ZANJA, del mismo origen incierto que el port. sanja ‘cortadura para que se escurran las aguas’; teniendo en cuenta que esto también se dice sargeta en portugués y que el salm. sanjar también vale ‘sajar, cortar la carne’, quizá el verbo zanjar ‘echar zanjas’ sea variante de SAJAR, con n por influjo de sangrar; sin embargo, como zanja en el sentido de ‘cimientos de un edificio’ es tanto o más antiguo que zanja ‘cortadura’, y lo son todavía más las formas çanca, eixanca y sanzo en el sentido de ‘foso’, y hay ɊánǤa para ‘argamasa, cemento’ en mozárabe, aquella etimología se hace muy dudosa y cabe pensar en que todo venga del persa sang(a), aθanga, ‘piedra’, que se empleó bastante como arábigo con ese significado y con el de ‘peso’, y que pudo llegar a España pasando por el árabe, con el tránsito de la idea de ‘piedra’ a la de ‘cemento’ y ‘foso para cimientos’, pues es posible que el ár. zanqa o zänâqa, que significa ‘foso’ y ‘callejón’ (de donde el port. azinhaga ‘pasaje estrecho’) sea también otra alteración del persa (a)θanga ‘piedra, roca’, convertido en ‘fundamentos’, ‘foso para cimientos’.

1.ª doc.: ‘cortadura que forma obstáculo’, 1595, Fuenmayor; «çanja para cimientos de pared» 1571, A. de Molina, Vocab. en lengua cast. y mexicana y ya 1505 PAlc. Éste en 98a33 la agrega en calidad de aclaración al texto de Nebr. (donde no figura) en el artículo «aliçaque o canja: liçâq» o sea ‘cortadura para cimientos de edificio’; çanca, eixanca y sanzo en tres textos de los SS. XV, XIX y XIV: mozár. ɊánǤa ‘argamasa’ S. XIII.

Léese en Fuenmayor «desconcertados con zanjas grandes enmedio» (cita de Aut.); ahí está, pues, la zanja a manera de cortadura que forma obstáculo. En este sentido lo tomamos hoy sobre todo, o bien en el de foso para encañar las aguas y otras conducciones. Con este valor general lo toma ya Aut.: «el hoyo largo y angosto que se hace en la tierra, para echar los cimientos, encañar las aguas, defender los sembrados o cosas semejantes».

Pero no debemos perder de vista la frecuencia con que los clásicos lo toman en el sentido de ‘hueco abierto para echar los cimientos’, y aun por los cimientos mismos de un edificio o, metafóricamente, de cualquier cosa. Así escribió Mariana «en este mismo tiempo [el de la toma de Atenas] se abrían zanjas y se ponían los cimientos de la ciudad de Roma» (cita de Pagés); «abiertas las zanjas y fundamentos, y presentes los Reyes... assento Brito de su mano la primera piedra» Argensola (1609); abrir las zanjas «empezar el edificio», «dar principio a alguna cosa» (Aut.); «çanja: fosse que l’on fait pour fonder une maison, fossé», «aliçace o çanja: fondement, fondation» Oudin, 1607 (a lo cual sólo en su ed. de 1616 agregó la ac. «rigolle»)1; «çanja, la fosa que se abre en la tierra para echar los cimientos y edificar sobre ellos... abrir las çanjas de un edificio, empeçarle, porque lo primero es abrir los cimientos, y cimiento y çanja es toda una cosa» Covarr.2.

Algunas veces ya casi podría parecer que se olvida que una zanja es un foso, para pensar solamente en la idea de ‘fundaciones de una construcción’, como cuando escribía Cervantes «el mejor cimiento y çanja del mundo es el dinero» (Quijote II, xx, 74), o Cornejo (fin S. XVII): «la humildad, que es la profunda zanja y la firme basa de toda la fábrica espiritual, la tuvo en grado heroico». A lo mismo, puesto que de elementos arquitectónicos se trata, parece referirse Vélez de Guevara: «asta los zielos levantan / sobre los envasamentos / de pedestales y vasas, / quadros, echinos, bozeles, / lengüetas, escitas, çanjas, / nazelas, filetes, plintos...» (La Serrana de la Vera, v. 1708).

