NAVA, palabra arraigada en todo el territorio español de lengua castellana y vasca, de origen prerromano, pero como reaparece en ciertas hablas romances de los Alpes orientales y existe en la toponimia de otras zonas de la Romania, es probable que pertenezca a un sustrato lingüístico más amplio que el vasco.

1.ª doc.: doc.: de fines del S. VIII.

Simonet, al dar esta fecha, cita un doc. de la España Sagrada, y además el nombre de lugar qul (COLLIS) al-nába en escritura mozárabe toledana de los SS. XI a XIII; otros testimonios tempranos se hallan en docs. de Sahagún en 1138 (Vignau, Índice, n.° 1590), de Castilla del Norte en 1202 (Oelschl.), de Valladolid en 1246 (Staaff, 29.27); el nombre de lugar Navas de Palos aparece ya en el Cid, etc.; nava es frecuentísimo en la documentación de todas las épocas y de todas las regiones.

Nebr. en su diccionario define brevemente «nava, campo llano: campus», pero en otra obra suya dió una definición más completa, que cita Du C.: «Hispani vocant navas camporum áreas planas, arboribusque purgatas, quae tamen habent in circuitu silvas dumetaque fruticosa»; de la definición abreviada de Nebr. procede la del Padre Guadix, a su vez copiada por Covarr., Oudin y Aut.1; éste aduce un ej. del vocablo empleado como apelativo por el sevillano Argote de Molina (1588), lo cual es bastante raro. Cej. VI, § 85. Las descripciones que da Madoz de la situación de los numerosísimos lugares llamados Nava (o sus compuestos y derivados) dan ideas variadas, pero es casi constante que todos ellos se encuentren en terreno elevado y llano2. Se trata, pues, de llanuras altas rodeadas de cerros, en las cuales suele concentrarse el agua de lluvia: V. lo dicho sobre LAVAJO y LAVANCO, lo cual se confirma por uno de los más antiguos ejs. del raro uso apelativo, en el cual se acerca al significado ‘tierra pantanosa’3. Estudiando en Madoz la difusión en la toponimia mayor, vemos el vocablo difundido copiosamente en casi todas las provincias de lengua castellana, con alguna rara excepción, que en parte puede depender de la configuración del terreno4; es verdad que falta en las provincias aragonesas (aunque el Naval de Barbastro puede ser derivado), pero la toponimia menor nos proporciona algunos pocos representantes en las zonas central y occidental del Alto Aragón: Pantano de las Navas en la Sierra de Guara, Barranco de Navasal en Echo (RLiR XI, 191), y además el muy antiguo Navascués (M. P., Oríg. 207).

Con ello forma acentuado contraste la falta de testimonios en todo el dominio lingüístico catalán y gallegoportugués, aunque en aquél hay algún testimonio fósil en derivados toponímicos, más o menos oscuros, de la zona Norte5, y en Galicia abunda en todas las provincias el nombre Navallo o Navallos, que parece ser lo mismo que el cast. navajo ~ lavajo. En Portugal propiamente dicho sólo hay algún testimonio suelto en las zonas limítrofes: Mogadouro (SE. de Tras os Montes) navalhão «pedaço, muito molhado, que nas searas se deixa por semear, só para herva» (RL V, 98), Serra da Estrela naves ‘extensas, desiertas y elevadas llanuras que separan las distintas cumbres’ (VKR IV, 82, 83): aunque ahí tenemos una terminación en -e, se trata ciertamente de algo secundario, debido a la pronunciación débil de las vocales átonas portuguesas, que facilitó la intervención de la etimología popular; aunque los diccionarios citan un port. desusado nava, está claro que se refiere sólo a Castilla, pues Viterbo, Bluteau y Vieira lo ejemplifican solamente en las Navas de Tolosa (Moraes, Navas de Toledo). Está muy arraigado, en cambio, el vasco naba en todos los dialectos de este idioma. El sentido oscila dentro de límites análogos a los castellanos: Oihenart definía «planities aliqua montibus proxime succedens», en general es ‘llanura’ (Azkue, Lhande), mientras que la ac. ‘barranco’, ‘vertiente’, parece estar limitada a Sule y quizá algún otro punto del País Vasco francés. «Me he preguntado muchas veces si no estarán en relación con nava el vasco nabar ‘abigarrado’ (nabar- aparece también en el plomo ibérico de Empurias) con sus derivados, entre los que tal vez se encuentre nabari, nabaro, ‘manifiesto, patente’: comp. también bidenabar ‘de paso’», Michelena, BSVAP XII, 369.

