TERCO, ‘duro, fuerte’, ‘obstinado’, voz hermana del cat. enterc ‘yerto, rígido’, bearn. terc ‘cruel’, ‘porfiado’, it. tirchio, terchio, ‘avaro’, ‘grosero’, y quizá relacionada con el genov. ant. terca ‘margen seco de la acequia’: el origen de este grupo de voces romances es incierto, quizá del célt. *TERCOS (irl. med. terc ‘raro, escaso’, gaél. tearc íd., y comp. el lat. arcaico tescum ‘lugar agreste y desierto’).

1.ª doc.: 1438, Corbacho; 1596, Juan de Torres; terquería está ya en Malón de Chaide (1588).

El sentido más antiguo, aun en castellano, debió de ser ‘duro, fuerte’ (o ‘rudo’ o ‘cruel’): así en el Mq. de Santillana: «E sea la tu respuesta / muy graciosa, / non terca ni soberviosa / mas onesta; / o fijo quand poco cuesta / bien fablar, / e sobrado amenazar / poco presta», Proverbios (en el Canc. Baena fº 195 ); Percivale (1591) define «a sower [‘rudo, áspero’] fellow, a boysterous [‘grosero’, ‘violento’] person»1, y Oudin reconoce que según algunos vale «lourdaut, grossier, rustique», si bien pone ya en primer lugar la ac. «obstiné, opiniastre». Sea como quiera, en el ej. más antiguo significa ‘fuerte’: «¿viste jamás onbre enamorado que non fuesse elato, sobervio e argulloso...? Non entyende que Ércoles el fuerte, nin Golias el gigante, nin Sansón, nin Alixandre, nin Nenbrod el terco grande fuesen para le fazer de más» (o sea ‘domeñarle, vencerle’), Corbacho ed. Simpson, p. 92 (la ed. Pz. Pastor, p. 85, sólo trae Nembrod el grande); alude a la Biblia, donde se califica a Nemrod de «cazador poderoso ante Jehová» (Gén. 10.9, traducido en el ms. I-j-3 por «Ninbrot, barragán en caça ante Dios»). ‘Duro’, ‘cruel’, es lo que significa en el Quijote: «de esse Sancho tu escudero / las entrañas sean tan tercas / y tan duras que no salga / de su encanto Dulcinea», «cuesco de dátil, más terco y duro que villano rogado quando tiene la suya sobre el hito» (II, lvii, 217; lxx, 267), y todavía reconoce esta ac. Aut. al advertir que también vale «persistente, duro y fuerte como el mármol, y otras piedras, para labrarse». Algo análogo significará en el ej. de Sebastián de Horozco (med. S. XVI) que he citado s. v. huerco. Hoy en el Ecuador es ‘despegado, desamorado, desabrido’.

De todos modos en los más de los ejs. clásicos, o bien ha llegado ya al significado moderno, o está en una fase intermedia: «Quánto enojo siente la Divina Magestad con los hijos tercos y rebeldes» Juan de Torres (Aut.), «en sangre trocó el agua del Santo / el cruel griego porfiado y terco» C. de Virués (cuyo Monserrate es de 1588, pero refundido en 1602), «Oh, ¡cómo se quexa Dios de la dureza y terquería de los mortales!» Malón de Chaide (citas de Pagés). V. otras más modernas en el trabajo de Malkiel. No deja de ser notable la fecha tardía del vocablo (que falta en A.Pal., Nebr. y en muchas fuentes medievales y del S. XVI, investigadas con este objeto), aunque puede explicarse por su carácter afectivo y popular, que induce a Pedro Espinosa (1625) a clasificarlo entre las «voces vulgares y malsonantes» (Obras, 196.13). En portugués no parece haberse empleado realmente, aunque figura en algún diccionario2; sí se registra un gall. tèrque «terco, pertinaz, obstinado» (sólo en el supl. de Vall.), pero es dudoso que sea antiguo en este lenguaje3. El arag. tierco conserva en Zaragoza la ac. antigua «tieso, áspero, endurecido» (Puyoles-Valenzuela), en Magallón «áspero y rígido» (F. Lázaro, El Habla de M., p. 23): la ie quizá se explique por influjo de tieso.