Y en esto se funda el verbo zanjar para ‘fijar, asentar’: «con cuánta facilidad engañé a este santo; y no fué sólo este daño el que hice, mas otro mayor se siguió que fué dejarle fallida la opinión: a lo menos pudiéralo quedar cuando tan bien zanjada no la tuviera, que instrumento había yo sido, y causa tuve dada, de harto perjuicio contra su buena reputación» G. de Alfarache (Cl. C. V, 112.18); de acuerdo con ello define Aut. «zanjar: establecer, afirmar y fundar, para hacer alguna cosa seguramente», ac. que perdura, aunque bastante modificada, en Acad.: «remover todas las dificultades e inconvenientes que puedan impedir el arreglo y terminación de un asunto». En nuestro sentido moderno del idioma sentimos en zanjar la idea de ‘cortar las dificultades’, ‘decidir el asunto’ (fr. trancher la question): así al parecer se percibe en trozos del S. XIX como los que cita Pagés, p. ej. «me interesa / zanjar primero otro asunto / que me toca más de cerca» en Bretón de los Herreros; comp. «çanjar: fossoyer, creuser; çanjado: fossoyé» (Oudin, 1607), «echar zanjas o abrirlas» (Aut.). Pero esta impresión se funda sólo en los hechos recientes y puede ser engañosa.

El problema etimológico de zanja es oscuro y complicado, y no sólo nunca había sido estudiado a fondo sino apenas abordado antes del DCEC, y los pocos indicios útiles indicados hasta entonces se habían dado en forma muy insatisfactoria y aun desorientadora. Mi artículo anterior es el primer esfuerzo sistemático, y dejé ahí explicado que sólo habría una etimología sencilla y clara a condición de tomar como base la idea de ‘cortadura, foso en general’, y más especialmente ‘foso de desagüe’. De hecho, el port. sanja nos orienta en esta dirección: «abertura feita para o escoamento de água; rêgo entre os bacelos; Algarve: recorte na terra, para o funcionamento da roda do moinho movido por água» (Fig.), «abertura larga entre vallado e vallado, para escorrer água» define Moraes citando terra cortada de sanjas e vallados en el Conde de Ericeira (1679), y sanja dos bacellos «rego na vinha» en el alentejano Bento Pereira (med. S. XVII); sanjar «abrir sanjas, sanjar a terra, a vinha»; minhoto «sanja: barroca, rêgo de dezagoar a terra» en un léxico del S. XVIII (Leite de V., Opúsc. II, 170), alentejano sanja «valleta no campo» (RL II, 43), «valla com parede de pedra solta e o fundo feito de lage, para a água correr» (RL IV, 74)3.

