TARTANA, ‘embarcación menor, de vela latina’ (y de ahí ‘cierto carruaje de dos ruedas’), tomado del oc. tartano íd., oc. ant. tartana ‘cernícalo’, que es el sentido propio del vocablo, probablemente de origen onomatopéyico, por la voz de esta ave.
1.ª doc.: 1607.
En Cataluña ésta se menciona ya en un doc. citado por Ag., que parece ser del S. XVI, donde se habla de una «tartana o barca francesa». La misma procedencia atestiguan las más antiguas fuentes italianas del vocablo: Crescentio (1607), que habla de «tartana francesi», Pantero-Pantera (1614), quien dice que «le tartane si usano più nella Provenza», y otras más tardías. En Francia documenta Vidos el vocablo desde 1622, siempre con referencia al Mediterráneo, y el fundamental Traité des Pêches de Duhamel (1769) nos informa de que la tartana es propia de este mar, se emplea en el Languedoc, y aun en España e Italia, y se construye sobre todo en el puerto provenzal de Martigues; también las fuentes inglesas [1621] refieren la tartana al Mediterráneo.
En la Edad Media sólo se halla en lengua de Oc, y sólo con su sentido primitivo de «oiseau de proie, aigle criard; buse» (Mistral), con el cual aparece en Daudé de Pradas (h. 1225) y sigue bien vivo hasta la actualidad, especialmente en el Languedoc, también en Auvernia. Es evidente, pues, que el Sur de Francia es la patria del vocablo, y que estamos ante uno de los numerosos nombres de navío derivados de nombres de aves (GOLETA, GOLONDRINA) u otros animales (CÁRABO, FALÚA, GALERA, etc.), como indicó Sainéan (Sources Indig. I, 173-4) y confirmó Vidos (ZFSL LVII, 12-14).
Son vagas e insostenibles las etimologías anteriores; Diez (Etym. Wörterbuch, 316) y Dozy (Glossaire, 349) querían, con más o menos timidez, derivar de TARIDA, suponiendo una variante tarta de este vocablo, que sólo está documentada una vez en los Estatutos latinos de Marsella, y que no puede ser más que un error de lectura en lugar de la forma falsamente latinizada tarita, que aparece en otros textos: desde luego toda relación de tartana con tarida es imposible fonéticamente; Kemna, todavía seguido por M-L. (REW 8588), parte de un ár. tartaneh, que no documenta en parte alguna, que en efecto es raro1 y debe mirarse indudablemente como préstamo europeo; Jal (pp. 1432a, 1429b) refiere tartana a un cast. ant. tardante, que aparecería en las Partidas como nombre de una embarcación de remos, pero no parece existir tal denominación en castellano: quizá no es más que una errata tipográfica por tarida, o una alteración de éste por influjo de ssarrante, que le sigue en la misma enumeración (Jal, p. 741b).
En cuanto al origen del oc. tartana ‘cernícalo’, no es enteramente claro, pero como indicó Rohlfs (ASNSL CLXIV, 156; CLXVI, 150), es probable que tartana y sus sinónimos tartarassa (ya en Peire Cardenal, h. 1200; otras variantes occitanas en Vidos, p. 13) y gall.-port. tartaranha2, y otros nombres de aves como alto-it. tartaro, tartarin, tartarell, ‘especie de golondrina’, calabr. y sic. carcarazza ‘urraca’, procedan de una imitación del grito de estas aves, de sonido bronco según atestiguan los naturalistas (como ya probó Diez, Wb., 686, respecto de tartarassa): recuérdese que el grito de la tartana es característico para los franceses del Sur, puesto que le llaman aigle criard (según testimonio de Mistral). La vacilación en el consonantismo entre tartarassa y tardarasso (Bouchesdu-Rhône, Var), y entre éstos y el calabr.-sic. carcarazza, y el it. dàrdano ‘abejaruco’, modenés dérder, térder, es precisamente característica de las onomatopeyas: los hablantes vacilan en la reproducción de la voz animal, que nunca es idéntica a ninguna pronunciación humana, o tratan de expresar, con la variación consonántica dentro de un mismo vocablo, el hecho bien conocido de que el grito varía ligeramente al repetirlo el animal. Este detalle fonético, pues, lejos de ser argumento contra la etimología onomatopéyica, según quisiera P. S. Pasquali (Neuphilol. Mitt. XXXV, 162-4), no hace más que confirmarla; en cuanto a la derivación de DARDO, preconizada por este erudito (ibid., pp. 95-100), no tiene la menor fuerza convincente, ni en el aspecto semántico (aunque las aves de rapiña se lancen rápidas contra su presa), ni mucho menos en el fonético.
DERIV.
Tartanero.
1 Falta en Dozy, Beaussier, Bocthor, Jal, etc. Sólo Brunot (Vocab. Marit.) recogió tartâna como conocido en Mostagánem, pero no en Rabat.― ↩
2 «Especie de ave de rapiña» que Sarm., CaG. 219v, cf. p. 240, localiza hacia Deza, no sé si el de Santiago o el del Ferrol. «Ave de caçar e rapina, que bastardea e degenera das Phenás» Moraes, quien nos dice que es también el nombre de un barco de pescar en el Tajo. Repetición de la misma metáfora, o adaptación local del oc. tartano. ↩