ZURRIAGA, voz común con el catalán (xurriaca) y el portugués (azorrague), y no ajena al vasco (azorri ‘azote’, azurriatu ‘azotar’), de origen incierto; el árabe surriyâqa se encuentra en España desde el S. XI, y más tarde en Sicilia y Egipto, pero debe mirarse como palabra tomada del español; si, como parece, lo son también las citadas palabras vascas, puede creerse que el tipo romance *EXCORRIGIATA ‘zurriaga’ (derivado de CORRIGIA ‘correa’), vulgarmente *ESCORRIATA (de donde fr. écourgée, oc. escorrejada, it. ant. y dial. scuriada), se cambiaría por metátesis en *ESTORRIACA, en el Sur de España, de donde açurriaca en el dialecto mozárabe, y de ahí la forma española.

1.ª doc.: en mozárabe, S. XI; cast. çurriaga, 1475, G. de Segovia (p. 64), pero el verbo çorriagar ya en el S. XIII.

Se lee en el Fuero de Teruel: «si por aventura el barón fuere ligador et provado’l fuere, sea esquilado en cruçes et çorriagado et echado de Teruel» (ed. Gorosch, § 492.3, çurriagar en el pasaje correspondiente del Fuero de Albarracín). Çurriaga está como tetrasílabo en G. de Segovia; «çurriaga, género de açote: scutica» en Nebr.; «çurriaga: a strap of leather to cast a dart with, a whip or lash of leather to whip horses» Percivale; «çurriaga, género de açote: escourgée, un fouet à chasser le sabot; çurriagar: fouetter d’escourgées» Oudin; «ç.: el açote con que el muchacho suele hazer andar el trompico, que es de una correa blanda que se la rodea primero, y tirando recio della, queda el trompico andando y susténtale a çurriagaços y a açotes... se dixo del sonido que haze en el ayre y en el trompico quando le hiere... la diferencia que ay entre açote y çurriaga es que ella es blanda y para poner algún miedo y cuidado a los niños, y el açote es de cuero duro para castigar hombres culpados» Covarr.; «correa larga y flexible de que usan los muchachos para hacer andar los trompos...; también sirve para látigos y cosas semejantes; y se extiende a significar la vara delgada que se usa para castigar los caballos y otros efectos». Aut. es el primer dicc. donde veo el masculino çurriago, del cual hay ya ej. en Quevedo «con látigos y zurriagos azotándolos» (esta y otras citas en Cej. VIII, p. 575). El femenino se lee en Fz. de Oviedo («los indios tenían unas cañas tan luengas como dardos, las cuales arrojan con unas zurriagas»), en Quevedo con referencia al del verdugo («de eso me puedo alabar yo, entre cuantos manejan la zurriaga, que al que se me encomienda, hago lo que debo: sesenta me dieron los de hoy, y llevaron unos azotes de amigo, con penca sencilla» Buscón, Cl. C., p. 143), en Pantaleón de Ribera (Aut.), etc. Por comparación con la zurriaga de azotar, el vocablo se aplica hoy en las provincias de Salamanca y Cáceres a una especie de mayal para hacer caer bellotas: dos varas unidas por dos eslabones (V. grabado del empleado en Berrocal, Salamanca, en RDTP VIII, 429).

Es voz generalmente conocida, aunque no tan usual como el cat. xurriaca. Que la consonante inicial era sorda en el cast. de la Edad Media (como en cat.) está asegurado por las grafías del Fuero de Teruel, G. de Segovia, Nebr. y PAlc., y confirmado por la actual pronunciación extremeña: θuyága ‘mazo del mayal con que se mallan los cereales y bellotas’ en Malpartida, θoyága Aliseda, θuyágu en Jarandilla (comp. (θoȧ ‘mazo del mayal’ en Aliseda), Espinosa, Arc. Dial., 46; la forma con o, zorriago, se oye también en Cespedosa (RFE XV, 156) y otras partes. En el Alto Aragón se oye zurriaca en Torla, Buesa, Fanlo, Sercué, Bielsa y Plan, zordeaca en Estadilla (Elcock), ixordiaca en Venasque (Ferraz, p. 70), zurriaga en Panticosa, Fiscal y Aineto, zurriago en Ansó y Panticosa (RLiR XI, 183).

