SERNA, ‘campo de tierra de sembradura’, y más especialmente el que se reservaba el señor y había de ser cultivado por sus vasallos; fué sénera en la documentación más antigua, y está emparentado con el leon. senára, port. y gall. seára; voces prerromanas, de origen incierto, probablemente céltico, de un *SENRA ‘campo que se labra aparte’, compuesto de R- ‘arar’ y SEN- prefijo que indica separación; en el Oeste de la Península el vocablo se acentuaría en el segundo elemento del compuesto, mientras que en el Centro de España se convertiría en *SÉNĔRA por adaptación a la fonética latina.

1.ª doc.: senera, 831.

Desde el principio sale el vocablo con el sentido vago y general de ‘heredad cultivada (o cultivable) de pequeñas dimensiones’. Así aparece en una donación del cartulario de Sto. Toribio de Liébana hecha a una iglesia en 831 por un matrimonio particular: «donamus... quidquid abemus in Barao... horreum, cortes, seneras1 III, sive exitis, gressum vel regressum... excepto... illa conficta... ubi Dominus Vila abitavit, idest casas, horrea... pomares, seneras, vel quidquid ibidem est... cortes, senera que est inter ambos arrodios... prata et senera qui est iusta segobium... seneras... senera qui est in Mensas... horrea duos, seneras duas...» (Bol. Acad. de la Hist. XLVIII, 132). Igual forma en doc. de Valpuesta 864: «offerimus... Sancte Marie... terras sationaviles, quantas in ipso valle pater noster obtinuet, quem eiecit de scalido, et mulinum, et in Sancti Saturnini seneram» (RH VII, 298); y en doc. de 928 se dan a Sahagún «seneras constitutas per terminis propriis... apud Corabita, et alia in Massola... et alia serena [sic] juxta sancta Eugenia» (Vignau, Índice n.º 928). En docs. posteriores sale la forma sincopada senra; así ya en escritura de Valpuesta de 844 se menciona en unos límites «illa senra de Pobalias» (RH VII, 295), en otra de León de 908 se sitúa una propiedad «suber illa senrra domniga» (M. P., Oríg., 181), y en una de 933 en que se describen unos límites: «discurrit ad civitate Conimbrie et inde per senrra de Episcopo per medio valle...» (PMH, Dipl., n.º 39); esta forma sigue siendo frecuente en la documentación portuguesa, según puede verse por los cinco ejs. de esta época que cita Silveira (RL XXIV, 193) y los tres que agrega CortesƟo, y todavía corría en este país en el S. XIII (CortesƟo, Viterbo). En León todavía encontramos senrra en 1027, 1047 y 1096 (M. P., Oríg., 317), mientras que en Castilla, según corresponde a su fonética, pronto se altera en serna: así ya en docs. de 902 y 915 (M. P., l. c.), de 938 «sernas pernominatas: una serna que est sub kareira, etc.», Palencia, M. P., Oríg., 32), de 972 «illa serna de Scti. Petro... illa serna de Domina Osytia», Becerro de Cardeña, ed. Serrano, p. 3), de h. 1030 (M. P., Oríg., 39.8, 40.33, 36, 39, 40), de 1044 (M. P., D. L., 71.21), y me abstengo de proseguir porque su número es casi infinito en los docs. antiguos.

Es de notar que se trata de una voz sobre todo notarial y foral, que no es fácil encontrar en textos propiamente literarios (no encuentro ningún ej.) y que tampoco se recogió en la tradición lexicográfica (falta APal., Nebr., Oudin, Covarr., Aut., etc.), aunque hoy la registra la Acad. con la definición «porción de tierra de sembradura». Sabido es que abunda extraordinariamente en la toponimia, sobre todo la menor, pero también hay pueblos de este nombre en las prov. de Madrid y Guadalajara, así como en casi todas las de León y Castilla la Vieja; la forma antigua séna persiste como nombre de lugar en los valles leoneses de Babia y Laciana2, Sienra nombre de heredad en Astorga (A. Garrote), ast. occid. senra3, gall. senra (Vall., Sarm. CaG. 182r), y aun un ast. sénera ‘heredad’4. Serna y sus variantes locales son, pues, una palabra arcaica adherida al terruño, que en Castilla fué apelativo del lenguaje notarial en el período pre-literario y luego salió de la lengua viva, mientras que en tierras leonesas conservó alguna mayor vitalidad.

