ÍNGRIMO, ‘absolutamente solo’ amer., del port. íngreme ‘escarpado, empinado’, ‘aislado’, de origen incierto; en vista de las variantes portuguesas ingréme, ingríme e ingrimado, quizá se tomó del fr. ant. engremi, ‘enojado, irritado’, ‘afligido, triste’, que es derivado de graim, y éste tornade del fránc. GRAM íd.
1.ª doc.: 1892, Batres Jáuregui.
La acentuación general en América es la esdrújula, y en portugués es ésta la acentuación común, pero Leite de V. señala ingréme como pronunciación popular, Gonçalves Viana registra ingríme; aquel autor en RL IV, 730, anota ingríme como corriente en Estremadura y en Alentejo e ingrimado en esta región. Toro G. (BRAE VII, 618) y Spitzer (RL XXII, 218-9) relacionaron íngreme con el salm. lígrimo (que en Vitigudino tiene variante lígrime) que normalmente significa ‘puro, castizo’, pero que llega a significar ‘sano, gallardo, fuerte’, y se aplica también al ajo de una sola cabeza; ahora bien, Fig. atribuye también la ac. «gordo, forte» al port. ingrime (aplicándolo a un rapaz, lo mismo que el dicc. salmantino de Lamano). Desde luego lígrimo, como ya vieron Lamano y Spitzer, procede del lat. LEGITIMUS, pasando por el port., lídimo ‘auténtico’, de donde *lídrimo por repercusión y luego lígrimo (como los vulgarismos magre, piegra). En principio sería posible que lígrimo pasara a *língrimo (propagándose la nasal) y de ahí a íngrimo por deglutinación, pero justamente esto es imposible en portugués, cuyo artículo no tiene l. Luego hay que abandonar la idea y separar lígrimo de íngreme en cuanto a la etimología: el contacto entre las dos palabras ha de ser secundario y a él se deberán las acs. comunes (sólo documentadas recientemente) y la forma lígrime de Vitigudino.
Más atendible es la idea de Gamillscheg (RFE XIX, 235, y R. G. I, 382): suponer como base un gót. *INGRIMJIS ‘terrible’ relacionado con el a. alem. ant. grim ‘terrible, hostil’ (también b. alem. ant., neerl., ags. y escand. ant.) y con el a. alem. ant. gram ‘colérico’, ‘indignado’, ‘afligido’, común con dichos idiomas, y del cual tenemos documentado en gótico un derivado ingramjan ‘irritar’. La existencia de aquel adjetivo gótico es, en efecto, concebible, pero no muy verosímil, pues no se explicaría fácilmente el papel del prefijo IN- cuando se trata de una formación puramente adjetiva y no verbal.
El Prof. L. Spitzer en una nota posterior (RFH III, 155-9) prescindió de las etimologías anteriores, y propuso una nueva, fundada en ciertas palabras portuguesas locales y modernas: engrimanço «confusƟo no falar, extravagância de figuras oratórias; artimanha», ingremancia ‘extravagancia, excentricidad’ e ingrimanço ‘lenguaje arrevesado’, los tres documentados sólo en el dicc. moderno de Fig., y un enguirimanço ‘tentación, artimaña’, que aparece en el norteño Castelo Branco: estas palabras serían deformaciones de nigromancia ‘hechicería’, del cual fueron corrientes en fr. ant. las variantes ingremance, ingromance (ejs. en God., y otro de aquélla en un fabliau del S. XIII, Rom. XII, 228). Esto es realmente probable, pues la alteración fonética era natural, el paso de ‘hechicería’ a ‘extrañeza’ y ‘artimaña’ era fácil, y yo mismo (RFH VI, 139 n. 2) he citado un ej. castellano de angrumancia ‘magia’ en el S. XIV. Que de ingrimanço, -ancia, se extrajera secundariamente el adjetivo íngreme, aunque fenómeno posible, es ya extraordinario; nuestras dudas aumentan al tener en cuenta que dichos abstractos son formas recientes y poco conocidas en portugués, mientras que el adjetivo que, según Spitzer, se habría extraído de ellos es palabra literaria, bien conocida y documentada desde med. S. XVI, y se agravan todavía por la dificultad del salto semántico desde ‘hechicero’ pasando