De aquí el vasco vizcaíno dekor ‘testarudo, terco’ (Azkue, Morf. 151.9), que existe también en vizc., pero ahí con el sentido de ‘firme’ (con el verbo derivado vizc. tenkortu ‘echar raíces, hacer alto por largo tiempo’) Dicc. Azkue. Que una y otra son palabras de abolengo no muy hondo en vasco lo prueba ya la inicial, pues los vocablos en d- en vasco son sólo onomatopeyas y formas verbales, con mayor proporción de extranjerismos, y está probado que todas las voces en t- son adventicias en vasco. El celtismo terko, por lo tanto, se cambia en vasco en *derkor o *terkor por influjo del frecuentísimo sufijo -kor propio de los adjetivos vascos, y de ahí pasó por disimilación, sea a dekor sea a tenkor.

Más antiguamente que en castellano aparece el vocablo en catalán, donde se ha dicho terc4, pero la forma más castiza, al menos modernamente, parece ser enterc, que por lo general significa ‘rígido, tieso’ (Fabra, Ag.), en Valencia «cosa dura, de cuero, piel, etc.» (S. XVIII, Sanelo), «ert, rígid» (G. Girona): los ejs. de Jaume Roig (1460), donde el vocablo rima en e cerrada, presentan un sentido de vituperio moral, como ‘duro’ o ‘perverso’: «has vist d’estranyes / mullers mal manses, / e no te·n canses / ni·t descontentes? / mullers parentes / encara cerques? / de menys enterques / fas inventari; / molt voluntari / véns a llurs bregues: / no par conegues la lur ferea / ni ta fluxea», «la muller vella / lo marit jove / que bé la sove / fa lo que deu / ... / la vella enterca, / puys que mals cerca / ... / irela Déus», «son figurats / l’enterch ebraych, / lo gentil laych, / pobles abdós, / pels servidós / dos jovencells» (vv. 6700, 1201, 14529). Pero era más antiguo todavía, pues ya Eiximenis, a fines del S. XIV, emplea enterquesa ‘dureza, rudeza’ («e diu aquí matex la istòria que enterquesa e turquesa de home proceheix de gran pagesia e dolentia, car tot hom polític e noble e civil es amorós e agradós» Dicc. Balari) y la forma entercament ‘empedernimiento’ («e aquestes persones diu que, pus que rahó han, no són sensades denant Déu de lur entercament oposar», Ag.). Uno de los ejs. más antiguos es el de la trad. de Dante por Andreu Febrer (1428) «gitats del cel, gent despitosa, enterca», que no significa ‘terca’ como cree Ag., puesto que traduce el pasaje del Inferno donde el ángel mensajero ahuyenta a las Furias y condenados que se oponen a la entrada de los poetas en la Ciudad de Dite («O cacciati del ciel, gente dispetta / ... / ond’esta oltracotanza in voi s’alletta?» IX, 91), y como dispetta es ‘despreciable’, enterca ha de ser ‘dura’ o ‘perversa’ para adaptarse al sentido del conjunto. El sustantivo entercament de Eiximenis prueba que ya en el S. XIV existía el verbo entercar-se ‘atiesarse, ponerse rígido’, que es usual en la actualidad en los mismos lugares donde se dice enterc5; claro está que el prefijo en- de enterc se debe al influjo de este verbo6. Sin embargo todo indica que aun en catalán debemos partir del adjetivo terc y no del verbo entercar, que derivará de terc. Éste lo he oído en Tarragona aplicado a un tejido tieso y rígido («la llana és flonja pero la pana és terca»), lo cual se da la mano con el uso aragonés de tierco, y hay buena base para fechar terc en el S. XIV, pues, como observa Malkiel, las formas turc y turquesa empleadas entonces por Eiximenis han de ser alteraciones de terc y terquesa por etimología popular.