También siguió viviendo, aun en Castilla, durante casi toda la E. Media, en calidad de término del derecho feudal y consuetudinario, como nombre de una prestación de trabajo consistente en labrar una serna por cuenta del señor. El cambio de significado se hace más fácil de comprender si tenemos en cuenta la explicación de Berganza (Antigüedades de España I, 176): «las personas más poderosas poblaban algunos términos y dividían la heredad entre los colonos... reservando para sí una o más partes de lo más fructífero de la tierra: y porque los colonos tenían obligación de cultivarla y sembrarla hasta poner el fruto en poder del Señor, dieron a esta o a estas partes de tierra e nombre de serna, que quiere dezir tierra sembrada5; como después estas sernas y otras herencias se solían repartir entre muchos herederos, a cada una de las partes llamaban divisa, y diviseros a los que las avían heredado». Que serna se aplicó especialmente (y quizá, al principio, únicamente) a la heredad que se reservaba el Señor, lo prueban varias de las citas que he dado arriba (senrra domniga 908, senrra de Episcopo 933, serna de Domina Osytia 972 y quizá la de 864), y se pueden agregar otras: «Ecclesiae Ovetensi... dono... in Arbolies Ecclesias Sancti Martini, et Sancti Juliani et seneram quae dicitur Episcopalis» doc. de 857 (Muñoz Romero, p. 20), y en el de 933 citado por Viterbo se trata de una senra del Rey. Aun ocurre alguna vez que serna designa meramente heredad señorial, aunque haya dejado de cultivarse: así en la escritura de entrega al monasterio de Cardeña de un pueblo edificado en la Serna Real, y del Monasterio adyacente, el cual recibió, precisamente por ello, el nombre propio de Monasterio de Población: «nos Fernandus... damus... nostrum proprium Monasterium quod est situm in valle Covillas... cum terris, vineis et villa populata in propria serna... et monasterium Tamara... cum suis decaniis in serna populata» (Berganza II, 430, año 1053). Sin embargo el propio hecho de llamarla serna populata ya demuestra que esto era excepcional. También es verdad que más tarde la propia abundancia con que las sernas se citan en todos los docs. prueba que el vocablo también llegó a designar un campo cualquiera de tierra labrantía, no sólo el señorial, y es difícil afirmar cuál de las dos acs. fué primaria, pues si es concebible que se abusara del vocablo aplicándolo a cualquier heredad que se quería ponderar como fértil, también sería posible que la serna dómniga o del Señor recibiera por antonomasia un nombre que propiamente sólo valiese ‘tierra arable’, en atención precisamente a su fertilidad. Sea como quiera la ac. especial ‘tierra del Señor’ existió y fué frecuente, y gracias a la obligación que los vasallos tenían de cultivarla, el vocablo pasó luego a denominar la prestación o «corvée» de labrar por cuenta ajena una heredad.

Las pruebas de esta acepción abundan, y en el Becerro de las Behetrías (S. XIV) este sentido se encuentra a cada paso: «dan cada año al abbat... el que ha un par de bueyes, cada 15 días una serna, e el que los non tiene que le ayude con su cuerpo... dan a las dueñas cada mes una serna cada uno; al abbat de Sant Fagun en el año cinco sernas» (fº 55 de la ed.), «dan cada año los vassallos de los de Aza a su señor cada uno... dos mrs. por el Sant Johan et tres sernas; e los otros... dos mrs. por el Sant Johan e 12 sernas en el año» (fº53), y así passim en gran parte del libro. Pero no escasean las pruebas más antiguas: «ad illos pedones damus forum ut... non habeant super se nulla serna, neque nulla facendera, nisi uno die in barbechar, et alio in seminar, et alio in podar, et singulos carros de messe debere ad illam terram» fuero de Castrojeriz de 974 (Muñoz Romero, p. 38), «el fuero que nos avedes a faser... por Sant Juan ocho maravedís de yantar e quatro sernas cada año, una sserna a ssegar, e otra a trillar e otra a sembrar e otra a barbechar... E el día que fuéredes a la serna, que vos den almuerzo, pan e viño» fuero de Quintanilla de 1242 (ibid., p. 137n.), «que nos ffagan quatro ssernas por cada año: la una para segar e la otra para barvechar; et estas ssernas sobredichas an de facer con bues el que los oviere; e si non ovieren bues que las fagan con sus cuerpos» Carta de población de Villaturde a. 1278 (ibid. 168). Hinojosa, El Régimen Señorial y la Cuestión Agraria en Cat. dur. la E. M., 47, n. 1, toma asimismo sernas por «faenas agrícolas del colono o solariego en las tierras del señor», documentándolo en el fuero navarro de San Anacleto (1065) y en docs. aragoneses de los SS. XI y XII6. Por lo demás esta ac. es bien conocida y la han señalado repetidamente los editores de fueros y textos legales7.

