En una poesía obscena compara ese poetastro las vergüenzas de una mujer con un
alvañar y también con un
lavajo, voz que rima con otras en -
j- sonora (
trabajo,
destajo,
carajo). Covarr. sólo cita
Lavajos como nombre propio, pero Nebr. aduce «
lavajo o
lavajal: volutabrum» y Oudin es más explícito: «
lavajal o
lavajo como de puercos: bourbier où les pourceaux se veautrent, veautroir, bauge»;
Aut. define el vocablo en plural, «ciertas lagunas que se hacen alrededor de los Lugares, que se forman de las lluvias u de las crecientes de los ríos y arroyos, donde las mugeres acostumbran ir a lavar, y suelen servir de abrevadero para los ganados». Lo de que servía para ir a lavar es algo sin fundamento en la realidad (la Acad. lo suprimió en sus ediciones posteriores) que el académico autor de esta papeleta agregaba sólo con el objeto de explicarse la supuesta etimología
lavar, pues la traducción latina de
Aut.,
caenosus locus, y la francesa
mare d’eau, de Terr., son más sinceras: a nadie se le ocurriría ir a lavar a un lugar cenagoso, o a un charco; también agrega Terr. el adjetivo
lavajoso ‘cenagoso’ y a propósito de
lavajo observa «en algunos lugares le llaman
navajo, sin duda por corrupción». En realidad
navajo es bastante antiguo, según se ve por el refrán «cerco de luna
navajo enxuga: estrella en medio,
navajo lleno», ya recogido por
Aut. Como, según veremos en el artículo correspondiente, una de las acs. más antiguas (ya documentada en el S. XIII) y seguramente la originaria, de
NAVA es ‘lugar inundado o pantanoso’, no creo que quepa duda que
navajo es un mero derivado aumentativo-despectivo de ese vocablo (como
lagunajo de
laguna), que al quedar anticuado
nava en el uso común quedó aislado en el vocabulario popular, y por lo tanto trató la gente de relacionarlo con otra palabra castellana; en nuestro caso se ofrecía el verbo
lavar, muy naturalmente, puesto que de agua se trataba. También ayudaría
laguna(
jo), y nótese que el cazurro andaluz del S. XV altera
Navas en
Lavas de Tolosa (M. P.,
Poesía Jugl., p. 465). Un derivado de nuestro vocablo, vivo todavía en el habla arcaica de Tras-os-Montes, conserva el consonantismo etimológico:
navalhão «na terra, pedaço muito molhado, que nas searas se deixa por semear, só para herva» (
RL V, 98). El vocablo debió existir primitivamente en Cataluña, aunque hoy se ha olvidado, pues son numerosos los lugares llamados
El Navall o
El Navai, p. ej. la
Serra del Navai (oficialmente
-ll) cerca del pueblo de Montseny, partido de Granollers,
Prat de Navall en Josa (Solsona),
Torrent de Navall en Arsèguel (Seo de Urgel); ligeras variantes parecen ser
La Navatlla, partida de Àreu (Pallars), y la
Font y
Coll de Navaies, en Vandellòs (Falset), donde se cuenta que hubo una antigua población (Amades,
Butll.
del C.
Excurs.
de Cat., 1933, 252); en
BDC XXIII, 327, reuní varios ejs. de
Nabail o
Navaille(
s) en los departamentos de Ariège, Altos y Bajos Pirineos; en cuanto al gasc.
noualho «étang, marais», recogido por Mistral, será labialización secundaria debida a la consonante labial siguiente, a no ser que vaya con el tipo
NAUDA, que al fin y al cabo parece ser variante céltica de
NAVA1>. Comp. LAVANCO.
Por las razones semánticas indicadas no es aceptable el étimo de G. de Diego (Contrib., § 353), *LAVACLUM en vez de LAVACRUM ‘lavadero’.
Y tampoco tiene probabilidades la relación que Simonet sugiere con lapachar, sólo admisible a base de una fuerte arabización; es más sencillo derivar de NAVA.