Muy lejos de los Pirineos, reaparece nuestro vocablo en Tolmezzo, Alpes dolomíticos: nava «superficie di terreno uguale, ma con i due lembi opposti alquanto rialzati» (Prati, RLiR XII, 95-96); está también el corso navaccia «valle triste» (Falcucci), bastante aislado, pero en los Dolomíticos trae abundante acompañamiento toponímico: nombres como Pian di Nava, Col di Nava, Rio di Nava, Navono, Návole, Navene, Navello, como denominación de montes, valles y mesetas, están muy extendidos por el Véneto, Lombardía y Liguria, vid. Bertoldi, Festschrift Jud, 236-40; Schorta, VRom. VI, 17; P. Sella, ARom. XVI, 574-5. Limitada a la toponimia, hallamos también documentación francesa, para la cual vid. Jud, BDR III, 12-13, y M-L. (REW 5858).

En lo referente a la etimología, Schuchardt mostró tenaz escepticismo contra el origen prerromano, especialmente en su primer artículo, ZRPh. XXIII, 182-186, en el cual pretendía considerarlo como una alteración meramente romance de NAVIS ‘barco’, con una evolución semántica paralela a la que puede sospecharse al cast. Barco en la toponimia de Castilla y a la del oc. comba, cat. coma, ‘vallecito’, que él creía procedente del grecolatino CYMBA ‘barquichuelo’; pero hoy no se cree ya en esta última etimología, y las pruebas que dió Schuchardt de un metaplasmo NAVA en vez de NAVIS eran recientes, raras y sin valor6, como le echaron en cara sus contradictores (especialmente Baist, KJRPh. VI, i, 394; Festschrift Vollmöller, 251-65) y reconoció él mismo posteriormente (ZRPh. XXIX, 555-8; XXXIII, 466-8). Con esta excepción y la citada abajo, todos los estudiosos citados han admitido el origen prerromano de nava, y no creo que hoy lo ponga ya nadie en duda; aunque sea lícito dudar de la relación admitida por Bertoldi7 con el gr. νάπƓ ‘vallecito selvoso’ (no sólo en Hesiquio, sino frecuente desde la Ilíada), los testimonios alpinos y toponímicos arriba citados no se pueden recusar, de suerte que el vocablo no puede ser simplemente una reliquia del protovasco o del ibero, y debe pertenecer a un sustrato lingüístico de más amplia extensión. Creo que no se puede descartar la posibilidad de unir nuestro vocablo con el tipo galorromance NAUDA ‘prado pantanoso’ (fr. noue, oc. nauza, bret. naoz), documentado desde el S. VIII, cuya celticidad originaria es muy dudosa, aunque no su carácter prerromano (imposible la etimología NAUTA sugerida por Schuchardt); contra el reparo fonético que opone M-L. (REW 5853) a esta unión, cabe replicar que la pérdida temprana de la -D- puede explicarse por una lenición celtibérica (comp. lo dicho a propósito de LATA; y sobre NAUDA V. últimamente J. U. Hubschmied, VRom. III, 115, y Battisti, Diz. Toponom. Atesino I, 139).

Desde luego debe descartarse la idea de Brüch (ASNSL CXXXVIII, 111-3; CXLIII, 105-6) de una regresión de NOVALIS ‘terreno roturado’, admitiendo una variante NAVALIS, comparable a NAVAJA (y viceversa CUEVA < COVA > CAVA)8.

