CÁRABO, ‘cangrejo’, ‘insecto coleóptero, especie de escarabajo’, ‘lechuza’, ‘cierto perro de caza’, tomado en sus dos primeras acs. del gr. κάραβος íd.; en las otras dos es de origen incierto, quizá del mismo.

1.ª doc.: 1.ª ac. 1542, D. Gracián; 2.ª ac. 1624, Huerta; 3.ª ac. h. 1330, J. Manuel; 4.ª ac. S. XIII (Fueros de Usagre, Sepúlveda, Cáceres y Fuero Viejo de Castilla).

En las dos primeras acs. el vocablo es cultismo crudo o mera transcripción del vocablo grecolatino, que designaba los mismos animales: aparece sólo en traducciones o imitaciones directas de clásicos y no parece que entrara jamás en el uso hablado. En las otras dos se escribe en la Edad Media cáravo (así todavía en Nebr. y PAlc.) y era vocablo vulgar. Cárabo ‘autillo, lechuza’ pasó al hispanoárabe caráb1, y además de los ejs. de los SS. XIV-XIX mencionados por el DHist., figura en otros textos, como una traducción medieval de la Biblia estudiada por Solalinde, Mod. Philol. XXVIII, 69, como traducción del hebreo tinshèmet ‘lechuza gritadora’. Teniendo en cuenta el tort. y val. caro ‘especie de mochuelo’, igual a caro ‘cárabo, embarcación’, y tomando en consideración que el oc. escaravà ‘escarabajo’, ‘ciervo volante, especie de escarabajo volador’, ‘abejorro’, delfinés charavà íd. (Mistral), ha tomado en Grenoble el significado de «chat huant» ‘lechuza’ (Ravanat, s. v. charavat), me inclino a creer que cárabo en esta ac. procede también del gr. κάραβος ‘escarabajo’, por comparación del ave en cuestión con el ciervo volante. En cuanto a cárabo, como nombre de una casta de perro, sólo aparece como castellano en los fueros mencionados (vid. Cej., Voc.; DHist. Toro G.), y en dos forales portugueses citados por CortesƟo2: el texto de estas tres fuentes, por lo menos, es casi idéntico, y todas ellas pueden tener un origen común; en ellos el cárabo se menciona junto al galgo y al can róstrigo o rostro (¿<l=lat.>RUSTէCUS?). Como indicó Toro Gisbert, BRAE X, 538-9, parece haber relación con el fr. carable mencionado en un solo texto, de 1395 (el Voyage à Jérusalem du Seigneur d’Anglure), donde se habla de éste como de un animal más pequeño que una zorra, que no deja escapar perdiz ni liebre (God. entiende «espèce de chien courant», Tobler ‘hurón’); y habrá relación ciertamente con el perro de encarbo ‘perro que levanta la caza, especialmente perdices’, citado por Martínez de Espinar (1644) y por Barahona de Soto (1586-95)3. Hay que desechar desde luego, por razones fonéticas, el ár. kalb ‘perro’ (vulgarmente kelb), propuesto por Eguílaz y la Acad. Tratándose de vocablo más raro que cárabo ‘lechuza gritadora’, no es improbable que sea una aplicación traslaticia de éste para designar un perro aullador4. El problema, sin embargo, se complica al tomar en consideración las formas perro de encaramo o de enramo, que Barahona de Soto agrega como variantes regionales y que llevaron a Toro Gisbert a relacionar con engarbarse, variante de encaramarse según la Acad., y a derivar del salm. carba ‘matorral de carbizos o rebollos’, de la misma familia prerromana que el gall.-port. carvalho ‘roble’5.

Para otros descendientes de κάραβος, V. CARABELA.

DERIV.

Carábidos.

1 Este traslado de acento es normal en hispanoárabe.―

2 De cárabo ha de venir caramiello como nombre de una clase de perro en tres pasajes del Caballero Zifar, que me señala el Prof. Charles P. Wagner. Para la -m-, comp. CÁÑAMO y casos análogos citados en este artículo.―

3 Algunos diccionarios poco autorizados catalogan un perro en carro o de engarro, donde habrá errata por en carvo o de engarvo.―

4 El prefijo en- se explica por el verbo encarbarse ‘buscar el rastro (el perro)’, empleado por el mismo Barahona, y que se comprende a base de ‘hacer como el perro cárabo’.―

5 En el artículo del aludido lexicógrafo se citan muchos vocablos de origen diverso que nada tienen en común, por cierto, con cárabo. Se concebiría, por lo demás, que *encarabarse se hubiese alterado en encaramarse por confusión con este verbo, de donde perro de encaramo, y que la seudo-relación de encarbarse con carba sugiriera la creación de perro de enramo. Y cabe, en fin, que las formas de Barahona y Espinar no tengan nada que ver con el cárabo ‘perro’ medieval. Deberán hallarse más materiales claros para solventar el problema.