MARRANO, en la ac. ‘cristiano nuevo’ es indudablemente aplicación figurada de marrano ‘cerdo’, vituperio aplicado, por sarcasmo, a los judíos y moros convertidos, a causa de la repugnancia que mostraban por la carne de este animal; en el sentido de ‘cerdo’ es palabra propia del castellano y el portugués (marrão), probablemente tomada del ár. Ʌram (maɅrán en pronunciación vulgar) ‘cosa prohibida’, por la interdicción que imponía la religión musulmana a la carne del cerdo.

1.ª doc.: 965.

En dos escrituras leonesas de esta fecha se trata de ventas hechas al monasterio de Sahagún en precio de una vaca «obtima et marrano I» y de un buey «et marrano I»; puede notarse que el vendedor en el primer caso se llama Mutarraf y en el segundo Zulaiman (Vignau, Índice de los Docs. del Mon. de Sah., n.º 657 y 660). También aparece en tempranos docs. portugueses: «carne de huma marãa», h. el a. 1200, y en fueros del S. XIII se preceptúa dar como paga «duas porcas e huum marrao e sete leitigas [‘lechonas’]», «duas porcas e sennos marraos e sete leytigas» (V. las citas en el libro de Farinelli, p. 17; otras más tardías, p. 36 h. 2). «Marrano, cochino de año: majalis» figura en Nebr., y es palabra de uso muy extendido, de la cual cita Aut. ejs. en textos clásicos (más en Farinelli, p. 68, n. 2).

En cuanto a la aplicación a los judíos y moros recién convertidos, remitiré a la copiosa y eruditísima reseña histórica de Farinelli, en su librito fundamental Marrano, Storia di un Vituperio (Ginebra, 1925), y en particular a las pp. 29 y ss., cuya documentación no es posible resumir aquí; recordaré que en este sentido el vocablo, partiendo de Castilla, empezó a extenderse por Europa ya a fines del S. XIII, era generalmente conocido en Italia desde principios del XV, y acabó difundiéndose por toda Europa, pero se abusó de él hasta el punto de aplicarlo como insulto a todos los españoles y finalmente a cualquiera, en tono de desprecio; el resultado fué que como injuria cayese en decadencia en España desde el S. XVI. Del castellano pasó, como nombre de los judaizantes y moriscos relapsos, no sólo a los idiomas de allende el Pirineo, sino también al port. y cat. marrano [marranes, f. pl., h. 1460, Spill. v. 13852], como revela la terminación del vocablo, ajena a ambos idiomas (comp. port. marrão ‘cerdo’1).

La indagación etimológica debe atender a dos problemas: 1.º identidad o diversidad fundamental del vocablo en sus dos significados ‘converso’ y ‘cerdo’, 2.º etimología de marrano ‘cerdo’. El primero en realidad ya no debiera plantearse después del trabajo definitivo de Farinelli, acogido, especialmente en este punto, con la aprobación decidida de todos los críticos: Schuchardt, C. Michaëlis, Baist, D. Alonso, y obras de consulta típicas como el Jüdisches Lexikon o el REW de M-L.; uno tan ponderado, y ajeno al debate, como Migliorini, manifestó enfáticamente que el asunto quedaba terminado2. La idea de separar las dos acs. había nacido de la infortunada ocurrencia de Mariana de traducir arbitrariamente por «sea anatema, marrano y descomulgado» la fórmula latina anathema maranatha sit, donde el aramaico maranatha ‘maldición’ nada tiene en común, por el origen ni siquiera por el sentido, con marrano, improperio vulgar lanzado, no contra los herejes o descomulgados, sino contra los conversos sospechosos de ser relapsos; las repetidas prohibiciones papales y reales contra el uso de la voz marrano prueban ya que no era término eclesiástico y culto como maranatha, sino insulto de la plebe, que las altas esferas rechazaban como ajeno a su lenguaje y contraproducente en sus efectos. Sin embargo, la ocurrencia de Mariana tuvo éxito en España, porque permitía echar un manto culto y forastero sobre una expresión que los españoles se oían aplicar injustamente por los extranjeros hostiles, como voz españolísima (vid. Farinelli, passim, y en particular pp. 68 y ss.); tanto éxito tuvo la idea que todavía la ampara la Acad. con su autoridad, atribuyendo a marrano el sentido de «persona maldita y descomulgada» que nunca tuvo precisamente.

