TROVAR, del oc. ant. trobar ‘halla’, ‘componer versos’, voz hermana del fr. trouver, it. trovare, cat. trobar íd., que proceden probablemente de un lat. vg. *TR֊PARE, variante del lat. tardío CONTR֊PARE ‘hablar figuradamente’, ‘hacer comparaciones’ (derivado del grecolatino TRĶPUS ‘figura retórica’), de donde ‘inventar’ y luego ‘hallar’.

1.ª doc.: h. 1200, Auto de los Reyes Magos; doc. de 1203; Berceo.

En el período arcaico, trobar se emplea en el sentido general de ‘hallar, encontrar’. No faltan entonces ejs. difícilmente localizables o localizados en el Centro u Oeste del territorio de lengua castellana; el doc. de 1203 es una donación del maestre de Calatrava referente a un pueblo de la actual prov. de Toledo1, el vocablo está en el Auto de los Reyes Magos, en el Alex.2, etc. Pero esto es bastante raro y debe mirarse como excepcional, frente al empleo de trobar en docenas de pasajes del riojano Berceo (Mil. 83b, 889b, 906b, etc., etc.) y en otros textos de la zona oriental3. Allí sí debió de ser popular el uso de trobar en su sentido general, como seguía siéndolo en Aragón en plena Edad Moderna4 y hasta hoy en los Pirineos (Ansó, Echo, Fanlo: BhZRPh. LXXXV, § 298); V. además la documentación de los SS. XIII-XV que cita G. Sachs, RFE XXIII, 307. Pero el contraste entre el uso constante de fallar en el Cid con el de trobar en Berceo, y la sustitución de éste por aquél en el ms. A de este poeta, ejecutado en el S. XIV por un copista castellano, nos muestran que estamos ante un hecho dialectal.

Lo que sí es frecuente en Castilla, y desde los orígenes, es el empleo de trobar por ‘componer versos’: cierto «Gómez trobador» ya aparece en un documento de Palencia de 1197 (M. P., Poes. Jugl., p. 12), trobar en este sentido es corriente en el Setenario (fº 4), en Juan Ruiz5, en el Poema de Alfonso XI (337), y todos recordamos muchos pasajes desde Enrique de Villena y el Marqués de Santillana. El carácter advenedizo del vocablo en Castilla lo comprueba la falta de diptongación en el presente troba6, frente a oc.-cat. tr྿ba, fr. ant. trueve, it. ant. truova. Que el vocablo se tomó de la lengua de Oc lo comprueba la grafía con -b-, constante hasta Nebr. y Covarr. inclusive; trovar es una innovación culta de Aut. imitada del fr. y el it.

En contraste con este carácter especial, el vocablo, en su sentido de ‘hallar, encontrar’, es palabra esencial y general en cat., oc., fr. e it., y en estos cuatro idiomas es voz autóctona y perteneciente al fondo primitivo del idioma. Esto es probable aun en el caso de Italia, al menos en el Centro y Norte de este país, aunque sin mucha razón se haya venido repitiendo que allí es préstamo galorromance, pero se ha hecho algo a la ligera y en gran parte por prejuicios fonéticos: el hecho es que en el idioma literario trovare reina como voz general y casi única desde Dante, Petrarca y Boccaccio7, y lo mismo ocurre en los dialectos de la zona en cuestión. En catalán nunca ha tenido concurrentes, y ya se registra en los docs. más arcaicos, del S. XII8. Claro que lo mismo ocurre en lengua de Oc y en francés, donde trover ya se encuentra en los primeros ensayos poéticos de princ. de la undécima centuria. En cambio son ajenos a esta área lingüística, con el port. y el cast., el italiano meridional, el sardo, el dalmático, el rumano, y el retorrománico, pertenecientes al territorio de AFFLARE, excepto el último, donde éste coexiste con CAPTARE y con truver, sólo empleado en el sentido de ‘fallar una sentencia’ (probablemente tomado del fr. ant.).

