PENCA, palabra común a los tres romances ibéricos, de origen incierto; quizá fué primitivamente un adjetivo hoja pe(d)enca, derivado del lat. PES, -DIS, ‘pie’, por arrancar las pencas directamente del pie o tallo de la planta.

1.ª doc.: foja penca, 1386, López de Ayala.

La penca, como define la Acad., es la hoja carnosa de ciertas plantas: puede ser sólo una parte de la hoja, cuando ésta tiene este carácter sólo parcialmente, como sucede con la berza, o bien la hoja entera, como ocurre con el nopal, la pita y ciertas hortalizas. Aut., aunque reconociendo que puede tener aplicación más general, sólo atribuye pencas, concretamente, al cardo; pero esta restricción es artificial y se explica porque este diccionario se limita a reproducir las definiciones de Covarr., guiado ahí por un inaceptable prejuicio etimológico1.

El caso es que desde buen principio se ha aplicado penca a varios vegetales además del cardo: uno de los ejemplos más antiguos es el de Enrique de Villena (1423), «los gordolobos e tonas se mondan e cortan como las pencas de las alcarchofas» (Arte Cisoria, ed. 1879, p. 81); Nebr. registra «penca de berça o lechuga: brachium», y con estas aplicaciones reproducen este artículo PAlc., Percivale y Oudin, mientras que la referencia a la alcachofa la confirma Pedro Espinosa (1625), «ni para decir que no te dieron cosa suenes la uña en el diente, como quien muerde pencas de alcarcil» (cita de Pagés).

Claro está que también se decía de la hoja del cardo, como lo prueban no sólo Laguna, citado por Autoridades, sino ya Fernández de Oviedo (1535): «las pencas de los cardos que se comen en España» (Hist. Nat. de Indias I, 283); por semejanza con el cardo y otras plantas españolas se aplicó a ciertas otras que son más propias de África y del Nuevo Mundo: así en Murcia es la «parte inferior de la palma o rama de la palmera, que al ser cortada ésta, queda unida al tronco» (G. Soriano), en Chile «los pecíolos comestibles del pangue ‘Gunnera scabra’ o ‘Gunnera chilensis’»2, en Cuba «aquella parte de ciertos vegetales equivalente a las hojas comunes de los demás, v. gr. la tuna, el maguey, las palmas y guanos» (Pichardo); al maguey o pita (Agave americana) lo aplican ya José de Acosta (Aut.) (h. 1590) y Alonso de Rojas (1639), y en éste quizá designe la planta misma, en la cual las pencas salen directamente de la raíz3; con referencia a la tuna o nopal (Opuntia Vulgaris), sería fácil hallar ejs. tempranos en descripciones mejicanas de esta planta (comp. lo dicho s. v. NOPAL), desde luego en este sentido se empleaba ya en la Arg. a fines del S. XVIII4, y hoy penca designa el nopal mismo en este país5, Chile, Perú6 y Andalucía7, lo cual es fácil de comprender dada la descripción que cito en la nota 48.

El port. penca es también castizo y antiguo, con acs. semejantes a las castellanas: «folha grossa que sai com outras de um pé, v. gr. da babosa [‘zabila’, ‘Aloe vulgaris’]; penca de bananas, é urna porçƟo ou esgalho dellas pegadas a um pé, como os dedos á mƟo, o qual está pegado ao cacho; as pencas do bofe: os lobos, as partes que pendem delle separadas, como os dedos de uma mƟo; penca (chulo) por nariz: tem grande penca* (Moraes); se halla ya pencas de cardo en la Hist. Náutica Trágico-Marítima, S. XVI, y algũa penca do bofe en la Cirugía de Ferreira (¿S. XVII?), cita de Bluteau; partiendo de la penca de bananas, en Baía se ha dicho penca de chaves ‘llavero’) penca de laranjas, penca de filhos y dinheiro em penca ‘mucho dinero’ (Fig.).

