JARO, ‘rojizo, aplicado especialmente a los puercos que tienen el pelo de este color’, origen incierto; puede ser lo mismo que sardo o jardo ‘que tiene mezcla de colorado, negro y blanco’, port. sarda o xarda ‘mancha amarillenta en el rostro, peca’, cast. ant. saro o sarro ‘(pelo) amarillento, medio cano’, y entonces se podría pensar en un lat. *SARRUS, paralelo a SARRNUS‘purpúreo’, pero es etimología muy insegura.

1.ª doc.: Aut.

Define este diccionario «adjetivo que se aplica al puerco, parecido al jabalí en el color y la dureza de las cerdas, lat. hispidus», pero Acad. ya en 1843 rectifica «se aplica a los puercos que tiran a rojos o cárdenos»; en 1884 «dícese del pelo rojo; aplícase al que tiene rojo el pelo; dícese del cerdo de este color; m., cerdo mestizo de jabalí», mientras que en las últimas ediciones lo ha simplificado en esta forma: «dícese del animal que tiene el pelo rojizo, y especialmente del cerda y del jabalí». Si la definición de Aut. fuese exacta se podría pensar en el ár. šar ‘cerda, pelo del puerco’, admitiendo que al cerdo parecido al jabalí se le aplicara el calificativo de ‘cerdoso’ por la dureza especial de sus cerdas; pero la idea fundamental parece ser la de color, y la aplicación al cerdo mestizo vendrá precisamente del matiz de su piel, pues así lo indican los datos de otras fuentes: en las provincias de Burgos y Soria, según informe de G. de Diego (RFE III, 307) jaro es el ‘toro sardo o pintado’, con variante jardo en los partidos de Salas y Lerma1; en Salamanca jaro (con las variantes jaramendado y jaramendero debidas a un cruce con remendado) es ‘animal cuya piel tiene manchas blancas’, y el ej. de Maldonado prueba que se aplica precisamente al cerdo (vid. Lamano); en Andalucía jara significa ‘onza de oro, moneda’ (ej. en Toro G., RH XLIX, s. v.), pero como observa A. Venceslada se le llama así «por el color jaro o rubio encendido».

La variante jardo nos conduce al cast. sardo, que la Acad. [S. XX] define ‘dícese del ganado vacuna cuya capa tiene mezcla de colorado, blanco y negro’. Claro está que éste es inseparable del port. sarda ‘mancha amarillenta que algunas personas tienen en el rostro, sobre todo las de cabello rubio’ (Fig.), «mancha pequeña e parda no rosto, mƟos» (Moraes) y sardo ‘el que tiene sardas’, aplicado también al ‘toro manchado de negro’, tanto más cuanto que sardo y saro, según Moraes, son ‘de color de sarda’, y este último según Fig. se aplica en el Algarbe y las Azores al cerdo negro; además en Braganza dicen xarda por sarda, y xardo es allí apodo aplicado a los judíos (Leite, RL II, 120). Desde luego no es aceptable la idea de C. Michaëlis (RL III, 185), ya puesta en duda por M-L., de que sarda venga de *suarda por suponer el vulgo estas manchas (‘efélides’) causadas por el sudor: no se explicaría la pérdida de la u.