Allende los Pirineos terc es vocablo peculiar al Bearne, donde ya lo emplea en el S. XVI Arnaud de Salettes, con el sentido de ‘cruel’, en los versos citados por Lespy y Mistral: «desliura’m de la violensa / de la gent terca qui m’ofensa»; hoy térc, térque, con e cerrada, sigue empleándose en el valle fronterizo de Aspa y en los Altos Pirineos en el sentido español de «tenace, opiniâtre, têtu», pero también se conserva el derivado tercous «colère, furieux» en la Lomagne (extremo NE. del territorio gascón), y Pei de Garròs, poeta del Gers en el S. XVI, empleó con el mismo sentido la variante dercous (Palay, II, 572, 656).

Reaparece en Italia en la forma tìrchio, propia especialmente de Toscana, con el sentido de «avaro, spilorcio», empleado por el Lasca (med. S. XVI) y otros autores florentinos; hay variante térchio, empleada por el florentino Sacchetti en la 2.ª mitad del S. XIV, con el sentido de «zotico, salvatico, rozzo», y es de notar que así Sacchetti como el Lasca lo aplican a campesinos y palurdos; faltan estudios etimológicos sobre el vocablo, y Migliorini se limita a sugerir que venga de pìrchio, anticuado con el mismo significado: lo empleó el también florentino Baldovini (S. XVII) y hoy se dice así en Pistoia según Petrocchi; pero me parece claro por el contrario que es el más tardío y local, y menos conocido, pìrchio, el que ha de ser alteración de tìrchio, sin duda por cruce con el sinónimo pilòrcio (spilòrcio). Hay huellas de la palabra en otras partes de Italia: ya Rohlfs señaló (ASNSL CLXIV, 158; BhZRPh. LXXXV, § 225) el corso tercanu «il più bravo», donde bravo deberá entenderse más bien en el sentido de ‘valiente’ (< ‘duro, curtido’) que en el de ‘bueno’.

Por otra parte, en docs. medievales de Liguria encontramos la misma raíz, con un interesante y arcaico significado topográfico: en un doc. de división de términos terca significa «ciglione», o sea ‘borde alto de una acequia’7 (Rossi, Misc. di Storia It. XXXV, 135, 36).

Que esto se enlaza sin dificultad con un adjetivo que significa ‘duro’, ‘rígido’, ‘cruel’, ‘avaro’, no es difícil de admitir tratándose de las márgenes secas y estériles de una acequia, y por otra parte esto nos recuerda el lat. arcaico tescum que Cicerón definió «loca aspera et difficilia», Varrón «loca quaedam agrestia, quod alicuius dei sunt», el escoliasta de Horacio «loca deserta et difficilia, lingua Sabinorum», y lo empleó el arcaico Accio en el pasaje «quis tu es mortalis, qui in deserta et tesca te apportes loca». Ahora bien, los especialistas más autorizados8 han coincidido en ver ahí un testimonio de la antigua comunidad lingüística ítalo-céltica, pues el vocablo latino coincide con el irl. med. terc ‘raro, escaso’ («spärlich, knapp», Windisch), irl. mod. tearc «few, rare, scarce» (O’Reilly), gaél. escocés tearc «scarce, rare», irl. med. te(i)rce ‘escasez, rareza, carencia’, que lo mismo que el lat. tescum supone un anterior *TERSCOSseco, estéril’9, derivado de la conocida raíz indoeuropea TERS- ‘estar seco’ (irl. tir ‘seco’, ‘tierra’, lat. terra, irl. tart ‘sed’, a. alem. ant. durst íd., etc.). El grupo -RSK- se redujo sistemáticamente a -rk- en irlandés y sin duda en todas las lenguas célticas10, la e irlandesa puede corresponder lo mismo a է antigua que a Ĕ, y siendo así que el vocablo ha de remontarse hasta el período común ítalo-céltico, no hay inconveniente en postular la existencia de *TERCOSseco, estéril’ en el celta continental11.