Del cat. penca no tengo casualmente ningún ej. antiguo, a no ser el balança penca de 1459, que citaré abajo, y que de todos modos constituye un caso especial; sin embargo, es palabra generalmente usada y de sabor castizo, cuyo vocalismo en los varios dialectos corresponde correctamente al del castellano9. Las acs. son variadas y muestran amplio y hondo arraigo en el habla popular. Fabra admite, como en castellano, la ac. ‘hoja o rama carnosa de ciertas plantas’, y Ag. localiza en Mataró el sentido de ‘zabila’; además es usual, en Barcelona, Sant Pol y creo en todas partes, penca de ceba para las ‘binzas, telas o películas que se levantan del bulbo de la cebolla’10; aún lo es más penca de cansalada, que puede ser simplemente ‘pedazo largo de tocino’ (como dan a entender Ag. y Fabra), pero que en un sentido más preciso se toma por ‘témpano’, o sea ‘cada una de las dos mitades en que se divide la manteca del cerdo, una vez separados los dos perniles’: esta ac. sería general en catalán oriental y valenciano, según Griera, y es la que anota Amades (BDC XIX, 187); son también generales las frases tenir bones penques ‘tener mucha molla de carne una persona’, haver-n’hi una penca ‘ser uno alto y delgado’ (Barcelona, St. Feliu de Guíxols); Griera (Tresor y BDC XX, 127) anota además penca de porta ‘cada una de las dos mitades de una puerta’ (Cornet, Veciana), penca de suro ‘lámina de corcho como se saca del árbol’ (Bajo Ampurdán: BDC XIII, 134), ‘la nariz’ (Espluga de Francolí), penca de glaç ‘témpano de hielo delgado que se forma sobre un charco’ (en varios lugares de la prov. de Tarragona)11. El enlace pirenaico entre el catalán y el castellano lo formará el aragonés, pues de éste debería tomar el vasco su penka en el sentido catalán de ‘témpano de tocino’ (Azkue, s. v.), y lo mismo entenderá Arriaga al localizar en Bilbao «pencas: los tocinos del cerdo». Sin embargo, no hay que pensar en mirar como autóctona esta palabra vasca, que ya Azkue registra con dudas, pues es sabido, como mostró Schuchardt, que todas las palabras vascas con p- inicial son préstamos de otros idiomas, en particular del romance, a no ser que se trate de tardías creaciones onomatopéyicas o expresivas.

Pero entonces, ¿de dónde viene penca? Es voz que por su recia estructura consonántica no parece susceptible de haber sufrido muchas alteraciones, y que sin embargo es ajena al latín y todos los demás romances, sin exceptuar la lengua de Oc ni siquiera el gascón12. Eliminados el árabe y el germánico a causa de la p- inicial, c fuerte la tentación de buscar un origen prerromano, quizá céltico. Ya Diez, Wb. 476, creyó ver parentesco con el galés pinc ‘brote, rama pequeña’ (diminutivo pincen), como adjetivo pinc «smart, brisk, gay, fine». En cuanto al b. lat. pinca ‘lezna de zapatero’, que Diez cita de Diefenbach, no parece existir tal vocablo13, pero la voz galesa deberá tenerse más en cuenta; sin embargo, Thurneysen, autoridad en la materia, emite la opinión (Keltoroman. 87 y 73, s. v. pincione), si bien con carácter provisional, de que está tomada del ingl. med. pinken, ingl. mod. to pink ‘pinchar, aguijonear’, pink ‘agujero u ojal en un vestido’, ‘puñalada’14. Aunque esto no sea enteramente claro, de todos modos las voces britónicas en p- (indoeur. kw) no son muy numerosas, y no conociéndose otra parentela céltica sería muy arriesgado fundarse en esta voz galesa para admitir un origen céltico. ¿Se tratará de otra lengua prerromana de origen indoeuropeo? No hay indicio razonable en este sentido15. Tampoco hay asidero firme para buscar un origen germánico16. La etimología de Spitzer (Litbl. LI, 290) *PէNNէCA derivado de PէNNA ‘pluma, aleta’ (comp. fr. panne ‘témpano de tocino’ < PINNA) es imposible por una concluyente razón fonética: esto no podía dar más que *penga en iberorromance. En definitiva, habría que declarar el origen totalmente desconocido, quizá vagamente prerromano, limitándonos, de cara al futuro, con señalar una curiosa variante, el cat. dial. y aran. tenca17.