Sabido es que el origen de trobar dió lugar a una de las polémicas más resonantes de la lingüística romance, entre Schuchardt por una parte y Gaston Paris y Antoine Thomas por la otra. Sin repetir aquí buena parte de los argumentos que entonces se esgrimieron, remitiré a las publicaciones originales: por una parte Schuchardt, Roman. Etym. II, 54 ss.; ZRPh. XXVI, 385 ss. (además ZRPh. XXVII, 97-105; XXVIII, 36-55; XXXI, 7; XXXIV, 410-2); por la otra G. Paris Mél. Ling. 615 ss. (Rom. VII, 418-9), Ant. Thomas, Nouv. Mél. 394 ss., Rom. XXXI, 1 ss. Schuchardt sostuvo y fundamentó eruditamente la idea de Diez de partir de TŬRBARE, que Schuchardt concebía en el sentido de ‘enturbiar y envenenar el agua con torvisco y plantas semejantes, al objeto de pescar’ (V. aquí TORVISCO), de donde ‘pescar’ y luego ‘encontrar’; los dos etimologistas franceses preferían *TROPARE derivado de TROPUS, con el sentido de ‘componer poesía’ y luego ‘inventar’ y ‘encontrar’. Ya Baist (KJRPh. VIII, 213-4) observaba oportunamente que Schuchardt había demostrado que TURBARE era posible, pero no que fuese verosímil ni cierto, y hoy tiende a hacerse la unanimidad en este sentido9; Gamillscheg (EWFS, s. v.; RFE XIX, 120n.; R. G. I, 364-5), Bloch-Wartburg1 y 2, Jud (VRom. I, 219; V, 304; XI, 250-2) y últimamente Spitzer (Rom. LXVI, 1941, 1-11) y K. Heisig (Romanistisches Jahrbuch I, 1949, 78-86) se han pronunciado contra TURBARE, y los cuatro últimos aceptan la relación fundamental con TROPUS. Es de sentir que Jud no llegara a publicar el artículo que ya en 1929 tenía madurado sobre el problema, a juzgar por las lecciones magistrales que entonces le oí sobre el mismo10.

Contra la tesis de Schuchardt de que *TROPARE en el aspecto semántico era arbitrario y sería un caso aislado, recalcaba el gran lingüista suizo la existencia de un buen número de vocablos importantes que debían las lenguas romances al lenguaje de los cómicos y mimos ambulantes del bajo imperio, gran parte de ellos de origen griego: CAROLA, BAILAR, ZAMPOÑA, <R=ACORDAR I>ACORDAR, MUECA, SOSAÑAR y otros, y aunque los dos últimos, así como MIMAR y MOMO (que en seguida ocurre agregar), sean discutibles, no lo son los demás, ni otros castellanos como CAROCA, y ellos bastan para eliminar la objeción máxima de Schuchardt. Columbramos aquí todo un panorama léxico de la Romania primitiva, en el cual un grupo de palabras de fondo artístico o literario tiende a abrirse paso hacia un uso general y aun abstracto (recuérdese ENGAÑAR, fundado en última instancia en el gannitus o aullido de los remedones de encrucijada).

Por otra parte, no cerremos los ojos a los graves obstáculos fonéticos que se oponen a TURBARE: que la R se traspusiera y la Ŭ se cambiara analógicamente en ྿ es algo que a Schuchardt y sus seguidores parecía evidente, y no hay que negar que sea teóricamente posible, pero a riesgo de parecer repetidor de conceptos ajenos, es mi deber insistir en que es sumamente inverosímil que estos dos cambios excepcionales se produjesen unánimemente en cuatro romances principales, y que el traslado de la R ocurriera en todas partes precisamente en el corto período en que la -P- intervocálica francesa e italiana estaba en la etapa -b- y no había llegado todavía a -v-, incorporándose así la -B- secundariamente intervocálica de TURBARE al resultado normal de la -P- latina (oc. y cat. -b-, pero fr. e it. -v-); y estos cambios, por otra extraordinaria coincidencia, habrían ocurrido sólo allí donde TURBARE AQUAM había sido sustituído por el supuesto *TURBARE PISCEM > trovare un pesce > trovare checchessia11.

Demasiadas coincidencias para ser creíbles. Éste es sin duda alguna el argumento decisivo contra la etimología de Schuchardt, a lo cual se agrega que el empleo de TURBARE que éste toma como base, se encuentra solamente en puntos sueltos y en fecha moderna. Una etimología que semánticamente no se impone y que está contradicha en el aspecto fonético por un buen número de romances (que con arreglo a una evolución normal coincidirían en postular una base *TR֊PARE) es el caso típico, si lo hay, de una etimología falsa, por muy especiosa que sea.

