GRULLA, probablemente alteración del antiguo gruya o grúa, procedente del lat. GRȢS, GRŬIS, f., íd.; la explicación de la -ll- es incierta: no puede ser debida a la confusión moderna de la ll y la y, pues este fenómeno tiene escasa antigüedad, y grulla ya es forma medieval; mas parece ser forma procedente de León o de Aragón, donde existieron focos antiguos de confusión de las dos consonantes.

1.ª doc.: ġrûya, h. 1106, Abenbuclárix (Simonet, s. v.); grúa, SS. XIII-XV; grulla, J. Ruiz, 253b, 254a.

Se lee grúa en Calila (ed. Allen, 156.418; ed. Rivad., p. 40), Buenos Prov. 2.12, varias veces en Juan Manuel (Caça, ed. Baist, 65, 73.20, etc.; Conde Luc., ed Knust, 107.2; ed. Hz. Ureña, p. 113), en invent. arag. de 1362 (VRom. X, 164), y todavía en Garcilaso (†1536)1. Pero grulla figura ya en J. Ruiz (tres veces seguidas en el ms. S), en el glosario de Toledo (h. 1400), en el ms. bíblico escurialense I·j·7 (S. XV, original anterior), en la Biblia de Arragel (a. 1429) (Solalinde, Mod. Philol. XXVIII, 91), en APal. (31d, 46b, 186b), en Nebr., etc. (ejs. clásicos en Aut.). Grulla es forma aislada entre los descendientes romances de GRUS: port. grou (de un masculino *GRŬUM, comp. dous DŬOS) [h. 1250, en una CEsc. de Alf. el Sabio: «que semelhen grous / os corvos e as águias babous», R. Lapa 23.12], cat., oc., it. dial. grua, fr. grue, it. grù, campid. arrui, rum. gruie. Tomados del castellano son el bayonés groulhe íd., el port. grulha ‘hombre o mujer parlanchines, bullangueros’, y probablemente el vasco kurlo ‘grulla’ (sul., vizc.) o kurrio (vizc, guip.)2. Según Riegler, WS VI, 199, el it. grullo ‘aturdido’, ‘necio’, ‘lento en sus movimientos’ (comp. LERDO), procedería también del nombre de la grulla, comp. fr. med. y antic. grue ‘necio’ [1466: FEW IV, 296a], calabr. groi «uomo brutto», «brontolone», y cast. Pero Grullo (verdades de Pero Grullo o perogrulladas ‘las que de puro evidentes es necedad enunciarlas’)3, todo lo cual se explica por la inmovilidad y los movimientos tardos de la grulla, parada en una pata. El caso es, sin embargo, que una forma grulla como nombre del ave no parece existir en Italia (aunque Tommaseo hable vagamente de un dialectal grulla en este sentido)4, de suerte que esta etimología de grullo no es segura (comp. el it. merid. gullu, guȓȓu, grullu, -ȓȓu ‘descornado’, en algunos lugares ‘estúpido’)5; según Prati deriva de grullare variante de crollare ‘sacudir, quebrantar, atolondrar’; sea como quiera, grullo no parece estar documentado antes de princ. S. XVII (Buonarroti el joven, etc.), de suerte que aun si tuviese que ver con grulla, sería por un préstamo del español, y no como forma italiana independiente.

En conclusión, el origen del cast. grulla es un problema estrictamente castellano y no interromance. El cast. ant. grúa se explica, como el cat., oc. e it. dial. grua, fr. grue (y quizá rum. gruie), por el lat. GRŬEM, cuya terminación se modificó a causa del género femenino, sea en latín vulgar o más tarde; la forma gruya de Abenbuclárix es evolución natural de grúa, lo mismo que suya de súa o tuya de túa. En cuanto a la forma con -ll-, M. P., Rom. XXIX, 354-5, llamó la atención hacia el paralelismo perfecto que existe entre esta forma y pulla, cariante de PÚA, y de su forma secundaria puya, documentada con frecuencia; por lo tanto admitía el maestro que el cambio de gruya en grulla era meramente una ultracorrección del yeísmo, o confusión de ll con y6. Este punto de vista, mantenido por M. P. hasta ediciones recientes de su Manual (§ 75; borrado en su edición última), no ha sido todavía refutado eficazmente, a pesar de la opinión opuesta de M-L. (REW 3882) y del escepticismo de Wartburg (FEW IV, 297n.5).