Aunque, según digo, ya nadie concede beligerancia a esta imposible etimología, esta tradición y quizá también el deseo de sacar virulencia al soez insulto, han dejado en algunos el prejuicio de que los dos sentidos de marrano deben ser palabras diferentes, y últimamente Malkiel (Journal of the Amer. Oriental Soc. LXVIII, 1948, 175-184) ha hecho una tentativa para demostrarlo por un camino diferente. A priori es inverosímil que dos palabras de sentido conexo en la imaginación popular, y de forma, área3 y fecha4 iguales, tengan orígenes distintos, y Malkiel no ha aducido indicio alguno de lo contrario; las supuestas extrañezas que alega no existen en realidad: nada extraño es que no se emplearan en este sentido los sinónimos cerdo y cochino, puesto que no existían en la Edad Media5, que no se empleara puerco no es cierto (citas de la Gitana Melancólica en Farinelli), y por lo demás es natural que se prefiriera marrano, palabra afectiva en todas las épocas, y hoy también especializada como dicterio personal, sobre todo teniendo en cuenta que marrano era ante todo ‘la carne del cerdo’6, y es probable que en su origen el dicterio significara precisamente ‘carne prohibida’. Que no haya paralelos en otros idiomas sólo puede afirmarse olvidando los numerosos que ya citó Farinelli: en Provenza se llama a los judíos gourret ‘gorrino, lechón’, en el Piamonte ghinoùja (dimin. de ghin ‘cerdo’), en Austria saujud (sau ‘puerca’), en las Baleares xu(i)eta (de xuia ‘carne de puerco’, vid. CHULETA) 7, en el Bearne gnàrrou (que parece significar lo mismo, comp. gnarrà «grommeler», gnarraire «bougon»), y en Alemania y otras partes se citan canciones populares, textos literarios y figuras donde aparecen los hebreos, tratados de cerdos, amamantados por una hembra porcuna (Farinelli, 26-27); en todas partes el mismo grosero insulto: no queréis comer cerdo porque sois cerdos vosotros o vuestros padres; recuérdese la costumbre infantil, documentada en Provenza, Piamonte y Liguria, de escarnecer al judío imitando con el faldón del traje la oreja caída de un puerco, al mismo tiempo que le vocean la frase «negre bardaian, vaquì l’auriho de toun paire!»8. La identidad de los vocablos es, pues, indudable, y pretender que marrano viene del ár. barrânī ‘ajeno, forastero’, además de increíble desde el punto de vista fonético (pues no se comprendería entonces que nunca aparezcan como nombre del converso formas con b- conservada, ni formas con artículo al-, que son casi constantes en el caso de albarrano ‘exterior’), implica la enorme inverosimilitud de suponer una denominación fría y objetiva en el ambiente de odio y pasión brutal en que nació y vivió siempre este famoso vituperio.

En cuanto al origen de marrano ‘cerdo’, es cuestión algo más oscura. No creo que haya relación con el cat. marrà ‘morueco’, cat. occid. mardà [S. XIII, Cost. de Tortosa, p. 124], alto-arag. mardano ‘morueco’, oído también en el pueblo de habla mixta catalano-aragonesa St. Esteve de Llitera, vasco-fr. marro, gasc. y langued. mardan, màr(rou), màrri, marrot, cuya área se excluye mutuamente con la de marrano; la cuestión del origen de este otro vocablo queda para el DECat., aunque desde luego parece más probable una procedencia prerromana (Schuchardt, ZRPh. XXXVI, 36; Rohlfs, BhZRPh. LXXXV, § 47), que la derivación del lat. MAS, MARIS, ‘macho’ (G. de Diego, RFE VIII, 410), que no explicaría la -rr-9. Claro que no se puede descartar la posibilidad de que el cast. marrano venga de una base también prerromana pero distinta.

Que marrano venga de *varrano, derivado del lat. VERRES ‘verraco’, como quiere Malkiel (y ya sugirió Gonçalves Viana, RL I, 205), no es imposible en principio fonético: la dilación vocálica está bien documentada en el otro derivado VERRACO > varraco, ya en Juan Ruiz; la nasalización *varrano > marrano, por efecto de la otra nasal n, es admisible, como lo es en MARAÑA y otros casos; sin embargo, nótese que aquí hay la gran inverosimilitud de que la forma con m- es constante desde el S. X hasta nuestros días: los casos de barrano son puramente locales y contemporáneos; no sólo no es «insostenible» la interpretación de Kuhn de que el cheso berrano (RLiR XI, 108) se deba a un cruce de marrano con verraco, sino que metodológicamente tiene todos los visos de ser cierta, siendo así que marrano y verraco son palabras documentadas desde la alta Edad Media, y berrano, forma local y moderna, combina el matiz propio del uno con su inicial y el final del otro; en cuanto al port. dial. (trasm.) berrão10 ‘verraco’, su sentido lo separa ya de marrano, y atendiendo a la forma gall. verrón y al plural port. berrões, hay que dar la razón a Silveira cuando afirma que viene de *VERRĶNEM y no de un *VERRANUM, no documentado en parte alguna11. La objeción principal es semántica: si marrano viniera de VERRES esperaríamos hallarlo, sobre todo en lo antiguo, como nombre especial del cerdo padre, cuando en la Edad Media es tanto o más frecuente verlo aplicado a la hembra y al lechón. En suma la idea no es verosímil.