Ahora bien, el port. sanjar recuerda el salm. sanjar «sajar», «rajar la aceituna» (Lamano), y así no puede uno sustraerse a la impresión de que estamos ante una variante de SAJAR, antiguamente y en portugués sarjar, jarsar (< fr. ant. jarser, V. la etimología en el artículo correspondiente). Lo que más orienta en este sentido es el port. sarjeta «sulco para escoar águas; valeta; abertura nas ruas ou praças, por onde as águas pluviais se escoam para a canalizaçƟo geral» (Fig.). Esta misma definición la da Moraes a una forma sargenta fundándose en Bento Pereira, pero es probable que Fig. tenga razón al afirmar que sargenta es corrupción de sarjeta, sea meramente gráfica (por lectura de una tilde impertinente), sea por influjo de sargente ‘sargento’. Ahora bien, Moraes traduce este vocablo por «sangradouro de huma lagoa», y en todo caso es seguro que sangradouro y sangrar se emplean en este sentido, pues este verbo, aplicado a un dique, fosso o lagoa, vale «abrir cano para o desaguar» (así en la Guerra Brasílica de Brito), de lo cual, por lo demás, podrían también encontrarse testimonios castellanos. Luego sanjar o zanjar puede ser una mera variante de sajar ‘sangrar, hacer cortaduras en la carne’, tanto más fácilmente cuanto que zanja ‘foso’ se pronuncia con s- en Cespedosa de Tormes (RFE XV, 146), donde no hay seseo, así como en varias zonas de Asturias (G. Oliveros, p. 141), Burgos (GdDD 1608) y Navarra (extremo Sur, segun Iribarren). El cambio de sajar en sanjar se debería al influjo del sinónimo sangrar (comp. sarjía = sangría), y la z- secundaria no puede extrañar tratándose de la adaptación de una palabra extranjera (comp. centinela < it. sentinella, zangala < Sankt Gallen, Cerdeña < cat. Sardenya, zozobrar = cat. sotsobrar, etc.). Sermánticamente podemos comparar el fr. tranchée, el cast. cortadura ‘foso’, etc.

Esta etimología es aceptable si admitimos que en el significado estudiado arriba de ‘cimientos de un edificio’ hubo una especialización semántica desde ‘cortadura’ a ‘cimientos puestos en cortadura’, lo cual es muy concebible y aun cabe indicar algún caso más o menos claro en ese mismo sentido4. Pero además habría que desatender una serie de formas más antiguas que parecen meras variantes fonéticas de zanja, y que, además de ser más antiguas, por una parte presentan formas en -ka (y en -zo < -cho?) difícilmente compatibles con sajar, y por otra parte muestran sentidos como ‘argamasa’ en fecha mucho más antigua y en enlace geográfico con las fuentes orientales del vocabulario español. En la nueva redacción de este diccionario trataremos pues de hallar una explicación coherente de estos otros hechos y ver si todo junto conduce a abrir otra explicación etimológica.

Hay un val. xanca o eixanca que, al hallarlo en diccionarios, acogemos con desconfianza, pensando si puede tratarse de un castellanismo con la pronunciación bárbara k de la j velar castellana de fecha reciente de la j velar; reflexionamos que esto no es probable pues además de tener sentido algo diferente esto no explicaría la x- o -eix-, y si bien aun así quedaba el escrúpulo de la mala calidad y falta de crítica de los léxicos valencianos, pronto lo deseché al oír el vocablo en ambientes rústicos de lenguaje auténtico durante las encuestas de 1926-63 por aquellas tierras, y aunque en parte no tomé notas y de las que tomé algunas no me vienen a mano, sí la tengo de Castelló de Rugat, en un valle de habla pura y muy tradicionalista al O. de Gandía, donde informantes rústicos y de viejo arraigo local me hablaron espontáneamente de una eixanca ‘foso para conducir aguas (de riego)’ nombrada desde antiguo en la localidad: vale esto más que datos documentales de algún siglo atrás. Además éstos los hay, pues Gillet señaló la frase proverbial por çancas y por barrancas en un autor de tan popular enjundia lingüística como Rodrigo de Reynosa (fin S. XV, Philol. Q. XXI, 41): al emparejarlo con barrancas hablando de andar por terrenos quebrados está claro que çancas ha de significar ‘cortaduras, trincheras, quebradas hondas’ en un ambiente lingüístico tan conservador como el de los dichos proverbiales. La -ka de estas dos formas nos aparta de SAJAR, y también la -n- que la precede, al no relacionarse por modo natural con sangrar nos aparta de ello, y tiende a unirlo con zanqa (azinhaga) del que hablaremos luego. Pero hay todavía alguna otra variante muy antigua con -z- en vez de -k- o -j- que si fonéticamente no coincide con éstas, también muestra -n- y también tiende a disuadir de la identificación con la originaria de sajar. Encontramos en el glosario del Fuero de Sepúlveda por Callejas «seta sanzo: cerrado de foso o caba, con que debía cercar el propietario la heredad, cuando por su pobreza no podía hacer tapia o vallado»5.

