AJUAGAS, ‘cierta enfermedad que afecta las extremidades de los caballos’, origen incierto.

1.ª doc.: axuague, S. XIII, Libro de los Cavallos, 56.24, 56.25, 57.4; axuaga variante ms. en el mismo; J. de Mena, † 1456.

Dozy, Gloss., p. 220, propuso el ár. šuqâq ‘grieta que se hace en los cascos de las caballerías’ Eguílaz impugna esta etimología por razones semánticas, pero acaba incomprensiblemente por proponer el mismo étimo, que halla, con definición ligeramente diferente, en R. Martí. En realidad esta etimología presenta una primera y grave dificultad fonética en la pérdida del primer q, pero lo peor es que hasta ahora ni siquiera estaba bien averiguado el sentido del vocablo castellano, pues Aut. dice que las ajuagas son lo mismo que el esparaván, con lo cual no puede coincidir la descripción de Sande (DHist.), aunque ésta sea harto vaga. Pero la definición del Libro de los Cavallos es clara: se trata de unas «quebrazas» que se hacen en lo bajo de las piernas del caballo y que «van manando una agua mala», lo cual presta apoyo semántico a la etimología arábiga. No es admisible la sugestión de Cabero, en cuya opinión ajuagas viene de aguajas «por ser hecha esta enfermedad de linfas y de sangre podrecida»; si tenemos en cuenta que axuagas ya aparece en J. de Mena, escrito con x y como tetrasílabo en rima con plagas, deberemos reconocer que esta etimología es improbable. La x está confirmada por el Libro de los Cavallos y por F. Chacón (1551), T. de la Jineta, cap. 14. C. Michaëlis (RL XIII, 315-6) identifica la palabra castellana con el portugués exaguazes, que aparece en Mestre Giraldo (a. 1318, variante exaarguazes en uno de los tres pasajes); sería un ‘tumor verrugoso en las rodillas del caballo’: comp. axuague en el L. de los Cavallos. Es notable el parecido con el nombre de planta ár. šaqwâɊ, port. charguaço, cast. jaguarzo, pero no se ve relación semántica. En definitiva pueden darse buenas razones en apoyo de dos etimologías. La forma de Mestre Giraldo, coincidiendo con «el agua mala» que manan las ajuagas, sugiere un derivado del verbo EXAQUARE (de donde ENJUAGAR) en el sentido de ‘hacer agua’. Esto parece lo más razonable. Sólo cabe objetar que entonces no se comprende la pronunciación tetrasilábica de Juan de Mena: axagȬa habría dado axȬaga. Acaso, a pesar de todo, hay que pensar en el origen árabe, dada la notable y completa coincidencia semántica, admitiendo que aššuqâq se hizo primero *axugague y luego axuague, por la fácil pérdida de una -g- tras u. Entonces la forma portuguesa tendría que ser metátesis secundaria y debida a la etimología popular agua. Apoya aquel étimo ex-aguar la existencia del port. aguar, el cual designa una enfermedad que afecta también a las personas, pero en particular a los caballos; como verbo empleado intransitivamente define Moraes: «aguar (o cavallo) enfraquecer, perder as forças por muito trabalho e por outras causas», «aguamento: doença do cavallo constipado, relaxado e fraco» y Fig., fundándose en el Ementário de ciganismos de Alves Sim?es, explica que propiamente «consiste en una congestión de los tejidos vivos de los pies»; por lo demás se dice también de la criatura que «enferma por apetecer un alimento que no le dan», etc., y así no parece sino aplicación particular de aguar el color, el vino, etc. El dato más antiguo es una ctga. de escarnio de Pero G.a Burgales (mitad o tercer cuarto del S. XIII) donde se halla la grafía aaguada (y puede contarse como cuatro sílabas) en que una vieja a fuerza de masturbarse «conven que ali moira enton / de polmoeira ou de torcilhon, / ou, per força, fica ende aaguada» (R. Lapa, CEsc. 386.14); puede resultar de ad-aguada o e(n)-aguada. En otra ctga. coetánea (íd. 144.19) el derivado augaduras (con otra trasposición de la u) son «inflamaç?es nos membros» de un caballo que «a muit’espessas as augaduras». En definitiva, pues, no es inverosímil la etimología paralela ex-aguar, a condición de admitir que en tiempo de Juan de Mena algunos alteraran el cómputo silábico por contaminación de aaguas o de otro sinónimo, acaso el vocablo arábigo.