Creen estos autores que debe partirse de un diminutivo lát. *GRUILLA7>. Y la fecha bastante antigua de grulla les presta buen apoyo. Cuervo (BDHA IV, 248n.), A. Alonso (Est. M. Pidal II, 41-89) y otros especialistas en fonética histórica o dialectología (Hz. Ureña, BDHA IV, 334) están de acuerdo en que el yeísmo es fenómeno reciente, que en el castellano de España, en el de América y en el de los judíos debió producirse independientemente y después de la separación de estos tres dialectos, por una tendencia universal a alterar el fonema complejo : en España no se hallan testimonios seguros, y en cantidad importante, hasta casi el año de 1800, de suerte que estos filólogos creen que no es allí anterior al S. XVIII; en América, la ll se conserva todavía en varios países, y en los yeístas no hay testimonios frecuentes hasta este siglo o fines del anterior, ninguno de ellos seguro antes de 1680; las investigaciones de A. M. Espinosa sobre las formas indias del nombre de Castilla (RFE XIX, 261-77) confirman la tesis de Alonso de que los aborígenes americanos oían a todos los españoles en la época de la Conquista, y si en algún caso la trascribían por y es porque éste era el fonema, en su sistema lingüístico, más próximo a la española. Ésta es hoy la opinión común entre los hispanistas.

Podría parecer que ella nos obligue a aceptar el étimo *GRUILLA, y sin embargo no es así, y creo que esta etimología no es posible. En primer lugar es inverosímil esta forma latina hipotética, formada con un sufijo raro en latín, y fundada exclusivamente en la forma de un solo romance, y aun en este romance forma minoritaria y tardía dentro de su época medieval. Pero además *GRŬէLLA no hubiera podido dar otra cosa que *gruella o *gruyella, comp. MAMէLLA > ma(r)mella, ARMէLLA > armella, ANCէLLA > oc. ancela8. Finalmente el diminutivo no tendría sentido en el nombre de un ave que precisamente se caracteriza por su gran tamaño, como la grulla. Luego hay que abandonar la idea, como ya advirtió Schuchardt (l. c.), y volver en una forma u otra a la tesis de M. P.

¿Nos sentiremos con derecho, en vista de grulla y PULLA (que también se halla desde el S. XV), a revisar la fecha del yeísmo? Casos sueltos como el llago ‘yazco, estoy echado’ del manuscrito aragonés del Alex. (315a = iago, O), que es del S. XV, y los llema y llelo del glos. del Escorial (de las mismas época y región), nos podrían invitar a ello9. Creo, sin embargo, que por lo menos en Castilla, Andalucía y América la tesis de Cuervo y Alonso es justa en conjunto, lo cual no descarta la posibilidad de algún foco regional de yeísmo desde fecha bastante antigua. Y sobre todo sabemos desde hace tiempo que León se dividía desde el S. XIII en dos zonas, una que tenía -y- en lugar de la -j- castellana procedente de L? o CL, y otra zona más occidental que tenía en este caso -ll-. Los límites de las dos zonas oscilaron y vacilaron fuertemente, y cuando existía una terminación -uya en leonés oriental, frente a -ulla del occidental (cast. -uja), terminación que no era nada rara en diminutivos y voces procedentes de diminutivos (garulla, pedregullo, etc., también barullo y otros), no es sorprendente que voces como gruya y puya, de terminación rara y aislada, se pudieran ver arrastradas por este movimiento de vaivén en el territorio leonés, aunque en ellas la -y- fuese de otro origen. No conozco la etimología de Tafalla (Tafaia en doc. de 1228, M. P., D. L. 87.9), aunque la -f- y el prefijo Ta- hacen pensar en el árabe, donde no existe la consonante -ll-, pero sí -y-; paréceme ahora mejor un germ. *THIUFADIA. La villa de Mollerussa en Cataluña era antiguamente Moyeruça (¿ < MAJORUCIA o MAjorisa?, frente a MINORISA > Manresa, otra ciudad de la línea Barcelona-Lérida), aunque no ha estado nunca en territorio yeísta, mas pudo ser arrastrado por la familia de MOLLIS; y aunque Mallorca/Mayorca MAJORICA sí está en zona yeísta, la alteración de su nombre es demasiado antigua y general para poder explicarse por un hecho de dialectología moderna10. Lo único que hará falta explicar es la generalización de una forma leonesa o aragonesa. Pero en el nombre de una ave de caza y de paso no creo que las dificultades sean insuperables11.

