RINCÓN, forma alterada en lugar de los antiguos recón y rencón, hermanos del cat. racó: procede del árabe vulgar rukún (ár. rukn) íd.

1.ª doc.: reconciello, rancón y rencón en Berceo.

El vocablo es ya frecuente en este poeta: «la carta que fezieste con el tu mal cabdiello / ... / en el ifierno iaze en chico reconçiello» (Mil., 801d)1, «essa primera cassa que estava forana, / significa la glesia, que es de gent cristiana; / el otro reconciello, ciella más orellana, / significa al cielo, la partida susana» (Sacrif., 89c). La forma etimológica sin n se encuentra asimismo en doc. murciano de 1275: «la Cequia que dizen del Lahut, que parte término con Aljusser... fata la Cequia do es la raconada» (G. Soriano, p. 157); parece encontrarse en el Corbacho: «todavía fallarás las mugeres por reconçillos, por renconadas e apartados... fablando de sus vezinas»2; y el uso de la misma perdura en la parte más arcaica del Alto Aragón, como muestran los lugares Faja de Arracón y Sarracóns en el Valle de Ordesa (mapa Schrader, hoja Gavarnie).

En cast. pronto tendió a generalizarse la variante con propagación de la nasal, pero al principio con vocal a o e en la primera sílaba: «estos dos sanctuarios que avemos contado, / diziénli al primero ‘sancta’, nomne usado; / dizién ‘sancta sanctorum’ al rancón apartado / que iazié tras el velo que estava colgado», «entró en la eglesia al cabero rencón, / inclinó sus ynojos, fazié su oración» Berceo (Sacrif., 17c, Mil., 339a); aquella variante aparece también en Sacrif., 91b, Alex. (O) 784a, 2388a, 2414c (aquí: «Europa e África yazen bien ranconadas», ‘arrinconadas’); rencón, que como nombre propio ya está en doc. de 1124 (Oelschl.), es muy frecuente: Mil., 873c, 886a, S. Dom., 265b (renconada), 322c, Sacrif., 85b, S. Or., 21, Mil., 275c, 339a, Apol., 289a, 460a, Calila (ed. Allen 57.1227; Rivad., p. 33), Partidas II, xxiv (ed. Acad. II, 263), P. de Alf. XI, 930b, 1059b, 1385b, Canc. de Baena p. 38; arrenconado Fn. Gonz., 217b; rrenconada Berceo, S. Mill., 390b, y doc. de Jaén de 1270 (M. P., D. L., 350.24); rencón sigue pronunciándose todavía en Méjico (BDHA IV, 286).

De rincón no tengo testimonios antes de J. Ruiz y Juan Manuel (BKKR), y un poco más tarde Sem Tob («nyn ha para guardarlo / ryncones menester, / nin en arca çerrarlo, / nin so llave meter», copla 247); después aparece en los glos. de Toledo y el Escorial, APal. (20d, 21b, 423b), Nebr.3, y desde entonces se hace de uso general; Cej. V, § 101.

Está fuera de dudas que rincón es alteración moderna del tipo de ninguno por nenguno (NEC UNUS), m’in cal por m’end(e) cal, pingar por PENDICARE, port. vingar por vengar, etc.; y que rencón puede estar respecto a rancón en la misma relación que rencor por RANCOR, rebaño por rabaño, rezón por razón, rebanada por rabanada.

Por otra parte, de los dos romances que poseen el vocablo con carácter castizo, sólo el cast. conoce la forma con doble nasal: el catalán dice y ha dicho siempre racó4; como catalán figura ya en Jaume Marc (a. 1371, § 1039) y es frecuente desde el S. XV o fines del XIV (Ag.): «como se veés ja molt prop de la liça, tornant atràs, molt cuytadament se mès en aquell racó» (Curial, N. Cl. II, 232), «quant li venia / son ordinari, ... / lançava·l drap / per los racons, / davall caxons, / entre la palla» (Jaume Roig, v. 2395). Hoy es común en el Principado escribir recó, pero en todos los dialectos que distinguen a de e se pronuncia racó unánimemente. La grafía normativa mantuvo racó hasta el S. XIX, y ésta es la que se ha restablecido, tras maduro estudio, en la última edición del diccionario Fabra. Del catalán pasó al campid. arrecconi, mientras que en otras partes de Cerdeña se tomó la forma castellana: arrenconi, arrinconi (RFE IX, 227).