En catalán el vocablo está hoy muy arraigado, aunque no puedo documentar la forma en x- sino desde el dicc. de Lacavalleria (1696) y «surriaca o correjades: scutica» en el Nebr. catalán de 1560 (fº 3rºb, s. v. açot), pero esto no es prueba suficiente de que no sea mucho más antiguo; xurriaca, y más comúnmente xurriaques (plurale tantum), se dice especialmente en Barcelona del látigo de carretero, luego es palabra algo baja, pero muy popular. Tengo testimonios en todo el Principado, en el Este (Pineda, Blanes, Ripoll, Merlès, Sta. Coloma de Queralt; Griera lo señala en el Bajo Ampurdán, Osona, Igualada y Campo de T.) como en el Oeste (Juncosa de les Garrigues, Borges Blanques, Fraga, Tortosa, y en el Pallars, en Tor, Àreu, Farrera y Tavascan: BDC IV, 40; VIII, 20; XI, 79; XIX, 222; BDLC VI, 56; y anotaciones personales); no sé, en cambio, si se emplea en la Cataluña francesa, y desde luego no es usual en las Baleares; tampoco me consta que se oiga en el País Valenciano, aunque es de creer que se emplee, por lo menos en una parte, puesto que llega hasta Tortosa (Moll, AORBB IV, 117, lo califica de «continental» en términos generales; Surriaga, como apodo en Sollana, puede ser de importación manchega): en valenciano es corriente assot para ‘látigo’, pero esto no excluye el uso de su sinónimo. La forma más corriente es la indicada; además xurriac en Merlès, surriaques -aca, en Juncosa, les Borges y Pallars, suriaques en Tortosa (Moreira, Folkl. Tort., 549); soriaca oído en Fraga (según otros ahí txoriaca, pero txullarca es desconocido allá y creo es errata de Barnils); ixordiaca oído en el vecino pueblo de Saidí (Bajo Cinca); eixordiaca en el cat. de Ribagorza (Krüger, BDC XXIII, 177), dándose la mano con la citada forma de Venasque. Soriac en el Valle de Arán, y souriac en el Valle de Aspa (Lespy), sourriac en otras partes del Bearne (Lespy, Palay)1.

En portugués es usual azorrague «açoute de várias correyas trançadas, atadas a um pao, ou de urna só; usƟo-no os cocheiros e outros, para tanger bestas» y azorragar «açoitar com azorrague»; Moraes ya da sendos ejs. en los Inéditos de Alcobaça (SS. XIV-XV), en Lopes de Castanheda (h. 1550) y en Arraes (fin S. XVI); también el gall. zorregar vendrá más bien de ahí (aunque en rigor podría derivarse de ZURRAR): Sarm. lo define «zurrar» (CaG. 155r, ‘pegar’ Lugrís), pero se construye con acusativo del golpe2.

El territorio lingüístico donde el vocablo aparece con mayor antigüedad es el árabe hispano y magrebí. Surriyâqa aparece como nombre de una clase de látigos que se hacen de piel de hipopótamo, en el Becrí, hijo de Huelva que murió en 1093, surriyâqa aparece traducido «anguilla» (es decir «scutica qua coercentur in scholis pueri») en el glosario hispanoárabe de Leyden (S. XI), surriyâqa (p. 402) y surriyâq (p. 117) traducidos «funis» en R. Martí, surriyâq ‘cable de navío’ en una escritura árabe siciliana del S. XIV, Dozy, Suppl. I, 651a; Simonet, p. 519. No hay duda de que tenemos esta palabra mozárabe, propagada al árabe africano, en un diploma italiano de 1358, donde se le asigna la traducción ‘proís’: «si è che debba pagare ogni navilio uno prodese, al quale dicano i Saracini per nome surriac» (identificación que no acertaron Amari ni Pellegrini, Rendic. Accad. dei Lincei 1956, p. 161). Creo se trata del dato ya recogido por Dozy. Como se ve, apenas hay testimonios fuera de España (falta en Beaussier, Lerchundi, Bocthor), pues aunque en una de las versiones de las Mil y Una Noches se habla de un surriyâq de seda, las otras versiones traen ahí otro vocablo, y no podemos estar seguros ni siquiera de que el vocablo se empleara en el árabe de Egipto en el S. XIV o XV, pues no está bien estudiada la procedencia dialectal de las variantes de esta vasta recopilación novelesca. Desde luego, en que no es palabra genuina en árabe están de acuerdo no sólo Dozy y Simonet, sino todo el mundo (salvo M-L. y Eguílaz, sin autoridad en la materia): no hay raíz arábiga de donde pueda derivar y la terminación del vocablo es manifiestamente extranjera en árabe. Luego Dozy y todos admiten que es préstamo del romance hispánico, mas no por eso es menos valiosa esta tempranísima aparición en el Sur de España y el arraigo que para el hispanoárabe demuestra su pronta expansión hasta el árabe de Sicilia y aun quizá de Egipto.

