NOQUE, tomado del cat. noc ‘dornajo’, ‘cárcavo de molino’, ‘noque de curtidor’, y éste del lat. vg. NAUCUS ‘ataúd’, ‘dornajo’, sacado regresivamente de NAUCULA y NAUCELLA, que en el latín imperial se empleaban como diminutivos de NAVIS ‘barco’.

1.ª doc.: 1535, Fz. de Oviedo.

Donde se lee: «En España se tarda en adobar un cuero... en los noques, donde los ponen a curtir, ocho e aun diez meses o un año... e acá en 60 o 70 días se curten e adoban perfetamente» (Hist. Gral. e Nat. de Indias I, 339b). Sebastián de Horozco a mediados del siglo escribe «como estáis así mudado / no os conozca rey ni Roque, / y segund estáis pelado, / parece que avéis estado / a pelar en algún noque» (cita de Tiscornia, M. Fierro coment. 447-8). Covarr. define «la poça en que el curtidor pone a curtir los pellejos», definición reproducida por Aut. con sólo cambiar la primera palabra por «estanquillo o pozuelo»; este diccionario agrega la ac. «en los molinos de azeite el pie que se hace de varios capachos llenos de azeituna molida, para que cargue sobre ellos la viga». Cej. VI, § 74. Sigue siendo palabra bien viva en muchas partes, p. ej. la primera ac. en la provincia de Cádiz (BhZRPh. LXXXIX, 180); especialmente es hoy muy típico el noque de la Argentina rural, vid. Tiscornia, l. c., y los varios diccionarios de argentinismos. Agrego otras definiciones: «bolsón de cuero formado a veces por todo un ijar y que se colgaba por sus cuatro extremos en cualquier parte: servía como depósito de trebejos y en ocasiones hasta para filtrar líquidos» (Chaca, Hist. de Tupungato, p. 307), «el lagar en que se pisaba la uva: se hacía en un cuero de vacuno» (Rogelio Díaz, Toponimia de San Juan, s. v.), «se hacía entre nosotros de palo borracho, de algarrobo u otra madera dura no resinosa, de cuero, de cal y ladrillos, etc., sirviendo de lagar y hasta para fermentar el mosto, para poner aloja, para sacar agua de los pozos, etc.; una persona es noque cuando come sin saciarse» (Avellaneda, Glos. de Catamarqueñismos), «eran recipientes o depósitos de cuero que se usaban en el campo para guardar cereales y harinas o sustancias semilíquidas, como el arrope, la miel, la leche cuajada, etc.» (Inchauspe, Voces del Campo Arg., La Prensa, 21-V-1944). V. un grabado del noque tradicional de Cafayate en La Nación, 11-V-1941.

Es curioso que este catalanismo, debido al viejo prestigio de los curtidores catalanes (comp. PELAIRE), llevado a América por castellanos, se haya convertido allí en símbolo del más rancio criollismo. Inútil decir que son falsas las etimologías quichua y cacana que indican R. Díaz y Lafone Quevedo: si existe la voz quichua en cuestión, ha de ser castellanismo.

La procedencia catalana en castellano se advierte por la vocal final -e en lugar de -o; más claro todavía está el extranjerismo fonético del port. anoque (castizo sería *nouco): «cortume onde se pellƟo coiros ou as vallas do cortume, onde elles se macerƟo para se pellarem», en el Brasil anóque o nóque «couro disposto em forma de saco, cuja abertura é cosida por sua periferia a um pedaço de ferro ou de pau circular, e que dependurado sobre forquilhas serve para fazer decoada» (Romaguera), trasm. anoque «lamaçal que as aguas fazem pelas nossas ruas no invernó, mérmente havendo estrumeiras a tapetal-as; tambem a selha onde os sapateiros molham a sola, e até os tanques onde ela se curte» (RL V, 27).

Del castellano o directamente del catalán pasó al árabe de Rabat noqq (pl. nqaq) «fosse à tan» (como indicó Colin, Hesperis III, 85, 122).

