JAGUARZO, ‘arbusto de la familia de las cistíneas semejante a la jara’, se llamaba šaqwâɊ en el árabe de España, pero como es ajeno al árabe de los demás países y difícilmente puede ser voz semítica, el origen es incierto; en vista de que ciertas variedades de cisto se llaman sargaça en portugués y tienen hojas parecidas a las del chopo, quizá venga del lat. SALICASTRUM ‘sauce borde o agreste’, de donde en mozárabe *xaugaçro y xaguarço.

1.ª doc.: šaqwâɊ, Abentarif, y šakwas, Abenalauam, ambos del S. XII; xarguazo, h. 1560, Clusio; xaguarça, 1608, Dodoneo; xaguarço, 1610, Escolano; xuagarzo, Aut.; jaguarzo, Acad. 1899.

El diccionario de Vittori en 1609 trae xaguarcio; por lo demás, el vocablo falta en casi todos los diccionarios castellanos hasta fecha muy reciente, pero Colmeiro recoge jaguarza y jaguarzo en varios botánicos. Fuera del castellano sólo hallamos charguaço ‘helianthemum chamaecistus Mill.’ en el portugués de Argozelo, en el Este de Tras os Montes (RL XXXI, 162), mientras que Fig. da como trasmontano charguarço (errata por chaguarço, a juzgar por el orden alfabético) con el colectivo chaguarçal; gall. chogazo, chagazo, chaguazo y otras variantes (J. L. Pensado, Opúsculos gallegos S. XVIII); más variantes portuguesas y gallegas de interés da J. M. Piel (Misc. de Etim. Port. e Gal., 1953, 89): changarço, sagoarço, el top. Sagoarçal; Rohlfs (RFE XXXVIII, 93) agrega otras formas: guargaso y cualgaso ‘Cistus monspeliensis’ (dilaciones de juargazo); chaguarzo en la Sierra de Francia (Lamano); leon. (La Lomba) juagazo ‘jaguarzo’, BRAE XXX, 328; jabarzo en Andalucía (A. Venceslada).

Datos anteriores al S. XVII sólo los conozco en autores árabes: el malagueño Abenalbéitar († 1248) trae šaqwâɊ en dos pasajes de su libro de botánica (šaqrâɊ en otro, pero es errata) explicando «especie de leña de bosque que suele quemarse en los hornos entre nosotros, en parte del Andalús»; la misma forma aparece en el almeriense Abentarif (S. XII), mientras que su coetáneo el sevillano Abenalauam trae šakwas, que Abenalbéitar en otro pasaje da como nombre de un cisto, observando que se emplean las dos formas šaqwâɊ y šakwas (vid. Dozy, Suppl. I, 776a y 778a, y Simonet, pp. 574-5). Ya la vacilación entre q y k y entre Ɋ y s denuncia un vocablo advenedizo en árabe, y lo mismo sugiere su estructura cuadrilítera; por lo demás, no sólo falta en los diccionarios árabes corrientes, sino también en Beaussier y Lerchundi (hoy en Marruecos se emplea para ‘jara’ el hispanismo ešteppa). Todo esto indica que šaqwâɊ, lejos de ser el étimo semítico del cast. jaguarzo, como parecen admitir Eguílaz, Baist (RF IV, 389) y Steiger (Contrib., 215; Festschrift Jud, 695-6), no es más que la documentación más antigua de una voz puramente española, según vieron ya Dozy y Simonet1. Hace observar Simonet que una especie de cisto, el cistus halimifolius, se ilama en portugués sargaça (Fig.), según otros sargaço y saragaça, según Laguna cergaço2, y conjetura que se le dió este nombre, semejante al arag. y cat. sarga ‘sauce’, por semejar sus hojas a las de este árbol. Es punto éste muy importante y que necesitaría comprobación por parte de botánicos3.

El hecho es que la variedad principal de jaguarzo lleva el nombre científico cistus populifolius, es decir, ‘de hojas semejantes a las del chopo’, árbol que tiene analogía con el sauce aunque sea algo distinto (el nombre halimifolius de la sargaça portuguesa indica analogía con las hojas del armuelle, pero claro está que los nombres pasan de una variedad a otra). Fonéticamente la idea de Simonet sería practicable: no son raros en mozárabe los casos de vocalización de una L entre A y consonante (fauchel, xaux, bauɊ, pauma, xaut, taupa, vid. RPhCal. I, 94, n. 38) y se concibe que xauga- pasara luego a xagua- tal como FRAGUA viene de frauga, o -iguar de -iugar < -IFICARE (comp. jimaguas variante de ximielgos, s. v. MELLIZO).

