HARAGÁN, ‘holgazán’, origen incierto; como reemplaza cronológicamente al cast. ant. harón íd., procedente del ár. Ʌarûn ‘(animal) repropio, que no quiere andar’, es probable que resulte de una alteración de esta palabra por cambio de sufijo.

1.ª doc.: «haragan: ignauus, iners», Nebr.

Falta todavía en los Glosarios de h. 1400, APal. y demás fuentes medievales. Aut. cita ejs. de Hernando de Santiago (1596), Antonio de Herrera (1601), y los da de sus derivados en varios escritores contemporáneos de éstos; también figura en Covarr. y en Góngora, Pedro Espinosa (1625) lo cita entre las «voces vulgares y mal sonantes» (Obras, p. 197), y terminaré remitiendo a Cej. V, § 15, y señalando un ej. temprano en F. López de Yanguas (h. 1520)1. En todas partes está escrito con h-, excepto en Góngora, aunque ya López de Yanguas se permite una sinalefa nada sorprendente en posición átona; hoy se pronuncia con h aspirada en Guatemala (Batres, 343), y en judeoespañol, de Constantinopla (M. L. Wagner, Beiträge, § 27), de Monastir (Luria), de Bosnia (Baruch, RFE XVII, 132) y de todas partes (Kurt Levy, ZRPh. LI, 704; Wagner, RFE XXXIV, 100). Se nota actualmente que es palabra mucho más empleada en el castellano de América (p. ej. en la Arg.) que en el de España, donde apenas se oye en el uso común.

En vista de la aspiración unánime es forzoso rechazar inapelablemente la etimología de Diez (Wb., 424), a. alem. ant. arag o arg ‘avaro’, ‘indigno’, ‘perezoso’, cuya forma longobarda está citada con este último significado por Paulo el Diácono, y hoy sobrevive en el italiano de Como árgan y Bergamo arghen ‘holgazán’; por otra parte habría también graves dificultades geográficas. Más razonable parece la etimología de Brüch (WS VII, 171) y de la Acad., ár. fâriġ ‘ocioso’, ‘desocupado’, palabra clásica no ajena al lenguaje vulgar (Almacarí, Bocthor, aunque en España sólo se registra en el sentido de ‘vano’ (PAlc., R. Martí): es el participio de fáraġ ‘estar vacío, desocupado’; pero como no existe un cast. *hárago, el derivado en -án debería ya existir en árabe, y aunque en este idioma no son raros los derivados de este tipo (p. ej. kaslân ‘holgazán’), el hecho es que un ár. * farġân no está documentado; la objeción decisiva está, sin embargo, en el hecho de que no se hallen en castellano formas con f- conservada, como sucede en la mayoría de los arabismos de esta inicial, y sobre todo el judeoespañol tiene siempre f- conservada o cero en las palabras con F- etimológica mientras que una h- aspirada en judeoespañol indica siempre un étimo semítico con h-, Ʌ- o ȟ-: p. ej. alhuzema, alheña, hazino. Por esta razón Kurt Levy se declara en favor de la raíz arábiga ȟ-r-q ‘desgarrar’, ‘perforar’, ‘violar’, pero no hay palabra que corresponda a la castellana, fonética ni semánticamente, pues Ȑáȟraq ‘torpe’, ‘necio’, está muy lejos en ambos sentidos, y en la locución Ǥul ȟárga «propre à rien» (Beaussier) se trata, además, de un sustantivo de significado incierto aisladamente.

En definitiva, lo más razonable me parece la idea de Eguílaz (p. 270) de que haragán2 es alteración de harón. Este vocablo aparece por primera vez, escrito farón, en el L. de los Cavallos del S. XIII (p. 71.9, faronear, 66.10), y en J. Ruiz («ssi nol dan de las espuelas al cavallo farón, / nunca pierde faronía nin vale un pepión», 641a), y se halla también en Nebr. («harona bestia: ignavus»), en C. de Castillejo (cavallo harón: Fcha.), en S. de Horozco3, en Fr. L. de Granada (Aut.), en Cervantes4, y Pedro Espinosa lo cita asimismo entre las voces mal sonantes y vulgares. Aunque primitivamente se aplicaba al caballo o bestia que se niega a andar, pronto se hizo sinónimo de haragán, única ac. que recogen Aut. y la Acad., y es la que se halla en Fr. L. de Granada, y en Juan de Pineda (citas en Cej. V, § 70, y Voc.), y la que supone el haronear ‘ser perezoso’ del Canc. de Baena, del Canc. del S. XV (Cej.) y de Mateo Alemán (Fcha.). Existió también en gall.-port.: CEsc., aunque parece que los mss. traen una variante foron (en vez de faron, sea por asimilación vocálica o por confusión con furon ‘hurón’); lo emplean el magnate portugués López de BaiƟo (poco después de 1250) y el leonés Soarez de Quiñones (por las mismas fechas o poco después), siempre hablando de un caballo: «caval’agudo, que semelha foron», «un cavalo que traj’un infançon /.../ quan-do lhi deitan as armaduras / logu’el faz continente de joron» (CEsc. 57.6, 143.16). R. Lapa lo confunde con foron del 402.5 (ctga. de Pero Viviaes), donde es realmente ‘hurón’ (un enamorado macilento «rostr’agudo come foron»). Esencialmente es en castellano palabra de la Edad Media y Siglo XVI, anticuada después del Siglo de Oro5, como hace constar categóricamente Aut. en cuanto a los derivados haronear y haronía.