En catalán, noc se documenta desde el S. XV (Ag.) con el sentido todavía conservado de ‘batán para la fabricación de trapos’, pero más propiamente es el ‘cárcavo del molino donde golpean los mazos del batán’, y también ‘el agujero en que se sume el agua del molino cuando ya ha prestado servicio’; de ahí frases semejantes a la argentina citada por Avellaneda: «sembla un noc: no en té mai prou; té la boca més badada que un noc» (Barnils, BDC II, 11); por otra parte, en el Alto Ampurdán es un dornajo para dar de comer a los cerdos, hecho con un tronco vaciado por el centro a modo de gamella (Ag.; BDC III, 52), en Olot un aparato de los cardadores de lana, y según Fabra ‘balsa donde se ponen a curtir las pieles’: en una palabra, volvemos a encontrar las varias acs. castellanas, más las más arcaicas ‘cárcavo del molino’ y ‘gamella hecha con un tronco’, correspondientes a una civilización más rural y remota. Se pronuncia con o abierta, como corresponde a la continuación del diptongo AU.

La extensión del vocablo por el Sur y el Norte de Francia es muy considerable, vid. M-L., REW 5859; además de recordar el fr. ant. y dial. no ‘ataúd’, oc. nauc ‘ataúd’ y ‘dornajo’, agregaré que este último y en esta ac. figura ya en los Estatutos de Magalona, de 1331 (ARom. III, 368), y otros textos ya citados por Levy; el plural nautz son ‘cárcavos de molino’ en un texto gascón del Alto Garona de 1535, y hoy en el Gers vale «petite vallée», «récipient pour les grains»1, nautet «baquet dont on se sert pour vendanger» (Ducamin, Mélanges Couture, 209). Latinizado aparece naucum o naucus «vasis genus ad modum navis excavatum, canalis, alveus» en textos del Sur de Francia de 1218 y 1268 (Du C.). Desde Francia llegó a extenderse por hablas alemanas: nochs ‘canalón del tejado’ sale en glosa alemana del S. X (ac. que también se encuentra en francés dialectal), a. alem. med. nôch ‘caño, tubo’ (Kluge, ARom. VI, 27). El testimonio más antiguo es el NAUCHUS ‘ataúd’ de la Ley Sálica (princ. S. VI), pero claro está que ése es sólo uno de los sentidos del vocablo, que propiamente sería ‘dornajo, gamella’, pues está respecto de NAV(I)CELLA ‘barquichuelo’ en la misma relación que el cat. cóm ‘abrevadero hecho con un tronco’ respecto del lat. CUMBA ‘navecilla’. El femenino NAUCA ha dejado también alguna descendencia francesa y se sacó de NAVICELLA de la misma manera que AUCA (> oca) de AVICELLA, como ya dijo M-L. en ZRPh. XXVI, 728. La prueba es que si NAUCULA se halla desde Plinio y NAUCELLA en autores posteriores, con el sentido de ‘barquichuelo’, el latinismo gr. ναǢκλα [S. VII], que primero significó lo mismo, hoy ha tomado la ac. ‘pila de una Euente’ (G. Meyer, Lat. Lehnworte im Neugr. 47). Bastaría la existencia del vocablo en alto alemán y en el Norte de Francia para rechazar la idea de un origen arábigo; no es menos claro que el oc. nauc y el nauchus de la Ley Sálica no pueden adaptarse a la etimología que imaginó Dozy: ár. nuqâa o naqa ‘laguna’, ‘charco’, «aqua in qua maceratur res» (Gloss. 325; por lo demás, el sic. naca ‘cuna’ es de origen griego y sin relación con esto); peor es el étimo nuqra «caverna; cavitas; fovea rotunda» preferido por Eguílaz (p. 464). La etimología romance no puede ofrecer duda alguna.

DERIV.

Noquero. Noqueta ‘balsa de curtidor’ salm. (Lamano).

1 El paso de -cs a -ts es normal según la fonética local. Mal explicado por Hubschmid (artículo que cito en NAVA) como si fuese prerromano.