PULLA, palabra común al cast. con el port. y el fr. (pouille), de origen incierto; como en estas lenguas aparece más tarde que en cast. y podría ser castellanismo, quizá sea alteración de puya por PÚA, en el sentido de ‘dicho punzante o agudo’, alteración debida a un cruce con la familia del antiguo verbo repullar ‘replicar satíricamente’ (que parece proceder del lat. REPELLERE ‘rechazar’).

1. ª doc.: Nebr. («pulla: dicterium»).

Quizá fuese vocablo más antiguo, pues ya a princ. S. XV emplea Villasandino el derivado repullón, calificando así uno de sus estribotes, más chusco que satírico o insultante («echemos seso a montón», «reíd con tal repullón»), y que él mismo trata de caçafatón (Canc. de Baena, n.° 196, n. 2)1. Después de Nebr. aparece pulla con gran frecuencia en el teatro clásico y ya en la primera mitad del S. XVI; en un estudio básico reunió J. P. Wickersham Crawford (RRQ VI, 150-164)2 un buen número de testimonios de la costumbre de echarse pullas, tal como aparece practicada por pastores, criados y graciosos en églogas y comedias de esta época, desde la Égloga Interlocutoria de Diego de Ávila (que ya corría impresa en 1511), la obra celestinesca de P. M. de Urrea (1514), y varias comedias de Torres Naharro (1514-7): en todas ellas aparece esta locución con referencia a diálogos satíricos e insultantes entablados entre dos personajes, para entretenimiento del auditorio o a manera de ejercicio, valga la palabra, retórico; lo mismo aparece practicado en obras de Fernando Díaz (1520), Jaime de Huete (h. 1525), Gil Vicente (1529) y otros posteriores. Sin este carácter de género literario aparece también el vocablo en varios matices del sentido genérico ‘dicho satírico’: así ya en 1496, en ley de la N. Recopil., donde se prohibe «decir ni cantar, de noche ni de día, por las calles ni plazas, ni caminos, ningunas palabras sucias ni deshonestas, que comúnmente llaman pullas» (Aut.), y en acs. análogas el vocablo es corriente en Cervantes (Fcha.), Vélez de Guevara («¿Con pullitas también? ¿No bastaban celos?» El Rey en su Imaginación, v. 85), Calderón3, etc. Del sentido de ‘dicho deshonesto’ se pasa al de ‘galanteo demasiado audaz’, en el cual lo pone repetidamente Tirso en boca de La Villana de Vallecas (¡arre, que echan pullas!, II, vii y ss.). Define Covarr.: «dicho gracioso, aunque algo obsceno, de que comúnmente usan los caminantes quando topan a los villanos que están labrando los campos, especialmente en tiempo de siega o vendimias; y llamóse pulla de la Apulla, tierra de Nápoles, donde se empeçó a usar», y cita un pasaje de Horacio4. De ahí pasó esta definición a Aut. y a Bluteau; agrega aquel dicc. que también es «expressión aguda y picante dicha con prontitud» y que «también se suelen usar entre las familias por burla de carnestolendas», mientras que para éste las pulhas son propias «de barqueiros e arrieiros quando se topƟo».

En port. el vocablo figura desde la Eufrosina de F. de Vasconcelos (h. 1537) y no sé si ya en la referida égloga de Gil Vicente. En francés, pouille «reproche injurieux» es más tardío: según Wartburg (en Bloch) chanter pouilles no aparece hasta 1713, pero dire des pouilles está ya en 1574, en Montaigne «faire la figue à un aveugle et dire des pouilles à un sourd» (oc. mod. cantà poulhos; no es cat. ni it.).

Se han emitido varias opiniones acerca de la etimología de la voz francesa, pero siempre teniendo en cuenta muy poco su viejo arraigo en España: el Dictionnaire Général y Bloch le declaraban origen desconocido; Gamillscheg lo identificaba con un fr. dial. pouille ‘gallina’, con gran vaguedad semántica; Sainéan (Les Sources Indig. I, 346-7), seguido por Wartburg, asegura que es derivado de pou (ant. pouil) ‘piojo’, mirándolo aquél como préstamo gascón, y éste como derivado de un verbo anticuado pouiller = épouiller ‘sacar piójos’; Spitzer (RFE X, 373-5) vacila entre esta etimología y la de M. P., al observar la mayor antigüedad en España. Pero ahora que hemos hecho retroceder la primera fecha del vocablo español desde 1511 hasta 1400, y que conocemos su enorme popularidad desde princ. S. XVI, difícilmente cabe dudar: el fr. pouille, sea la que quiera la etimología última del vocablo, ha de haberse tomado de España, como tantas voces meridionales introducidas por Montaigne, y así queda descartada la etimología por ‘piojo’, sólo posible en la hipótesis de un galicismo.