Para la etimología, podemos descartar la opinión de Meyer-Lübke, que vaciló entre un origen arábigo (RFE XI, 21)3 y onomatopéyico (ibid. y REW3 8476a)4: pero según queda dicho en el artículo ZURRAR, esto se basa en un concepto falso del sentido y formación de este verbo; además, conforme ya reconoce M-L., no basta decir que hay un «radical onomatopéyico SURR-» mientras no pueda explicarse la extraña y singularísima terminación -iaga, y ésta descarta completamente el origen onomatopéyico.

Se ha buscado el origen de zurriaga en vasco: Larramendi partía de un vasco zurriaga o azurria que significarían lo mismo, pero ni Van Eys ni Azkue conocen tales palabras en vasco; lo que sí está en vasco es azorri ‘azote, disciplina’ usual en Lapurdi (‘temporal de aguas’ en otro pueblo de esta comarca, y ‘hoja de berza’ en Vizcaya), azorriatu ‘azotar’ en la misma región, y luego azurriatu ‘amenazar, castigar’ en Lapurdi y Guipúzcoa, azurria ‘castigo’ y azurrialdi íd. en Duvoisin. ¿Estará ahí el étimo de zurriaga? No se puede descartar del todo, pues la objeción de M-L. de que el sufijo -aga es sólo denominativo y no déverbal en vasco (lo que priva de derivar de ZURRAR) ya no se aplicaría tan claramente a un derivado del sustantivo azorri, aunque fuerza es reconocer que no correspondería al sentido de zurriaga el valor colectivo que el sufijo vasco -aga suele tener y tenía ya en la época romana. Azkue manifiesta sospechas sobre el carácter genuino de azorri, y su limitación a un solo dialecto vasco, en efecto, no es favorable a la tesis de la autoctonía5. Quedamos, de todos modos, con duda, teniendo en cuenta el carácter típicamente ibérico o vasco de la terminación -aga. Pero personalmente creo que estas palabras vascas se derivarán de un cast. ant. azorriaga al que, al penetrar en vasco, se quitaría la terminación -aga precisamente por contrariar al sentido lingüístico de los vascos este sufijo, colectivo en su idioma, en una palabra de tal significado.

Bertoldi, NRFH VII, 67-72, con gran habilidad, ha tratado de demostrar que zurriaga viene del lat. SYRIACA, abreviación de FABA SYRIACA (o RADIX SYRIACA), nombre aplicado a frutos de diversas plantas: a la habichuela en Calabria, al fruto del almez en Cerdeña, al sorgo en gran parte de Italia, al rábano en la España romana, al zumaque en otras partes (vid. ROLDÓN). Fundándose en que las varas de almez se han empleado en algunos lugares para hacer látigos, pretende Bertoldi dar por demostrado que el vocablo designó en España, primero, el fruto del almez, luego el árbol, después las varas de almez, posteriormente los látigos de almez, luego cualquier látigo y finalmente la correa de este látigo, que esto es lo que significa propiamente zurriaga. Toda esta larga cadena es hipotética y no hay prueba alguna de tales significados: lo único que sabemos es que SYRIACA ha llegado a ser el nombre del almez, y solamente en una isla, Cerdeña, muy alejada de España (SYRIA tomó este significado, además, en algún punto de Piamonte y de Provenza). De que algo parecido ocurriera en la Península Ibérica no tenemos el menor indicio, pues aunque San Isidoro menciona una FABA SYRIACA ignoramos si se refiere a la habichuela, a la almecina o a otro fruto. A falta de pruebas, recurre el ingenioso etimólogo a un procedimiento (que ahora parece ponerse de moda entre lexicólogos) imitado de las técnicas publicitarias: el procedimiento eficaz, aunque poco honesto, de la repetición en masa, empleando docenas de veces, para llamar el almez, el nombre de «árbol del látigo» (nombre de su invención, que no consta se haya empleado nunca), y aun fingiendo (p. 72n.) ignorar que el lentisco (lat. lentiscus, gr. mástix) es un arbusto sin relación ni semejanza alguna con el almez, árbol de gran tamaño. En realidad, el viburnum lantana o barbadejo y el lentisco (cuyo nombre griego mástix tomó el sentido de ‘zurriago’) son y han sido mucho más empleados que el almez con este objeto. Y aunque es verdad que también se emplean así las varas de almez ―de lo cual no da Bertoldi más que dos testimonios: el de Perpiñán y el del sardo Vaccas―, no es éste el empleo más común de la madera de este árbol, tan aprovechada por la industria popular en Cataluña. Como he podido observar en muchos lugares de mi patria (y particularmente Alentorn, el pueblo más famoso por este concepto), las varas de almez se usan mucho más para hacer bastones, y en particular para horcas y bieldos. Como contraprueba de la falsedad de esta especiosa etimología, haré observar que no consta que en parte alguna el nombre del almez se haya convertido en designación de la idea de látigo: el gr. mástix no significa ‘almez’ (como equívocamente da a entender Bertoldi), sino ‘lentisco’. Especialmente es de notar que zurriaga no es todo el látigo, sino la correa del látigo, y con este sentido propio lo emplean con insistente unanimidad todos los autores clásicos y antiguos, y en particular los testimonios más arcaicos del vocablo, o sea los hispanoárabes.