La palabra grúa ‘máquina para levantar pesos’ [1600, Sigüenza] procede del cat. grua ‘grulla’, ‘grúa’ (sentido documentado en lengua de Oc desde el S. XIV, en francés y en catalán desde el XV), por comparación de este aparato con la figura de la grulla al levantar el pico del agua: desde los puertos orientales de España se extendió el vocablo al castellano y al portugués.

DERIV.

Gruazo ‘macho de la grulla’ [Lope de Rueda, h. 1550: Fcha.]. Grullero. Grullo ‘caballo de color ceniciento’ mej. (de ahí ‘caballo semental’ en la Arg.), ‘grulla’ (M. Fierro II, 3089); para la ac. ‘alguacil’ y ‘peso duro’, V. GARULLA; grullillo ‘plantilla empleada para formar racimos de mocárabes, más ancha y larga que una conza’ (1633, Lz. de Arenas, cap. 17). Gruir ‘gritar (las grullas)’ [APal. 186b], comp. cat. dial. grullir (presente grull) ‘gritar (el mochuelo)’12.

CPT.

Perogrullada, V. arriba; para grullada en la ac. ‘gurullada’ o ‘junta de corchetes’, V. GARULLA.

1 Fcha., que da también datos clásicos de la forma grulla. Además, según Aut., figura grúa en la Cetrería de Mosén Juan Vallés, que sería aragonés o catalán (a. 1556).―

2 Comp. ronc. kurri y b. nav. kurru, que pueden estar tomados sea del cast. ant. grúa, sea del lat. GRUS, aunque también cabe que todas las formas vascas sean onomatopeyas independientes, pues según observa Schuchardt (Roman. Lehnw. Berb., 76), apoyándose en el zoólogo Brehms, la voz de la grulla es realmente gru, kurr o kürr. De grúa el vasco ant. gurrugurrua ‘grulla’, vid. Michelena, BSVAP XI, 293. El vasco kuŕio (vizc. guip.; > nav. currillo, Iribarren), kuŕi (ronc.), kuŕu (b. nav.), kurlo (sul.), kuŕuio (vasco ant.) ‘grulla’, no puede invocarse en apoyo de la hipótesis *GRUILLA, pues es alteración vasca del romance gru(y)a, como ya lo indica el b. nav. kuŕu-a; para la evolución fonética, comp. vasco kuŕioe < GORRIÓN, y lo que de éste cito allí de Michelena.―

3 Ya se habla de Pero Grullo en un refrán de Hernán Núñez (1549), y aparece transformado en Pero Grillo, seguramente por deformación intencionada, en la Profecía de Evangelista (S. XV); Cej., La Lengua de Cervantes, s. v.―

4 No hay un mapa grù en el AIS, pero véanse las formas dialectales bastante numerosas citadas en el REW y el FEW. Añádase calabr. groi, grua o gruja.―

