ORONDO, palabra afectiva de significados varios y origen incierto: la idea central parece ser la de ‘ancho, abultado, hinchado’, y variantes como la americana y canaria jorondo, jarondo, la andaluza y americana fróndi(g)o, y la portuguesa fronho, muestran que la palabra básica debía empezar por F- o aspiración.
1.ª doc.: último tercio del S. XVI, B. del Alcázar.
Pero existen otros significados, u otro, de índole más material, y en principio vale más partir siempre de éstos para la etimología. Ya la Acad. en su ed. de 1817 (o quizá desde 1803 o 1791) agregó la ac. «aplícase a las vasijas de mucha concavidad, hueco o barriga», asignando a esta ac. el n.° 1: así leemos, en el mismo clásico, que Sancho en las bodas de Camacho estaba embebido ante «las frutas de sartén, si es que se podían llamar sartenes las tan orondas calderas» (II, xx, 79r°), a las cuales se ha calificado antes de «mayores que las de un tinte». Aunque no tengo otro ej. de este significado, el contexto es inequívoco, y no dudo de que hizo bien la Acad. al ponerlo como básico, dándole el n.° 1 entre sus acs., pues no sería natural que de ‘presumido y contento de sí mismo’ se pasara a la idea material de ‘hueco, de gran concavidad’, sino lo contrario, según se comprueba por el caso de hueco, que también llega a valer ‘presumido y satisfecho’. No tan bien documentada está la 2.ª ac. actual de la Acad., agregada en 1884: «hueco, hinchado, esponjado», que no será mera repetición de la idea de las otras dos, y por lo tanto deberemos entenderla en el sentido de ‘esponjado, fofo’; bien puede haber existido, pues también HUECO puede significar esto mismo (tierra hueca, monte hueco), pero ni conozco tal uso de orondo en el lenguaje hablado ni puedo apoyarlo con textos inequívocos. Pagés cita en su apoyo un pasaje del andaluz Arturo Reyes, S. XIX, donde se habla de una bota que, después de circular entre los circunstantes, ya no estaba tan «tersa y oronda», pero esto ha de ser algo como ‘hinchado’ y más precisamente ‘inflado, rechoncho’; y además cita el primer ej. del vocablo, de la famosa Cena del sevillano Baltasar del Alcázar: «La ensalada y salpicón / hizo fin; / ¿qué viene ahora? / La morcilla. ¡Oh, gran señora, / digna de veneración! / ¡Qué oronda viene y qué bella!»: bien mirado es difícil que aquí valga ‘fofo o esponjado’, será más bien la ac. ordinaria ‘presumido, satisfecho’, puesto que se personifica a la morcilla llamándola gran señora y más abajo ilustre y rica, o bien será de nuevo ‘hinchado, rechoncho’, ya que el poeta pondera el través y enjundias que tiene y concluye «encójase y entre, / que es algo estrecho el camino» (ed. Rz. Marín, p. 79): lo más probable es que las dos ideas coexistieran en la mente del escritor2.
En cuanto a la forma primitiva de nuestro vocablo, según la Academia es horondo [edición de 1914 o 1899], y parece seguro que así sea, y aun con h aspirada alternante con f, pues en Tabasco (Méjico) se dice jorondo (R. Duarte), y en Chile pronuncian forondo por «ufano, lleno de presunción y muy contento de sí mismo» (Román; E. Montenegro); también en Canarias se dice forondo, que significó «descocado» (1846, Seb. de Lugo, BRAE VII, 337), o sea ‘que muestra demasiada libertad y desenvoltura’, pero Régulo Pérez nos informa de que hoy en La Laguna vale ‘vivo, fresco, pícaro’, en otros pueblos de Gran Canaria es ‘holgazán, vago, que vive indecorosamente’, y en la isla de La Palma Ordinario, basto, soez, sucio», por lo común aplicado a mujeres de baja estofa3; finalmente en Nuevo Méjico jorunda es ‘bruja’ (glosario de Kercheville).
