POLEADAS, ‘gachas o puches’, origen incierto; es probable que se deba partir del mozár. pulyât, el cual quizá venga del lat. POLLIS ‘flor de harina’.

1.ª doc.: poliadas, S. XIII, Libro de los Cavallos, 85.7; piulada, h. 1400, glos. de Toledo, traduciendo el lat. puls.

Después aparece en APal. «alphita es poleadas» 15 13d, «alphita es farina de poleadas» 14d, «forma se llama la poleada miliacia, que es de miel y de mijo» 166b, «insipere... esparzir farina poco a poco en las poleadas» 217d, «pulenta es linaie de pan o lo que agora dizimos poleadas» 396b. Fuera del glos. de Toledo en todas partes se halla la forma moderna poleadas: C. de las Casas (1570) la define «polenta, pultigia» (poleadilla «papparoto»), Percivale «pap for children, water gruell or thicke pottage», Oudin «de la boullie, tourteau de boullie» (poleadilla «de la boullie claire comme celle qu’on baille aux petits enfans»), Covarr. «poleada o poleadas son las puches que se hazen de harina, del nombre Lat. polenta, o del Lat. pollis, la flor de la harina», Aut. «lo mismo que gachas o puches: en las Montañas se llaman pulientas, y vienen todos estos nombres del Lat. polenta»; a continuación da cita de Laguna (1555) «su harina comida en forma de poleadas, y su cocimiento bebido hacen el mismo efecto», y otra de Mármol, Descr. del África (1573), «a la mañana almuerzan pan y fruta, verde o seca como es el tiempo, o unas poleadas de harina»; Pagés cita además a Mal Lara, quien lo daba como sinónimo de puches, explicando que eran de harina y agua. No parece ser palabra muy extendida dialectalmente en España, por lo menos en el Norte; aunque la ausencia en glosarios dialectales no es indicio firme tratándose de un vocablo siempre admitido por la Acad. En la Arg. se emplea popularmente: según Chaca (Hist. de Tupungato, 268) poleada es un manjar espeso de carne sofrita con cebolla y harina; según Antonio Serrano los tehuelches de Río Negro la comían también1.

Importante el uso de este vocablo en mozárabe: R. Martí (S. XIII) traduce bulyâƫ (pl. bulyāƫât o balāƫ) por «puls», PAlc. trae «puchas: puliát» con los pl. puliatít y palagüit y el diminutivo poláyguat; Almacarí (Marruecos, S. XVII) define «espèce de bouillie qu’on mangeait avec de l’huile» y hoy en Marruecos dicen puliaƫ ‘gachas’ según unos, y peluáƫ ‘gachas que salen espesas’ según otros (Dozy, Suppl. I, 115-6; Simonet, s. v. puliát).

Acerca de la etimología se impone reconocer que no tenemos bastantes datos para llegar a una conclusión firme. La temprana documentación mozárabe y la persistencia de la palabra en Marruecos sugieren un préstamo de este dialecto, lo que tendría importancia decisiva para juzgar la etimología; tanto más debemos lamentar que la ausencia de informes sobre el área del vocablo en España no permita confirmar ni invalidar este indicio; la procedencia de los datos arriba reunidos tampoco es inequívoca, pues si Mal Lara era sevillano, y Mármol, que fué granadino, escribe acerca de Marruecos, con lo cual nada se contradice la vitalidad del vocablo en la Arg., por otra parte Laguna era de Segovia, APal. de Soria, y el glos. de Toledo se recopiló en Aragón; recuérdese, sin embargo, la importancia del mozarabismo en tierras aragonesas.

Ahora bien, justamente la forma que da este glosario, pullada, si no es mera errata (difícil según la escritura medieval), podría indicar que el étimo tenía -L?-, grupo conservado normalmente en mozárabe, pero no en Castilla, lo cual nos obligaría a creer que el cast. poleada es mozarabismo. Conclusión evidentemente provisional.

Podemos descartar algunas de las etimologías propuestas: POLENTA es imposible morfológicamente; tampoco es posible partir de PULS, PŬLTIS, según la idea de A. Castro (Glos.), como ya indicó Spitzer (MLN LIII, 140)2; y la idea de Spitzer tampoco es verosímil, pues es difícil concebir que del port. poleada ‘zurra, tunda’ (derivado de polea ‘instrumento de tortura’) se pudiera sacar el nombre de las gachas por lo revueltas o batidas: los paralelos que cita el autor son vagos y alejados (fr. ratatouille ―junto al pic. ratatouiller «tourner de tous côtés»― no significa ‘gachas’, sino ‘guisote’).

Pero es difícil decidirse entre las varias posibilidades restantes. Lo más sencillo sería mirar poleadas como un derivado de POLEO. El fundamento semántico en que Simonet apoya la idea, no convence: «el poleo aplicado con polenta en forma de emplasto mitiga toda suerte de inflamación»; entonces las poleadas serían sólo el emplasto de gachas, y el nombre habría pasado secundariamente a las gachas para comer, de lo cual sería indispensable hallar alguna prueba. Pero ya sería más verosímil que el nombre viniera del gran empleo de esta hierba aromática en calidad de condimento: este empleo es tan general que Esteban M. de Villegas parece tomar poleo como nombre genérico de las hierbas aromáticas (según Alonso Cortés, ed. Cl. C., p. 112, aunque el texto no es bien claro), a dicho uso alude el refrán «vienes a deseo, huélesme a poleo» (Aut.), y el sentido figurado ‘jactancia y vanidad’ tan típico de la lengua germanesca (testimonios en Aut., Fcha. y Hill); finalmente, según Laguna «no ay cocinero tan bobo que no conozca el poleo, con el cual suelen ordinariamente cocer la leche para darle mejor sabor y ocurrir a sus daños e inconvenientes» (citado en la ed. de Covarr. de 1674); recuérdese el uso de la leche en la preparación de gachas (V. HORMIGOS). Entonces poleadas serían las gachas aromatizadas con poleo, y su nombre se habría extendido posteriormente a las demás; comp. salviatum citado a propósito de salvado. Esto se recomienda por su sencillez, pero es algo extraño que no haya menciones expresas de esta condimentación, y la antigua variante arag. pullada parece indicar un étimo en -L?- y no en -LEJ- (como lo es PULEJUM ‘poleo’).