por ‘extraño’ hasta ‘escarpado’ o ‘solitario’; mientras no esté bien documentada, pues, alguna ac. intermedia, como ‘arisco’, hemos de acoger la idea de Spitzer con escepticismo. Finalmente, no puede, desde luego, aceptarse el étimo b. gr. ƒƔκρεμνος ‘escarpado’, documentado en la Magna Grecia, pues según dije en la nota citada hay una separación geográfica demasiado fuerte. Spitzer (MLN LXXI, 383) insiste en su etimología y busca razones contra la mía. Más que buscadas son rebuscadas. Ni es forzoso partir de la variante fr. engremi (más que de engrami, que sería más frecuente), pues tras el acento fácilmente se hubiera pasado de *íngrame a íngreme (comp. ciénega, árguenas, etc.), ni extrañará nadie un préstamo francés en una lengua tan cuajada de galicismos como el portugués antiguo (por lo demás él también parte de un cultismo, y por lo tanto préstamo), ni puede él objetar a mi etimología el cambio semántico de ‘solitario’ en ‘escarpado’ cuando lo admite sin dificultad en la suya (V. más abajo los paralelos semánticos: 453a22-30). En cuanto a mis objeciones a la etimología de Spitzer, son firmes: concedámosle que ingrimanço pudo ser ya antiguo, pero siempre queda el hecho de que es palabra poco conocida, sólo registrada por Figueiredo, mientras que íngreme parece haber sido siempre vocablo muy extendido; y de todos modos la objeción máxima es otra: lo forzado y mal fundado del cambio semántico ‘hechicero’ > ‘solitario’.
De todas las etimologías propuestas, la única seductora es la germánica, y sería aceptable a no ser por el prefijo ín- y por la vacilación acentual, íngreme-ingréme-ingríme-ingrimádo. Ahora bien, esto sugiere una modificación capaz de eliminar nuestros escrúpulos: en lugar de partir del gótico admitir que íngrime es un préstamo del fr. ant. engremi, que con su variante engrami está abundantemente documentado en el sentido de «chagrin, triste, fâché, courroucé, colère», s’engramir «s’attrister, s’affliger». La conciencia popular de que el francés se opone al portugués en no admitir más que palabras oxítonas sería causa de que al aportuguesar esta palabra francesa se hiciese trasladando el acento, con lo cual se explican las vacilaciones acentuales y sufijales (-e, -o, -ado). El tránsito semántico de ‘afligido’ a ‘abandonado, solitario’ es fácil, y para llegar hasta ‘escarpado, empinado’ nos bastará pensar en casos como el cast. enhiesto ‘empinado’ < INFESTUS ‘hostil’, berc. engrido ‘que hace cuesta o pendiente’ (viña engrida, G. Rey) < engreído u homér. αƄπǭς ƽλεȎρος ‘muerte terrible, brusca, irreparable’ (Od. V, 305, etc.) propiamente ‘acantilada’. Así eliminamos al mismo tiempo la inverosimilitud de suponer una palabra gótica no documentada en Úlfilas y representada sólo en portugués, no en castellano (pues no hay que dudar que la forma hispanoamericana es portuguesismo, o a lo sumo procedente de hablas leonesas fronterizas del gallegoportugués).
Una modificación o adición quisiera ahora hacer a mi etimología. A mi entender si los portugueses alteraron engremi en íngreme fué en parte porque confundían aquél con otro vocablo muy frecuente en francés antiguo y de forma y sentido relacionados, aunque de otro origen: encrieme, encrime, encrisme1, adjetivo con el sentido de ‘malvado, perverso’ (lo cual no está lejos de ‘triste, desgraciado’, comp. el doble sentido de miserable, etc.); hay docenas de ejs., desde el Roland hasta el S. XIII, de felon encrime, traitour e., encrieme malfé, etc.; la relación entre los dos vocablos franceses se percibía ya en Francia, puesto que en Oger le Danois se lee una variante intermedia: engrieme felon (vid. Tobler-L. III, 265-266). Era muy natural que este engri(e)me-engremi pasara en portugués a íngreme.