Hay una posibilidad etimológica, difícil de demostrar plenamente con los datos actuales, y con todo bastante verosímil, que quiero terminar señalando. Me fijo para ello en el más antiguo ejemplo de penca, tal como lo empleó López de Ayala (1386): «deves catar et regir tu falcón quando alguna péñola se tuerce... toma entonçe un troncho de verça de col, o la foja penca, et si es gruesa ponía en el rescoldo, et desque fuer caliente sácala et ábrela, et toma entre ella aquella quebradura de la péñola, et tenla ally una pieça fasta que suelde» (Caça de las Aves, ed. Biblióf. Españ., cap. 46, p. 162; ed. Bibl. Venat., p. 338). Es decir, penca parece haber sido primitivamente un adjetivo que modificaba el sustantivo hoja, expresando la clase de hoja. Ahora bien, como explica Moraes, la folha penca es la que arranca directamente del o pie18, o sea del tallo o troncho de la planta, eventualmente de la raíz; y en efecto, si nos fijamos en la col y en el cardo, que de todas las plantas que tienen pencas son las únicas nativas y generalmente conocidas en España, veremos que sus hojas se caracterizan precisamente por esta particularidad19, y en las plantas americanas que tienen pencas ocurre lo mismo (V. las descripciones arriba). Luego hoja penca parece ser una hoja pe(d)enca ‘hoja del pie’. Es más, la definición de Nebr. «penca de berça o lechuga: brachium» parece deberse entender en el sentido de ‘troncho’, pues PAlc. lo traduce por el ár. ȝirâ, propiamente ‘brazo, antebrazo (humano)’, pero que Abenaluam emplea en el sentido de «tige (de chou, etc.)» (Dozy, Suppl. I, 485a), y con él convienen Percivale («penca: the stalke of a lettuce or colewoort») y Oudin («la tige ou le tronc de choux ou de laictuë, il se dit aussi d’autres herbes»).

La idea de que la voz penca fuese primitivamente un adjetivo parecen confirmarla otras fuentes: además de que C. Michaëlis, al tratar de foja penca, habla del port. nariz penca (RL XIII, 360) en vez del ordinario penca = ‘nariz’, lo cual debería confirmarse, tenemos que el único testimonio catalán medieval presenta el vocablo como adjetivo: balança penca en un inventario de la Ceca de Valencia escrito en 1459. Es verdad que el sentido no nos consta, pero al menos el vocablo figura muchas veces en esta forma: tres veces se habla de una balança penca ab sos pesals (BDC XXIV, 121.23, 27, 30), es decir, con sus pesas, y como estas menciones alternan con otras tantas de una balança poca, o sea ‘pequeña’, Mateu i Llopis (ibid., p. 109) conjetura que se trate de una balanza para pesar cantidades grandes, mas al parecer le desmienten los otros dos pasajes, donde se habla de «una balança penca sotil» (BDC XXIV, 120.12) y de «un tabernacle ab balanceta penca», adjetivo y diminutivo que indican una balanza delgada y pequeña, quizá alta, acaso por comparación con las largas pencas del cardo; pero siendo penca adjetivo cabe sospechar que se trate de una balanza con pie, una balança pe(d)enca.

Sea de ello lo que quiera, la relación de penca con PES, PEDIS, más que una vaga sospecha es ya una conjetura fundada. Hay sin embargo algo que no está claro. Estando nuestro vocablo abundante y antiguamente documentado en castellano, y desde fecha más antigua que en catalán, costaría admitir que en castellano y portugués sea catalanismo, como lo sugeriría la vida incomparablemente más próspera del sufijo -enc, -enca, en catalán. El cast. -enco (-engo) es sufijo raro y de sabor jurídico, por lo menos tienen este carácter todos sus ejs. bien conocidos y autóctonos: abadengo, abolengo, frailengo, realengo o realenco, mostrenco. Otros son catalanismos evidentes, como majencar (de maig ‘mayo’); otros son aragoneses, y por lo mismo sospechosos de igual procedencia: agrienco, salobrenco, friolenco, y algo análogo puede suponerse de azulenco y bermejenco; quedan CELLENCO y su variante zullenco, que parecen derivar de una raíz catalana, pero que no están realmente documentados en este idioma, y PODENCO, enteramente extranjero al catalán, pero de origen oscuro; comp. ZOPENCO 20. Este escrúpulo de ninguna manera basta para desechar la etimología, pero sí nos deja cierta duda. De un *PENէCUM ‘cola’, derivado improbable de PNIS ‘miembro viril’ (GdDD 4923a), en iberorromance sólo podría salir *penga21.

