SAJAR, antiguamente jassar y sarjar, probablemente tomado del fr. ant. jarser íd., de origen incierto: parece tratarse de un derivado de jarse ‘sangría’, ‘lanceta’, que vendría del gr. χάραξις ‘incisión’ (derivado de χαράττειν ‘desollar’, ‘escarificar’), romanizado en *GÁRAXA; por razones fonéticas las formas castellanas no pueden venir directamente del griego ni del latín vulgar, sino a través del francés.

1.ª doc.: jassar, S. XIII, L. de los Cavallos, 38.25, 101.37; sajar y jassar, 1475, G. de Segovia (p. 49).

Nebr.: «jassar, sangrar jassando: scarifico». Juan de Valdés: «por ‘sangrar’ he oído dezir muchas vezes jassar, pero yo no lo diría» (Diál. de la L., 110.5). Sin embargo, lo emplean López de Gómara (1556): «cuando más se sangraban estos indios... era habiendo eclipse del sol... Unos se punzaban la frente, otros las orejas, otros la lengua; quien se jasaba los brazos, quien las piernas, quien los pechos» (Rivad. XXII, 447); ya G. A. de Herrera (1513) («sangrar o jasar») y todavía está en Oudin. En cuanto a sajar, está en muchos autores de los SS. XVI y XVII (V. en Cej. IX, 235-6), empezando por G. A. de Herrera («sájenles so los ojos, que salga por allí aquella agua») y Fz. de Oviedo (med. S. XVI): «traen sajadas las lenguas por debajo de las orejas». La razón de la metátesis castellana jassar > sajar, no es difícil de descubrir: en España el vocablo cayó bajo el influjo de sangrar y sobre todo bajo el de saje ‘carnicero, verdugo’, que Cej. documenta en el P. Antonio Jarque (1662), que en el sentido secundario ‘cruel’ está ya en Valderrama (princ. S. XVII), y fué empleado por otros: se trata de un catalanismo, tomado de saig ‘sayón’, ‘verdugo’ (allí documentado muchas veces desde el S. XIII), hermano del cast. SAYÓN. Pero además de jassar y sajar, existió una tercera variante sarjar, empleada varias veces por Laguna (1555): «para preservar de enfermedades... vehementes sarjando... y cortando al cercen los miembros» (Dioscórides VI, ed. 1733, vol. II, l8); otra cita del mismo autor en Aut., que contiene sarjar y sarjía ‘sangría’; y la misma forma se encuentra en la Pícara Justina (vid. G. de Diego) y en otros autores clásicos (Mir, Rebusco). Hay también sarjar en portugués. Es bastante seguro que debemos partir de una forma análoga a sarjar y jassar, a saber el fr. ant. jarser ‘herir, escarificar’, que aparece todavía en 1613 (Voult) y con el sentido de ‘agrietar el cutis (el viento, etc.)’ en el S. XVI (Belleau, en Lacurne); es la palabra que hoy sigue bien viva en la forma moderna y alterada gercer; antes encontramos la forma picarda garser ya a princ. S. XIII (Renclus de Molliens) y todavía en autores del XVI. Hoy el vocablo está ampliamente documentado en los dialectos franceses, con regulares correspondencias fonéticas, con ga- inicial, según es de esperar, en las hablas picardas, normandas y valonas, sea como verbo o en sus varios derivados; además de los datos del FEW II, 625-6, pueden tenerse en cuenta: valón garsî «ventouser» (Haust, Rom. XLVII, 560), pic. guersi, guerchiné «raccorni, desséché (végétal)» (Jouancoux), Morvan jaiceron, jaisson «dard, aiguillon, langue de serpent», Champagne jarson íd., frcomt. jacî «piquer» (Ant. Thomas, Mél., 127). Ya en Francia hay muchas formas locales sin la -r-, como las que predominaron en España, especialmente en el Franco Condado, en Suiza y en la Côte-dOr (vid. FEW). En vista de las formas francesas en ga- está claro que las en ja- se deben a este cambio, regular en la fonética del francés central y literario; y así todo da a entender que el cast. y el port. debieron tomarse de Francia, según confirma la mayor antigüedad de la documentación. Precisamente por estas formas en ga- es imposible la antigua etimología de Baist ƌιαίρεσις ‘separación’, ‘corte’, que además no está documentado en latín; sí lo está, en cambio, y abundantemente, un verbo CHARAXARE ‘hacer una incisión’, del cual partió el mismo autor posteriormente (RF XV, 319), con aplauso de M-L. (REW3 