Está ya enterrada la etimología de Diez (Wb., 483; REW1 7044), que identificaba con el adjetivo romance ranco, cast. renco ‘lisiado’ partiendo del sentido del que se supone étimo de este adjetivo, germ. WRANKJANtorcer’: aun pasando por encima de la desaparición de la W-, y admitiendo el escalón semántico ‘curvar’, es idea manifiestamente forzada, en la que nadie querrá insistir. La idea de partir del gr. ęƔκǠν ‘ángulo, rincón’, que ha dado el cast. ancón ‘pequeña ensenada’, procede de Cabrera, y fué recogida por Schuchardt (ZRPh. XLI, 257) y aceptada últimamente por M-L. (REW3 443a) y Moll (BDLC XVI, 15); pero además de que un rincón es algo muy diferente de un ancón, y que aquel vocablo casi nunca se ha empleado con referencia al mar5, y aun admitiendo como posible el hecho extraño de que la ac. ‘rincón’ sólo se encuentre en el derivado en re- y nunca en el supuesto primitivo romance ancón, hay contra esta etimología la objeción decisiva de la falta de -n- en el cat. racó y en el cast. ant. recón, racón. Es inadmisible decir que ha habido ahí una «disimilación», como supone M-L., no sólo porque justamente el catalán no tiene la otra -n, y así carece de causa para una disimilación, sino porque una disimilación de nasal en fin de sílaba no se produce casi nunca, y si llega a ocurrir jamás consiste en la eliminación de la nasal (V. detalles en el artículo mío que cito); lo que por el contrario ocurre normalmente en voces de esta estructura es que la nasalidad, lejos de eliminarse, se propague a una sílaba que no la tenía, convirtiendo mazana en MANZANA, macilla en MANCILLA, pozoña en PONZOÑA, MACULA en MANCHA, paragón en parangón y otros tantos: de la misma manera es forzoso partir de racón para llegar a rancón y no viceversa. Ya el propio Schuchardt se dió cuenta de esta imposibilidad, y para ello propuso un cruce de ancón con el ár. rukn (rekun), de donde el cat. racó, y para dar cuenta del cast. rincón echaba mano de un cruce con el alem. winkel. Nadie cree en cruces de este tipo, de vocablos pertenecientes a idiomas heterogéneos y distantes, y que sólo sirven para salvar etimologías inaceptables.

Si de todos modos es menester el ár. rukn, es preferible limitarse a éste para explicar las voces romances, como indiqué en mi artículo del BDC XXIV, 7-10, recogiendo la idea expuesta por primera vez por Martínez Marina. Y en efecto no hay dificultad seria de ninguna clase contra esta etimología. Por el contrario, indica claramente un origen arábigo el área toponímica del cast. rincón y del cat. racó: aquél, según los datos de Madoz, mientras aparece en masa en Andalucía, Canarias, Extremadura y Murcia, sólo en casos sueltos se encuentra en Castilla la Nueva, con alguna prolongación esporádica hasta Salamanca, Ávila y Logroño; en el Norte, nada. El cat. racó, que en el País Valenciano, Baleares y Comarca del Ebro es la expresión normal de la idea de ‘barranco’ (más al Norte se dice còrrec, barranc, coma, etc.), y que en estas regiones aparece en gran número de nombres propios de lugar, es ajeno a la toponimia del Norte del Principado, mientras que aquí, aun en carácter de apelativo equivalente del cast. rincón, tiene que luchar con ciertos concurrentes (rosell. y pall. corn, ribag. cornal, aran. cornè), y es voz completamente ajena a la lengua de Oc6; la forma con artículo arábigo aglutinado, mall. S’Arracó, arag. Arracón, Lisboa arrincão «vigota do telhado» (Fig.), proporciona otro indicio elocuente. El ár. rukn es palabra de estirpe semítica y generalmente conocida, según Lane, quien ya la señala en el oriental Fairuzabadí a fines del S. XIV, y con carácter probable en lexicógrafos orientales más antiguos; que era usual en el árabe vulgar de España lo sabemos por R. Martí (S. XIII) y PAlc., y el sentido es precisamente el de ‘rincón’, como lo define PAlc., «angulus» (R. Martí), «rentrant intérieur d’un coin» en Argelia y Marruecos (Marçais, Meakin)7.