DERIV.

Pencar ‘azotar (el verdugo)’, pencado ‘azotado’ [1609, J. Hidalgo], de donde cat. vg. pencar ‘trabajar’ (< ‘sufrir’), cast. apencar ‘apechugar’ (DHist., con ej. de Galdós), ‘cargar con algo material o moral sin gusto para ello’ (and., AV; ast., V; etc.); pencazo ‘golpe dado con la penca o azote’ [J. Hidalgo], ‘rebencazo’ chil. y en Cuyo (arg.; Montagne, Cuentos Cuyanos, 85). Penco ‘penca de hortaliza’ and. (A. Venceslada); ‘persona despreciable’, ‘ramera vieja’ (ibid.), ‘jamelgo, caballo matalón’ [1836, Pichardo; Acad. 1884, no 1843; Pardo Bazán, Obras ed. 1943, p. 1490]. Pencudo ‘que tiene pencas’ [Aut.]. Pencuria ‘mujer pública’ [1609, Juan Hidalgo].

1 «Particularmente llamamos pencas las hojas y cimas de los cardos: y porque éstas tienen muchas espinas se dixeron assí, quasi punços, a pungendo; penca se llama el acote del verdugo, a forma, por ser ancha, como la penca del cardo». Esta última ac. se halla en Juan Hidalgo, en La Vida del Pícaro, v. 172, en el Buscón de Quevedo (cap. 9; Cl. C., p. 139, 141, y V. nota del publicador), en el Lazarillo de Luna (Rivad. III, 115), en Quiñones de B., etc. El carácter jergal de esta ac. ya va borrándose en el último de estos autores: «toda jerigonza entreva /... cisne llama al que confiesa, / que para morirse canta /... / a la penca lacre llama; / terror a los alguaciles...» (NBAE XVIII, 575). Hoy se conserva especialmente en Chile con referencia al látigo o rebenque del jinete a la chilena (Draghi, Canc. Pop. Cuyano, p. 145; Lenz, Dicc. Etim., p. 383, s. v. huasca). Aunque esta ac. no es hoy argentina, lo habrá sido en otro tiempo, pues de ahí procederá el significado rioplatense ‘carrera de varios corredores a la vez’, explicable porque en estas carreras es donde más se ha de usar el rebenque; para detalles, vid. Granada, BRAE VIII, 364; «como si se tratara de una penca o riña de gallos, el bastonero hizo rociar el piso de tierra endurecida», «el cielo es la gran llegada / en la penca del vivir», F. Silva Valdés, La Prensa de B. A., 22-IX-1940 y 14-IV-1940.―

2 Lenz, Dicc. p. 519. En este sentido, penca ya figura en Alonso González de Nájera, Desengaño y Reparo de la Guerra de Chile (a. 1614). Pangue es voz de origen araucano (Lenz, Dicc. 556) y sin relación etimológica con penca, documentada mucho antes del descubrimiento de América. El pangue tiene hojas enormemente grandes, como adargas, y empleadas a veces como quitasol.―

3 «La fábrica de las naos se facilita con estas montañas, así por la grande abundancia de maderas y brea, como por... tener muy grande abundancia de pencas, de que se hace la pita» (o sea el bramante, necesario para las jarcias), cita de Pau Vila, El Interés Geográfico de las Crónicas Amazónicas, p. 23.―

4 «La tuna donde se forma la grana... arroja de la raíz una penca ancha, poco más de cuatro dedos, y sobre ésta brotan otras dos o tres, que tienen la misma forma y figura; de la penca nacen algunas espinas delgadas y cortas...», en las cartas del jesuíta cuyano anónimo publ. p. Draghi, Fuente Amer. de la Hist. Arg., p. 50.―

5 Lo cual no impide que, por lo menos en Mendoza, siga también designando las hojas o pencas de esta planta.―

6 Lenz, Dicc. Etim., pp. 749-50.―

7 Así en el pasaje de Arturo Reyes citado por A. Venceslada, s. v. pencar. Este derivado y su variante pencal designaría el nopal o higuera chumba según Toro G., RH XLIX, 538, o más bien el «vallado sembrado de chumberas» según A. Venceslada.―