Hay, por otra parte, una etimología convincente. El primero en sugerir algo así fué Diez (Wb., 501), al comparar zurriaga con la familia del it. scuriada; a lo mismo se inclinaba Simonet, y aunque M-L. rechazó esta idea lacónicamente como imposible en la primera ed. de su dicc. (ni siquiera la menciona en trabajos posteriores), persistieron en la misma A. Kuhn (RLiR XI, 174) y Elcock (De quelques affinités phon. entre l’arag. et le béarnais, pp. 107-8), con aplauso de Steiger (VRom. IV, 357). Sin embargo, es evidente que los argumentos de uno y otro son inadecuados. Aquél se apoya en una forma de Echo zurriada [evidente deformación local sin interés, comp. las muchas formas arag. en -aca y -aga arriba citadas], suponiendo que zurriaga resulte de un zurriáa en que se rellenara el hiato; pero además de que esto tampoco sería admisible, salta a la vista que el obstáculo en que naufraga esta etimología no es la terminación, sino el imposible cambio de EXC- o esc- en z-. Más atención merece el ensayo de Elcock, puesto que trata de explicar todas las formas aragonesas; se fija especialmente en el tipo ixordiaca de Venasque y zordeaca de Estadilla, y partiendo de estas formas evidentemente arcaicas supone una metátesis *EXCORIATA6> > *EXORTIACA que pasaría a ixordiaca, xurriaga y zurriaga. A pesar de todo, esto no es menos imposible. Además de que no explica las formas españolas, portuguesas y mozarabes en ç- (z-), que sin embargo son las únicas antiguas, está claro que la supuesta metátesis no es más que un escamoteo de letras y no un intercambio de sonidos que pudiera realizarse en cualquier lengua: de ninguna manera la -T- intervocálica pudo ir a colocarse tras la R; y si no, cite Elcock algún ej. aun vagamente comparable. Además, el fenómeno de rr = rd a que Elcock alude (V. los ejs. y bibliografía citados s. v. ZURDO) se produce, como ya ve el mismo autor, sólo en el sentido de cambiarse una antigua rr en rd, pero no en el opuesto, y es contrario a todo principio metódico el querer explicar la forma en -rr-, general en todos los romances ibéricos y en hispanoárabe desde el S. XI, como alteración extraordinaria de la forma en -rd-, exclusivamente moderna y local; es evidente que el influjo auxiliar de ZURRAR, del que Elcock quiere echar mano, no puede explicar esta generalidad y antigüedad de la forma con -rr-, y que es por el contrario el local ixordiaca el que se ha de mirar como resultado de la ley fonética alto-aragonesa, que en algunos casos cambia -rr- en -rd- (mardano por marrà, etc.).