Estos últimos sentidos y la forma chilena forondo nos llevan hacia el colomb. y mejic. fróndio ‘sucio, desaseado’ (Cuervo, Ap., § 989; R. Duarte), que en Andalucía significa «displicente, malhumorado», según define Fernán Caballero en el glosario de Clemencia y confirma el contexto de sus obras4. Con esto hemos llegado casi al polo opuesto de orondo ‘contento de sí mismo’, pero se explica por la evolución ‘eufórico’ > ‘desvergonzado, inmoral’ > ‘desmoralizado, displicente’, que hemos podido comprobar paso a paso. Que frondio no es otra cosa que (f)orondo lo comprueban por otra parte las otras acs. siguientes: domin. fróndigo «frondoso, voluminoso» (Brito), que nos vuelve a la idea de ‘hinchado’, y ecuat. infróndigo ‘persona embriagada’ (Lemos, Semánt. Ecuat., p. 205), vecino al canar. jarondo, a-, ‘holgazán’, ‘mujer de baja estofa’. Nuestro vocablo ha penetrado aun en el País Vasco, pues en Álava hay la población de Foronda (¿‘hueca’, o ‘hinchada’?), y Azkue señala en el lexicógrafo Araquistáin (1853) un foronda «achacoso; maladif, infirme», que puede relacionarse con las acs. andaluza y canaria5.
Me incline a relacionar con forondo y frondio el port. miñoto fronho, adjetivo que parece significar ‘ancho’ (comp. orondo ‘hinchado’, fróndigo ‘voluminoso’), según las explicaciones de Leite de V. (Opúsc. II, 232-3); ya Moraes anotó en esta provincia porta fronha «porta do patio», y Fig. explica que se dice del «portal por onde entrara os bois na residência do lavrador; a porta principal da casa»6. Ahora bien, es común relacionar este fronho con el port. común fronha ‘funda de un jergón, de una almohada, etc.’, documentado desde el S. XVII (F. M. de Melo, en Moraes), y evidentemente idéntico al leon. ant. fruña íd. (doc. de 1099, M. P., Oríg., 301)7; por otra parte esto nos lleva a la forma del Alex., donde se trata de la funda de un escudo, y el ms. O trae fronda donde P lee funda8; este fronda, a su vez, nos vuelve a poner cerca de forondo y frondio, y así parece indicar que haya una relación verdadera entre nuestro adjetivo y el vocablo hispanoportugués que significa ‘funda’9. En efecto, el lat. FŬNDA era ‘bolsa’, y no es difícil imaginar que se pasara de ‘recipiente vacío’ a ‘cosa hueca’. En el aspecto formal FŬNDŬLA Se objetará que esta etimología es complicada, y lo es, en efecto. No hay duda que no es evidente y puede discreparse acerca de su mayor o menor verosimilitud; nótese, empero, que se apoya en una serie de datos varios, pero convergentes, y que las palabras afectivas, como ésta, pertenecientes al fondo familiar y plebeyo del idioma, presentan siempre problemas muy difíciles, por sus innúmeras ramificaciones semánticas, y su aparición tardía en nuestra documentación, cuando ya los hilos de la madeja filológica se habían embrollado enormemente.
¿Pero cómo ensamblar con ella el testimonio más antiguo de la raíz orond-, el adjetivo orondado que aparece en la Montería real del S. XIV? Es difícil pronunciarse acerca de este hápax, cuyo significado preciso no nos consta, y que tal vez tenga etimología distinta de orondo. La definición que le atribuye Aut. «ensortijado, enroscado, variado en ondas» es vaga y contradictoria; los autores declaran que ya estaba por entonces anticuado, y es visible en su misma definición que andan a tientas12. Una lectura atenta parece indicar que se trata de una variación de color en el cuerpo del animal, sea ‘manchado, salpicado’ o más bien ‘con franjas de otro color’13. No veo más que un camino para que coincida esta idea con la etimología FUND(U)LA ‘bolsa’, y es que orondado valga ‘reticulado de otro color’, recordando así el sentido de FUNDA ‘bolsa de red’.
Sea como quiera, si esta etimología presenta complicaciones y oscuridades, las otras propuestas son tanto o más difíciles, o bien del todo imposibles. Entre estas últimas creo que ya podemos clasificar definitivamente el ŬNDŬLATUS de Diez, que ya para orondado tropieza con obstáculos fonéticos, pero sobre todo no explica la f- o h- de forondo, frondio y jorondo, ni los varios significados del adjetivo moderno. A la de M. P. (Rom. XXIX, 361), *AURŬNDUS, derivado de AURA ‘viento’ (de donde ‘hinchado, contento de sí mismo’), se opone la imposibilidad de explicar el sufijo desde el punto de vista latino (V. mi artículo), y la desmiente rotundamente la f- o h- inicial. Aunque hay una población (que es freguesía) Ourondo en la Beira Alta (unos 80 km. al Este de Coímbra) no apoya esta etimología ni nos podemos apoyar en este topónimo para otras indagaciones, pues es dato aislado en portugués y sin indicios semánticos.
