GUINDA, ‘especie de cereza, de forma más redonda, y comúnmente ácida’, del mismo origen incierto que el cat. ant. guíndola, oc. ant. guilha, guina, guindol, fr. guigne (ant. guisne, guine), it. vìsciola íd., palabra extendida también al rum. vi?(i)n, ?ină, visnă, esl. višnja, gr. mod. βίσινον, βισινιά, a. alem. ant. wîhsila (alem. weichsel); quizá procedentes todos ellos de una forma germánica hermana de este último y romanizada parcialmente en *WզKSէNA, pero falta indagar la antigüedad de las formas eslavas y orientales, que entonces debieran ser de procedencia romance; en cuanto a la española, puede resultar de *guinla (bearn. guinle), que a su vez sería combinación de gui(s)na con gui(s)la.

1.ª doc.: h. 1400, Glos. del Escorial; Nebr.: «guinda, fruta: cerasus acer».

Hállase también en un doc. de Salamanca de 1499 («una banasta de guindas», BRAE X, 574), en Rob. de Nola (1525), p. 108, en Laguna (1555), en Sorapán (1616) y en muchos textos y diccionarios del Siglo de Oro; del castellano pasó gínda al árabe granadino (PAlc.). Palabra antigua y de uso general.

El portugués ginja ‘guinda’ [ej. del S. XVIII en Moraes]1 parece ser alteración de un antiguo guinda (conservado en el nombre propio Os Guindais cerca de Oporto: G. Viana, Apostillas I, 511) por confusión con el catalanismo cast. jínjol ‘azufaifa’, de origen independiente (V. una mezcla semejante de las dos palabras en castellano en el artículo AZUFAIFA) 2. En catalán guindola es vocablo poco extendido, pero se emplea en la Conca de Tremp y Pallars, y hay ya ej. a fines del S. XIV, en Eiximenis3. Se acentúa en la o según Alcover y me lo confirma un hijo de Rialb, detalle de interés, revelador de procedencia galorrománica.

En lengua de Oc encontramos ya media docena de ejs. de guina y de guindol o su derivado guindolier en la Edad Media4, y a este período se remonta asimismo el gasc. guilha (Levy); hoy tenemos guino «cerise acide et tardive» en el Rouergue, guindoul «griotte» en Gascuña, «pruneau» en la Marche, «grosse cerise» en el Quercy (Mistral), guinle, guil·le o guilhe «cerise rouge foncé, grosse et à queue courte» en el Bearne (Palay); parcialmente del castellano y parcialmente de la lengua de Oc vendrán las formas vascas vizc., guip., lab., a. nav. ginda, vizc., guip. kinda, guip. ginga, ronc. ingla, b. nav. gindoil (Schuchardt, BhZRPh, VI, 17-18), ya en el suletino Oihenart (c. 1640). El francés guigne «cerise de la forme du bigarreau, d’un rouge foncé», se halla ya en el S. XIV en la variante guine (así todavía en el S. XVI), y hay también guisgne en un texto del S. XV; Du C. cita además guina en un texto medieval de Carcasona, y guindola en uno de 1466 relativo al Gers y en otro de 1330 que hace referencia a la Vendée5; hoy Anjou guindole, Charente guindou, Borgoña guindon. El it. vìsciola se documenta desde la 2.ª mitad del S. XVI; hay variante dialectal vìssola y el vocablo se extiende por todo el Norte de Italia.

El eslavo višnja (así en ruso) y sus variantes se extiende, como denominación normal de la cereza, por todos los idiomas eslavos, de los cuales ha pasado al lituano, y el derivado višnjavŭ «colorem cerasi aproniani habens» pertenece ya al eslavón eclesiástico (Cihac), pero esto no nos informa exactamente acerca de la fecha del vocablo en eslavo, puesto que bajo la denominación de «vieux slave», y semejantes, suelen comprenderse, además de los textos cirílicos, escritos tardíos que corresponden en realidad a los idiomas eslavos modernos, aunque en forma artificialmente arcaizante; con el eslavo van el rum. vi?in y sus variantes, el gr. mod. βίσινον y βισινιά, y formas del turco, el húngaro y el albanés.