Sin embargo, no es extraño que Elcock, Kuhn y otros insistan en la etimología de Diez, pues ésta es realmente seductora por razones semánticas y geográficas. Écourgée significa precisamente ‘zurriaga’ en francés y es palabra antiquísima, ya documentada en el S. XII (> ingl. scourge); el tipo scuriada, scuriata, muy conocido en italiano medieval, desde Dante, tiene carácter general en todo el Norte de Italia y vive también en el Sur del país (con -rr- inequívoca: scurriatu); se dice además escourrejada en el occitano del Cantal (FEW II, 1224-6), y en Cataluña, especialmente en las islas, reina la variante corretjades ‘zurriagas de labrador’, sin el prefijo EX-, ya empleada por R. Lulio en el S. XIII (Meravelles, N. Cl. IV, 122), análoga a la variante fr. ant. corgées (Rom. LXII, 394), pero escorretjades se dice también en Mallorca. Salta a la vista que esto representa un tipo *EXCORRIGIATA, derivado de CORRIGIA, que no es arriesgado atribuir al latín vulgar en general, en vista de su gran extensión romance; el it. sept. scuriada, merid. scurriatu, indica que en parte ya se redujo a *ESCORRIATA por vía fonética, reducción que nadie podrá extrañar.

Ahora bien, la idea de una metátesis, aunque no bien aplicada por Elcock, era ciertamente lo justo: *ESCORRIATA en el Sur de España hubo de cambiarse en *ESTORRIACA por una trasposición recíproca de las dos consonantes, de tipo sumamente corriente. Puesto que los hechos filológicos nos prueban que el vocablo aparece en tierras hispano-musulmanas cuatro siglos antes que en Castilla y seis antes que en Cataluña, y si la primera documentación cristiana procede de una zona tan arabizada como la de Teruel y Albarracín, es muy natural que *ESTORRIACA sufriera el conocido cambio mozárabe de ST en ç, cambio tan bien conocido ahora después de los estudios dedicados al mismo por Amado Alonso y por el que esto escribe; comp. lo dicho a este propósito en ZAMBO. Pero un açurriaqa mozárabe tenía el aire de una forma con el artículo árabe aglutinado, y así no es extraño que las fuentes árabes escriban sin él, surriyâqa; por la misma razón, o por deglutinación tras el artículo romance la, es también natural que tengamos zurriaga en castellano, xurriaca en catalán, aunque la a- primitiva emerge otra vez en Portugal y en el País Vasco. La conservación de la -c- sorda, que tanto llama la atención en el cat. xurriaca (surr-), se explica muy bien por el mozarabismo; y si hoy el vocablo es ajeno a las Baleares es porque en esta zona, más hondamente arabizada, se impuso el tipo árabe puro assot, mientras en el Principado se generalizaba xurriaca, propagado por los moriscos del Valle del Ebro.

Según demostré en 1937 (BDC XXIV, 71) y confirmó Alonso en su monografía, el grupo ST en mozárabe lo mismo podía dar tš que ts, y así como Monachil se codea con Almonacid como resultado de MONASTERIUM, también se comprende que el resultado de *ESTORRIACA fuese ora el cat. txurriaca (> xurriaca), ora el cast. zurriaga. ¿Por qué la metátesis supuesta se produjo solamente en España y no en el resto de la Romania? Pues también tiene este punto una explicación muy natural: sólo en España había un sufijo prerromano -AGA o -ACA (V., p. ej., AULAGA), cuya existencia hiciera posible tal intercambio; en Francia e Italia tal sufijo no existía, y allí hubiera sido inconcebible que se alterara tan gravemente la figura de un vocablo terminado en el frecuentísimo sufijo -ATA. LO único que a esta explicación podría objetarse es la -z- sonora del port. azorrague7 (no la terminación, pues ya hemos visto que surriyâq era frecuente en hispanoárabe; ni la desaparición de la --, muy conforme a los hábitos portugueses); pero las formas del cast. medieval, del mozárabe y del catalán corresponden unánimemente a la sorda que hemos de esperar como resultado de -ST-, luego tenemos derecho a mirar azorrague como alteración local, estrictamente portuguesa, aunque en verdad no muy fácil de explicar: habría influjo de zorrar ‘arrastrar’ o quizá más bien de zorra, que designó un sacudidor para sacar el polvo (V. este artículo). Por lo demás, los detalles fonéticos anómalos abundan siempre en los préstamos lingüísticos, y con la misma sonora inesperada damos en el port. aziago (cat. atziac), quizá a causa del grandísimo número de arabismos en az-, mientras que por el contrario tenemos sorda contra las reglas en el caso de AZAFRÁN, AZUFAIFA, etc.