Más razonable sería admitir un cruce de FORATUS ‘agujereado’ (berc. y ast. furado íd.) con FUNDUS (cast. hondo), de donde hor-ondo ‘hondo’ y de ahí ‘hueco, cóncavo’, etc.; pero así como es fácil explicar forondo desde frondo, se hace más difícil justificar la pérdida de una o entre f- y -r- en la forma fróndi(g)o de Andalucía y América, y además esta etimología tiene la desventaja de obligarnos a separar nuestro vocablo de fronda-fruña-fronha ‘funda’ y de fronho ‘ancho’, y no explica el sentido de orondado.
En mi citado artículo propuse, con dudas y provisionalmente, el étimo FRONDATUS ‘frondoso’, de donde ‘hojoso, esponjado’ y ‘hueco’, etc.; por otra parte se podía llegar desde FRONDATUS a ‘copudo, voluminoso’ > ‘ventrudo’, etc., y también se llegaba, algo artificiosamente, a orondado ‘abigarrado’, por los colores del follaje. Aunque se pueden citar algunos detalles nuevos en apoyo de esta idea14, hay que reconocer que es también muy complicada, no nos explica las formas portuguesas, y parte de la ac. ‘esponjoso’, que no parece estar documentada en realidad15.
Provisionalmente acaso debamos admitir que el antiguo orondado era independiente en su origen de orondo, y procede realmente de un *UNDULATUS (derivado del lat. UNDULA ‘ola pequeña, ondulación’), pasando por *ondrado, *ondorado, e incorporado secundariamente a la familia de horondo por etimología popular. El hecho es que undare se documenta como sinónimo de matizare ‘matizar’ en un texto pictórico latino del S. XII, y que fr. ondulations y port. ondulações se emplean en pintura en el sentido de «lignes, contours» (Bulatkin, Traditio X, 1954, 495, 499 n. 139). De suerte que orondado significaría ‘matizado de otro color’, lo cual casa bien con el contexto del Libro de la Montería. Desde luego esta explicación de orondado tampoco es segura.
DERIV.
Orondado; orondadura, V. arriba. ¿Chil. furundungo ‘pestiño de masa de harina’?
1 De ahí, en la Arg., se pasó a ‘sereno y sin inmutarse en un peligro o contradicción’ (Garzón), según comprobamos por esta copla sanjuanina: «―Muchacho, no salgas―, / le grita mamá, pero él le hace un gesto / y orondo se va» (I. Moya, Romancero II, 317).― ↩
2 Nada de interés en Cej. V, § 126. No nos ayuda a precisar nuestro conocimiento del vocablo el saber que en la zona de Málaga se emplea «borondo: redondo, orondo» y que un intensivo Reborondo lo empleó el andaluz Estébanez Calderón como apodo de un personaje enredón (Toro G., RH XLIX, 362, 568). La definición es vaga y la b- fácilmente pudo agregarse, como en buevo por huevo, cat. vora de ĶRA, etc.― ↩
3 Rev. de Historia, La Laguna, n. 78, p. 257; y en la ed. de Seb. de Lugo por J. Pérez Vidal, s. v. Éste agrega otras palabras de significado similar, pero de forma bastante diversa, que probablemente son de otro origen. Sólo jandorro «ser eminentemente sucio» (Millares) puede ser lo mismo, por metátesis jarondo > *jandoro.― ↩
4 «Tu padre siempre tuvo suerte y la has heredado tú... se casó con una mujer de posibles... te dió estudios finos... en las quintas siempre has salido libre; ¿qué más quieres, caracoles? Yo siempre he tenido mala suerte, sin más que un coge y come... he tenido un celemín de hijos... pero con too no me cambio por tí, que a pesar de tu buena suerte siempre estás frondio y con una cara que parece que estás probando vinagre, mientras yo, a pesar de mis tramojos, siempre estoy contento», Dicha y Suerte, cap. 4 (ed. 1902, p. 27). «Había pensado que ese zonzón de Pablo se casase con la niña, y... ese menguado, desamoretado y frondio, que nunca está en sazón, ha dicho que no», Clemencia, II, cap. 9. Nota Cuervo que ahí se imprime frondio, pero en América pronuncian frondio, y está impreso sin acento en Dicha y Suerte, en otro pasaje de F. Caballero que cita, y también en algunas ediciones del glosario de Clemencia (así en una de Madrid prologada por L. de Eguílaz). Sin duda frondio será errata.― ↩
