LINDO, significó primitivamente ‘legítimo’, de donde más tarde ‘auténtico’, ‘puro’, ‘bueno’, y la ac. moderna; resulta de *lidmo1 por trasposición de las consonantes, en portugués lídimo, antiguamente leídimo, y es descendiente semiculto del lat. legĭtĭmus ‘legal, legítimo’, derivado de lex ‘ley’.

1.ª doc.: 1240, Fuero Juzgo, Esc. I, 100, var. 8; h. 1280, General Estoria.

En este libro Juno es calificada varias veces de muger linda o esposa legítima de Júpiter (RFE XV, 24, 26, 37); ella misma hablando de su marido dice «si él duenna más fermosa e mejor que yo oviesse fallado para su muger linda, non tomara a mí»; la misma expresión hallamos en la 1.ª Crón. Gral., cap. 57, 975 y 978. El sentido es indudable, pues en la Crónica General mujer linda traduce el uxor de la Eneida, y en la General Estoria figura en una prosificación del Alex., que en el mismo pasaje trae también uxor. También tenemos recibióla por su mugier lindamientre (1.ª Crón. Gral., cap. 1034), y más allá, con referencia a un reino se habla de la «heredera linda quel devié aver por natura e por derecho» (p. 714a8). Esta ac. tardó en envejecer, pues todavía en el primer cuarto del S. XV figura muger linda en el mismo sentido en el Libro de los Gatos (ed. Northup, xxiv, 3). Se trata, pues, de una ac. jurídica, y como tal arcaizante, que vivió largo tiempo, pero ya estaba olvidada a fines de la Edad Media. En los SS. XIV y XV es más corriente que signifique, por una leve traslación de sentido, ‘auténtico’, ‘puro’, a veces ‘noble’: «cristianos lindos» en el Fuero Juzgo, «fijo de dueña e de cavallero lindos» en Zifar (ed. Michelant, p. 117), «la mejor sangre et mas alta et mas linda que pudiere haber» en Juan Manuel (Estados, Rivad. LI, 316a27), «los gavilanes... son aves de caça muy lindas e gentiles et de grand esfuerço» en López de Ayala (Aves de Caça, p. 146), y ejs. sin número en el Canc. de Baena, de los cuales bastará recordar el de Villasandino «e pues rrepresenta grant manifiçençia / uestra alta persona, con capaçidat, / esfuérzame mucho la linda verdal, / que nunca se parte de uestra presencia» (n.° 155, p. 145) y mencionar algunos más (n.° 4, p. 13; n.° 260, p. 267; n.° 360, p. 425; n.° 111, 2 y 36; n.° 364, v. 11; n.° 386, v. 10; n.° 390, vv. 46 y 68; n.° 392, v. 20). En portugués, donde lindo es castellanismo ya muy arraigado, se hallan también las acs. ‘legítimo’ y ‘puro’, vid. G. Viana, Palestras Filológicas, 68-712. El sentido de ‘puro’ no desapareció con la Edad Media, pues todavía en 1595, en el Libro de Grandezas y Cosas Memorables de España se habla de las «fuentes hermosíssimas y de lindíssima agua» de la ciudad de Madrid (RH XVIII, 7).