Bien puede decirse, pues, que haragán sucede y reemplaza cronológicamente a harón, al menos en la ac. ‘holgazán’. El cambio de terminación serviría a intensificar el matiz semántico, como sucedió en zarzagán (< *cerzagán), derivado de CIERZO; se trata de un sufijo en formación, aplicado a nombres personales, cuyo punto de partida puede hallarse en el germánico BARRAGÁN 6. Podría pensarse en un cruce entre harón y una metátesis vulgar *holzagán. Pero es innecesario. El imán que atrajera harón hasta convertirlo en haragán pudo ser simplemente un nombre personal como barragán. Y el caso de zarzagán [1464] nos certifica de que existía la conciencia de un sufijo -agán7. Desde luego no hay que recurrir con Wagner a un cruce de harón con el germ. arg, de cuya presencia en España no tenemos indicio alguno. En cuanto a harón, su origen es bien conocido desde Dozy (Gloss., 285-6): ár. Ʌarûn ‘animal repropio, que se niega a avanzar’, bien documentado en árabe vulgar e hispánico, perteneciente a la raíz Ʌáran ‘repropiarse’.

DERIV.

Haraganear. Haraganía [Nebr., M. Alemán] ant., hoy haraganería [1612, J. Márquez]. Haraganoso. Faranga ‘haraganería’, salm., derivado regresivo de una forma local *farangán, con propagación de la nasal.

Derivados de harón: haronía [faronía, J. Ruiz, vid. arriba]; haronear [far-, Canc. de Baena; íd. G. de Segovia, en Tallgren, p. 70; enfaronear ‘ponerse perezoso’, J. Ruiz, 633b].

1 «Ninguno no come si bien no lo gana /... / yo hallo que tiene Natura razón, / pues no le contenta la gente haragana» (RFE IV, 24).―

2 Sólo por curiosidad puede citarse la del P. Guadix (aceptada por Covarr.) de que haragán es propiamente el que en vez de trabajar canta, y procede de una voz arábiga de este significado (piensa seguramente en ġánnà ‘cantar’).―

3 Glosando el proverbio «A bocado harón espolada de lino», con los versos «Si la bestia haronea / y no quiere caminar, / por muy harona que sea, / si se aguija y espolea, / por fuerza tiene que andar», BRAE II, 702.―

4 «Date, date en esas carnazas, bestión indómito, y saca de harón ese brío, que a sólo comer y más comer te inclina», palabras dirigidas a Sancho Panza, Quijote II, xxxv, ed. Cl. C. VI, 332. Mula harona en el Entremés del Juez de los divorcios.―

5 Ya antes de anticuarse hubo de pasar al vasco, y con evolución fonética antigua: aroi es ‘haragán’ en Ataun (guip.), Azkue, Morf. 146.11.―

6 Parece haber realmente un sufijo -án sacado de los NPP germ. en -A, -ANS, y representado (además de barragán, haragán y holgazán) por zarzagán, mostagán y bausán. Lo que parece confirmar este origen es la frecuencia del sufijo en Galicia, tierra donde tanto abunda el legado germánico. Ahí podría creerse que -án viene del lat. -ÁNUS, lo cual es regular fonéticamente en varios lugares de Galicia, pero los demás, junto con el castellano, nos muestran que no es así, pues en éstos (p. ej. en el Limia) -ANE da y no -áu, que es el resultado que allí tiene -ANU: ahora bien el sufijo personal en cuestión tiene allí la forma ; p. ej. en el Limia priguiza y lacaza ‘holgazán’, cagarán (ka?ará?) ‘pedorro’, fungá ‘persona de habla gangosa’, forragadá ‘tacaño’ (quizá de forra-guadaña, pero en todo caso asimilado a nuestro sufijo), vid. Schneider VKR XI, glos. Es una proliferación parecida a la de las terminaciones onomásticas germánicas -ard, -aud en francés, etc. (badaud, vantard, etc.). Es más, la consonante precedente vendrá ya a veces de los modelos hipocorísticos germánicos: si haragán, barragán, zarzagán, mostagán nos recuerdan la terminación de EGIKA, BERHTIKA, por otra parte holgazán, lacazán, priguizán y aun bausán parecen calcados sobre WITIZA, BERIZA y análogos.―

7 La idea del barragán, hombre decidido y valiente, está bastante cerca del polo opuesto a la del haragán; luego la formación de éste pudo tomar como modelo aquella palabra. Si tuviera fundamento la opinión de Steiger de que holgazán viene del ár. aǤzân, podríamos fijarnos en la variante agzân (Dombay, Lerchundi), y suponiendo que éste se hispanizara en *al-azgán admitir que un cruce de éste con harón fué el que dió haragán. Mas para explicar la desaparición injustificable de la -z- todavía tendríamos que echar mano del influjo de barragán. Yo dudo mucho que dicha voz arábiga tenga algo que ver con holgazán ni con haragán.