5 Muy lejos, en cambio, queda el vasco foronda ‘experiencia, experimento’, forondatu ‘experimentar’, recogido por Aizkíbel. ¿Será a base de la idea de ‘hombre importante’? En cuanto a burrundada ‘bravata’, será evolución de la ac. ‘estrépito, alharaca, zumbido’, recogida por Azkue, seguramente de origen onomatopéyico y sin relación con orondo. Estas supuestas palabras vascas foronda, forondatu, carecen al parecer de toda realidad lingüística (vid. Michelena, BSVAP XII, 370). Quizá, de todos modos, se podría pasar de forogatu (PROBATUS) a *forongatu, de donde forondatu. Sea como quiera, no parece haber relación alguna con orondo y su familia. Sin embargo, como el problema de todo el grupo de orondo es oscuro y no nos podemos lisonjear de tenerlo solucionado, no podemos echar en olvido definitivo esos datos vascos, ni mucho menos podemos prescindir de los nombres y apellidos vascos como Foronda, Furundarena, etc., ni sería bueno cerrar del todo los ojos a nuevas pistas que parecen relacionadas con éstos. El caso es que hubo en el S. X un famoso predicador irlandés Forannan, luego canonizado como Sanctus Forondanus, abad del monasterio belga Waulsort (cerca de Dinant, condado de Namur); está bien establecido que fué el cuarto abad de ese gran monasterio, del cual era fraile ya en 946, y no sólo tenemos una Vita Forannani, aunque posterior (S. XII) e interpolada o poco fidedigna como obra histórica, como averiguaron los bolandistas y los eruditos belgas, pero los hechos esenciales están confirmados por diplomas del conde de Namur desde 946 y por muchos documentos y tradiciones (apareciendo el nombre desde antiguo en las dos formas citadas). Forondano llegó a esas tierras de Brabante acompañado de otros santos de la escuela irlandesa y formando parte de una de las oleadas de misioneros isleños atraídos por los reyes carlovingios, cf. Weisgerber, Rhenania G.-Celt. 364-5. No dudo que su nombre es deriv. del irl. ant. y britónico común rann ‘parte, porción’ (ieur. p?snā, IEW 817.38) mediante el prefijo célt. vo- (= lat. sub, gr. ȗπο-, etc.) que en gaélico evoluciona fonéticamente a fo- desde la Alta E. Media, aunque no antes; y también es conocido que la nn pasa a nd en ciertas formas gaélicas. No es inverosímil que el sentido de forannan sea algo como ‘sometido’ o ‘participante’ y un NP Varodras (var. Voredran) está documentado en Irlanda ya en textos ogámicos, Holder III 111, aunque es muy dudoso que sea esto mismo. Sin embargo si un derivado así hubiese existido en galo o britónico o en cualquier forma de hispano-céltico podemos estar seguros de que sería VO-RANN- o a lo sumo con -ND- pero desde luego no con F-. La única posibilidad, pues, de que exista un nexo sería si el vocablo hubiese llegado a España desde Irlanda o Escocia en la Alta E. Media. ¿Hubo también misioneros irlandeses en tierras hispanas en aquellos siglos? (o escoceses, pues no olvidemos que SCOTUS vale más bien ‘irlandés’ en aquellos tiempos). No es disparatada la idea (cf. ESCUETO) pues para convertir a los vascos paganos es tan natural que los reyes francos los llamaran como para colaborar en la despaganización de los germanos. ¿O se trataría más bien de contactos de pescadores? (V. la historia del probable normandismo vasco alfer).― ↩
6 Suele explicarse por *foronho, derivado de fora, como FORANEUS, lo cual no carece de dificultades formales y obligaría a separar de fronha ‘funda’ (V. a continuación). Además los adjetivos en -onho suelen expresar cualidades morales (medonho, tristonho, gazmoño, halagüeño, pedigüeño, etc.).― ↩