8 No sé si se expresa propiamente Rato cuando aplica penca a las ramas del brezo, de forma muy diferente: «vericiu: planta de monte que crece en pencas formadas de varas flexibles y delgadas». ¿Se trata de una ac. asturiana? Para completar el estudio semántico del vocablo conviene citar algunas frases. El and. tronchar pencas ‘darse importancia’ (Toro G.); puede aludir a la persona que salta vallados sin miramientos y sin evitar el aplastamiento de las pencas que los forman. Hacerse de pencas es ya antiguo (Pedro Espinosa, a. 1625, Obras, 195.26, 196.1) y está bien definido por Pichardo y la Acad. ‘no consentir fácilmente en lo que se pide, aun cuando lo desee el que lo ha de conceder’: «¿danle una moza como mil relumbres... más rubia que las candelas, que no sabe lo que se tiene, hecha de cera, que le viene de molde, y hácese de pencas? ¿Para qué tanto lilao? Sino a ojos cegarritas, déjese de recancanillas y cásese, pues le viene muy ancho» Quevedo, Cuento de Cuentos, Cl. C. IV, 180; «GRACIOSO: Denla dos o tres jubones; / que aunque muchos os parezcan, / de justicia se los debo, / y así se los libro en ella. / MUJER 3.ª : Salgóme afuera. / MUJER 1.ª : Al llevar los jubones / se hace de pencas» Quiñones de B., NBAE XVIII, 502. El sentido fundamental quizá sea ‘mostrarse tan espinoso o inaccesible como el cardo o el nopal; convertirse en pencas’. Secundariamente, en Cuba, toma también el sentido de ‘desentenderse uno de lo que le toca, echando la carga a otro’ (Pichardo).―

9 Pènca en catalán oriental; pénca es lo que anoté en Esterri de Cardos, y supongo será la pronunciación común en el dialecto occidental. Creo que tiene é en Valencia, puesto que Escrig no le pone acento, aunque acentúa todas las ee abiertas. Todo esto corresponde bien al vocalismo castellano sin diptongo. No tengo noticias de las Baleares, donde no me consta que se emplee el vocablo: no figura en Amengual, pero Moll no lo califica de «continental», como suele hacer cuando es palabra ajena a las Islas.―

10 Según Ag. sería más bien ‘trozo largo de la cebolla, del pimiento’.―

11 Así lo emplea Puig i Ferrater, El Cercle Màgic, 173, que en efecto es de esta zona, pero creo se podría decir en otras partes. En Cuba llaman pencas de zinc las láminas de ese metal para cubrir los techos, aunque ahí, como se observa en el Ca., 198, se trata de una extensión del empleo antiguo de las pencas de palma con el mismo oficio.―

12 El engad. painch, Bregaglia y Valtellina penk ‘mantequilla’, Livinallongo penk ‘grasa de cerdo’ (ASNSL CLXVL 319) (comp. Bregaglia flur in pnk ‘Ranunculus acer, Caltha palustris’, flur paent o fluor da painch en otras hablas retorrománicas, VRom. IV, 51, 60), no parece tener nada en común con el cat. y vasco penca ‘témpano de tocino’; comp. el milan. y comasco penƇ ‘grueso’ y otras formas italianas que M-L. (REW 6513), al parecer con razón, deriva de PINGUIS ‘gordo’.―

13 Du C. documenta pinca «subula» como explicación dada por Jacobo de Vorágine y Petras de Natalibus con referencia a la vida de Félix Nolano; pero los Benedictinos explican que hay aquí una mala interpretación de la frase in Pincis que en realidad se refiere al Pincio de Roma donde este personaje fué enterrado. Vendrá también de Vorágine la glosa pinca: instrumentum sutoris que figura en dos glosarios latino-alemanes del S. XV citados por Diefenbach; en cuanto al pinca ‘patrón de medida’ de otro glosario sin fecha, extractado en este libro, debe de ser errata por pinta, que figura con la misma traducción en otros glosarios, y es la misma palabra que el fr. pinte, cast. pinta de leche, etc. Pinca ‘granero’, aducido por Du C. en un concilio peruano, será quichuísmo.―