Spitzer, MNL LXXIV, 146-7, renuncia ahora a su etimología antigua, y propone partir de encrisme sólo, que vendría de encresmer ‘ungir’: en crisme felon ‘an anointed fellon’, parodia de évêque, roi en crisme. Aunque este évêque en crisme parece ser meramente supuesto, la idea es ingeniosa y tal vez buena. Pero ya me cuesta más prescindir de engremi, que semánticamente parece necesario. La confusión de dos parónimos tan semejantes como engremi y encrisme por parte de extranjeros es realmente fácil.
Para terminar conviene que nos preguntemos si hay alguna relación entre íngreme y el cast. ant. engramear. Éste significaba ‘sacudir, menear’, como demostró M. P. (Cid, 643-4), documentándolo solamente en el Cid, v. 13, y en 4 pasajes de las Biblias medievales del Escorial2; Mtz. López, Bol. Fil. Chile XI, 19, cita dos ejs. de engramear ‘sacudir’ en Gral. Est. I, 486a7 y II/1, 442b11; hay además un engrameavan en el Lucano de Alf. X (Almazán). Existió también en el portugués medieval, pues en un glos. del S. XIV y de aquella procedencia leemos «vibro (vibramine gladior): ẽgrameari » (RPhCal. VI, 96 § 2876). Es evidente que hay que leer «vibramine gladiorum» (con la conocida abreviación de la terminación -orum), y este ‘blandir como una espada’, lo mismo que el engrameará la lança e el escudo de la Biblia escurialense, nos recuerdan las lanças enhiestas y con ellas el port. íngreme. La posibilidad de un enlace semántico de todo esto acaba de hacerse clara con los versos del Jourdain de Blaivies (cita de God.) «ez voz les ondes maintenant engramies / froissent cil mast et cil voile descirrent», junto al cual cabe poner la frase «ondeat vos e engrameat vos» = fluctuate et vacillate de la Biblia del Escorial. Recordemos también las piedras iradas ‘puntiagudas, erizadas’ del Yúçuf y entenderemos cómo se pudo pasar de la idea de ‘encolerizar, hacer hostil’ a la de ‘poner enhiesto, empinado’ y, por otra parte, a ‘blandir la espada’ (> ‘sacudir en general’). No sería menos concebible partir del uso náutico (ondes engramies), sobre todo siendo íngreme y engramear portugueses. La duda mayor quizá sea si engramear es también galicismo (muy posible dada la frecuencia de gramoyer en francés antiguo, sinónimo de engramir) o si puede verse en él una continuación directa del gót. INGRAMJAN. En este caso, tratándose de una palabra tan antigua en romance, y común al castellano y portugués, además bien documentada en Úlfilas, no podríamos oponer nada a esta posibilidad.
1 El étimo de encri(es)me no creo que sea INTREMIDUS, como admiten Tobler-L. a imitación de G. Paris, sino un *INCRIMէNIS sacado de INCRIMINATUS (como inanimis = inanimatus, exsanguis, incolumis, etc.), comp. la variante encriemne de Auberi. En francés el vocablo sufrió luego el influjo de criembre ‘temer’, de donde el ie; en cuanto a la -s- que sólo se encuentra en pocos textos, es meramente gráfica: sabido es que ante m la s ya no se pronunciaba en el S. XII, y por lo demás pudo haber influjo de chrisme, abisme, etc.― ↩
2 El parecido con Forez egrameyá «remuer» (a que se refería M. P.) ha de ser debido a una casualidad. Como dije s. v. AGRAMAR es difícil semánticamente que haya relación con esta voz castellana. ↩