Volviendo a las formas en -nka, viene ahora el momento de recordar que ya el P. Guadix en su Recopilación de Arabismos de 1593 (sin encontrar eco de Dozy ni Eguílaz pero sí en la Acad.) había relacionado zanja con árabe zanaqa «calle estrecha», y como éste tiene variante zanqa, no es posible desentenderse de este enlace. En efecto la variante zanqa vive hoy en África y pronunciado zenqa y con el sentido de «fossa, fosso» en maltés: Steiger, citando éste, se adhiere en consecuencia a la etimología de Guadix6. Por lo demás el vocablo, aunque ajeno al árabe antiguo y sin raíz semítica, no falta del todo en algún léxico clásico pero figura ante todo como árabe vulgar, como ‘calle’, ‘pasaje’ y especialmente ‘callejón’ en los léxicos hispánicos de R. Martí y PAlc.7, y hoy figura en léxicos del litoral africano desde Trípoli hasta Marruecos (Dozy, Suppl. I, 607b). La mejor corroboración para nosotros está en la vivaz descendencia que ha dejado el vocablo en portugués, partiendo de una pronunciación az-zänâqa o az-zänäka: azinhaga «camino estreito entre montes, ou pelo campo, acompanhado de valados, fora da estrada real» (Moraes), «id entre propiedades rústicas y rodeado de vallados altos» (Fig.), cuya etimología no sé que se haya estudiado, pero que ya se documenta en el S. XIII o XIV en el fuero de Santarén (azinaga, Inéd. de Hist. Pg., p. 567); apenas llegó a penetrar en Galicia, aunque un fuero de Tuy de 1540 trae el deslinde «de la otra parte con azinega que vay de la dicha calle e rúa, cerca de la dicha ciudad» (Sarm., CatVG. 197v)8>.

Por otra parte, puesto que nos hemos adentrado en el mundo hispanoárabe y magrebí con esas formas en -ga y -ka, conviene que nos detengamos más en él puesto que ahí reaparecen las formas en palatal -a pero con mucha mayor antigüedad y de nuevo con significados análogos al de ‘cimientos’, que van desde ‘fundamento de edificación’ a ‘cemento, argamasa’, y la base mineral de estas otos ideas, la de ‘piedra, roca’. En el glosario árabe-latino del S. XIII, del hispano levantino R. Martí encontramos la glosa catalana argama(s)sa (aclarada en latín como «bitumen», o sea ‘cemento’) explicando el vocablo árabe ɊánǤa; ya Simonet lo relacionó con zanja, con la atinada observación de que CAED-MENTUM (> CAEMENTUM), propiamente ‘piedra cortada’ es a la vez la base de la idea de ‘piedra de construcción’ (> ‘argamasa, cemento’), de ‘cimientos, fundamentos’ y aun podía serlo de ‘cortadura, foso’. Pero el caso es que esta palabra ɊánǤa (con sus variantes sánǤa y sínaǤ), hormiguea un poco en todas partes en árabe en autores orientales y occidentales desde el S. XII y antes hasta el pasado siglo, alguna vez en el sentido propio de ‘piedra’ otras veces, en el sentido traslaticio de ‘peso, cierta unidad de peso’9: Dozy (Suppl. I, 690b) la documenta en Abendjobair, el Cazwiní, las Mil-y-una Noches, Diego de Torres, Boqtor, Humbert y el Mohit; Abulwalid emplea ɊanǤa para traducir una voz hebrea que significa a la vez ‘piedra’ y ‘peso’, nuestro propio R. Martí da al mismo tiempo a Ɋánja la equivalencia «pondus». Todo esto, como ya indica Dozy, no es más que un disfraz o una aplicación secundaria de una palabra persa que debió correr más o menos entre los arabófonos de todas partes, desde antes del S. XII, como trasunto de la voz irania tan conocida, que hoy es sang ‘piedra’ en persa moderno, y que los árabes proscribieron siempre en el buen uso, pero toleraron en acepciones secundarias (como ‘peso’, ‘cemento’, ‘cimiento’). Estamos, en efecto, ante una palabra del iranio común, de viejísimo abolengo indoeuropeo. Aθanga- en el persa antiguo de los Aqueménidas, asenga- en el Avesta, sang(a) en pelví, sanka en sogdiano etc., perteneciente al tipo (A)KAN- ~ KAMN- ~ AKAUN- etc. del indoeuropeo común10.