Como conclusión de este estudio semántico y filológico, podemos afirmar que nuestro vocablo procede de una base *SԷNĔRA que hubo de designar una de tres cosas: ‘tierra labrantía en general’, ‘tierra señorial (y buena para el cultivo)’ o ‘prestación consistente en labrar’. En cuanto a la investigación etimológica, dejando aparte la mencionada e imposible propuesta de relacionar con el lat. SERERE, nadie ha escrito nada hasta ahora. Sin embargo, en cuanto a la forma arcaica senra, ya en 1921 Jud y Aebischer la pusieron en relación con el port. seara, leon. senara, y como es evidente que serna viene de senra y la idea de los investigadores suizos ha encontrado general aceptación, se impone estudiar ahora esta palabra del Occidente peninsular. Seara se emplea en Galicia con el sentido de «heredad con mies verde», «haza o porción de tierra labrantía» (Vall.) y en Portugal «terreno onde crescem cereais; terreno semeado; messe; campo cultivado; qualquer campo, coberto de vegetaçƟo», y es de notar que a diferencia del castellano el vocablo gallego-portugués sigue hasta hoy lleno de lozanía; Moraes pone como básico el sentido de «sementeira de pƟes em quanto está em pé no campo», pero Viterbo observa que en lo antiguo no sólo era «uma terra de pƟo ou de vinha», sino también «toda e qualquer propriedade, fazenda ou pertença de herdade» citando en apoyo un texto de 1285 en que se habla de unos molinos «duos molendinos qui sunt seara nostri Monasterii», es decir, la porción de la propiedad que el monasterio se reservó al repartir el resto de la heredad entre sus vasallos. Sin embargo, lo corriente, aquí como en España, es que desde antiguo designe una tierra cultivada: «as searas e as vinhas do Maestre aiam tal foro qual as searas e as vynhas vossas ouverem» en ley de h. 1220 (PMH, Leges I, 587); en textos más antiguos aparece la forma etimológica senara, así ya en 961 («vendimus senara nostra propria» PMH Dipl., 54), en 1136 (PMH Leges, 356, 357), en los Fueros de Trancoso del S. XII (ibid. 435) y en otros que cita CortesƟo. No fué ajeno el vocablo a España, aunque limitado a ciertas hablas leonesas: senára rima con cara en poesía de Fr. Diego de Valencia («tus senaras / cuestan caras / al coger de los agrazes» Canc. de Baena, n.º 510, v. 15, p. 540), senara se dice en San Martín de Trevejo hasta la actualidad (RL XXXI, 240) y aun en lugar tan al Este como Cespedosa de Tormes se anota senara en un sentido semejante al portugués moderno, a saber ‘cosecha’ (RFE XV, 261)8. La identidad semántica de senára con serna es completa, pues también se le pueden señalar al primero las demás acs. del segundo: Moraes nos informa de que fazer seara en lo antiguo (según prueban las Ordenaç?es Afonsinas del S. XV) valía «plantar em terra alheya, nƟo encabeçado nella, com bois alheyos», y seareiro «lavrador pobre que tem poucas e pequenas herdades», «o que lavra huma folha alheia por sua conta», con ejs. de las citadas Ordenaç?es y de otros forales y textos literarios; palabras ambas que en esta ac. se conservan hoy en el Alentejo (Gonç. Viana, Apost. II, 410); de ahí también el ast. senareros ‘mozos que van tras la yunta’ (R, con cita del Dicc. Geogr. de Vignau). De interés, así por su a como por el significado, es la forma de Cuéllar senarero «criado al que sus amos dan, además de su salario, una porción de tierra para que la labre por su cuenta» (BRAE XXXI, 509). Está claro que todo esto procede del antiguo significado ‘prestación de labranza para el Señor’, que hemos documentado para serna, significado que hubo de tener igualmente senara.

