LÉGAMO, ‘cieno, barro pegajoso’: tanto el sufijo como el radical parecen indicar origen céltico, y es probable el parentesco con el fr. lie ‘heces’, oc. ligo íd., alto-it. lidga, ledga, etc., ‘légamo’, que corresponden a un radical alternante LĔG-, LզG-, ‘capa, depósito’, ‘heces, légamo’, conservado en la primera forma en el celta insular y muy extendido en indoeuropeo; la é castellana supone una Է cerrada que deberá justificarse en céltico por un tratamiento divergente, propio de las hablas celtibéricas.

1.ª doc.: légano, 1513, G. A. de Herrera1; légamo, Calderón (Aut.).

La forma de Herrera está también registrada por Oudin (que remite a cieno), lexicógrafo que a veces trae vocablos sacados de Herrera; Terr. en su artículo légamo dice que «algunos lo corrompen diciendo légano», con lo cual se referirá a Oudin, a quien cita tantas veces. Aut. no registra esta variante, la Acad. sí en sus ediciones del S. XIX, y agrega el colectivo leganal ‘charca de légano’ (ya en su ed. de 1843). El mismo Herrera por lo menos conocería la variante predominante en -m-, puesto que emplea el verbo derivado alegamar (DHist.). Sin embargo, no hay que dudar de la existencia de légano, pues aparece en la toponimia: el Campo de Leganitos, famoso por sus fuentes de muchos caños (con el consiguiente barro), ya mencionadas en el Quijote (II, xxii, 83), y absorbido más tarde por la urbanización de Madrid, donde hoy es nombre de calle; Leganiel, municipio de la prov. de Cuenca, «en una vega pingüe» (Madoz), cerca del Tajo; Leganés, pueblo del partido de Jetafe, al Sur de Madrid2; de ahí la forma leonesa yégano (Lamano). En cuanto a légamo es forma generalmente conocida, y aunque falta en los lexicógrafos medievales y del Siglo de Oro, Aut. cita ej. de Calderón («ovas, légamos y lamas»); Cej. VII, § 55. El vocablo no existe en los romances vecinos3. Desechada por imposible fonéticamente la idea de Cabrera, lat. ULզGO, -էNIS, ‘humedad’ (en S. Isidoro ‘suciedad del limo o del agua’), queda el origen céltico propuesto por Schuchardt con ciertas vacilaciones (ZRPh. XXIII, 196, 422) y luego aceptado por otros.

Légamo para él es derivado de la misma raíz céltica que el fr. lie ‘heces, pósito’. El origen e historia de este vocablo francés presenta sus dificultades, que no ha eliminado el reciente artículo del FEW; tantas, que sería de desear un estudio monográfico. Desde Thurneysen (Keltoroman. 66), y el propio artículo de Schuchardt, se le deriva de la familia del irl. ant. lige ‘lecho’, ‘sepultura’, galés lle, bret. lec’h ‘lugar’4, galés llai ‘suciedad’; la voz irlandesa procede de un célt. ant. *LĔGIO, procedente de la raíz indoeuropea LEGH-, a la cual pertenecen entre muchos más el gr. λέχος ‘cama’, el alem. liegen, ingl. lie ‘estar echado’, etc. De la misma raíz parece haberse formado el galés llaid ‘fango’, bretón lec’hid «vase, lie» (bret. med. lechit), que corresponden a una base *LĔGէT-; de un tal *LĔGէTA podría salir la familia alto-italiana representada por Valtelina, Bergamo, Brescia, Belluno, Treviso leda, Venècia, Padua, Verona, Vincenza, Treviso, Trento lea, ‘depósito fangoso del agua’, mientras que Monferrato, Reggio, Parma lidga, Modena ledga, vendrían de una metátesis *LETIGA; a los cuales agrega Jud (BDR III, 78) el sobreselv. gliet ‘fango’, alto-engad. glitta «crosta sudicia del fromaggio»; el étimo LէQUէDUS de Flechia quizá no pueda descartarse del todo, recordando cuántas veces se habla de «fango líquido», por una exageración muy natural; pero el cast. lidia, LIRIA (véase), aporta una decidida confirmación a la etimología *LĔGէTA. También ahí los especialistas en estos dialectos debieran analizar el pormenor de la fonética de estas formas para ver si se puede llegar a una decisión inequívoca.