En conclusión tenemos, pues, desde antiguo, las parejas fonéticas çaja i çanja (eix-), zanca y zánaqa (> zanáqa), y la pareja semántica ‘piedra’, ‘cemento, argamasa’, ‘cimientos’ junto con ‘fosos de cimientos’, ‘vallado angosto, callejón’. Y es verosímil que en el fondo de todo se halle el iranismo sanga, aθanga, rechazado siempre por los puristas árabes en su sentido propio, pero trasmitido por los hablantes árabes hasta el Magreb y hasta España, con ramificación fonética y semántica, trasponiéndose la g persa, ora en ora en la oclusiva (fuerte y enfática pero sonora) q; adaptando la s- o θ persa ora como s o Ɋ, ora como z; y pasando de sanga ‘piedra’, por una parte a ‘unidad de peso’, por otra a ‘argamasa’, de ahí a ‘cimientos’ y en fin ‘foso, cortadura’, de donde ‘callejón’.

Está claro de todos modos que no tienen valor las demás etimologías que hasta ahora se habían propuesto para zanja (voz no estudiada en los dicc. etimológicos de Diez ni de M-L.): lat. CAEMENTUM (Simonet); neerl. schans ‘trinchera’ (< a. alem. med. schanze, con -z- procedente de una antigua -T-, y el sentido etimológico parece ser ‘fajina de fortificar’) como quería CortesƟo, pero esto no explicaría la -j- portuguesa.

DERIV.

Zanjar [1604, G. de Alfarache, V. arriba]; en América se distingue entre zanjar ‘resolver’ (p. ej. zanjar una cuenta) y zanjear ‘abrir una zanja’ cub. (Ca., 206), arg. (sangiador, Tiscornia, M. Fierro coment., s. v.); zanjeo cub. (ibid.). Zanjón «la zanja grande mui honda o mui ancha» (Aut.), «cauce por donde corre agua» arg., chil., cub. y en Pérez Galdós (BRAE VIII, 437; Ca., 206; Zanjón de los Granados en Buenos Aires, 1820, La Nación, 5-V-1940; muchos en las afueras de Mendoza, etc.).

1 Es inseguro que «zanges: luoghi de acqua» en C. de las Casas (1570) se refiera a nuestro vocablo, comp. «zanges or zagues: a water bottle» Percivale, «zãges: flascon ou bouteille à mettre de l’eau» Oudin, todo lo cual parece ser zaque ‘odre’.―

2 En otros casos tas definiciones de Covarr. son tendenciosas por fundarse en prejuicios etimológicos; pero aquí él piensa en primer lugar en el lat. cingere, o en el ár. sanqa ‘calle’; verdad es que también cita un hebr. çamac «stabilire, fulcire, circundare».―

3 En cuanto al brasileño sanga, es castellanismo reciente y sin importancia etimológica, con la j moderna castellana adaptada en forma de g; comp. Arangüez, copia portuguesa del cast. Aranjuez (RL XXI, 63).―