Es, pues, evidente que las dos palabras son en el fondo una sola, con una leve variante fonética o morfológica: la portuguesa supone *SENÁRA y para la castellana deberemos postular *SԷNĔRA, pues una A postónica en castellano se habría conservado sin sufrir síncopa. ¿De dónde procede el vocablo? Jud y Aebischer en el sabio estudio a que aludo arriba (ARom. V, 29-52), dedicado a la etimología céltica de las voces fr. dialectales somart y savart ‘barbecho’, ‘artiga’. reservaron un breve apéndice (p. 51) al origen de senara, sospechando con las debidas reservas que el vocablo significara asimismo ‘barbecho’ y procediera de un céltico *SENARA derivado de SĔNOS ‘viejo’ (irl. ant. sen, galés, córnico y bretón hen, galo Seno-gnatus y otros nombres propios), para lo cual lo comparaban con el boloñés bdost «maggese» VETUSTUS, friul. vieri íd. VETEREM, y el tipo VETERETUM representado ampliamente en la toponimia alpina e italiana9. En apoyo de lo cual podría mencionarse la sinonimia de siara y bȇdro (VETEREM) ‘terreno inculto cuya broza se cava y se quema para meterlo en cultivo’ que Dámaso Alonso indica en los Oscos (zona gallega de Asturias) (NRFH VI, 165-167); pero como él mismo señala, 165-9, es probable que se trate de una ac. secundaria: los paralelos allí citados muestran, en todo caso, que no puede utilizarse este significado en apoyo de la etimología de Jud y Aebischer.

A esta idea opuso M-Lübke (Das Katal., 117n.) la objeción de que un sufijo -ARA, con A larga (cantidad que al parecer debe suponerse para la forma portuguesa), no existe en céltico; a pesar de ello admite M-L. que un origen céltico es verosímil, y en el REW3 7815a (sin mencionar el cast. serna o senra) ha creado un artículo *SENRA «prerromano» repitiendo la objeción contra el céltico aunque limitándose a decir que si es céltico no se comprende su formación.

Un hispanista tan sabio como M. L. Wagner, en Biblos XXI (1945), 153-7, se adhirió, sin embargo, a la etimología de Jud, y agregó otro vocablo a esta familia, a saber el port. cieiro ‘grietas producidas por el frío en la epidermis’, admitiendo que su sentido primitivo sería el hoy regional «estado de desagregaçƟo do solo recentemente lavrado, em consequência do calor do sol», y el del gall. sieiro, ast. siero «tierra fría y escabrosa» (R). No creo que Wagner estuviera acertado al explicar estas palabras por un *SENARIU derivado de SENARA, al cual se oponen evidentes razones fonéticas y semánticas10. En cuanto a seara opina el erudito romanista, atendiendo a la objeción de M-L., que la acentuación SENÁRA en lugar de SÉNARA ha de ser debida a un cruce con SEMINATA ‘tierra sembrada’. Tampoco esto convence: la terminación de las dos palabras es demasiado diferente para que se produjera este influjo limitado al cambio de acentuación.

En realidad, sin embargo, la objeción fonética de M-L. y otras que podrían agregarse11 se pueden salvar de otras maneras, pero lo que me hace dudar de este *SENARAtierra vieja’ es el hecho de que ni serna ni seara han significado jamás ‘barbecho’ ni ‘tierra por roturar, artiga’. Y siendo esto así es preciso acudir a otra explicación.