Pero más falta hace aún este análisis en cuanto al fr. lie y su familia. En lo semántico no hay dificultad, pues de ‘lecho’ o ‘yacimiento’ se pasa a ‘capa, depósito’ y de ahí a ‘heces’ con gran facilidad. Pero en cuanto a la forma, Schuchardt daba a entender que podía venir de *LĔGA, mientras que Wartburg ante el oc. lio o ligo5, cast. y port. lía, se opone a esta base y acepta una sugestión recibida de Pokorny, por la cual se podría suponer una forma gala *LզGAl>, con զ procedente de indoeuropea, según la conocida regla céltica; esta alternancia cuantitativa está de acuerdo con la morfología indoeuropea, pero en este caso no se halla documentada en el céltico insular. De todos modos conviene advertir que en español y portugués el vocablo es indudablemente galicismo reciente, no documentado antes de Aut. y Bluteau (que todavía la siente como voz francesa: nótese la gran cantidad de sinónimos más castizos, heces, pósito, borra, etc.). También cabe dudar del autoctonismo del vocablo occitano, pues en contraste con el francés, documentado desde el S. XII, en lengua de Oc no se documenta hasta fecha reciente, y aunque está hoy muy extendido en todos los dialectos y hay una variante ligo, esta -g- puede ser antihiática y favorecida por el verbo liga ‘atar’6. Por el contrario, hay que preguntarse si el valón lèye, Mosela ley, bearn. léye, no postulan precisamente *LĔGA (> *lieye > fr. lie), en vista de que LĔCTUS da leit en Lorena y Franco Condado, y LĔGĔRE da 1ère en Lieja, léhe en Stavelot y formas análogas en muchos dialectos del Este de Francia, justamente citadas por Wartburg. Por esto insisto en que hará falta un análisis minucioso de las formas francesas por un dialectólogo. En cuanto a lias ‘heces’, de las glosas de Reichenau y de las fórmulas de fines del S. IX (ASNSL CXXVI, 114), me parecen formas demasiado tardías para decidir la duda entre *LզG- y LĔG-, que no olvidemos es la única forma documentada en céltico (comp. LIRIA).

En cuanto al cast. légamo las incógnitas que presenta no son menores. El sufijo me inclinaría por el origen céltico, pues aunque Schuchardt por la misma razón preferiría hablar de «celtibérico», me parece que el carácter indoeuropeo de este sufijo -´amo es muy probable: qué más claro que los nombres hispánicos epigráficos que él mismo cita, Clutamus (recuérdese el gr. κλυτóς, lat. զNCLȢTUS ‘ilustre’, del cual la voz celtibérica tiene todo el aire de un superlativo), Uxama ‘la alta, la altísima’, Medamus ‘el borracho’, son palabras que se explican todas por raíces célticas o indoeuropeas bien conocidas. Sin embargo, no hay que dejarse llevar demasiado aprisa por este sufijo, que en español ha continuado productivo y podría ser un agregado muy moderno, según sugiere la alternancia con légano. Hay por otra parte la dificultad fonética: légamo parece postular un radical en LG- (o bien en LէG-) que difícilmente podríamos justificar en la raíz céltica estudiada. Sabido es que la céltica corresponde a EI indoeuropeo, de suerte que así este supuesto como el de un LէG- nos llevarían si acaso a una base L(E)IGH-, con sonante ? intercalada entre las dos consonantes L y GH, lo cual es inconciliable con la raíz LEGH- ‘yacer’. Sin embargo esta raíz no queda descartada por este razonamiento, pues nuestro conocimiento de los dialectos del céltico continental es demasiado imperfecto para ello. Hay en la toponimia hispánica nombres indoeuropeos y seguramente célticos, que resultan desconcertantes para el celtista tradicional, como COMPLȢTUM < COM-PLOU-TO- ‘confluencia’, y no se puede hallar rasgo más contradictorio de todo lo que sabemos del celta que esta conservación de una P etimológica. ¿No podría ocurrir que en dialectos celtibéricos se conservara la indoeuropea sin pasar a զ? Justamente hay casos de conservación de en galo que no están bien explicados (Pedersen, Gramm. I, 51, nota), aunque todos parecen hallarse en posición átona y en los miembros segundos de un compuesto. Así y todo no perdamos de vista que formas con en nuestra raíz no están documentadas inequívocamente en galorrománico y de ninguna manera en el celta insular.

Aparte de esta posibilidad queda la de que légamo (como quizá páramo) pertenezca a una lengua indoeuropea pre-céltica (¿lígur?), por desgracia posibilidad muy vaga.