Esta etimología contradice la extraña tesis de Amado Alonso (PMLA LXII) de que el cambio de ST en ç no se producía en el Andalús, sino sólo en Castilla (mientras que el cambio de št en Ƈ se produciría en árabe, pero no en romance). La tesis de Alonso es indudablemente errónea, y está contradicha no sólo (como él reconoce) por el caso de Écija, sino por docenas de otros nombres de lugar, Cazalia, etc., que él supone alterados sólo después de la Reconquista. Sin embargo, hay ya bastantes ejs. documentados en árabe, y no sólo Qâsereš ‘Cáceres’ < CASTRIS, documentado ya en el Idrisí. El caso de Cocentaina (COSTENTANIA < CONTESTANIA), entre otros, es irrecusable, pues ahí el cambio hubo de producirse en mozárabe a la fuerza, ya que el catalán no ha conocido nunca el fenómeno. En R. Martí se documenta Ɋábal de STABULUM; Steiger agrega muchos casos, aun en palabras puramente árabes, vid. su Contr., notas a las págs. 141 y 388; y yo he dado aquí varios más, donde el cambio está también documentado por fuentes arábigas (vid. CENACHO, ZANAHORIA, etc.). Alonso se dejó impresionar por el hecho de que en Zaragoza las fuentes árabes escriban siempre Saraqúsƫa; ¿cómo no iba a ocurrir así en el nombre de una ciudad tan grande y conocida, cuando el árabe rechazaba muy naturalmente esta innovación mozárabe posterior? Lo mismo sucedió en otros casos; y es que, en efecto, lo que en todo esto toma Alonso por mozárabe no son más que sus reflejos hispanoárabes, por lo común fijados poca después de la Conquista de España, y que ya no variaron, por ser la lengua arábiga esencialmente tradicionalista y conservadora. Pero no siempre ocurrió así, y el caso de zurriaga, vocablo rechazado por el árabe hispánico purista, pero admitido posteriormente por algunos, es uno de aquellos en que ya tenemos testimonios hispanoárabes del fenómeno.

DERIV.

Zurriago [Quevedo]. Zurriagar [çorr-, V. arriba]. Zurriagazo. En relación con el port. azorrague está el ast. occid. zorregar ‘castigar con correas o cuerdas’, zorregas ‘correas para zurrar’ (Acevedo-Fz.). Forma regresiva será el filipino zurrión ‘disciplina’ (RH LI, 174).

1 Amades, BDC XXII, 226, cita un verbo xurriar «pegar amb les xurriaques», pero los datos de Amades requieren comprobación.―

2 «Zorregándolle lambeiradas resoantes», «un xudeu que ten o brazo ergueito pra zorregar, sen dor, un tremendo puñetazo na testa de Cristo» Castelao 239.4, 63.23. Vall. «Zurriagar, dar con zurriago»; «zurrar, cascar». De donde el deriv. zorregueira ‘mujer perdida o puta’ Sarm. CaG. 209v, aunque ahí hay coincidencia con ZORRA).―

3 No hace falta demostrar la imposibilidad fonética del étimo arábigo de la Acad. šuráȳka ‘correa pequeña’.―

4 No sé si es ésta la opinión de Spitzer, RIEV XVI, 142, según podría desprenderse de la cita del REW; pero este artículo no ha estado a mi alcance.―

5 Schuchardt opina en el mismo sentido, aunque su etimología azote cruzado con el vasco zigorr ‘vara’ (ZRPh. XXXVI, 34) está lejos de imponerse.―

6 Por lo demás, Elcock prefiere un derivado de CORIUM ‘cuero’ al derivado de CORRIGIA, lo cual no tiene gran importancia para el caso, aunque es indudablemente erróneo, pues *EXCORIATA sólo habría podido dar *écoirée en francés, *scoiata en it., etc.―

7 Que ya es antigua, pues «azorragar: inverbero» figura en un glos. portugués del S. XIV (RPhCal. VI, 86, § 1581); por lo demás, en el mismo figura «azoutar: transverbero» con z junto a «açoutar: verbero» (ibid. 95, 96, §§ 2771, 2883), quizá por influjo de azorragar.