Desde luego nada más fácil desde esta base semántica que llegar a ‘avaro’ y por otra parte a ‘duro’, ‘grosero’, ‘cruel’ y aun ‘porfiado’: recuérdese el caso de arisco que también se aplicó primero a la tierra arenisca y luego a una cualidad humana harto semejante a la terquedad; el it. croio, oc. croi ‘cruel’, ‘avaro’, viene análogamente del galo *CRODIOS ‘duro’, fundado en el irl. cruai12. Me adelanto a conceder que deben subsistir dudas acerca de esta etimología, a pesar de la impresionante semejanza del irl. terc con el cast. terco, y del lat. tesca con el genov. ant. terca, pues siempre queda la posibilidad de una homonimia engañosa; la combinación terc-, sin embargo, es ya muy singular.

Que un adjetivo sea de origen céltico no debe extrañar cuando hay bastantes conocidos con este origen (oc. croi, fr. creux, fr. ant. bloi, etc.): hoy tiene sentido moral, pero es probable que en el origen se aplicara a un terreno duro y estéril, como el genov. terca, pues Aut. lo aplica todavía a las piedras duras como el mármol, orden de ideas elemental en el cual no sorprende encontrar reliquias prerromanas. Que el área actual de terco y sus congéneres no es la más típica de los celtismos, es verdad, pero no se olvide que tierras como los Pirineos, Córcega y la Península Ibérica son el lugar por excelencia a propósito para la supervivencia de vocablos envejecidos en otras partes.

Sobre todo estamos ante una vieja palabra de área geográfica muy vasta, que de una manera u otra debemos explicar, y las etimologías propuestas hasta ahora apenas pueden tomarse en serio. Diez, después de sugerir como étimo TETRէCUS (con razón calificado de imposible fonéticamente por M-L.), declaró prudentemente su ignorancia ante el vocablo. La única sugestión cuya imposibilidad no salta a la vista es la de Spitzer (RFE X, 71-72), que pasó al REW (4481a) con un gran interrogante: entercar-se vendría de un *INTEGRICARE, derivado de INTEGRUS ‘entero’, y de entercar (que en castellano sólo se ha señalado como reciente dialectalismo salmantino) se habría sacado el adjetivo terco; pero hay que proclamar que esta etimología, inaplicable según reconoce Spitzer al it. tirchio, es imposible fonéticamente por lo que hace a todas las formas romances: una síncopa tan temprana como para impedir la sonorización apenas sería concebible, tras el grupo GR, en un idioma como el francés, desde luego no en los romances del mediodía13. Esta etimología, como la siguiente, parece inspirarse en la ocurrencia de Covarr. de derivar terco del verbo culto altercar; pero adviértase que el carácter postverbal de un adjetivo como terco es inverosímil en grado sumo, puesto que el verbo sólo existe en catalán, y es ajeno al occitano, al italiano y prácticamente al castellano: es, pues, una creación local, que no puede tomarse como base de toda la familia. En cuanto al cat. entercar, V. lo que digo al final del párrafo dedicado a esta lengua.