Pero ya desde el Siglo de Oro lindo había tomado un sentido vago de elogio en términos generales, tan vasto y comprensivo como el de la palabra bueno: Cervantes habla de un fácil y lindo ingenio (Ilustre Fregona, Cl. C., 268) y de tan lindo y tan despejado ladrón (Gitanilla, 79); Tirso, de lindo cuento y llegar a lindo tiempo (Vergonzoso en Palacio I, 486; II, 977); Ruiz de Alarcón, de lindos enredos (Verdad Sospechosa, Cl. C., 78); Vélez de Guevara, de linda camuesa (Serrana de la Vera, v. 578) y de linda ocasión (nota al Rey en su Imag., p. 136); Quiñones de Benavente, de lindos nabos, linda tarde, lindo sastre, lindo remediador, linda cosa, lindo humor, lindo tiempo... (NBAE, XVIII, pp. 768, 539, 750, 593, 592, 807, 512). Dada la vitalidad de estas acs. en el habla actual de América no es de extrañar que abunden extraordinariamente en los cronistas de Indias: Fernández de Oviedo lo aplica a desseo, ribera, oro, lino, fruta, vaso, viga, animal, terciopelo...; otros autores de la colección de Navarrete, a prado, agua, cuerpo, cabo, costumbre, color, cuesta, gente, campo, remedio, venado... (vid. Zaccaria, s. v.); Toribio de Ortiguera, el de la Jornada del Amazonas (1560), a temple y llanada (Hist. Primit. de Indias II, 325, 326); Garcilaso el Inca, a vinagre y miel (Coment. I, viii, cap. 9)3. Se pudo llegar a darle sentidos como ‘sano’ («ya sano y lindo me siento», Quiñones de B., 761), ‘culto, inteligente’ (Tirso, Condenado, I, viii, ed. Losada, p. 109) y aun ‘mucho’ («con linda prisa nos lleba», Lope, Cuerdo Loco, v. 401). No me detengo ya, por muy conocidos, en el adverbio lindamente en el sentido de ‘bien’4, ni en la exclamación ¡oh qué lindo! ‘oh, qué bien’5. Bastará recordar que ante este abuso y confusión, los puristas del Siglo de Oro acabaron por querer excluir esta palabra del lenguaje correcto (Morel-Fatio, Rom. XXII, 484-6). Si no lo lograron, consiguieron por lo menos que en España se anticuase esta vaguedad semántica, y el vocablo se especializara definitivamente en el sentido estético. Pero el habla argentina, y seguramente la de otros países americanos, sigue fiel al uso clásico, y allí este adjetivo se aplica como valoración favorable a la temperatura, la fuerza, el apetito, el dinero, el carácter y toda clase de nociones morales o utilitarias; con valor adverbial se emplea lindo o lindaso con el valor de ‘bien’ (voy a pasarlo lindo), ‘fuertemente’ (atropello lindo, B. Hidalgo, en Tiscornia, Poetas Gauch. I, v. 30), o ‘mucho’ (ha llovido lindo, el pueblo crece lindo); como locuciones estereotipadas que parecen conservar un matiz arcaico, más de ‘auténtico’ que de ‘bueno’, pueden citarse, en los ambientes criollos, macho lindo ‘hombre de arrestos, capaz de cualquier hazaña’ (Chaca, Hist. de Tupungato, 284), y loco lindo6 o lindo locó7 como nombre de un tipo original, audaz y alocado, que a veces se encuentra en Buenos Aires.

En cuanto a la ac. estética que es hoy general en España, y literaria en todas partes, sus raíces arrancan de lejos8; pero al principio, junto a la idea de hermosura, queda mucho del matiz de nobleza o elegancia, todavía emparentado con el etimológico: «ojos prietos e rientes, / las mexillas como rosas, / gargantas maravillosas, / altas, lindas al mi grado», Santillana (M. P., Poesía Ár. y P. Eur., p. 91), «linda cosa: nitidus, elegans», Nebr.; Cej. VII, §§ 53, 63.

Acerca de la etimología remito al estudio de Cuervo, RH IX, 5ss., y al mío de AILC I, 175-181, en los cuales se citan más ejs. y se argumenta detenidamente el aspecto fonético de la cuestión9. Es un hecho que legĭtĭmus, término técnico del lenguaje jurídico, pasó primero en la Península Ibérica a leídimo (Moraes), leidemo (doc. de 1278 en Viterbo) o liídimo (SS. XIV y XV, en CortesƟo), y fundiéndose las dos vocales lídemo (íd., ibíd.) o lídimo, que todavía es usual en portugués en el sentido de ‘legítimo’ o ‘auténtico’10: lo mismo que en castellano antiguo de mujer linda, se habla en estos documentos portugueses de filhos ludimos, sémel liídima o procurador leídemo. En vista de la frecuencia de estas formas port. en ii no es extraño que la forma cast. lindo carezca de huellas de la e pretónica, desde los ejs. más antiguos. Pero como el castellano es mucho más radical que el idioma vecino en materia de síncopas vocálicas, oponiendo andas a âmedas, codo a côvado, -azgo a -ádego, también era natural que cambiara lídemo en *lidmo, y de ahí, con trasposición análoga a la de cadnado en candado o riednas > riendas, salió finalmente limdo y lindo. El timbre labial de la consonante no cambia nada, pues la misma trasposición vemos en el cast. ant. cisme CIMICEM (vid. CHINCHE y CHISME) que en gonce > GOZNE, e igual evoluciona CUMULUM > colmo que GENERUM > yerno. La misma trasposición observamos en el arcaico rendir por ‘redimir’ (1.ª Crón. Gral., 378a14), rendimiento por ‘redención’ (F. Llera, Vocab. del F. Juzgo, s. v.), y en el cat. Marenda < MARÍTIMA (V. mi trabajo). Por otra parte la etimología LէMPէDUS, que se admitió durante mucho tiempo, es imposible desde el punto de vista fonético, puesto que no hay casos de síncopa de la I postónica en voces en -էDUS11> (LIMPIDUS > limpio, TEPIDUS > tibio, etc.), y aun si admitiéramos una excepción en nuestro caso, deberíamos esperar *lendo y no lindo, puesto que la I tónica era breve (V. LIMPIO). La base LEGITIMUS parece indudable, y por si alguna duda quedara todavía a algún erudito será bueno recordar la antigua forma port. liimdo que Piel señala en una crónica del S. XV (Rev. Port. de Fil. IV, 267)12.