En palabras de la misma estructura que rukn el árabe hablado, y ya en la Edad Media, intercalaba una vocal entre las dos consonantes últimas: esta vocal solía y suele recibir el acento, y podía ser a o bien o(u)8: este último vocalismo era el más vulgar, por lo menos cuando la otra vocal de la palabra es una o(u), y la prueba es que todos los arabismos romances han tomado este último vocalismo, aunque los glosarios hispanoárabes den artificialmente la preferencia a la vocalización con a, por lo visto mirada como menos popular: así PAlc. convierte el ár. clásico Ʌumr en homár (ed. Lagarde, p. 115), pero en Túnez se pronuncia Ʌmur; otras veces se rinde PAlc. al vulgarismo y registra cotón en vez del clásico quƫn, y el cast. ALGODÓN, cat. cotó, etc., prueban que en efecto se pronunciaba de aquella manera; otras veces vacila, registrando en lugar del clás. kuɅl, ora cóhal (p. 321), ora cohál (p. 315), ora cohól (p. 97), pero las lenguas romances prueban que sólo éste pertenecía al lenguaje coloquial: cast. ALCOHOL, cat. alcofoll, fr. alquifoux, etc. En el caso que nos interesa también hubieron de coexistir una pronunciación más distinguida rukan y la vulgar rukún; y los lexicógrafos, naturalmente prevenidos en favor de aquélla, registran rukan (R. Martí, pp. 242 y 108; PAlc., p. 244), pero lo más vivo sería rukún, y, en efecto, así se ha conservado en Argel, en Tánger y en Marruecos en general, con la reducción moderna rkun (Lerchundi; Marçais, Textes Arabes de Tanger, p. 314). W. Hönerbach indica que en el lenguaje vulgar empleado en los zéjeles hispanoárabes, el tipo morfológico fal se convertía en faál (Al-And. XV, 305); lo cual supone el paso de rukn a rukún en hispanoárabe por lo menos desde el S. XI. De rukún, con disimilación, proceden normalmente racón, racó, y luego las formas modernas del castellano. Esta etimología ha de considerarse fuera de dudas9.

DERIV.

Rinconada [renconada, Berceo, y V. arriba]. Rinconera. Rinconero. Arrinconar [ranconar, Alex.; arrenc-, Fn. Gonz., Acedrex, 14.29; V. arriba, y Cuervo, Dicc. I, 659-61].

1 Reconciello en el ms. más tardío A, del S. XIV, que reduce sistemáticamente las formas de Berceo a la lengua de Castilla en su época.―

2 M. P., Antol. de Pros., p. 59. Es verdad que la ed. Pz. Pastor (II, cap. 12, p. 178.6) trae ahí renconçillos, pero dudo que reconçillos sea errata, pues hay otras diferencias entre el texto de Mz. Pidal y el de Pz. Pastor (no está a mi alcance la ed. Simpson).―

3 Le da el valor de ‘ángulo geométrico’: «rincón derecho: angulus rectus; r. agudo: a. acutus; r. boto: a. obtusus», que es también el que tiene constantemente en el técnico especialista López de Arenas (1633), pp. 15 y passim.―

4 El port. rincão pasa por ser castellanismo moderno: Moraes y Vieira no citan autoridades y advierten que es muy poco usado; Fig. sólo lo recoge como término de carpintería o como voz riograndense. En portugués se dice recanto o recantão; en gallego corruncho o su metátesis. Es cierto que rancón sale otras veces en las Ctgs. (145.23, 232.43, 305.53).―

5 Como única excepción conozco el pasaje citado de las Partidas: «rimos et espadas et timones para ir quando les fallesciere el viento, o para salir o entrar en los puertos o en los rencones de la mar».―

6 El nombre del pueblo vizcaíno de Arrancudiaga, 10 kms. al S. de Bilbao y a 3 de la frontera lingüística, sin etimología vasca -si bien con el sufijo vasco toponímico colectivo o locativo -aga- me lo explicaría yo como derivado de un vasco *arrankone, que penetraría en las hablas vascas del Sur de Vizcaya (sustituyendo allí las expresiones castizas baster, zoko, okelu): como todo río, el Nervión, junto al cual se halla este pueblo, forma allí varios ángulos entrantes y salientes, y de un colectivo *Arrankoneaga saldría normalmente la forma moderna, por disimilación de nasales y otros hechos fonéticos muy corrientes.―

7 Mientras que hoy en Marruecos el lado exterior del ángulo, o sea la esquina, se llama con palabra romance qánt.―

8 Sabido es que no hay más que una sola vocal árabe que corresponda así a nuestra o como a nuestra u, y que en la pronunciación vacila entre los dos timbres, a veces bajo la influencia de las consonantes contiguas.―

9 Neuvonen en su libro reciente, p. 264, califica mi etimología de «genial» y aun la admite, pero duda en vista de que en este caso se acumularían los fenómenos que él califica de «excepcionales»: traslado del acento, falta del artículo, cambio de vocal en la primera sílaba y propagación de la nasal. Pero nada hay en todo eso de «excepcional» y esto es cerrar los ojos ante los hechos: el traslado de acento es general en vocablos de esta estructura (además de lo que indico arriba, vid. Steiger, Contrib., 89-91, y el propio Neuvonen, p. 297), y la falta de artículo (no general en nuestro caso, según he indicado) es lo más corriente en los arabismos en r-, donde la aféresis de arr- era tan fácil; en cuanto a la vocal i de la primera sílaba y la nasal agregada, ya he probado de sobra que son ajenas al catalán y secundarias en castellano.