¿Volveremos al origen arábigo? Fundándose en la forma majarrana ‘tocino fresco’, que Aut. señala como andaluza, Saavedra, el etimólogo arabista de la Acad. (ya 1884), seguido por Baist (KJRPh. IV, 315), C. Michaëlis (en Farinelli, p. 19n.) y otros, supuso que marrano viene del ár. muɅárrama ‘cosa prohibida’. Así la idea choca con dificultades insuperables de tipo fonético: ni el acento se traslada en los participios, ni la alteración de la -m- y la desaparición de la u y la Ʌ, serían admisibles12. Pero es fácil enmendarla en forma satisfactoria. A mi entender no se trata del participio pasivo de segunda forma muɅárrama, sino del sustantivo de la misma raíz Ʌram ‘lo prohibido, lo ilícito’, voz bien conocida, perteneciente al árabe general, que Freytag (I, 372) traduce «vetitum, nefas», y Lane (556b, 555c, 555a) «forbidden, prohibited or unlawful». Es palabra perteneciente en particular al lenguaje religioso, que por este matiz se distingue el verbo Ʌáram de los demás verbos que significan ‘prohibir’: R. Martí (s. v. proibere) lo aclara con las glosas «excomunicare vel vetare; non licere», PAlc. lo traduce por «descomulgar», además de «vedar» (y dos derivados suyos equivalen a «descomunión»), en Argelia según Beaussier es «être sacré, à quoi il n’est pas permis de toucher», en Marruecos «prohibir (especialmente Dios)» (Lerchundi); aunque no tengo pruebas especiales del uso de Ʌram en España, no hacen falta, tratándose de una voz del árabe general, y habiendo en los glosarios hispánicos testimonios abundantes de verbos y sustantivos de la misma raíz13, y existiendo el testimonio categórico de Beaussier para Argelia, donde Ʌram significa «interdit, prohibé, qui fait l’objet d’une interdiction»; el matiz religioso es bien visible en la frase común citada por Lane (525b): múslima maȬqûfa alà Ʌadd máɅram ‘una musulmana llevada a pique de (cometer) el Ʌram (= yacer con cristiano)’. Ahora bien, es sabido que en sustantivos de esta estructura el acento se trasladaba en hispanoárabe a la última sílaba: Ʌnab > maɅnáb (acentuación documentada ya en el Glos. de Leiden y por el val. monot, BDC XXIV, 50), áqrab > aqrábALACRÁN, síqlab > siqlábCICLÁN’ y otros tantos; también es conocido que la -m final se pronunciaba -n en el árabe hispánico (ejs. abundantes en BDC XXIV, 27-28), y lo comprueba PAlc. con diversas variantes, como márxan por ‘marchamo’ y, en nuestra raíz, al dar la forma Ʌarrán en vez del verbo Ʌárram. Cuando al morisco español le proponían comer tocino contestaría, pues, (a) maɅrán ‘es cosa ilícita’, y es natural que los cristianos aplicaran este nombre a la carne del puerco que así oían designar14. Ello nos explica la aplicación especial de marrano, desde fecha muy temprana, a la carne del cerdo, y a los que mostraban escrúpulos por comer esta carne, y nos explicamos también el que los ejs. más antiguos aparezcan en escrituras de personajes de nombre arábigo, fuesen ellos moriscos o refugiados mozárabes.

DERIV.

Marrana ‘hembra del marrano’, ‘eje de la rueda de la noria’ (porque gruñe), ‘pieza del molino donde gira el peón del rodezno’ (Vigón)15. Marranada. Marranalla (cruzado con canalla). Marrancho y marranchón, V. arriba, nota. Marranería. Marranillo.

1 Como observa la Sra. Michaëlis (en Farinelli, 36n.2), el port. marrano ‘converso’ es menos común en la Edad Media que en Castilla. El gall. marrán, además de ‘puerco o marranilla’ tomó el sentido de «giba, loma, corcova» ―fulano tiene marrán― (quizá primero como sarcasmo insultante, llamándole ‘judío’): ac. local en Galicia y en port. provinc. marrã (Sarm. CaG. 104v, cf. p. 138).―

2 Siguen apareciendo otras notas y trabajos, p. ej. el de D. Gonzalo Maeso en Sefarad XV, 1955, 373-385.―

3 Es arbitrario decir que marrano ‘cerdo’ sea especialmente aragonés: el pasaje citado de Hz. Ureña proclama precisamente lo contrario, y Borao sólo pretende que sea aragonesa la ac. secundaria ‘hombre zafio’. Que se emplea en Granada lo prueba el derivado marranera ‘zahurda’ (RFE XXIII, 251). En el curso del artículo lo localizo en otras muchas partes.―

