charco’ (S. XVIII, Leite de V., Philol. Mirand. II, 22). Encharcar [APal. 153b], encharcado [med. S. XVI, Fr. L. de Granada, Fr. L. de León].

1 Para completar nuestra documentación señalaré que charco f. y charquè, «masse de boue», se emplean en el dialecto gascón de Lavedan. En cuanto al bearn. charouquè «patouillis», que Palay relaciona con estas palabras, más bien parece voz independiente (charoucà «faire entendre comme un gargouillement, glousser», charouquè «celui qui répand de l’eau», «action de l’eau qui gargouille»). Puede tener mucho interés la variante chargue, que en el sentido de ‘olla, cadozo, lugar profundo en un río al pie de un salto de agua’ se halla en el rondeño Vicente Espinel (1616, Marcos de Obregón, Cl. C., p. 242). El castellonense J. B. Porcar (Bol. de la Soc. Castellon. de Cult. XIV 83) habla del fosso xarcullat, con muralla y puente levadizo, que rodeaba un poblado: en realidad se trata de un verbo xarcullar ‘limpiar una balsa, una acequia o foso sacando el lodo y las raíces y hierbas que los obstruyen’; vid. el DAlcM., según el cual se trataría de una variante de eixarcolar ‘desherbar, limpiar de malas hierbas un cultivo’. No está eso bien claro, pues se trata de algo muy diferente de eixarcolar ‘desherbar un campo’, y además no queda explicada la ll. Sería interesante saber si se pronuncia con š- o con Ƈ. Cierto es que con la rectificación semántica del DAlcM. no queda menos dudoso que derive de charco ‘balsa’, aunque desde luego persiste esta posibilidad. Por lo demás, la gran extensión de xarca, xarco y el derivado Xarcum, pronunciado con Ƈ-, en la toponimia valenciana (El Charcuno, entre otros lugares, extensa partida de monte desde el río Escalona hacia el Norte, en el término de Tous, cerca de Énguera, ya en el dominio de la lengua castellana, frente a otra llamada los Charcos) me lleva a dudar de que estas voces sean castellanismos en la variedad valenciana del catalán. ¿Serán allí mozarabismos? También en castellano y portugués habría varias razones para sospechar que el vocablo sea de origen mozárabe. Cierto es que no se presenta esta familia con igual arraigo en todas las comarcas valencianas. Espero averiguar mejor este dato fundamental antes de terminar mis estudios de toponomástica valenciana. Desde luego no es sólo de la parte central, donde menudean los castellanismos, sino que también se halla en el Maestrazgo y en el Sur, según recuerdo, y en las montañas al Sur del Júcar (donde la penetración castellana raramente alcanza la toponimia): els Ƈárkos es, p. ej., nombre de una partida en lo más remoto y enriscado del valle de la Casella (Alcira) y en Simat de Valldigna recogí Ƈarkím como palabra viva (más o menos como sinónimo del arabismo tarquim ‘lodo’, por lo que parece ser un cruce de tarquim con charco, pero aun así es prueba del arraigo campesino de este vocablo en uno de los valles más áspero y de lenguaje más puro de todo el Reino); Ƈárco tiene mucha extensión, como genérico y como nombre propio, en la toponimia valenciana de todo el País y en particular del Sur y del Centro, aun en los lugares más remotos y serranos y de lenguaje más puro, p. ej. en las sierras de Quatretonda el Xarco dels Coloms es donde se juntan dos ramblas considerables (Corrals y Barranc Fondo). Por lo demás nuestro vocablo es ajeno al catalán.―

2 Nordisk Tidsskrift for Filologi, 4.ª serie, VI (1917), 75-76.―

3 «Noruega» dice por error M-L.―

4 Antes de insistir en ella debería verse en qué relación se halla flark con el neerl. med. vlacke, frisón orient. flakke, que según algunos ha dado el fr. flaque ‘charco’ (vid. Gamillscheg, Bloch). Si flark fuese una alteración de flak, claro está que toda posibilidad de relación con la voz española desaparecería.―