¿Pensaremos en derivar de otro idioma que el céltico? Desde luego nada se encuentra en latín ni en germánico; aun si quisiéramos partir de las correspondencias de SENOS ‘viejo’ en estos idiomas (gót. sineigs, etc.) siempre chocaríamos con la imposibilidad de explicar las dos terminaciones -ERA y -ÁRA. El tratarse de una tierra señorial haría pensar en un préstamo del fr. arcaico senre, sendre ‘señor’ SENIOR (en los Juramentos de Estrasburgo sendra), pero además de que un término tan antiguo y tan vinculado al terruño difícilmente podría ser galicismo, siempre tendríamos que renunciar entonces a explicar seara de la misma forma: ahora bien, los dos vocablos son evidentemente inseparables. ¿Pensaremos en el ibero o en el vasco? Esta posibilidad sí que no puede rechazarse, aunque ha de quedar vaga, pues nada análogo parece encontrarse en este último idioma, pero en general el área geográfica de seara y serna es más favorable a un origen céltico que vasco o ibérico: recuérdese que el vocablo presenta más vitalidad en Portugal y Galicia que en León, y más en León que en Castilla, mientras no sólo es absolutamente desconocido en catalán, sino que ni siquiera parece haber echado raíces en tierras aragonesas12.

Es, pues, racional insistir en la búsqueda de un étimo celta. La dificultad señalada por M-L. es real: sin embargo, fuerza es confesar que si -RA no es sufijo céltico, tampoco lo es de otro idioma, por lo menos ninguno relacionado con la Península Ibérica. Por lo demás en iberorromance es terminación rara: además de palabras de origen arábigo (aquí descartado ya por la s- castellana, y no ç-), sólo se encuentra en algún raro nombre de lugar de etimología incierta (Jubara) y quizá también arábiga, y en tres palabras castellanas cuchara, niara y piara: en la primera se trata de un antiguo cuchar (COCHLEAR) cambiado tardíamente en cuchara, la segunda es derivado evidente de una voz latina, y la tercera es palabra de origen incierto, mas partiendo del caso de cuchara creo haber propuesto explicaciones razonables para niara y piara a base de suponer que proceden de unos femeninos más antiguos *niar y *piar. Así, pues, el caso de senara queda aislado, pues aquí no encontraríamos nada en latín a base de un sufijo -ARE, y siempre quedaría la dificultad de explicar al mismo tiempo la variante *SENĔRA, de donde serna.

Tratando de volver al céltico, y puesto que de un nombre de campo se trata, se me ocurre que -ARA puede ser radical y no sufijo, pensando en el irl. ant. ar ‘cultivo’, galés âr ‘prado’, que suponen RO-, irl. ant. airim ‘yo aro’, galés arddu ‘el que labra’, aradr ‘arado’, y especialmente el sustantivo célt. ant. *ARA ‘tierra labrantía’ (= letón ara íd.), supuesto por el compuesto galo ARAPENNIS, irl. ant. airchenn «semijugerum», ‘medida agraria’ (Stokes-Bezz.4, p. 17). ¿Por qué no habría de ser *SENARA un compuesto de este *ARA, de cuya existencia en el céltico de Iberia apenas cabe dudar? El primer elemento es más inseguro. ¿Se trataría de SENA RA ‘vieja tierra cultivable’? Contraída la expresión en boca de los iberos celtizados, que quizá no la entendieran del todo, la contracción *SENRA pudo conservar el acento en la A, o bien trasladarlo a la primera sílaba al latinizarse el país, conforme a las reglas de acentuación latina, y al mismo tiempo *SENRA se cambiaría en *SENĔRA también por influjo de la fonética latina, que no admitía AA breves en sílaba interna; que este género de cambios vocálicos afectó a los celtismos hispánicos nos consta por varios nombres de lugar: el celta ŬXMAla altísima’ hubo de convertirse en ŬXŬMA para poder llegar al cast. Osma, de otra manera no se habría perdido la A postónica; LETէSMA, otro superlativo céltico, documentado como antiguo nombre de Ledesma, hubo de pasar primero a *LETէSէMA o *LETէSŬMA para dar aquel resultado en castellano. Luego esta etimología es posible, pero quizá se explique mejor el traslado de acento y el significado romance por otro camino.