En cuanto al trabajo de Malkiel (PMLA LXIV, 570-84), su documentación es, como siempre, muy útil, pero la etimología que ahí propone es singularmente infortunada: ¿quién creerá que terco pueda derivar del verbo lat. INTERNECAREdestruir’, ‘matarse recíprocamente’, que está a cien leguas de terco por el sentido y por la forma? Dejemos a un lado el hecho de que este verbo latino es bastante raro, y parece una creación más o menos ocasional de Plauto y de algún autor de baja época; pero ya es más grave el que esta base latina no haya dejado descendencia fidedigna en otros romances14, y desde luego no se ha conservado en español: ¿quién no ve que el hápax enternegado en H. A. de Herrera (1517) ‘ofuscado, obcecado’ (los mismos moros enternegados en su secta) es INTENEBRICATUS (> entenergado, comp. oc. ant. entenerc ‘oscuro’)?15. Aun admitiendo que INTERNECATUS hubiese existido en romance, y aun si nos decidiéramos a seguir a Malkiel en el salto mortal que no vacila en dar desde ‘destruido’ hasta ‘terco’, está claro que la síncopa INTERNECATUS > *entercado es poco menos que inconcebible en el aspecto fonético: V. las razones que he dado a propósito de la idea de Spitzer, y aquí nótese además que subsistiendo NECARE en romance, con vida bien lozana, de ninguna manera podía producirse una síncopa, cuanto menos una síncopa anterior a la Edad Media como debiera serlo para anticiparse a la sonorización de la -c-.

En una palabra, hay que abandonar el prejuicio, procedente de Covarr., de que terco derive de un verbo, y volver a la explicación natural de este adjetivo por una base adjetiva.

DERIV.

Terquear [Oudin]. Terquedad [1596, J. de Torres]. Terquería [1588, Malón de Chaide]. Terqueza antic. [1596, J. de Torres]. Entercar salm.

1 En la parte inglesa-castellana traduce stubborne sólo por «pertinaz, contumaz».―

2 Aparece primeramente en Bluteau, quien se limita a reproducir la etimología de Covarrubias; ahora bien, Bluteau hace esto a veces con palabras que nunca han existido en portugués. De Bluteau lo reproduce Moraes, pero D. Vieira ya dice que es palabra desusada y prueba no conocerla personalmente al escribir la forma falsa terço (igual H. Michaëlis). Fig. dice que es desusado.―

3 Nótese la è abierta y la -e final anómalas, que podrían indicar un préstamo castellano. De todos modos, es digno de notar el hecho de que Rosalía de Castro emplee terco en el sentido de ‘duro’.―

4 Como ‘obstinado’ en el dicc. valenciano de Escrig, y así lo he oído también a una mujer de Gerona, pero en estos casos hay que sospechar castellanismo, y lo mismo indica la forma mallorquina terco, registrada por Amengual. Lo genuino en este sentido es tossut o porfidiós.―

5 Ni éste ni el verbo son vivos en el uso familiar barcelonés, pero sí en la lengua literaria y son populares en muchas partes del Principado y del resto del territorio lingüístico. En algún punto, más vivo que el adjetivo es el verbo; recuerdo que mi padre emplea entercat varias veces en sus obras, pero no recuerdo que emplee enterc. Copio de una papeleta suya de 1898, oída en el alto Ampurdán: «entercar-se: quedar-se parat sense poder-se moure; ex. quan va passar la bruixa, va quedar-se entercada davant de l’aigua beneita tirada al carrer». En este punto como en tantos es ampurdanés el léxico literario de mi padre.―

6 Uno de los malos usos de que se libraron los payeses catalanes de remença en el S. XV se llamaba la enterca; así lo denomina la sentencia de Guadalupe de 1486 (Constitucions de Cat., ed. 1704, II, libro 4, tít. 13, const. 2, § 10), mientras que el proyecto de concordia de 1462 lo llama enterquia (Hinojosa, El Régimen Señorial y la Cuestión Agraria, 368, 314). Se cita junto con la cussura, alberga, menjar de balles, pernas de carnsalada, etc., pero no sabemos en qué consistía e Hinojosa (p. 184) dice que no lo ha hallado en los documentos, ¿Sería derecho cobrado por esterilidad, como la eixorquia? ¿Por crueldad o maldad del payés? ¿Por su ausencia contumaz o rebeldía?―