5 Schuchardt, Primitiae Linguae Vasconum, § 55; López Mendizábal, La Lengua Vasca, pp. 73-74.―

6 El caso de lurreko, derivado de lur, o el de hereneko procedente de heren, sugieren la posibilidad de que el adjetivo derivado de sar fuese más bien *sarreko, *txarreko; aun así es probable que al romanizarse esta forma recibiera el acento en la sílaba antepenúltima, como es frecuente hoy, y aun lo más frecuente, en la pronunciación de los nombres de lugar y apellidos vascos. Por otra parte, hay también casos de aplicación directa del sufijo a la terminación consonántica (hango, hemengo). Hoy la variante sar (guip., vizc, a. nav.) está más extendida, según Azkue, que sarra (Vizcaya); quizá no siempre fué de esta manera, a juzgar por el ibérico SARNA, ZERNA, y, por el contrario, no costaría admitir que sar se sacara de sarra por deglutinación del artículo -a; de ser esto así, por poca antigüedad que atribuyéramos a nuestro vocablo nos veríamos conducidos a una base *txarrako, y ni siquiera de esta dificultad sería imposible salir (aunque la A postónica interna no se pierda en castellano), pues la evolución castellana de nombres de lugar celtibéricos como UXMA y LETISMA nos muestra cuan difundido estaría en España el cierre de la A breve en sílaba abierta, de acuerdo con las normas de la fonética latina (Osma, Ledesma < UXŬMA, LETISŬMA). Por lo que hace al significado básico, *txarko pudo ser también ‘lo que se halla en la glera o arenal del río’, de donde ‘charco’. Y nótese que si la forma chargue que he señalado en Espinel fuese la originaria, se podría partir de un *txárregi ‘escorial, fanga’, formado con -egi, el sufijo colectivo bien conocido (arregi ‘pedregal’, artegi ‘encinar’, etc.), de cuya antigüedad hasta los tiempos ibéricos dió pruebas M-L. (BDC XI, 3-4); esto aumentaría la verosimilitud del derivado, al ahorrarnos el rodeo de un adjetivo sustantivado, y la no palatalización de la Gi podría explicarse considerando el vocablo como vasquismo medieval y no como iberismo; entonces charco podría venir de un mozárabe *charc < txárregi.―

