JARAMAGO, ‘planta crucífera muy común entre los escombros’, probablemente del ár. sarmaq ‘armuelles’, y éste del persa íd.
1.ª doc.: xaramago, APal. («una yerva dicha amarascus o xaramago»), s. v. amarus, 16b)1; Cej. IX, § 209.
Jules Cornu, Portug. Spr., § 108, quiere partir de SISER AMARէCUM, compuesto de un antepasado del cast. amargo y de SէSER -ĔRIS, ‘rapónchigo’, planta campanulácea bastante diversa de las designadas con el nombre de jaramago. El propio Cornu (§ 120) identifica con saramago el port. ant. çanbarco3, que Maestre Giraldo (a. 1318) cita como una planta medicinal no identificada, junto con el mirto, el lentisco y la «galha»: el único fundamento para la identificación es el vago parecido formal y el hecho de que ciertas variedades de jaramago son también medicinales; M-L. (REW 7955a) se adhirió a esta etimología, pero C. Michaëlis (RL XIII, 289-90) sólo lo hizo con muchas reservas, citando en su apoyo la variante gallega y minhota samargo4. La propuesta de Cornu no es convincente por varias razones. Sin entrar a discutir si está justificado el empleo del epíteto ‘amargo’―lo cual nadie se ha detenido en demostrar―, ni poner objeciones a la reducción de SISER en sar- (¿por haplología?), nótese que no hay representantes romances de este vocablo grecolatino; lo probable sería, pues, que el compuesto SISER AMARUM fuese ya de fecha latina, y entonces deberíamos admitir que la sustitución de -amaro por -amargo se produjera tardíamente en romance al introducirse la g de amargar en el adjetivo correspondiente (un lat. *AMARէCUS no ha existido nunca); si esto ya complica la cuestión, más se dificulta al advertir que el cambio de -amargo en -amago no pudo producirse por disimilación, pues esta -r- era mucho más fuerte que la otra, material y psicológicamente, de suerte que el resultado de una disimilación en vocablo de tal estructura habría sido más bien *salamargo. Por el contrario, creo que la variante gallega y miñota samargo es alteración de saramago, pasando por *saramargo (con contaminación de amargo), y luego samargo por haplología.
Paréceme claro que la forma primaria es saramago, y creo tuvo razón Eguílaz (p. 431) al señalar como étimo el ár. sarmaq, que designó el ‘armuelle’, según el Qamûs, el egipcio Bocthor y el español Abenalbéitar (S. XIII), mientras que para los comentaristas del Razí (h. 900) era el androsemo o todabuena; como indican Freytag y Dozy (Suppl. I, 650a) se trata de un préstamo del persa sarmaq, sannaǤ o sarma5 ‘armuelle’ (Steingass). Ambas plantas son considerablemente distintas del jaramago: aquélla es una salsolácea y ésta una hipericínea, pero además de que el doble significado árabe nos prueba que esta denominación, culta y extranjera, pudo cambiar de planta, nótese que el Raphanus Raphanistrum se designó en bajo latín por armoracea, que era en realidad el nombre de la remolacha, salsolácea análoga al armuelle, y el italiano llama ramolaccio a la Cochlearia. Luego no se justifica el escepticismo con que Baist (RF IV, 421-2) acoge el étimo de Eguílaz, por razones semánticas, y alegando que el vocablo árabe pudo venir del español, lo cual no es posible puesto que existe en persa y ha de proceder de allí. Sarmaq en árabe se acentuaría en la primera sílaba, pero el vulgar traslada el acento a la última en voces de tal estructura; la anaptixis sarmago> saramago es de tipo muy corriente; en castellano el zaramago de Cespedosa ha de ser la forma originaria, alterada en la lengua común por contaminación de jara, que era nombre de planta más divulgado.
1 Pensará el lexicógrafo en el lat. amaracus ‘mejorana’, que nada tiene que ver con el jaramago. Pero Palencia se guía muchas veces por un mero parecido verbal.― ↩
2 Gall. xaramagos ‘cosa amarga’ Rosalía (cita en DAcG., s. v. acougo). El saramago se llama labrestos en el Minho portugués (ya en Bluteau), forma que vendrá de RAPHA(N)ISTRUM (¿O RAFISTRUM?) (vid. Leite de V., Opúsc. II, 109).― ↩
3 Acaso deba leerse çanbarço e identificar con el JAGUARZO y su variante jabarzo.― ↩
4 Menciona en Colmeiro samarmaje ‘althaea officinalis’ (p. 222, con etimología arábiga) y el jazmín sambac (p. 234) que él hace venir de Persia. Para el estudio del jaramago trae materiales Colmeiro, en Enumer. y Revis, de las Pl. I, 199, 253, 266, 169, que no puedo consultar.― ↩
5 Variantes que existen también en árabe (Abenalbéitar y Boqtor, respectivamente). ↩