Existe en céltico una raíz SEN- o SNª- que indica diferencia, separación (pariente del alem. sonder, lat. sine, gr. ıνευ): todos los lingüistas están conformes en deducir de ahí el irl. ant. sain ‘diferente’, ‘especial’, ‘muy bueno’, el galés ant. han ‘otro’, galés gwa-han ‘separado, diferente’, han-red ‘separación’13; varios y autorizados celtistas creen que a la misma raíz pertenece la preposición y preverbio británico hen o han (alguna vez hon) que indica la misma idea y otras veces expresa meras relaciones aspectuales o gramaticales: a-han-, o-hon- ‘de’, ‘desde’ (o-han-afi, o-hon-afi = lat. a me), córn. med. hem-bronk = lat. de-ducet (comp. germ. bringan ‘traer’), galés ant. hen-bid «residit», hen-wyf «sum», han-vot ‘salir afuera’, etc. Es elemento bastante productivo14. Si un prefijo semejante SEN- existió en el céltico continental, y no me parece que dificultades graves se opongan a ello15, parece lícito suponer un derivado SEN-RA ‘campo labrado aparte’, que cuadraría admirablemente al sentido de seara y serna ‘campo señorial labrado por los vasallos’, ‘parcela de tierra separada de las demás’16. Que un compuesto así se acentuara originalmente en la A no es difícil de concebir, no sólo por ser compuesto, sino porque dentro de lo poco que sabemos de la acentuación gálica, hay casos indudables de paroxítonos con sílaba penúltima breve17; pero también es natural que esta acentuación no se conservase en todas partes al latinizar el vocablo. Queda la cuestión de la e tónica castellana que postula una Է cerrada originaria18, mientras que sería más fácil admitir una Ĕ, lo cual, por lo demás, ocurre con cualquier etimología céltica (puesto que el indoeur. > célt. զ). Dejando aparte la posibilidad muy hipotética de que SNA diera SէN en el celta de España, siempre queda el recurso de admitir que la Ĕ hispano-céltica tuviera un timbre más cerrado que la EV latina o ibérica, y así en efecto parecen demostrarlo mis observaciones referentes a LÉGAMO, SEL y AMELGA.

En una palabra, aunque este difícil problema etimológico sigue y seguirá oscuro en alguno de sus pormenores, desde luego es verosímil que estemos ante una reliquia céltica, y es probable que se deba partir de un compuesto de RA ‘tierra labrada’ y que se trate de *SENRA ‘campo labrado aparte’19.

DERIV.

Probablemente lo es el gall. «ceareira mujer que de continuo trae alimentos a casa, como huevos, verdura, pescado, etc., v. g. fulana es mi ceareira de pan o de verdura; otros entienden por ceareiros, -ras, a los que en Castilla llaman parroquianos, v. g. este tendero (barbero, molinero, sastre) tiene muchos parroquianos o ceareiros que le van a su tienda», Sarm. CaG. 13v. La grafía con c- puede ser debida únicamente al seseo, que hoy predomina tanto en la zona pontevedresa de Sarm. y que ya en 1745 estaba allí muy propagado, según muestran muchos casos en su obra; cuya ultracorrección les venía aquí sugerida por su etimología CELLARIUM, -ARIA, fonéticamente imposible; aunque pudo ayudar la idea de obligación feudal de servir ce(n)as al Señor, pero la realidad lingüística fundamental en Galicia estará en la del campesino que trabaja para su amo (o patrón); seareiro ‘parroquiano de un molinero’ y también ‘parroquiano en general: carnicero, etc.’ (Vall.) y variante siereiro (Vall. Supl.; Castelao llama así a los de una pulpería, 238.5) V. arriba el significado de los ejs. de senarero en ast. y cast.

Sospechamos que deriva del gall. senra por serna (supra) el gall. senreira «odio, rencor, desprecio» (Pedro me tiene senreira ‘inquina’ Sarm. CaG. 123r) «ojeriza oculta e inveterada contra alguien» (Vall.; Castelao 27.28), junto al cual está también muy extendido, y sin diferencia en el significado xenreira: Castelao emplea más esta variante (46.42, 182), que Crespo, s. v. antipatía recogió en el SO. (Salués, Salmieira) y que se explica por influjo de los sentimientos que suelen tenerse yernos (gall. xenros) y suegras: «a sogra comía-lle os ollos, chea de xenreiras» (Castelao 233.6). Pero se partirá de la idea de senra ‘heredad, tierra heredada’ en el sentido de ‘odio hereditario’.