7 Agrego en nota otras combinaciones que no me satisfacen. ARCA significa ya ‘depósito de agua’ en latín; de aquí un verbo *EXARCAREembalsar (agua)’ que hubiera dado *enxarcar en castellano antiguo, de donde pudo extraerse un seudo-primitivo charco; el verbo encharcar, con su participio agua encharcada, parece ser antiguo, pues ya lo documenta Aut. a med. S. XVI (Fr. L. de Granada, Fr. L. de León) y ya se halla en APal., 153b. Pero hay dos dificultades muy graves: 1.° aunque se forman en romance derivados en EX- sin valor privativo o ablativo, es partiendo de adjetivos (EXALBICARE > enjalbegar, EXAMPLIARE > ensanchar, EXALTIARE > ensalzar, EXANGUSTARE > ensangostar) pero no de sustantivos, pues EXAQUARE > cat. eixaguar ‘sacar del agua’, EXHUMORARE > eixamorar ‘secar, dejar sin humedad’ o EXSUCARE enjugar ‘sacar el jugo, secar’ muestran cuál es el significado de las formaciones denominales, y aun casos como EXAQUARE > enjuagar (se partiría de ‘sacar el agua sucia de lo que se ha lavado’), EXAURARE > fr. essorer, EXAURATUS > cast. ant. exorado ‘dorado’, EXHIBERNARE > cat. eixivernar ‘invernar, hacer pasar el invierno’ son bastante diferentes; para una palabra que significara ‘encharcar, embalsar’ esperaríamos más bien *INARCARE que *EXARCARE. 2.º Por otra parte, los casos de enjalbegar, enjuagar, enjambrar, enjugar, nos muestran cómo el resultado de EX- puede ser enx- en castellano antiguo y enj- en el idioma moderno, pero no ench-, dificultad que sólo podría salvarse quizá admitiendo un préstamo mozárabe o aragonés o un portuguesismo muy moderno.―Cabrera registra un verbo enaguarchar variante de enaguazar ‘encharcar, aguachinar, llenar de agua las tierras’, y Aut. da también enaguarchado; partiendo de ahí podría imaginarse un mozárabe *acuarchato > *acharc(u)ato, de donde el derivado regresivo charco; construcción casi sin apoyo―. El arag. chabisque ‘lodo, fango’ [Acad. 1936, no 1884; Cej. IX, § 212], alent. chabouco ‘gran charco’ (cita de Hubschmid, Festschrift Jud, 252), estremenho chabouco, chabanco, «depressƟo num lajedo em forma de bacia, onde se aglomeram as águas das chuvas» (RL XXXVI, 90), nos muestran un radical chab-, que quizá sea onomatopéyico, en relación con el CHAP- estudiado arriba; ahora bien, hay también marag. chabarco ‘charco’ (BRAE II, 640), extrem. chalabarquino ‘regajo, charco que se forma en un arroyuelo’ (BRAE III, 665)―que vendrá de *chabarcalino, diminutivo de *chabarcal―: ¿podría charco ser contracción de chabarco? No lo creo posible, pues no hay casos de pérdida de una -b- intervocálica, a no ser antes o después de vocal posterior; por otra parte, aunque pudiera citarse el chargue de Espinel para probar que la terminación de charco es algo que puede variar, el hecho es que -arco no es sufijo o lo es rarísimo. Lo probable es que chabarco sea cruce local de chabanco con charco.―Sainéan, Sources Indig. II, 129, relaciona charco con el prov. sargoulhà, sargoutà, ‘agitar violentamente’ (que en vista de sargoutì tendrán que ver con el cast. SACUDIR, sagudir), pero yo no conozco el significado «barboter dans l’eau» que él atribuye a esta voz provenzal, y aunque existiera, la relación no sería verosímil.―David Lopes, RL XXIV, 270, deriva el nombre de lugar A Xarca, camino hondo en las cercanías de Lisboa, del ár. šáqqa ‘hendedura, resquebrajadura’ (PAlc., Bocthor); es probable que este nombre de lugar sea lo mismo que el apelativo charca, pero no creo que el uno ni el otro vengan de esta voz arábiga, por la diferencia semántica, y además porque la r secundaria que advertimos ante ç en casos como alicerce, alferce, no es de creer que pudiera introducirse ante una c = k.―¿Hay relación con el santand. chorca ‘hoyo de alguna magnitud’, ‘sepultura’ (Terr.), chorco ‘hoyo abierto con la azada para sembrar’ (G. Lomas)? Más bien parece que éste venga de SŬLCUSsurco’. Cierto que Madoz (VII, 26, hablando del partido de Riaño, prov. León) describe un chorco como ‘profundidad circular a la que, mediante maniobras de persecución, se obliga a caer a los animales peligrosos’, pero Caro (Pueblos de Esp. 324, 311) dice que el xorco o chorco es una «fosa» empleada con este fin y que en Asturias se le llama caleyu (= callejo), lo cual vuelve a acercarnos a la idea de ‘surco’; detalles sobre chorco en Sajambre (junto a Riaño) en Fdz. Gonzz., Oseja, 246. Éste quiere unirlo al nombre de lugar Bijorco, aplicado a una confluencia y sin duda procedente de BIFURCUM; pero está claro por razones fonéticas (j procede de F en esta zona y ch nunca pudo tener este origen) que los dos vocablos nada tienen en común.―No se puede tomar en consideración, por evidentes razones de forma y de sentido, la idea de H. Meier (Festgabe Gamillscheg, 1953, 130-1) de relacionar con el gr. πλάξ ‘lastra, piedra plana’.―Hubschmid, RF LXV, 296, coincide conmigo al sospechar en -co un sufijo vascoide, pero su hipótesis de un hispánico prerromano tšar- con el sentido de ‘agua’ queda en el aire, pues el vasco zaraza ‘lluvia abundante’ (sólo recogido por Azkue en un pueblo de Vizcaya) es una onomatopeya, como se ve por la variante zarazara, que además de éste presenta varios significados onomatopéyicos; y las voces romances dialectales que además agrega son heterogéneas entre sí y sin relación con charco (land. Ƈarn «flaque d’eau», ast. xarazu ‘granizo’, xarabia ‘lluvia menuda’ [V. SARAVIA], Ansó charpaleta ‘aguanieve’); desde luego no la tiene el cat. xarbót, xarbotar ‘salpicar, un liquido, al sacudir su recipiente’, hermano del prov. sargoutà, para el cual V. arriba. Cf. ciarcuna- que Smoll, Vorkelt. Idg. Hisp., p. 7, lee en diversas losas sepulcrales lusitanas del Sur, en lugar del saronah que había leído Schulten, quien (por una identificación indemostrada con el lemnio zeronaiθ) entendía «hic situs est». Ahora bien, si esto es exacto, igual se podría entender ciarcuna- (o bien un *CIARCU- radical de éste) como ‘tumba, fosa sepulcral’ y admitir que un CIARCU-fosa’ se aplicase especialmente al hoyo de una charca, de donde el castellano (mozárabe) charco.