El profesor J. P. Wickersham Crawford, por su parte, propuso otra etimología, muy erudita e ingeniosa: se nota la gran frecuencia con que pullas: se aplica a dichos obscenos, y en las escenas de echarse pullas aparece repetidamente el gesto impúdico de la «higa»; así en Diego de Ávila y en la Comedia Aquilana de Torres Naharro («arrojóte un par de higas»), detalle que a su vez recuerda el importante papel del símbolo fálico en los versos fesceninos; ahora bien, el lat. pŭllus ‘pardo oscuro’ se aplicaba como epíteto del higo (pulla ficus en los Epodos de Horacio, XVI, 46; fico pullo alguna vez en it.), lo cual conduce a la conjetura de Crawford de que se dijera pulla como nombre del higo mismo, y pasando de ahí a designar las partes vergonzosas se extendiera como higa al gesto impúdico y de ahí a la retahila de pullas que solía acompañarlo. El defecto de esta etimología es el carácter meramente hipotético, en cast. y aun en lat., de los varios sentidos preliterarios que así atribuímos a pulla; hecho tanto más increíble si admitimos que se trata de una voz culta, a lo que nos obliga la conservación de la Ŭ5. En consecuencia hay que dejar a un lado esta idea como poco verosímil, por lo menos mientras no se dé con la documentación que he echado de menos.

En definitiva la explicación que debemos mirar como mejor fundada hasta ahora es la sugerida por M. P. en 1900, a propósito de GRULLA < grúa (Rom. XXIX, 354-5), a saber que pulla esté por puya o PÚA, en el sentido de ‘dicho agudo y picante’ o si se quiere ‘punzante’, comp. fr. pointe «trait d’esprit piquant» [S. XVII]. De la gran extensión y relativa antigüedad (1599) de la variante puya en el sentido de ‘púa’ he dado testimonios en el artículo dedicado a esta palabra; además la documenta Spitzer en Chile y Colombia, y no es menos usual en Cuba (Pichardo, escrito pulla) y Asturias (puyes ‘pinchos’ R), trasm. púia «pé de craveiro, etc., para dispôr; medrança das árvores» (RL V, 102), etc. Queda el obstáculo fonético de que pulla tiene ll y no y, obstáculo firme y serio en vista de la fecha moderna, que, comúnmente y sin duda con razón, se atribuye al yeísmo. Verdad es que este obstáculo podría orillarse en nuestro caso, de forma análoga a la que he indicado respecto de GRULLA 6.

Pero hay una diferencia apreciable entre los dos casos, consistente en que no se conocen ejs. de las formas puya o púa con el sentido de ‘expresión aguda y picante’: esto aumenta la duda respecto de la etimología de pulla. No es inverosímil que repullón, que es el vocablo más antiguo, sea también la forma primaria7. Además del ej. de Villasandino arriba citado, hay otros dos más en el Canc. de Baena, y «que Teché más repullones / que días hay en el año» en Torres Naharro (V. el índice de Gillet, s. v.); además repullar: «contra los que repullando pruevan por me confonder» en dicho Canc. y «repullo mil chanzonetas, / úrdole mil remoquetes» en J. del Encina (citas de Cej., Voc.); de ahí el derivado regresivo repullo [Aut.] «demonstración exterior y violenta de algún sentimiento u dolor, u el motivo mismo della», «movimiento violento del cuerpo, salto u corcovo, que se da para expeler de sí alguna cosa», gnía. «acetre». Por lo menos en parte se tratará del lat. REPELLERE, con U procedente de REPULSUS y REPULI (comp. cat. ant. sebollir ‘enterrar’ de SEPELLIRE, SEPULTUS, comp. ZAMBULLIR), de la misma manera que de IMPELLERE salen empellar y EMPELLÓN. Si pulla debe mirarse como un cruce de puya ‘púa’ con repullón, o como un mero derivado regresivo de éste, ya es más dudoso. De todos modos no es inverosímil la idea de que pulla resulte de puya ‘dicho punzante’ incorporado fonéticamente a la familia de *repullir ‘respingar, replicar duramente’ (REPULLERE = REPELLERE).

DERIV.

Pullista.

1 Comp. el repulloncillo que cito de D. de Ávila más abajo.―

2 Más en Gillet, ed. de la Propaladia (V. el índice s. v. games).―

3 Los empeños de un acaso III, iv; ahí es ‘equívoco obsceno’: «entre ella y yo, cargando con el ama, / fuera de pulla, la llevé a la cama»; es decir, que no está jugando con la expresión llevar a la cama.―

4 En este pasaje se basan los detalles de la definición de Covarrubias («viator», «vindemiator»), pero Horacio se refiere a Preneste y no a la Apulia. Se trata de los famosos versos Fesceninos de los antiguos, como detalla Crawford. Es posible que haya realmente algún nexo histórico de trasmisión tradicional (dejando el nombre aparte) entre estas famosas sátiras populares latinas y las pullas castellanas; en todo caso es notable la coincidencia entre el detalle horaciano de llamar cuclillo o cuculus al campesino (en realidad ‘cornudo’) y los versos de Diego de Ávila «te arrojo esta pulla o repulloncillo: / cada mañana te cante el cuquillo». Claro que a pesar de esto es sumamente inverosímil la etimología de Covarr., ya por el mero hecho de las escasas relaciones entre Italia y Castilla en 1400, y por la ausencia de un it. puglia en este sentido.―

5 Además entonces se esperaría más bien *pula o *pulda que pulla.―

6 Dice la Acad. que la voz cast. se tomó del port., mientras CortesƟo y otros portugueses aseguran lo contrario. ¿Qué etimología sugerirá la hipótesis de este préstamo al académico responsable? No tomo en serio la idea que se me ocurre de derivar de *PȢBŬLA ‘partes sexuales’ (de donde suele derivarse el rum. pulă ‘pene’, etimología incierta por lo demás).―

7 No tiene fuerza la objeción de Spitzer, MLN LXXII, 1957, 587, contra mi explicación como derivado regresivo de repullón. V. allí otras ideas de verdadero interés.