1 Escrito senera todas las veces salvo esta primera, en que se ha impreso seneira, supongo por errata (¿o ultracorrección arcaizante?).―

2 Senra Mala explanada de tierras La Senrietsa (< -iella) campos en un llano, Las Senras tierras llanas junto al pueblo de Cabrillanes: Guzmán Álvarez, El Habla de B. y L., p. 191.―

3 «Extensión grande de terreno llano, sin paredes, pero perteneciente a varios cultivadores, que separan sus propiedades (todas con igual fruto) por mojones o simplemente por suqueiros... como aquí no hay barbechos, un año están de trigo y otro de maíz, con intermedio de nabos» Acevedo-F.―

4 Atribuído por Acevedo a Vigón (Colunga), aunque creo no está en el Vocab. Dialectológico de este autor.―

5 Aquí piensa Berganza en la supuesta etimología lat. SĔRĔRE ‘sembrar’, todavía repetida hoy por la Acad., aunque evidentemente imposible por razones fonéticas, y más teniendo en cuenta la forma antigua sénera. Por lo demás son dignos de crédito los informes semánticos de un hombre como Berganza tan erudito y empapado de la viejísima documentación del monasterio de Cardeña.―

6 Especialmente instructivo para las condiciones de esta prestación cuando se trataba del rey, es el pasaje que Cej. (Voc.) atribuye al Becerro de Cardeña en los Fueros de Fernando el Magno, de 1045, aunque por el lenguaje ha de ser muy posterior, quizá más bien del Becerro de las Behetrías, pues nada de esto he sabido encontrar en el de Cardeña.―

7 Desde el glos. de Berganza: «serna: heredad que se siembra y el tributo de acudir a labrarla» (comp. Berganza II, 421, a. 1045); glos. de Calleja al fuero de Sepúlveda: «las heredades que se sembraban, o sea la heredad de dos yugadas por año vez, según se hablaba; siembra que se hacía para el señor del lugar». Análogamente en Vall. y en el glos. del Becerro de las Behetrías.―

8 Oudin ya recoge un senara «chose pour semer».―

9 J. Loth en el artículo que confirmó la brillante etimología de somart desde el punto de vista celtístico, apenas habla de senara, pero agrega el paralelo bretón kozen ‘artiga’ singulativo de koz ‘viejo’ (Rev. Celtique XL, 386).―

10 Por ninguna parte sale la idea de ‘tierra sembrada’, ni siquiera la de ‘artiga’, y el ast. siero prueba que la consonante caída entre i y e no pudo ser una -N-; sí pudo en cambio, ser una -D-, y como la idea común a la voz portuguesa y la gallego-asturiana es evidentemente la de frío, habrá que relacionar con el gall. siria ‘entumecimiento de los dedos causado por el frío’ que ya C. Michaëlis y M-L. (REW 7902) derivaron de SIDUS, SIDĔRA, ‘influjo de las estrellas’, ‘frío’. Sieiro es evidentemente SIDEREUM (la ac. dialectal port. ‘desintegración causada por el calor’ puede explicarse a base de la idea ‘influjo de los astros’). En cuanto al arag. cenero «terreno no pacido» ha de ser otra cosa, si es que tal palabra existe, que es harto problemático: Borao indica que la saca de Peralta, cuyo folleto contiene bastantes erratas; Coll y A. observa que en la Litera dicen cencero y no cenero (de SINCERUS, V. aquí SENCIDO), y aquélla debe de ser la única forma real.―

11 SENOS tenía desde luego E breve, lo cual sería un tropiezo para explicar el cast. serna. V., sin embargo, más abajo.―

12 No parece existir allí en la toponimia. Frente a los millares de ejs. documentales castellanos sólo conozco uno en Aragón (cita de Oelschl.), que bien puede ser debido a un notario castellano. Figura en el glos. del Fuero de Navarra, pero aquí estamos ya más cerca de Castilla, y de las tierras celtibéricas.―