En cuanto concierne al origen de la terminación de jaguarzo, desde luego no hay que pensar en -ATUS, como hace Simonet; la forma portuguesa parece indicar -ACEUS, lo cual sería algo sorprendente para las formas mozárabes, pues en este dialecto suele hallarse el resultado -acho, pero como hay indicios de que algunas variedades mozárabes tenían z o ç como el castellano o portugués, no puede descartarse esta posibilidad; sin embargo, faltaría entonces explicar la r de jaguarzo, y aunque Steiger la considera de formación secundaria y espontánea, hablando vagamente de «disimilación en contacto» y comparando otros casos, que no son de recibo (pues tienen explicaciones individuales), todo esto no satisface, y tampoco convence una ultracorrección de la tendencia a reducir rz a z, como en los ejemplos (catnurça, alicerce, etc.) que reúne J. de Silveira en RL XXXIII, 245. Recordando que ST se cambia en mozárabe en ç, aun ante R, según prueban Cáceres < Caçres < CASTRIS y Alcázar, podríamos partir de SALICASTRUM ‘sauce borde o silvestre’ (Plinio; REW 7531), que bien pudo aplicarse a una planta que tuviera alguna semejanza con el sauce, y sería muy natural que xaguaçro se cambiara en xaguarço, como ACEREM azre pasó a arce o albiçras a albricias: de la misma manera es muy probable que ESCARZAR salga de CASTRARE (escaçrar); en cuanto a la variante antigua šaqwâɊ sin r, presentaría otra reducción de este grupo complejo, que podemos admitir tanto más legítimamente cuanto que ZAMBO parece ser representante mozárabe de su sinónimo STRAMBUS, y junto a ENGARZAR de INCASTRARE está la variante engazar; al fin y al cabo se trata de un caso muy análogo al de nuesso y vuesso de NOSTRUM, VOSTRUM, o mossar de MONSTRARE4>. En definitiva ésta es una idea nada inverosímil, aunque no puede calificarse de segura.

La notable semejanza de jaguarzo con el port. ant. exaarguazes o exaguazes, otro nombre de la enfermedad caballuna que se conoce en castellano por AJUAGAS (véase) no conduce a ninguna parte, pues la gran disparidad semántica sugiere más bien una semejanza casual. También debe serlo la que media con el sudamericano cháguar o chagual, especie de cáñamo silvestre, que parece ser de origen quichua (vid. Lenz y Friederici)5. No he podido consultar el artículo reciente que al port. chaguarço dedica Piel (Rev. de Portugal, Serie Lingua, XV, 1950, p. 14). Comp. JARAMAGO.

1 Partir del ár. šarā ‘silvestre, que crece en los bosques’ (así Pagés) no es posible fonéticamente, aunque Abenalbéitar aplique precisamente este adjetivo al šaqwâs.―

2 La forma citada en este lugar se halla realmente en Laguna: «el cisto llámase en griego cistos, latín cistus, árabe kaniet, cast. y cat. estepa, port. cergazos». A lo cual agrega Suárez de Ribera, en su ed. de 1733, que «se llama... por los portugueses o Gargazo especie de esteba, por los castellanos cerguacos y también corcacos» (lib. I, cap. 108; vol. I, pp. 142-3). Seguramente hay que leer cerguaços y çorcaços, y es posible que la G- de gargazo y la -c- interna de la última forma sean también erratas. Sea como quiera, la forma cerguaços confirma que estamos ante nombres del jaguarzo y aporta útil apoyo a mi etimología.―

3 El artículo de José I. Louro en Misc. Coelho, 352-62 (ha insistido después en Boletim de Fil. XIII, 310-26), deja averiguada esta cuestión en forma incontrovertible, y sienta definitivamente que el port. sargaço es derivado del lat. SALIX. El nombre del alga conocida por sargazo [salgazo, 1535, Fz. de Oviedo, cita de Zaccaria; falta Aut.] se tomó del port., donde çargaço está ya, h. 1550, en J. de Barros (Zaccaria); es probable que este nombre no sea más que una aplicación extensiva del sargaço ‘jaguarzo’ (que también pasó ocasionalmente al cast.: cergazo ‘jara’ en Oudin), como indica Louro; hay variante argaço, usual en el Norte (Póvoa de Varzim―Leite de V., Opúsc. II, 296―, Viana do Castelo, Tuy; -azo, como gallego en Vall.), ya en Moraes (S. XVIII) y en Monte Carmelo (S. XVII). En Galicia argazo ‘todo género de broza que arroja el mar a la orilla’ (también llamado balume y empleado para estercolar o como estrume) y argazones ‘grandes algas’ (Sarm. CaG. 83r4 y r5f.). Comp. el gall. xabre ‘sargazo’ (Vall.), que puede estar por *xabraço = jaguarzo; menos verosímil me parece que sargaço venga de *algaço, derivado de alga, como admite Cornu (GGr., § 129), lo cual sólo sería admisible explicando la -r- y la s- por una confusión tardía con sargaço ‘jaguarzo’, pero es más natural admitir que argaço salga de sargaço por influjo de alga; de la misma opinión que Cornu parece ser Basto, RL XIII, 84-88n., que puede consultarse para más datos sobre el asunto (en cuanto al dial. argaço, -guiço, ‘hoja seca de pino’, parece ser voz independiente, en relación con ARGAÑA).―

4 Mastranzo de MENTASTRUM podría explicarse pasando por mentaçro, mertarço, mertanço, mertranço, mestranço.―

5 Cháguar en el sanjuanino Conte-Grand (diario Los Andes, 25-VIII-1940) y en otros argentinos (H. Carrillo, La Prensa, 15-IX-1940), chaguar en Santiago del Estero (nota de S. M. Lugones a su ed. de M. Fierro II, 2464) y en el propio San Juan (Rogelio Díaz, Toponimia, s. v.); cháguara en el vocabulario de M. Fierro por Tiscornia, p. 398; chaguarazo ‘latigazo’ en este poema y en Payró (Pago Chico, ed. Losada, p. 72); chagual en Chile.