Siendo esto así, faltaría solamente hacer más verosímil el cambio semántico de *TROPARE en trouver, y justificar por qué esta supuesta palabra latina no está documentada. En este sentido sin duda ha tenido razón Spitzer en enfocar nuestra atención hacia el lat. tardío CONTROPARE. No tenemos aquí una palabra rara de un latín artificioso, como quería creer Schuchardt, pues no sólo es muy frecuente en la Lex Romana Wisigothorum, sino que CONTROPATIO (como señaló Haussleiter, ALLG XIV, 360) se encuentra en otro escritor eclesiástico de la baja época, y aparecen varias veces en el italiano meridional Casiodoro († 562) CONTROPATIO y CONTROPABILIS: los ejs. de este escritor, citados por Spitzer, muestran claramente el sentido de ‘lenguaje figurado, alegórico, metafórico’; los de la Lex Wisigothorum se refieren a comparaciones de testimonios o de leyes, y presentan una evolución posterior en el sentido naturalmente aplicable a textos jurídicos: semánticamente interesan menos, pero confirman el carácter usual del vocablo; mucho mejor lo hacen todavía los ejs. tempranos de controver en francés con el sentido de ‘averiguar’ (Saint Léger), de controvare en it., y de controbar en español, muy vivaz éste en el S. XIII: controbar cantares para ‘componerlos’, ‘improvisarlos’, en el Duelo de Berceo (176c, 172d), controbaduras ‘improvisaciones cantadas’ (ibid. 177a), viesos nuevos contrubar en Elena y María (RFE I, 65), controbadiço ‘usual, que puede hallarse’ en Alex. (1350d); es verosímil que CONTROPARE dejara alguna descendencia popular en el NO. de España pues de ahí es posible que venga Sajambre acontropar ‘recoger (la hierba seca)’: hay que acontropar la hierba (Fz. Gnzz., 181), cuyo étimo tropa sólo me parece verosímil en calidad de etimología popular, responsable de la p; aunque claro que también es lícito pensar en un cultismo puro con -p-, al cabo popularizado.

Hay desde el latín hasta ahí una continuidad evidente, desde ‘hablar en términos figurados’ a ‘hablar poéticamente, componer versos’. Spitzer prefiere partir de la ac. jurídica ‘comparar textos, comparar ideas’, pasando a ‘ponerse de acuerdo sobre algo, averiguarlo, sacarlo en claro’, lo cual a mi entender tiene el inconveniente de tomar como base el sentido que tiene contropare en un texto más tardío y de lenguaje algo artificioso como la Lex Wisigothorum: los textos castellanos del S. XIII indican más bien el otro camino, aunque puede ser que ambas corrientes se sumaran. Pero no creo necesario admitir con Spitzer que *TROPARE fué un verdadero derivado regresivo de CONTROPARE: no me parece que estemos ante el caso que he señalado en ATINAR y TRIAR, o en el de ATACAR. El propio Spitzer llama la atención hacia la preferencia del latín hablado por las formaciones simples como portare o clinare (en vez de transportare o declinare), sin duda a causa de la poca vitalidad que ahí tenían las distinciones de aspecto verbal, mediante prefijos, a que tanta inclinación tenía el latín clásico. *TROPARE pudo ser tan antiguo como CONTROPARE (y no una simplificación posterior, comparable a cludere), pues era un modo más popular de adaptar al latín el gr. τροπολοƔεƗν, que en círculos más cultos se latinizaría en la fonna más elaborada CONTROPARE: de ahí el que éste se halle documentado y *TROPARE no. Aun reaccionando contra el prejuicio de M-L. de que trobar ‘componer poesía’ y trobar ‘hallar’ no pueden ser una misma palabra, Spitzer sigue fiel al prejuicio de su maestro Schuchardt de que el cambio semántico sólo es posible en el sentido ‘hallar’ > ‘poetizar’, pero no en el opuesto12. Éste es realmente un prejuicio. ¿Hará falta recordar el alem. erdichtet por ‘inventado’, ‘imaginario’, el cast. dechado para ‘modelo’? Del trobar poético parte Ruiz de Alarcón cuando dice en La Verdad Sospechosa «¿a quién no engañarán / mentiras tan bien trobadas?» (Cl. C., p. 105), y hoy en Cuba trova vale ‘mentira’ (no me vengan con más trovas, Ca. 103): se trata, claro está, de un eufemismo que propiamente significa ‘invención’. ¿Estamos todavía en la época en que se creía que la poesía occitana nació el día en que Guillermo de Poitiers escribió su primer poema? Poesía popular y oral la hubo sin interrupción desde la Antigüedad hasta la baja Edad Media, y su influjo fué siempre grandísimo en la ideología popular13.

No vale la pena discutir la relación etimológica con el escand. ant. drâpa ‘canción de elogio cortesana’ en que sueña E. v. Richthofen (ZRPh. LXVII, 112-7).

DERIV.