En cuanto a la etimología y al origen último, discrepan M-L. (REW, 1433) por una parte, y Kluge (s. v. weichsel), Gamillscheg (EWFS, y R. G. I, p. 193; II, p. 171) y Bloch por la otra6. Aquél quiere partir de un gr. BYSSէNUS *‘rojo’, palabra que no me es conocida en esta ac. pues en latín y en griego sólo se conoce con la de ‘algodón’ o ‘lino’; fúndase en que el punto de partida del árbol está en Grecia y los Balcanes7, dato que deberá tenerse en cuenta pero que de ninguna manera es decisivo en cuanto a la etimología del nombre. Sus oponentes parten del a. alem. ant. wîhsila ‘guinda’ (hoy alem. weichsel): la forma fráncica correspondiente pudo ser romanizada parcialmente en *WզKSէNA, tal como *TRUGILA se cambió en *TRUGէNA (fr. troène) o MARGILA en MARGINA (fr. marne), a causa de la rareza de la terminación -էLA en romance, y la frecuencia de -էNUS en nombres de árbol (frêne, chêne, etc.); de ahí pudo resultar *guisne > gui(s)gne, oc. guina, junto al cual persistiría el originario *WզKSէLA, de donde oc. *guisla > guilha (comp. ilha INSULA); de un compromiso entre los dos tipos occitanos vendría guinla (hoy en el Bearne), que al pasar al castellano se convertiría en guinda, tal como SINGULOS > senlos > sendos (más ejs. del fenómeno en COYUNDA, ESPUNDIA, ESCANDA); en cuanto a guíndola podría explicarse por una combinación de guinda y guinla. Es difícil, de todos modos, que el cast. guinda sea forma autóctona procedente del gótico, puesto que no conocemos el vocablo germánico más que en alto alemán, y partiendo de un gót. *WÎHSILA no explicaríamos la n castellana (a no ser por el cruce con jínjol, que es forma demasiado reciente para ello); la alteración grave sufrida por el vocablo portugués y la acentuación en catalán confirman que era voz extranjera en la Península Ibérica, y por lo tanto ajena al gótico. El it. visciola procedería del longobardo, donde hay otros ejs. Del tratamiento de W- como v- (Gamillscheg, R. G. II, pp. 216-7).

La teoría del origen germánico de nuestro vocablo se funda en que su documentación más antigua es la del a. alem. wîhsila, que ya aparece en el S. XI; según Kluge y Walde-P. (I, 313), el significado originario de la voz alemana sería ‘Prunus avium’, especie de ciruelo silvestre designado todavía por wisselbere en la Baja Alemania, y de cuya resina se saca muérdago; se trataría de una raíz indoeur. Ȯīks-, de la cual vendrían asimismo el lat. viscum, gr. Ƅξóς ‘muérdago’ y quizá también el esl. višnja. Pero como la terminación de este último no queda así claramente explicada, surge el escrúpulo de si puede derivarse de una antigua forma romance, pues si es tan antigua que esto sea imposible, podría devolver el crédito a la etimología griega de M-L.8

DERIV.

Guindo [1513, G. A. de Herrera], antes guindal [Nebr.], todavía empleado en Asturias (Vigón); guindalera. Guindado. Guindilla ‘pimiento pequeño y encarnado que pica mucho’ (nombre español del ají), ‘guardia municipal’ (así llamado, según Arriaga, Lexicon Bilbaíno, por el apéndice rojo que remataba su quepis de gala)9; guindillo.

CPT.

Donguindo o Enguindo, pera de ~, arag., longuindo arag., vizc. y arg. [Cuervo, Obr. Inéd., 233; pera longuinda, Chaca, Hist. de Tupungato, 86; donguindo, ya en Terr. y Acad. 1843]10: es dudoso si procede de guindo con el título de respeto don (arag. En), o es alteración de Don Guido, o de un *donguito, diminutivo de dongo por dóñigo (comp. higo doñigal, V. s. v. DUEÑO).

1 Hoy se emplea en el Alentejo, en San Martín de Trevejo, en el Limia, etc. (RL I, 286; XXXI, 170; VKR XI, 102).―

2 Simonet, s. v., cree erróneamente que guinda procede del nombre latino de la azufaifa, ZIZYPHUM.―

3 «Llimons, llimes, adzebrons, aranges, cireres de diverses sorts, guíndoles, albercocs...», Regiment de la Cosa Pública, 25.13; también se empleó «guindes cerasum acidum vel austerum», seguramente valenciano, 1575, On. Pou, Thes. Pue., 62.―

4 Guindolier y guinier se hallan ya en las Leys d’Amors, S. XIV. No conozco la fecha exacta de los demás ejs.―

5 God. IV, 386; IX, 737. Ocasionalmente ghignette ha pasado a ser el nombre de la endrina (Cronenberger, Die Bezeichn. des Schlehdorns im Galloroman., p. 74).―

6 Diez, Wb. 343, no se pronuncia. Salvioni, RIL XLIX, 1066, tampoco aduce material de interés. Más bibliografía en el REW y en Cihac.―

7 El sanabr. méixena en que se fija M-L. nada tiene que ver con todo esto, V. AMACENA. Tampoco, según creo, el leon. nisa ‘ciruela’ (REW, 5936a).―

8 Siento que no estuvieran a mi alcance los Neugriechische Studien de Gustav Meyer, al redactar este artículo. El autor trata de nuestro problema en la p. 374.―

9 Es muy dudoso que sea aplicación metafórica de guinda el gall. guinilla ‘pupila, niña del ojo’, según quería C. Michaëlis, Misc. Caix, 134. Vid. PUPILO.―

10 En gallego peras de Don Guindo, Sarm. CaG. 92v, pero en otro pasaje (67r) figura, por lo menos en la copia, peras de longuindo.