Finalmente no debemos perder de vista que en el Alex., se aplica sarro o saro al color de la barba de la gente madura o de los viejos, que tantas veces toma un tono amarillento más que cano: «embiolas pora Greçia a la su madre cara, / a las sus ermanas que ninas las lexara, / al su maestro bono, el de la barva sara [P, sarra en O contra la rima], / al que muchos castigos bonos le ensennara» (1803c), «sedien cerca del rey todos los ançianos, / los de las barbas sarras, de los cabellos canos, / estavan mas alexos niños mas levianos, / los de media edat posieron los medianos» (181d)2. Si ésta es la forma originaria nos explicamos el cambio de sarro en sardo, según el fenómeno fonético estudiado en IZQUIERDO y en CERDA. Así nos vemos conducidos a una base alternante *SARU ~ *SARRU. ¿Será prerromana? Es muy posible, y en el mismo sentido se podría citar el vasco vizc. hoy anticuado, saru ‘overo, caballo cuya piel está mezclada de pelos blancos y leonados, de color parecido al del melocotón’ (Azkue), pero claro está que éste puede ser de origen romance3; aunque muy posiblemente este hápax debe ser una mera errata por laru: Michelena, BSVAP XI, 297. Quizá haya relación con el sarro dentario, que es amarillento, pero como éste parece ser variante del prerromano SARNA, así no explicamos la forma con -r- sencilla. Debemos buscar, pues, si hay algún posible origen latino. Y se nos ocurre que SARRANUS es muy corriente en latín clásico aplicado a los trajes de color purpúreo (Virgilio, Juvenal, Sidonio, etc.), pero también aparece en un autor más vulgar, y español, como Columela, y éste lo aplica a flores: rosa y violae sarranae (Forcellini). Sabido es que viene de Sarra, antiguo nombre de Tirio, de donde se traía la púrpura. Podría imaginarse que en España se formara un adjetivo *SARRUS o quizá *SARRIUS, comparable a gentilicios como Tyrius o Itălus. Aun la variante *SARUS no sería quizá imposible de explicar, puesto que el latín vacila entre Sara y Sorra, como nombre de la mujer de Abraham y como denominación del río Saar, afluente del Mosela (V. los testimonios de ambas formas en Georges, Lateinische Wortformen). De todos modos subrayemos que esta etimología―que en lo semántico no presentaría dificultades, dados los frecuentes cambios de matiz en nombres de color de animales―resulta muy incierta por la falta de otros testimonios romances de *SARRUS y aun de SARRANUS4.

No es de creer que haya relación alguna con SARRIO ‘rebeco’, pese a GdDD 3319.

1 Sánchez Sevilla dice que jardo es ‘buey o vaca blanco y negro’.―

2 J. Keller quisiera dar preferencia a la lección soras que sólo en el segundo pasaje trae P, y que seguramente equivale al fr. ant. sor, oc. saur «couleur d’or, jaune brun» (REW 7626), voz cuya influencia, en efecto, será responsable de esta alteración―de ahí «potra de pelo soro» en invent, arag. de 1379 (BRAE II, 711), y asimismo halcón soro (del cual no tengo datos anteriores a Acad.). Pero la rima del otro pasaje del Alex. indica que sara o sarra es lo que escribió el autor. La traducción ‘apretada, de respeto’ de Cej. (Voc.), y ‘larga, bellida, honrada’ de Sánchez, se basan en meras conjeturas y no tienen valor.―

3 Si la alternancia que Schuchardt observó en voces vascas entre s- y l- iniciales, y que él explicaba, en forma poco satisfactoria, por aglutinación de los artículos romances IPSE e ILLE, estuviese asegurada, deberíamos hacer mucho caso de la relación que establece Azkue con laru ‘amarillo pálido’. Pero esa teoría de Schuchardt es muy incierta y laru vendrá de CLARUS (Michelena, Bol. Soc. Vgda. Am. País, X, biblgr., p. 11 de la separata).―

4 Sánchez Sevilla, RFE XIV, 180, cree que sardo o jardo viene de un lat. vg. *SARCէTU ‘zurcido, cosido’, participio de SARCIRE, por una metáfora como la de remendado ‘que tiene el pelo de varios colores’. La existencia de este SARCէTU es más que dudosa, según veremos en ZARZA, pues lo natural es que el clásico SARTUS fuese reemplazado por SARCզTUS, puesto que era participio de SARCզRE. Por lo demás, esta etimología obligaría a separar sardo de sarro y de jaro, lo cual es inverosímil. En cuanto al port. ant. pano jardo ‘tejido de lana de color cenicienta’, su j- sólo se explicaría si fuese castellanismo muy moderno; creo que será variante de jalde (V. aquí s. v. GALBULUS) < fr. jaune. En cuanto a derivar el cast. jaro del fr. jard (también escrito jar(s) o jarre) «long poil dur et luisant à la superficie des peaux de castor, de loutre, etc., et qu’on enlève pour laisser à découvert le poil soyeux; poil dur qui se trouve accidentellement dans une toison et la déprécie» (ya documentado en el S. XIII en la forma gart), como quieren Gamillscheg (EWFS 536) y M-L. (REW 7594a), no es posible―sea cual se quiera el origen de la voz francesa, que unos creen céltica y otros germánica, vid. Bloch―en vista del sentido verdadero de jaro y en vista de las variantes de esta palabra.