DERIV.

Lindeza [Nebr.]; lindura. Alindar. Alindongarse salm. Lindero, ant., buey lindero ‘de buena raza’ (J. Ruiz, 1092a).

1 Para la variante salmantina ligrimo, vid. en este Dic. s. n. ÍNGRIMO.―

2 Además del portugués tomó prestado el vocablo el it. lindo «attillato, elegante, leggiadro», documentado desde med. S. XVI, frecuente en este siglo y el siguiente, y hoy todavía no olvidado. Entre los dialectos notamos sic. linnu y Valmaggia lindi «pulito, liscio (ramo, sasso, vetro)», va lindi «va bene (una cosa)», ARom. I, 206. Para otros préstamos lingüísticos dejados por la denominación española en Lombardía, vid. E. Melé, Fanfulla della Domenica, 19 y 26-VII-1908, y Giorn. Stor. della Lett. It. LXXII, 1913.―

3 De esta ac. llamada «impropia» reunió ejemplos numerosísimos Gallardo en su Ensayo, p. 246, n. 1. Lejos de ser impropia, puede calificarse de normal entre los clásicos.―

4 Haedo dice que en Argel hay «gran copia de Judíos... que hablan español, italiano y francés muy lindamente», Topogr. de Argel, ed. Bibl. Esp., p. 116; «lindamente lo encaxé», Lope, Corona Merecida, v. 724; Vélez de Guevara, Rey en su Imag., v. 914.―

5 Lope, Cuerdo Loco, v. 1516; Tirso, NBAE IV, 52b. ¡Oh qué lindico!, Lope, Acad., N. Ed. V, 156b.―

6 Vivos, tilingos y locos lindos, obra publicada en Buenos Aires h. 1900 por Francisco Grandmontagne.―

7 «¡Vaya, vaya con ese linyera de tanta labia, pero al fin sólo un lindo loco!», Edmundo Wernicke, dos veces, en La Prensa, 29-XI-1942.―

8 El caso más antiguo parece ser el lindas donzellas de la Danza de la Muerte de h. 1400 (v. 201).―

9 Después de mi trabajo no creo que todavía se insista en defender la etimología LէMPէDUS, como últimamente hicieron Fouché, RH LXXVII, 139, y M. P., Oríg., 565-6 y RFE XXXIV, 4. Después de leer este artículo de R. Menéndez Pidal, M. L. Wagner (ZRPh. LXIX, 383), se declara razonadamente por LEGITIMUS. Es insostenible la etimología de lindo, partiendo de un hipotético gót. LIND- (más bien sería LINTH-) que correspondería al a. alem. ant. lindi, al. lind, ags. līe ‘suave’, ingl. lithe ‘flexible’ (admitida en ciertas ediciones del dicc. etim. alem. de Kluge, y extrañamente todavía en la de 1967): además de los muchos obstáculos fonéticos y semánticos insalvables, está el hecho de que ese vocablo germánico es peculiar del germ. occid. y ajeno al escandinavo y al gótico.―

10 Moller lijdyma... ijdema en la Gral. Est. en gall., princ. S. XIV, 242.14, 21 (aunque también aparece ya una vez «fillos lyndos n? dereytureiros erdeyros» 73.26 en ese texto traducido del castellano y no carente de castellanismos); filla lidima en doc. gallego de Pontevedra a. 1388, Sarm. CaG. 168v; filio liidino imprime López Aydillo en MirSgo. 72.18, cuyo ms. no pone puntos a las ii, luego hay razón sobrada para creer que dice liidmo, ya metatizado, o liidimo (como, en efecto, edita Pensado (p. 48.9).―

11 En mi estudio admitía aún laude LAPէDEM, pero ahora creo indudable que viene de LAUDEM. En cuanto a raudo, quizá hay un tratamiento especial debido al carácter poético del vocablo, pero hay otras explicaciones (vid. el artículo), entre ellas la de que sea derivado regresivo de raudal y raudón, voces de empleo más general.―

12 Nueva documentación medieval (S. XIII) en apoyo de la ac. ‘legítimo’ y de la buena etimología en G. Colón, ZRPh LXXVIII, 79.