En un artículo reciente J. Hubschmid (Rev. Intern. d’Onom., 1962, IV, 3ss.) ha estudiado el problema nuevamente y a fondo. Su estudio, a mi entender, logra demostrar la verosimilitud semántica de la vieja tesis de Schuchardt: nava procede de un vocablo que significaba propiamente ‘nave’, por alusión a la forma del alto valle así llamado, entre dos vertientes. Los paralelos que aduce son abundantes y convencen9, y también me parece buena su tesis de que puede tratarse de la forma tomada por el indoeur. NUS ‘barco’ en una lengua prerromana. Pero no puedo aprobar la forma sumaria en que procede al afirmar que el irl. ant. nau ‘barco’ (gales noe ‘gamella’, bret. néô f. «auge») corresponde a un celta antiguo *NV, del cual vendría la voz hispánica; si el irl. nau viene de una base *NV o más bien NUS, es algo completamente incierto, dada la fecha temprana en que se perdieron las vocales finales en gaélico, y en ello parecen discrepar los especialistas, si bien con predominio de la segunda opinión10. Por otra parte el área del tipo nava, tal como lo acaba de precisar Hubschmid no es la típica de los celtismos: castellano, vasco, dolomítico, friulano, frente a la ausencia del vocablo en toda Francia, en el NO. de Italia y en gallegoportugués (zonas donde sólo aparecen formas toponímicas, en parte inciertas, en parte ciertamente sin relación con nuestro vocablo); luego falta precisamente en los territorios más fuertemente celtizados y aparece en zonas netamente no célticas, como los Alpes orientales y el País Vasco. Nuestra conclusión ha de ser que se trata de una reliquia indoeuropea precéltica, quizá perteneciente a la lengua de los Urnenfelder, quizá a la de los lígures (en vista de los sufijos de Novel y Navascués), V. mis artículos de ZCPh. XXV, 37, y Actas del 7° Congreso Intern. de Ling. Rom.11.

V. Cocco, RPF VIII (1957), 360-4, aporta precisiones de interés sobre el gr. νάπƓ, ya puesto en relación por otros varios con el hispánico nava, como se puede ver en la bibliografía que cito, y que en parte se acerca bastante al sentido de nava, puesto que a veces designó barrancos y valles, aunque en verdad otras veces difiere mucho en lo semántico (σύμưυτος τóπος, τNjν πεπρNjν κοƗλοι). Pero no creo que esté en lo cierto Cocco al pretender que derivando nava de una voz mediterránea de afinidades egeas se esté en un terreno más firme que al buscarle ascendencia indoeuropea: lo único indudable es que el vocablo existe, además de España, en los Alpes dolomíticos y lombardos, lo cual nos orienta más hacia lo indoeuropeo que hacia lo egeo. Asegura Cocco que el gr. νάπƓ es idéntico en el fondo, no sólo a nuestro nava sino también al hebreo nāweh ‘pradera, desierto’ afirmación que ya no merece una acogida meramente reservada sino francamente incrédula: parecidos vagos en voces tan breves no prueban nada y deben rechazarse cuando, como ahí, apenas hay analogía semántica alguna. Y aun para ir de νάπƓ al hisp. nava existe un grave tropiezo fonético en la π que sólo podría dar -b-, y no la -v- que es constante desde el S. VIII, y confirmada por hablas alpinas y portuguesas.

DERIV.

Navajo [Aut.], vid. LAVAJO. Navazo [h. 1600, Inca Garcilaso]; navacero.