Trova [J. Ruiz; Nebr., etc.]. Trovador [1196, V. arriba]; trovadoresco [Acad. 1925, no 1843]. Trovero [S. XIX, ej. de Milá y Fontanals en Pagés], del fr. trouvère (< -ATOR). Trovista. Trovo [Acad. 1925, no 1843]. Controbar, V. arriba.

1 «Esta heredad assí la damos... por atal pleto que depués de suos días que la heredad qual que la trobaren los fraires... sea de la mesón de Salva terra», M. P., D. L. 263.9. Pero recuérdese que el galicismo abundó en Toledo a consecuencia de la aportación francesa a la reconquista y repoblación de la ciudad; y que los conventos y las órdenes religiosas constituyeron otro foco de galicismo (comp. mesón en el mismo texto).―

2 Ahí casi siempre está solo en el ms. aragonés (P), en lugares donde O lee fallar (P 1034c, 1749d) u otra cosa. Sin embargo, hay dos ejs. de trobar en un pasaje de O: «margarita que siempre quiere (y)azer sennera, / siempre la troban sola e non con compañera» (1314b, también 1310c), donde quizá se trate de un influjo literario del lenguaje de Berceo.―

3 Prescindo enteramente del trobar del Fuero de Avilés, después de la concluyente demostración en el trabajo de Lapesa de que intervinieron occitanos en la redacción del fuero. Y gascón o más bien aragonés fué el autor de R. Magos.―

4 «En el entresuelo... fueron trobados los bienes siguientes...» invent. zaragozano de 1497, BRAE II, 85. Como arag. lo da Aut.―

5 «Yo pinté corder e trobo este manjar» en 483d forma parte de la jerga galicada de Pitas Pajas; por lo demás tiene siempre la ac. poética. Nebr., además de «trobar: hazer versos», define «hallar, invenio», pero esto es una explicación meramente etimológica.―

6 Baist, KJRPh. VIII, 213-4, cita un cast. ant. trueba del cual no tengo ejs. a mano, y que en todo caso será muy raro. En Berceo, troba es constante, y ya he citado un ej. en Alex.―

7 En el sentido poético está ya en el romano Giacomo da Lentino, primera mitad del S. XIII, Monaci, Crest. XXX, ii, 13.―

8 «Menàse·n zos porcs e·z bous e tot aitant cant i trobà», Pujol, Docs. en vulgar de la diòcesi d’Urgell, p. 13, lín. 5 del final. Otro en doc. de 1250, ibid. p. 25.―

9 Dejando aparte las tendencias nacionales, que no pudieron dejar de influir, fueron sobre todo el gran respeto que merecía la admirable erudición de Schuchardt, y por otra parte la actitud de Thomas de limitar su argumentación al galorrománico, los que influyeron en la aceptación de la tesis de Schuchardt por parte de muchos, y particularmente M-L. (REW 8992, 8936a), cuyos artículos sobre el problema son más flojos que de costumbre. Que trobar ‘componer versos’ y trobar ‘hallar’ sean dos palabras distintas (TROPARE y TURBARE) es manifiestamente inverosímil. Pronto reaccionaron eruditos alemanes como Baist y Gamillscheg, y hoy no veo más que a Rohlfs que se haya adherido recientemente a TURBARE (ASNSL CLIX, 300; BhZRPh. LXXXV, § 298).―

10 Siento que mis notas de entonces no estén a mi alcance actualmente.―

11 No es pertinente objetar el sardo trubare ‘coger peces’, ‘perseguir la caza’, pues en Cerdeña las trasposiciones de la -r- tienen carácter general y casi sistemático, no excepcional como en el resto de la Romania, y además no hay aquí la apertura analógica del timbre de la vocal.―

12 Mantiene su interpretación en MLN LXXIV, 134-5 agregando algunas razones que en parte tendrán valor (no tanto lo que Levy o Grimm pensaran del asunto).―

13 Fué Gamillscheg quien sugirió a Spitzer la idea de mirar *TROPARE como un derivado regresivo de CONTROPARE; éste lo explicaba como calco de un supuesto gót. *GATHAÚRPAN (derivado de THAÚRP ‘manada, rebaño’) en el sentido de ‘juntar’, de donde ‘comparar textos legales’, luego ‘dictar sentencia’ y finalmente ‘hallar’, idea hipotética y forzada que apenas vale la pena discutir; en ella es cardinal el papel del retorromance truver ‘dictar sentencia’, que según Gamillscheg sería imposible comprender a base de una especialización de ‘hallar’. Pero ¿hará falta recordarle el cast. fallar y el ingl. finding ‘veredicto’? Para la semántica de TROPARE, V. además K. Heisig, Romanist. Jahrbuch I, 78-86.