7 Tercerium «che sovente s’incontra in carte che trattano di pascoli, indicava un tratto di territorio, sul quale, durante l’inverno, i pastori potevano percorrere coi loro greggi, in mancanza di strade» (Rossi, p. 98), bien podría ser otro derivado del mismo vocablo, cuyo sentido primitivo sería ‘lugar seco, estéril’, como han de serlo los bordes de acequia, los límites de términos y los lugares incultos por donde pueden transitar los rebaños. Sin embargo, es verdad que podría tratarse del tercerium o tertiarium que registra Du C. en el sentido «modus agri»; por otra parte cabe replicar que Du C. también trae tercolium «modus agri», que parece coincidir con la variante tergorium que Rossi da a continuación, de suerte que bien podría haber ahí derivados de *TERCOS, tanto más cuanto que en Du C. encontramos también tercus, terculum y tercula aplicados todos a nociones topográficas. Con todo prefiero no apoyarme en este conjunto de vocablos de sentido más o menos oscuro y mal localizados, mientras un medievalista no precise las realidades lingüísticas que puedan esconderse tras este bajo latín. No parece haya relación con el verbo umbro terkantur ‘sean vistas, inspeccionadas (las quintas partes)’ = gr. ƌέρκομαι (Tabl. Eug. III, 9, Ernout, Le Dial. Ombr. p. 99).―

8 H. Pedersen, Vgl. Kelt. Gramm. I, 81, 368, 480; Stokes-Bezz. 130; MacBain, An Etymolog. Dict. of the Gaelic Lang., s. v.; Ernout-M., Dict. Étym. de la L. Lat., s. v.―

9 Y sin embargo también se puede creer ―y habrá que estudiarlo mejor― que este céltico TERCO- ‘escaso, raro, poco’ venga de la raíz ieur. TRK- cuya existencia ha quedado últimamente bien establecida al demostrarse la unidad del tocario tärk- «tourner, tordre» con el scr. tarkú- ‘huso’, niɊ-tarkyà- «détordable» y con la familia hitita de tarku(wā-i)- ‘danzar’, propiamente «tournoyer, pivoter», «se démener, tourner frénétiquement», tarkuwant- «(un regard) égaré, (les yeux) qui roulent», como lo ha probado Benveniste, Hittite et Indo-européen, 1962, p. 125 (no es seguro, aunque no esté descartado, que todo esto vaya con el lat. torqueo y congéneres). De ideas como ‘duro, violento, cruel, grosero’ a las de ‘torcido’, ‘frenético’ y aun ‘raro’ no deja de haber un enlace visible (cf. el cast. raro ‘extraño’, etc.).―

10 Pedersen no limita el fenómeno a ningún idioma céltico, aunque sólo cita ejs. irlandeses (pp. 80-81); la tendencia a reducir a dos elementos o a uno estos grupos de tres o dos consonantes es desde luego común a todas las lenguas célticas (spr > sr, str > sr o tr, st > s, nsk > sk, nst > st, ts > s, etc.).―

