BERRO, del céltico BԷRŬRO- íd.

1.ª doc.: h. 1340, Montería de Alfonso X, ed. Bibl. Ven. I, 169; Nebr.

Hoy se conserva esta palabra en todos los dialectos célticos: irl. med. biror (mod. biolar), gaél. biolair, córn. y bret. beler, galés berwr (Thurneysen, Keltorom., 85; Stern, KJRPh. IV, 56). El bordelés Marcelo Empírico (S. IV d. C.) nos atestigua la forma gala berula, que también figura en glosas latinas (berola, CGL III, 632.58; 595.47; 629.46). La variante BERULA dió el rioj. belro (Merino, Vocab. de Ojacastro), y aunque no consta la existencia de tal forma en Navarra y sí de berra ‘especie de berro venenoso’ (Pamplona y Montaña), es posible que haya existido allí, puesto que hay berluna junto a berruna «manchas verdes vegetales en las aguas; légamo verde» (ambas en sendos pueblos al Sur del Ebro y aquélla al Oeste de ésta: Iribarren); en cuanto al and. fiera «berro comestible de hoja más pequeña» (AV), acaso resulte de unas *bieras > fieras, aunque es dudoso por la -r- sencilla. El español ha conservado una forma más primitiva, sin el cambio de la segunda -R- en -L- por disimilación, que se produjo en Francia; la forma española atestigua además que la E tónica debió ser cerrada, detalle de gran interés, pues las formas neocélticas suponen una E breve1, y así este caso como otros semejantes (LÉGAMO, SERNA, TERCO, SEL, AMELGA, y V. s. v. MELENA), parece probar que la E breve celtibérica era cerrada. En Francia, la penetración posterior de la palabra de origen germánico cresson relegó el fr. berle, oc. berla, a designar una planta semejante al berro que se hace también en lugares húmedos (Jud, ASNSL CXXVI, 141; FEW I, 338); para representantes toponímicos en Francia, C. Brünel, Bibl. de l’École des Chartes CVII (1947-8), 193-204, y en Cataluña la misma palabra invasora (créixens) eliminó del todo el celtismo. Portugal se mantuvo fiel a los nombres latinos mastruço y agriões, que también existieron en España (MASTUERZO; mozár. acriónex: Simonet). Sarm. recoge un gall. brizos, hierba comestible, hojas semejantes a la de la fresa, dos a dos en cruce, y cree son los apios acuáticos de Vigier, fr. berle2: quizá serían, pues, BERUR-ICIOS, a no ser que se trate de un cruce de berros con el nombre cat.-oc. créixens, greixes, alem. Kresse, etc. (seguramente prerromano y no germánico como se suele decir).

1 La E larga céltica (indoeur. EI) da ia en irlandés, uy y diptongos análogos en las lenguas britónicas. Las etimologías que sugieren Pedersen (Vgl. Kelt. Gramm. I, 491, 365) y V. Henry (s. v. beler) suponen también E breve. No sé si está bien comprobada la ȇ del oc. bȇrla (Levy pequeño).―

2 CaG. A154r. Pero en 92r lo pone entre el tártago y los moruxes y separándolo más de los agrons o berros.