1 La de Percivale es de inspiración seudo-etimológica: «a rising and falling up and down in a field, as a ship goeth up and down at sea».―

2 V. por ej. los artículos Navamorales, Navalsaz, Navalilla, Navas de Venalcaide, Nava de los Caballeros, Nava del Rey, Nava de la Asunción, Nava de Sotrobal, Nava de Infiesto, Sierra de la Nava, etc. Los parajes altos y llanos llamados La Nava abundan en la Sierra de Cazorla y en otras muchas del Centro de España.―

3 «De la villa que mandó fazer en los manantiales del Nilo... Pharaon... mandol estonces quel fiziesse una villa... et señalol como la querié fecha... era nava et carrizales et fenares et pradales llenos del agua del Nilo, que aun por allí non yva por madre... por que asmava el rey que serié la puebla mejor et mas viciosa», General Estoria, lín. 329, citado en M. P., Yúçuf (RABM, 1902). Rato define nava «campos elevados y rasos y también rodeados de bosque».―

4 Así quizá se explique la laguna que forman las provincias de Granada, Almería y Murcia, laguna separada de la aragonesa por la zona Jaén, Albacete, Ciudad Real, Cuenca, donde nava alcanza precisamente bastante densidad.―

5 Navarcles, Navès, Navel, en la zona Manresa-Solsona, Navata en el Ampurdán. Con Navel comp. el Navelis vicus de fecha romana en los Alpes Marítimos y los demás testimonios del sufijo -EL en la antigua Liguria reunidos por Bertoldi, Festschrift Jud, 237, 238, 240. Navàs entre Manresa y Berga parece ser otra cosa: la antigua grafía Navars sugiere un lugar repoblado por navarros (aunque también podría ser colectivo en -ARE de nava, pero el plural no es entonces muy adecuado). Navà, o más bien Nevà, en el valle de Ribes es NAEVIANUM (Nevano en el Acta de la Seo de Urgel).―

6 Por ej. el port. vg. nava de um templo por nave, ya citado por Madureira o Monte Carmelo (Cornu, GGr. I, § 302). Pero ya he observado arriba la falta de valor de estas formas portuguesas, dado el vocalismo átono de este idioma.―

7 L. c. Oportunamente observa este autor que el nombre del río Navia, seguramente derivado de nava, se documenta ya en la época romana. Es frecuente además como nombre de diosa en inscripciones de la Tarraconense y del Convento Lucense, vid. Leite, RL III, 314-5.―

8 Aunque «navales: campi culturae dediti» se halle en glosas, quizá se trate de una confusión sin valor, como tantas que cometen los glosadores. Sobre todo es increíble que un derivado regresivo alcanzara este carácter general, y además discrepan los significados.―

9 Una más: «la barca de tenir l’encens: acerra» en el dicc. catalán de O. Pou, de 1575, 168; en la p. 186, en cuanto a la voz grecolatina y la romance «cymbium: taça corn a barca».―

10 Es lo que afirman Pedersen, Stokes-B. (189), V. Henry, Walde-H., y lo que da a entender Vendryes (Gramm. du V. Irl., 110) al colocarlo fuera de los temas en -, y entre los casos de declinación anómala. Pedersen (Vgl. Gr. II, 93) detalla, especificando que el nominativo, acusativo y dativo corresponden a un tema en consonante, y los demás casos son creaciones secundarias, analógicas de los temas en -. Es decir, asimilación secundaria al tipo de femenino más corriente, cuando ya las vocales finales, incluyendo la -, se habían perdido. Es cierto que Thurneysen, A Grammar of Old Irish, § 69, pone el vocablo entre los temas en -, y Pokorny, a juzgar por lo que me escribe, parece adherirse a esta opinión. En todo caso está claro al menos que las formas del celta insular son demasiado tardías y alteradas para permitirnos asegurar que en celta antiguo se dijera *NV.―

11 El artículo de Hubschmid contiene muchos datos valiosos, y también bastantes errores en la interpretación del material toponímico y dialectal, cuya rectificación dejaré para otro lugar. Según acostumbra, da como tipos prerromanos diferentes las variantes locales modernas, explicables según la fonética dialectal romance (V. entre otros el caso citado s. v. NOQUE).