Por otra parte, es sugestivo el port. de la Beira poeja «farinha fina ou o pó mais fino da farinha» (Fig.), sin duda derivado de un verbo *poejar ‘espolvorear’ que a su vez lo es del port. ‘polvo’: la correspondencia de *poejar en castellano sería *polear en el sentido de «esparzir farina poco a poco en las poleadas» (como dice APal.), y de ahí derivaría poleadas muy naturalmente. La debilidad de esta explicación estriba en que no se conozca en castellano el primitivo *polo ‘polvo’ correspondiente al port. ; es verdad que pudo existir en leonés o en mozárabe, y aun como indicio de esto último puede citarse POLILLA, que 2 no es inverosímil sea derivado de *polo ‘polvo’, aunque por desgracia no es etimología segura.

Desde luego no se puede rechazar la idea de Covarr. de partir del lat. POLLIS ‘la flor de la harina’ (conservado en romance por el logud. e irpinate poȓȓa íd., y las otras formas it. que cito s. v. POLILLA): para ello bastaría suponer un mozár. *polla ‘harina’, de donde el plural ár. *pollât (= poȴât), o arabizado fonéticamente en pulyât3: al trasmitirse el vocablo a Castilla se habría hecho poleada (quizá sintiendo pulyâƫ como colectivo árabe al cual correspondería un nombre de unidad pulyâƫa) dándole la terminación castellana de los verbos en -ear; mientras que el arag. ant. pullada conservaría la -ll- < -LL-. Dentro de todo, esto parece lo más verosímil: farinetes, propiamente ‘harinas’, es el nombre cat. de las gachas4. Comp. salviatum, s. v. SALVO.

1 «Aprovechaban... unas ‘batatillas muy chicas’ que comían crudas y cocidas, y asimismo ‘una semilla muy chica que parece mostaza...’ ...a muelen entre dos piedras y hacen ‘poleada’. Esta batatilla, que es la raíz del malvavisco y que según Moreno los indios tegüelches de Patagones empleaban hasta poco tiempo (1873) antes de su viaje, para hacer harina...» (La Prensa de B. A., 14-IV-1940).―

2 Se podría comparar el caso de poleada frente a PULS con el de coleada frente a CALX, pero hay la enorme diferencia de que un heteróclito *PUL no se conoce en latín ni en romance, y todavía es más decisivo el hecho de que no hay un verbo *polear (como hay calear ‘encalar’), ni se vería clara la razón de su existencia. Si todavía PULS fuese neutro en latín, se concebiría la formación de un *pol romance (< *pols), pero no es así: PULS era femenino y permaneció tal en romance (cast. puches, oc. pout(r)o, it. ant. polta). No existe el fr. ant. pou que cita M-L. (REW 6836); sí se halla pou(l)s, aunque sólo en un par de autores tardíos y hoy en varios dialectos (God. VI, 358), pero en unos y otros se trata de grafías fonéticas del polts plural primitivo, paralelo al cast. puches: comp. los derivados fr. poutie, pouture, époutir, poult(i)ee (God. VI, 472-3; M-L.).―

3 Importa poco que la consonante final sea un ta o bien un ƫa enfático (como escriben R. Martí y los marroquíes), aunque sólo aquél sirva para formar el plural arábigo; pues el mozárabe confundía las dos consonantes. Tampoco es objeción la formación de un nuevo plural pulyaƫât o palāƫ, pues siempre hay tendencia a dar un nombre plural a las talvinas, gachas, puches u hormigos; lo mismo se repitió en castellano: poleadas.―

4 Todavía habrá que tener en cuenta la idea de Simonet de relacionar con el b. lat. FOLIATA ‘flor de harina’. También entonces habría que partir del mozárabe, con ultracorrección de la tendencia árabe a cambiar la P- en f-, ultracorrección de la que hay efectivamente algunos ejemplos (vid. ALPECHÍN). Dicho FOLIATA tiene claramente este sentido en un pasaje de las Costumbres Cluniacenses del monje Bernardo, que escribió en Francia en 1050: «omni dominica fratribus débet per consuetudinem foliatas, quae alio nomine similae vocantur, ac. in omnibus diebus Quadragesimae; sed istae calidae debent esse» (Du C.); sin embargo, en otro pasaje del mismo texto parece tratarse de una especie de pastel de hojaldre y en este sentido fuillée es conocido en francés antiguo (Du C.; FEW III, 683b); en otras costumbres, de Le Mans, la forma latinizada folléas podría designar otra vez las gachas («in anniversariis abbatum, ad collationem charitatem de vino, et ad prandium folleos»), pero tratándose de un manjar de días festivos, y ya no de cuaresma, me parece más natural que se trate de un pastel. En total, siendo un derivado evidente de FOLIA, la ac. ‘hojaldre’ está mejor probada, y aunque es concebible que ocasionalmente se pasara de ‘pastel’ a ‘gachas’, un solo testimonio y localizado tan lejos del mozárabe es prueba muy insuficiente para esta etimología.