5 Según Rohlfs, EWUG 410, de origen griego, y la ac. ‘estúpido’ sería debida a cruce con el it. grullo, cuyo origen, que él no indica, sería diferente. Quizá tenga razón, pero caben otras interpretaciones.―

6 Se trataría de una forma de origen andaluz, porque en Asturias y en otros puntos yeístas se pronuncia una y clara que no puede confundirse con ll, mientras que la y andaluza es intermedia entre y y ll. Claro que esto es trasladar al S. XIV o antes un tipo de pronunciación andaluza actual, que es improbable ya existiera entonces. Pero además toda la frase adolece de una vaguedad perfectamente comprensible en el año 1900, cuando se escribió el artículo, pero que el maestro evitaría evidentemente en la actualidad, después de los trabajos de Navarro Tomás y otros fonetistas modernos. No es que la y andaluza tenga más de lateral que la de otras regiones, aunque sí es más fricativa, y por lo tanto más cerrada: sólo en este sentido se puede decir que se acerca un poco más, aunque muy poco, a una ll. La diferencia esencial entre Andalucía y Asturias es que, al menos en parte de esta región, hay una ll junto al sonido de y (y opuesta a él), mientras que esto no ocurre en la Andalucía yeísta.―

7 La primera idea fué de Diez, aunque éste partía de *GRUICULA, lo cual era desde luego imposible en castellano.―

8 Nótese que voces como ARGզLLA, ANGUզLLA o FAVզLLA no son diminutivos, por lo menos no serían diminutivos de voces latinas, como lo son MAMILLA, ARMILLA, ANCILLA y como lo sería *GRUILLA. Qué clase de I tenía SUILLUS no nos consta, pero sería է; las dos etimologías en que basa M-L. su cantidad SUզLLUS (SOLLO y CHULLA) son indudablemente falsas, como demuestro en los artículos respectivos; M-L. ya reconoce lo mismo en el caso de ZOLLE (que no tiene que ver con SUզLE). NO se arguya que aun GRUէLLA pudo trasladar su acento dando grulla, pues si esto hubiera ocurrido en fecha latina (lo cual es inverosímil en grado sumo) un románico GRU?L(L)A habría dado cast. *gruja y no grulla, y más tarde la ? ya se pronunciaba e y por lo tanto no se podía trasladar el acento de la vocal más abierta a la más cerrada. Tampoco hay que pensar en una reducción de *gruyella a *gruílla (como Castiella > Castilla), y luego *grúilla > grulla, pues el paso de -iello a -illo es demasiado tardío para que la que se supone su consecuencia indirecta ya estuviera consumada en el S. XIV. Realmente el lleísmo, aunque no el yeísmo, parece haber sido un fenómeno muy extendido en Aragón desde fines del S. XIV, a juzgar por otros muchos ejs. que se encuentran en los glosarios publicados por Castro y en el ms. R del Alex.; vid. NRFH VII, 81-87, y LLANTA.―

9 Desde luego pueden descartarse los supuestos casos mozárabes de yengua y yuca, V. mi artículo LOCO.―

10 Lo de Mollerussa es dudoso; que Mallorca venga de Mayorca, seguramente falso (V. ahora mi EntreDLle.).―

11 Mal Lara (Philos. Vg., ed. 1568, IX, 90), cita el proverbio «encinta es la grulla y no lo sabe el puerco» (que también figura en los Refranes que dizen las Viejas [ed. Sbarbi I, 89], aunque no he comprobado en qué forma da el vocablo) y alude a una ac. figurada ‘persona golosa’.―

12 Sólo conozco este vocablo por mi padre, que me dijo haberlo oído en Sant Pol de Mar y lo empleó en su novela L’Avi dels Mussols. Sant Pol es fuertemente yeísta, y aunque una forma *gruia o grulla es desconocida en catalán, en el caso del verbo y ante í estamos en situación especial.