7 El port. fronha más bien parece ser un hermano (o hijo) del fr. ant. floisne, fluine, flaine, ‘funda’, *FŬXէNA (para el cual vid. Rom. LXVII, 109). Debe de ser lo mismo el gall. froya, que antiguamente hallamos como nombre de una funda o de otra pieza de paño (de jaquel): «200 mrs. vellos ou duas froyas d’eschaquel que lle leiga para que as venda»; hoy empleado en el sentido figurado «carrillos, papos, mejillas» con las locuciones case enche las froyas ‘casi llena la boca’ (el que come mucho y a prisa), mira para a sua froya «a su cuento», Sarm. CaG. 119r (cf. lo dicho en FUNDA y ENFURRUÑARSE). Bajo reserva de detalles, la evolución sería que habiendo entrado un *floina o forma análoga desde León, por sentimiento aproximado de las correspondencias fonéticas luna ~ lua, vena ~ vea o veia, lana ~ laa o laia fuese galleguizado como froia.― ↩
8 «Enviól un escudo en fronda bien obrada», 2357b.― ↩
9 También puede confirmarlo el ast. foroñu ‘madera carcomida’, foroñosu ‘carcomido’, foruñu ‘carcoma’, aforoñase ‘carcomerse la madera’ (Rato, Canellada), foroñu ‘polvo de la madera carcomida’, foroñosu ‘roído por la carcoma’ (V), berc. forón o foroto ‘se dice de los frutos cuando están cocosos’, furona ‘nuez vacía o cocosa’ (G. Rey), los cuales se relacionan formalmente con el port. fronho ‘ancho’ y por el sentido recuerdan (f)orondo ‘hinchado’. Claro que ahí existe la posibilidad de una semejanza falaz con un derivado de FORARE ‘horadar’. En cuanto al santand. foroná ‘pereza, desidia’ más bien creo que irá con HARÓN ‘holgazán’, de origen árabe (juria, juriazosu, que cita G. Lomas a este propósito, serán independientes).― ↩
10 Documentado en latín en el sentido de ‘callejón sin salida’ (fr. cul-de-sac), y fundulus ‘intestino ciego’. Sabido es que FUNDA ‘bolsa’ es lo mismo que FUNDA ‘honda’, de donde ‘red de pescar’ (comparada con la honda del cazador de pájaros) y luego ‘bolsa de red, etc.’. Ahora bien, de FUNDULA ‘honda’ han salido se-guramepte el fr. fronde (< * fondre) y el it. frombola ‘honda’.― ↩
11 En cuanto a la terminación de fróndi(g)o, puede explicarse por una i epentética de tipo leonés, o más bien por el sufijo átono -igo, que en algunos puntos perdería la -g- intervocálica.― ↩
12 Terr. enmienda «vario y compuesto a manera de aguas y ondas», también como anticuado. Parece claro que todos se dejan guiar por el parecido con ondado u ondulado.― ↩
13 «Las mas finas colores que Nos fallamos en los sabuesos son éstas: blancos et amariellos, et rubios claros, et rubios escuros, en tal que sean orondados, et prietos que sean orondados, et la orondadura que sea alfeñada; et aun prietos sin orondadura», Libro de la Montería, ed. Bibl. Venatoria I. 114 (cap. 40). Parece ser diferente de manchado, pues en el capítulo siguiente se pone por condición que los alanos sean manchados. Y al final del primer párrafo se admiten también los sabuesos «pardos escuros en tal que hayan en el rostro et en las manos color de alfeña». Esto parece ser sinónimo de la orondadura alfeñada. Se trata, pues, de todos modos, de una mezcla de colores. M. L. Wagner (RFE XXXIV, 28) nos informa de que los sefardíes de Constantinopla llaman arondadura la «ondulación o encrespadura de ciertas frutas de sartén». Pero ¿es realmente éste el sentido, o el más corriente ‘ahuecamiento, esponjamiento’?― ↩
14 El dominicano Brito, junto a fróndigo ‘frondoso, voluminoso’, cita frondoso ‘grueso, hermoso’. Pero este glosario no se distingue por la precisión de sus definiciones. Por frondo ‘grueso’ entenderá sencillamente árbol frondoso. También recuerda la idea de ‘fronda’ el gall. frúndio ‘Myrica Gale, mirto de Brabante’, planta que crece en lugares húmedos y fríos (Vall.); Sarm. anota frundo en Cerdedo (al E. de Pontevedra) ‘especie de mimbre o de junco muy correoso, flor bien-oliente y hojas como arrayán’; en Pontevedra le llaman fundo o fundiño, debido a que otros, comparándolo con el junco, le dan el nombre de funquiño (que sería en castellano local ultracorrección de junco o junquillo), CaG. 113v, A180r, A169v. Pero quizá, más que partiendo de FRONDES se podría explicar a base de frondio ‘orondo’ > ‘lozano’ y de otras maneras.― ↩
15 No interesa para orondo el supuesto goruendo de Aut., que en realidad no existe (V. GORRA). ↩