13 Pedersen, Vgl. Gramm. d. kelt. Spr. I, 138; Walde-Pokorny II, 495; Stokes-Bezz. 289-90.―

14 Sustentan esta opinión H. Zimmer, Zeitschr. f. Celtische Philol. II, 109-110, y Stokes-Bezz., l. c.; Pedersen (Vgl. Gramm. II, 301n.3, 444, comp. 158, 337), seguido por Walde-P., prefiere separar todo esto del irl. sain, lat. sine, etc., y relacionarlo con el prefijo scr. sam- que además de reunión puede también expresar separación: esto se relaciona con el controvertido origen del gr. συν- (ξυν-), cuyo antecesor, al parecer, en opinión de Pedersen, habría contribuído a la formación de dicho prefijo sánscrito y del balto-eslavo sŭ- (s-), cuestión embrollada en la cual no se han puesto de acuerdo los indoeuropeistas (vid. Boisacq, s. v. ξυν-). Sea de ello lo que se quiera hubo un preverbio céltico SEN- (y SAN-) que indicaba separación y que bien pudo existir ya en el celta continental, puesto que se encuentra desde la fase más antigua en todas las lenguas de la rama britónica.―

15 El irl. sain supone más bien un vocalismo SANI- (explicable por SeNI-), y también el britónico han- parece corresponder a SAN-, quizá procedente de Sև-. Pero luego hay las formas en hen-; Pedersen a este propósito habla de metafonía, mas por otra parte Stokes supone una base SEN-. En total la cuestión es harto oscura, y hará falta que los especialistas nos ilustren. En espera de su veredicto, observaré que siempre quedarían posibilidades de explicar la e por la apofonía indoeuropea, sea por un grado E, propio del galo o celtibérico, sea por Sև, ya que la N vocal da an en unos idiomas celtas, pero en en otros, y si an se encuentra en nombres propios galos, siempre queda que de los dialectos celtas de Iberia sabemos muy poco. Finalmente todavía podría pensarse en influjo de SEMINATA.―

16 Pokorny (VRom. X, 261) parece haber hallado la misma etimología, pues descompone SEN-ARA relacionándolo asimismo con el irl. med. ar. Pokorny y yo llegamos independientemente a la misma conclusión, pues su nota brevísima, en el tomo de 1950, no llega a mis manos hasta febrero de 1953, ya en prensa mi libro, y este artículo se escribió en marzo de 1951.―

17 DIVONA, con O breve asegurada por la métrica de Ausonio y la grafía de Tolomeo, ha dado el nombre de lugar Divonne frecuente en Francia; αρέπο, palabra gala, consta con esta grafía en una inscripción. Además hay otros nombres en -֊NA acentuados en la O, supuestos por varias etimologías de Hubschmied, algunas muy verosímiles, y aun M-L. admite esta posibilidad en otros casos (vid. M-L., Die Betonung im Gallischen, en Wiener Sitzungsber. CXLIII, ii, 58, 61).―

18 Ya he citado el sienrra de Astorga, y hay también algún caso de sierna en docs. antiguos (uno de 1282 en Staaff, 65.23, 65.24), pero hay que advertir que esto es raro.―

19 Como alternativas quedarían: 1.º un *SĔNRA derivado de SENOS ‘viejo’ en el sentido de ‘campo perteneciente al jefe’, pero llamar al jefe simplemente ‘viejo’ (y no con un comparativo como el lat. senior, o un superlativo como el córn. ant. hínhám «patricius» < *SENէSMOS), aunque sea paralelo al ár. šaȳȟ, dudo que corresponda a la mentalidad europea; 2.º un *SI-N-RA, derivado del indoeur. SI- ‘sembrar’ (también céltico), de donde *SNRA según la fonética céltica; pero entonces aumentaría la dificultad en explicar la acentuación luso-leonesa senára. A esto último se inclina J. Hubschmid en el excelente trabajo que dedica a serna, Boletim de Filologia, XII, 1951, pp. 117-156, y que llega a mis manos después de escrito este artículo. Reconoce Hubschmid que esta etimología es muy dudosa, y cree que sería un vocablo ilírico que pasaría al celta y de ahí al romance. Además de esta dificultad, un étimo así, donde casi todo es sufijo y muy poco es radical, resulta poco convincente. Por lo demás es notable la coincidencia de Hubschmid con la mayor parte de mis conclusiones.