14 No hablan de la voz galesa Pedersen (Vgl. Kelt. Gramm.), V. Henry, Stokes ni Walde-Pokorny.―

15 Sin duda es notable la semejanza entre el cat. penca de ceba ‘tela de cebolla’ y el ruso pěnka ‘nata de la leche’ (cat. tel de la llet), pero todo indica que es casual. El ruso pěnka es diminutivo, de tipo corriente, del ruso pěna ‘espuma’ y éste pertenece a la familia bien conocida del servio pena, spjena, eslavón pěna íd., scr. phénaɅ ‘espuma, impureza superficial’, oseta finä, que reaparece con sufijo diferente (y s- amovible) en el lat. spūma (< spoima), a. alem. ant. feim, ingl. foam. Luego se trata de una base indoeur. poina, que en céltico habría dado *oina, y aun si tomáramos en cuenta la posibilidad de una voz lígur o ilírica, sería difícil e inverosímil admitir un derivado *pein-ka > *pēnka; sobre todo el sentido básico de ‘espuma’ queda muy lejos del de las palabras iberorrománicas.―

16 Al ingl. med. pinken ‘pinchar’ no se le conoce parentela germánica, aunque suele decirse que es variante nasalizada de to pick y to peck del mismo significado (así Skeat, etc.). Así es probable, en efecto, pues se tratará de una variante en la base expresivo-onomatopéyica que ha dado este último vocablo, común al germánico y el romance. Lo que más me parece confirmarlo es que la voz cast. peca, de este mismo origen (y que naturalmente no tiene relación con nuestro penca), tiene una variante dialectal penca: gall. penca «peca, mancha en el cutis, pelo o pluma» (Vall.), penca y pincha en el Limia (VKR XI, s. v.), ast. occid. penca, pencoso ‘peca, pecoso’ (Acevedo-F.), Bierzo penca ‘mancha que presenta la corteza de los frutos’ (G. Rey). En cuanto a la opinión de Moll (AORBB I, 202) de que penca viene del longob. panka ‘banco’ (> it. panca ‘sofá’), claro está que es imposible geográficamente e inaceptable por toda clase de razones: las demás lenguas germánicas tienen B- en lugar de la P- longobarda.―

17 Trika es ‘trozo (¿o témpano?) de tocino’, ‘lonja de carne magra’, en los pueblos pallareses de Tor y Estaon, mientras que en el vecino Esterri de Cardos emplean ya penca; en el Bajo Ampurdán tenca ‘trozo de tocino’ y ‘lámina de corcho arrancada del árbol’ (iguales acs. que el común penca); en el Valle de Arán ‘panal de miel’ (BDC XXIII, 312). Que todo esto es una sola palabra lo prueba el prov. taulo de meu ‘panal de miel’ (ALF 1888) frente al menorq. tauló de xuia ‘lonja de tocino’. Pero así es muy concebible que tenca resulte de un cruce de los dos sinónimos penca y taula < TABULA. En cuanto al gall. penza ‘cada una de las hojas que envuelven la mazorca del maíz’, sólo documentado en un pueblo del Limia (VKR XI, s. v.), me parece cruce de penca con BINZA.―

18 Pie en este sentido es también castellano; regístralo ya Aut., con este ej. de G. A. de Herrera (1513): «muchos ponen entre las berengenas muchos pies de albahaca o tomillo salsero».―

19 Por cardo se entiende el cardo de comer, o sea el Cynara cardunculus. Véase la reproducción en el Konversationslexikon de Brockhaus, s. v. gemüse, lámina 4, fig. 12; esta enciclopedia dice que «los pecíolos carnosos de sus hojas, que arrancan del suelo, se comen como verdura» (s. v. cynara).―

20 Zopenco es palabra moderna (falta Aut.) y quizá resulte de un cruce de zote (o zopo) con penco. De todos modos en Asturias hay algún ej. bien arraigado y que nada tiene en común con el lenguaje jurídico, como relengo ‘(terreno) compuesto de barro y guijo’, ‘aglomerado’ (Rato). Tampoco tiene este carácter sapenco ‘caracol terrestre con rayas pardas, de una pulgada de longitud’, al parecer derivado de sapo.―

21 Coger una penca (o coger una liebre) ‘tropezar y caerse una persona sin mayores consecuencias’, frase popular que nos comunican de los alrededores de Ávila.