11 Algún detalle de la cuestión no es indiscutible, como hay que esperar en idiomas de historia fonética tan compleja como los célticos. La e irlandesa procedente de է o de Ĕ, puede convertirse en i por influjo de una antigua -u final; ciertos grupos consonánticos (entre los cuales figura RK) pueden impedir este cambio y lo hacen así cuando la e procede de una antigua E, pero no suelen producir este efecto cuando proviene de una antigua I; de ahí parece deducirse que la forma de terc en paleocéltico fué más bien *TERCOS que *TIRCOS. Pero en realidad no caben afirmaciones absolutas, de suerte que Pedersen se expresa en este punto en forma muy condicional («sie scheinen aber meist nur die Hebung des e, nicht die Hebung des i zu verhindern», I, 367); en efecto, hay que tener en cuenta también que las terminaciones flexivas de los nombres en -u no siempre terminan en -u, y que formas como tercai ‘rareza’ (acusativo) tendrían su influjo. Luego no puede descartarse la posibilidad de que la base céltica fuese *TէRCOS más bien que *TĔRCOS. Todos estos pormenores fonéticos están sujetos a una multitud de reacciones analógicas, como las que impidieron la formación de una variante *teurc, como sería regular según las normas fijadas por Thurneysen, A Grammar of Old Irish, § 171. Finalmente observemos que aun cuando el cast. terco con su falta de diptongo pide más bien una base *TէRCOS que *TĔRCOS, ni siquiera si fuese seguro que la forma antigua hubo de ser *TĔRCOS habría motivo para dudar de la etimología, pues ya en otros puntos he señalado hechos que indican que la Ĕ celtibérica tenía un timbre cerrado; vid. BERRO, SERNA, LÉGAMO y otros que allí cito. Desde el punto de vista etimológico *TĔRCOS es más fácil de justificar (pues R da ri o ar, pero no ir); claro que ignoramos el detalle de la evolución fonética del celta continental. En fin, -terco es terminación frecuente en el plomo de Alcoy y Atecubeiaterco(s) nombre de un dios de la caballería en un sillarejo de la Alcudia de Elche: célt. Ate-cobio-tercos ‘el duro o cruel en las grandes victorias’. La frecuencia de formaciones en -terca y análogas (voril-terca, burl-terca, -tenca, -torenca, -tirican, taracar-) en el Plomo ibérico de la Bastida de les Alcusses de Moixent (vid. los textos en Gz. Moreno, La Escr. Bastulo-Turd., XLIV, XLVII) me conduce a sospechar que, en esta zona de mezcla iberotartesia con lo céltico, -terco- es una raíz ibérica que, a través del lenguaje céltico, pero algo híbrido, de los celtiberos se propagó hasta el céltico goidélico, más bien que en sentido contrario (V. mi ponencia en las Actas del 1.er Col. de Leng. y Cult. Prerr. de la Pen. Ibérica, Salamanca 1976, p. 91). De todos modos, el carácter céltico del intensivo Ate- (H. Schmidt, Die Komposition in gallischen Personennamen, 1967, proporciona docenas de ejemplos) de -cobio ‘victoria’ (Vercobios, irl. ant. cob-, etc.) es indudable.―

12 En el aspecto fonético el it. terchio-tirchio (< terclo) nos presenta un caso más de la frecuente repercusión italiana, como en rischio, lentischio, vischio, granchio, etc.―

13 Es sabido que en la inmensa mayoría de los casos el iberorromance sincopa después de la sonorización, hasta el extremo de que en excepciones como arrepentir es seguro el préstamo francés. La síncopa temprana se limita a reunir dos consonantes simples que forman grupos muy fáciles como -ld-, -st- o -lc-; es sabido que mascar, contar, Salamanca y análogos ―caso bastante raro― no han conservado la sorda desde el latín, sino que mast’gar volvió a mas(t)car por influjo de la t sorda y apoyada (en el caso de contar tenemos el testimonio cuempetet del S. X, que nos prueba cómo la síncopa fué ahí muy moderna y posterior a la época de sonorización de las intervocálicas). Cuando un grupo precede a la vocal sincopable casi nunca se produce la síncopa, pero si lo hace tras un grupo implosivo-explosivo (como ST, LV y análogos), nunca ―al menos en castellano― tras una cadena explosiva como GR.―

14 La idea de que las varias formas dialectales italianas como Valtellina sternegar, Trento stenegar «ammorbare, soffocare» procedan de INTERNECARE, y no simplemente de stra-negare, como es obvio, no la aceptará nadie, aunque la haya consagrado M-L.: la vacilación entre sternegar y la forma lombarda tarnegá comprueba que se trata del prefijo italiano stra-, tra-.―

15 El port. dial. aternegar ‘cansar’ que cita M-L., si realmente existe, va más bien con el cat. esdernegar íd., fer dernes ‘hacer añicos’, oc. tarnagué, REW 2478. Piel (RF LXIII, 430) sospecha una confusión de M-L. con el duriense aterneguir «secar, murchar por falta de água» (Moraes, 10.ª ed.).