Ante estas dudas es bueno pensar si légamo no puede tener otro origen. Lo que se halla, a la verdad, es muy vago. Puede pensarse en un gót. *LAIMS, hermano del alem. lehm ‘barro’, ‘arcilla’, ‘fango’, voz general en el germánico occidental desde sus más antiguas etapas y representada con variantes en escandinavo y en otras familias indoeuropeas (lat. limus); de ahí pudo derivarse *lémago y légamo. Suposición atrevida. Algo menos arbitrario sería hacer caso del trasm. lágamo «paúl» (‘pantano’) (RL XIII, 119), que bien parece ser metátesis de *lámago, derivado del comunísimo lama, comp. Lamagal lugar de la provincia de La Coruña (y aun Lamuqueira en Asturias, Lamego en Portugal). Para ello deberíamos suponer que légamo sea voz mozárabe, con el frecuente cambio arabizante de á en é. El hecho dí que la toponimia sólo permita localizar nuestro vocablo en Castilla la Nueva, y con terminación mozárabe tan caracterizada como -iel, no sería desfavorable a la idea; tampoco la fecha tardía en que lo documento, ni el contraste que presentan los centenares de ejs. que trae Madoz del topónimo lama en todo el Noroeste de España con la pobreza de ejemplos de légamo, algo extraña si éste es vocablo céltico, y por lo tanto arraigado desde antiguo en el Norte del país; mucho menos extraña si es voz propia del Sur, donde la toponimia es bastante menos rica y más moderna. Me apresuro a advertir que la idea está lejos de convencerme, entre otras razones porque légano debería explicarse entonces por un cambio de sufijo secundario, posibilidad indudable en vista de los numerosos cambios de sufijos átonos que he estudiado s. v. CÁRCAVO, pero así y todo es una dificultad más que disminuye mucho la verosimilitud.

En resumidas cuentas el problema de légamo es oscuro, y faltan trabajos previos para resolverlo7. En definitiva lo más convincente y sencillo es volver a la citada raíz célt. LĔG- ‘lecho, depósito’ admitiendo que los dialectos hispanocélticos pronunciaban cerrada la Ĕ: de lo cual en efecto tenemos numerosos indicios, vid. BERRO, AMELGA, SERNA, TERCO y otros citados en estos artículos y en mi estudio de ZCPh. 1955.

DERIV.

Alegamar (V. arriba); enlegamar. De légano: leganoso, leganal. Liásico es derivado del ingl. lias, tomado a su vez del fr. liais ‘especie de piedra caliza’, que vendría de lie según el FEW V, 315, lo cual no es seguro por lo demás.

1 «También se crían (los castaños) en un legano húmido», Agric. III, xx, cita de Cabrera.―

2 La terminación no es clara. Quizá forma mozárabe por *Leganets = Leganitos.―

3 Sainéan, Sources Indig. II, 138, relaciona con valón lèque «vase noire, sédiment boueux», lèche «bave, étang naturel», Romagna lecca ‘fango’. Pero estas formas se apartan fonéticamente, con su sorda, y la ac. ‘baba’ sugiere derivarlas del fr. lécher ‘lamer’.―

4 En cuanto a éste los celtistas discrepan. Henry lo refiere a la misma raíz y parte de un *LĔGOS con -S conservada (como la palabra griega) o de *LĔG-SO-; mientras que Pedersen (Gramm. I, 319) lo pone entre los ejs. de céltica < indoeur. EI, lo cual nos llevaría a otra raíz completamente distinta, que por lo demás no especifica.―

5 Es muy inseguro que el vocablo ya se halle en la Edad Media. Levy, P. S. W. IV, 393, cita dos ejs. del Livre Noir de Dax, que por lo demás no es anterior al S. XV. En cuanto a liga en Bertran d’Alamanon el sentido es oscuro, pero más bien parece tratarse de ‘lazo’, derivado de ligar.―

6 Por lo demás varias de las formas citadas por Wartburg me parecen más bien derivadas de este verbo: de bouno ligo «de bonne qualité» = cast. moneda de buena liga, fr. de bon aloi. Es verdad que el vasco lika ‘materia pegajosa’ y ‘liga para pájaros’ (para cuya -k- comp. vco. lekeda citado s. v. LIRIA) puede corroborar la antigüedad del oc. ligo; de todos modos no podemos asegurar que sea antigua esta palabra vasca.―

7 El tratamiento que le da G. de Diego en RFE IX, 138, no aclara nada. A pesar de Walde-H. es sumamente dudoso que el galés llaid tenga que ver con el irl. lathac y el lat. latex (comp. Emout-M. y los autores arriba citados), y si tuviera valdría más no mezclar nada de esto con légamo. Nada sacaríamos del complicado cruce con LIGA + FIMUS + CAENUM.