4 Tampoco es verdad que marrano ‘converso’ no se pueda documentar antes de 1291. Ésta es la fecha del primer ej. ultrapirenaico (Toulouse), pero claro que en la Península hubo de ser más antiguo, aunque es natural que no se haga frecuente hasta que arrecian las persecuciones, al acercarse el fin de la Edad Media. Es importante la documentación reunida por J. da Silveira, RL XXXV, 93-94 y 138. Probablemente son de conversos las numerosas menciones como Martino Marrano, Marina Marroa de princ. S. XIII, y lo es sin duda el Marano Vivas de 1220, pues Vidas y Vivas son sobre todo nombre de judíos y moriscos.―

5 Cochino, que por lo demás no aparece hasta el S. XIV, sólo significa ‘lechón’ hasta el S. XVI; cerdo no se documenta con seguridad hasta el XVIII. Lechón nunca ha significado lo mismo que cerdo o marrano.―

6 Marra es precisamente «carne de porco fresca» en la Beira (RL II, 250). Lo mismo significa el cast. marrana o majarrana según Aut., que lo prueba con una cita de Espinel.―

7 Xuieta ‘hebreo’ se documenta desde el S. XVII y hubo de nacer por lo menos en el XV; afirmar que el bajo pueblo de las Baleares es bilingüe ahora (y no digamos entonces), y que por lo tanto calcó la denominación castellana marrano es mostrar una ignorancia extraña en un romanista.―

8 ¿Hace falta argumentar más? Es natural que los moros no llamaran ‘cerdos’, sino ‘monos’ u ‘ovejas’ a los judíos, puesto que compartían con ellos la repugnancia por aquel animal. No los infieles, sino precisamente los musulmanes de allende la frontera son llamados ‘perros’ por los cristianos medievales: al enemigo musulmán iba la expresión del odio del vulgo, al judío disfrazado una expresión de afectado desprecio. Que marrano se aplicara más bien al judío o morisco convertido que al israelita o mahometano fiel a su ley, es natural puesto que a aquél pretendía el vulgo conocerle por su repugnancia por la carne de marrano.―

9 El étimo MAS, MARIS, en el caso de marrano ‘cerdo’, propuesto por Silveira, l. c., es aún menos verosímil, por las razones semánticas que alego abajo contra VERRES, con mayor fuerza en este caso.―

10 Merrão no parece existir. Es errata de M-L. por marrão.―

11 En cuanto al trasm. y gall. marrancho (RL I, 213; Sarm. CaG. 161r, 230v, A18v), documentado en Castilla a med. S. XV (marranchón, en Farinelli, p. 34) y también en antiguos textos aragoneses (Pagés), no hay duda de que es cruce de marrano con MACHO, que en efecto se ha empleado especialmente como nombre del verraco.―

12 Por ello observa Schuchardt (en Farinelli, p. 20n.) que sin la existencia de majarrana, con su j (< h) reveladora, él no podría creer en la etimología arábiga. Yo prefiero no apoyarme demasiado en esta forma, que no logro confirmar en otras fuentes, y que alguien podría tachar de sospechosa, quizá sin razón. No sabemos de dónde sacó Saavedra su idea etimológica, acaso de la misma papeleta en que el académico colaborador de Aut. dió a conocer la existencia de majarrana, lo cual despertaría sospechas. Sea como quiera, aun si esta sospecha es injusta, siempre cabe pensar que majarrana sea debido a un cruce de marrana con el and. MAJARÓN ‘desventurado’, perteneciente a la misma raíz arábiga.―

13 Como vulgar está hoy documentado maɅram en todas partes: V. los diccionarios de Bocthor (s. v. interdit), Probst, Belkassem Ben Sedira, Fagnan, etc. Ejs. de Ʌram ‘pariente con quien no es lícito casar’ en Dozy, Suppl., 1279a, Lane, Beaussier.―

14 Nótese que es natural la falta de aglutinación del artículo al- en estas circunstancias, en las cuales no es posible el artículo según la sintaxis árabe. Para la asimilación de hr en rr, compárense los casos análogos de márrega < márhega < MÁRFAQA, garra < garha < GÁRFA y el de ALMARRÁ. Con esta hipótesis cabe una transcripción dialectal maharrano, de donde el and. majarrana.―

15 Análogamente marrano ‘madero trabado con el eje de una rueda hidráulica’ y otras acs. técnicas (V. pormenores acerca de éstas en el trabajo de Malkiel); no hay por qué derivar de un b. lat. marrenum (según hace la Acad.), que es mera transcripción del fr. marrain.