4 El rosell. y cat. occid. cossòls ‘cimientos’ sería antiguamente ‘excavación para cimientos’ si procede de *CAUCIOLU, variante de CAUCELLUS (> fr. choisel «auget recevant l’eau du moulin», fr. med. eschoiseler «creuser la terre», rosell. escocellar ‘abrir un hoyo en torno a la vid’, del lat. CAUCUS ‘copa’ > cat. cocó ‘hoyo en una peña’, vid. AILC III, 202).―

5 No logro encontrar el vocablo en el texto del Fuero de Sepúlveda (no está en el título 154, p. 71), donde se habla de setos, paredes, valladares y otras defesas de propiedades, pero como éste es un tema común en los demás fueros de los SS. XIII y próximos, y nos advierte ya Callejas de que su glosario lo ha formado para aclarar los términos de éste y de otros fueros relacionados, la expresión debe de figurar en alguno de éstos. Podríamos imaginar que se trate de un derivado de un *SANCTIARE derivado de SANCIRE ‘consagrar, prohibir’, o postverbal de este último, pero no habiendo otros testimonios de tal formación, y siendo así que esto nos obligaría a apartarnos de todo enlace con zanja, eixanca y toda su familia, procede renunciar a esta idea. Como mucho de esos fueros son del área mozárabe o de la zona de transición entre mozárabe y castellano, que en sanzo la z (o ço) resulte de «desmozarabización» de una Ƈ mozárabe, variante de j.―

6 VRom. X, 1945, 36; emite la conjetura de que el paso de q a se deba aquí a una evolución fonética bereber y quiere fundar esa idea en su etimología de ATARJEA (que en este artículo tuve que denunciar como muy incierta); como lo que hace el bereber es cambiar q en g oclusiva pero esto no es ni mucho menos, y como si acaso legitimaría el que aparezca en África y q o k en España, cuando lo que ocurre es lo contrario, no podemos seguirle en este punto.―

7 «Callis» RMa. 113, 276; «calle en poblado: zanaca», «calle angosta o calleja: zanaca dáyca» (de dayq ‘angosto’) PAlc. 135b22-25. Zanaqa «rue, impasse, cul-de-sac-» en Túnez, y zanîga (con g oclusiva, plurales zánaq y zanâig) «allée; ruelles; sentier entre deux jardins, chemin détourné» «petit espace laissé en pâture entre deux terrains labourés (Médéa); «prairie, pré, prairie réservée» (Beaussier), de donde el verbo Jem. zannag «faire paître entre deux champs cultivés» (Lentin).―

8 El resultado fonético normal habría sido *azenaga, -ega, pero seguramente metió la i por el influjo de las voces romances como azinha ‘aprisa, rapidez, oportunidad’ (vid. AÍNA, Diez, Wb. 427; REW 281) y azinha, azinho = ENCINA.―

9 En Túnez termina, desde ahí, por hacerse sinónimo de ‘balanza’ [vulgarmente peso en castellano] en Túnez (Lentin, sánǤa).―

10 Bartholomae, Altiran. Wb. 210; McKenzie, Concise Pahl. Dict. 74, 135; Gauthiot, Gramm. Sogdienne, I, 109-112, 6, 59, 146, 157, 175: Benveniste, Orig. de la F. des Noms en Ie. 28; Pok., IEW 19.43 (cf. 557). A la misma raíz sin = GA se miran como pertenecientes el persa ās y āsyāne ‘piedra de moler o de afilar’, el osetino digor äsojnä ‘especie de zapapico’ (Abáiev Ist.-Etim. Slov. Oset. Iaz., 77) y quizá formas como osetino sson. Por otra parte en pelví y otras lenguas iranias antiguas sanga es ‘roca’ no sólo ‘piedra’, lo cual sugiere que también pertenezcan a esta palabra el sogdiano, yagnobi y pamiri ša ‘roca’ (Abaiev, s. v. k’äzä ‘roca’, voz osetina quizá compuesta de aquélla).