1863b), Wartburg, Bloch y García de Diego1. Esta opinión se apoya en la supervivencia evidente de CHARAXARE en el napol. ant. carassare ‘poner ventosas’ (Regimen Sanitatis, texto medieval), el logud. carasciare ‘hacer incisiones’ y otras formas sardas, así como el salentino skarassare, Basilicata skarassè ‘entornar la puerta (dejando una rendija)’, Calabria, Tarento, Pulla carassa ‘grieta’ (Rohlfs, EWUG, § 2407). Es posible, también, que haya descendientes directos en la Península Ibérica2. Pero esta etimología griega tropieza con una importante dificultad fonética, como ya reconoce Wartburg: la -A- interna no hubiera debido perderse en francés, por lo menos en francés antiguo, mientras que en realidad no quedan huellas de tal vocal ni en lo antiguo ni en ningún dialecto; suponer un lat. vg. *CHARISSARE con Bloch es arbitrario, pues no se ve razón alguna para tal cambio (los arcaísrnos latinos en -ISSARE = -IZARE estaban ya olvidados en la baja época). Mientras esta dificultad no se resuelva habrá que dejar esta etimología en cuarentena. Baist en una nota posterior (ZRPh. XXXII, 425) propuso partir del sustantivo χάραξις ‘incisión’, que habría conservado en latín el acento etimológico, y entonces se explicaría bien en francés la pérdida de la -A- postónica. Es muy posible que diera en el clavo. Pues el sustantivo femenino jarse, garse, está bien documentado en el sentido de ‘sangría’ en forma latinizada, en dos estatutos medievales de procedencia francesa, uno de ellos de 1294 (Du C., s. v. garsa y jarsa); además jarse en el sentido de ‘lanceta de escarificar’ se encuentra desde el S. XII (Chrétien de Troyes; God.). Luego es muy posible que el verbo derive del sustantivo y no al revés. También pasó éste al cast., pues saja ‘sangría’ aparece en cuatro fuentes del S. XVII, desde Oudin (Cej., l. c.). No quedan, pues, más que escrúpulos de menos fuerza, como la mayor rareza del sustantivo CHARAXIS en fuentes latinas, y la ligera sorpresa que causa el que el latín vulgar de Francia conservara la acentuación griega en una palabra de estructura silábica tan pesada. Por todo esto sería conveniente eliminar del todo la etimología *CARPTIARE (derivado de CARPERE ‘arrancar’, ‘desgarrar’) propuesta por Diez; no puedo asentir del todo a la afirmación de M-L., Wartburg y Haust, de que es imposible fonéticamente, pues estos autores atienden sólo a que la forma del francés antiguo es «jarser y no jarcier»; sin embargo, la documentación que trae God. es demasiado escasa para hacer afirmación tan rotunda: todos los testimonios son tardíos excepto el del Renclus, pero basar tal afirmación en un dato único sin proceder a la crítica de los mss. es siempre peligroso; verdad es que el sustantivo jarse-garse es algo más frecuente, pero ¿se ha atendido bien a las grafías con -s- y -c-? En todo caso sería bueno estudiar el problema con mayor detalle, y que los dialectólogos franceses nos informen con precisión acerca del testimonio de las hablas modernas: en éstos quizá predominen las formas con -s-, pero no hay unanimidad (V. arriba el pic. guerchiné).

Otras etimologías pueden ya descartarse. Entre ellas incluyo la que propuse para el cast. sajar-jassar en 1937 (BDC XXIV, 28-29), sin haber reparado en el fr. ant. jarser: partía yo entonces del ár. vg. ǤǤa «cicatriz, señal de herida, señal de golpe o açote» (PAlc.), disimilación del ár. literal šáǤǤa, derivado de šáǤǤ ‘herir’: no habría dificultad semántica, pero deberíamos tener z- en cast. y no s-3 (y también sería de esperar e y no a en el radical, comp. la pronunciación çegge documentada por PAlc.). Tampoco hay que pensar en SARCULARE ‘sacar las malas hierbas’, aunque éste haya dado sajar íd. en la prov. de León (Goy, Susarón, p. 501), etimología que no sería posible ni semántica ni fonéticamente en Castilla.

Comp. ZANJA.

DERIV.

Saja (V. arriba); gall. herba da sarxa ‘eléboro’ («porque sajan [con ella] el pellejo del animal al curarlo» Sarm. CaG. 137r); aun cuando Sarm. afirma que sarxa o xarxa es el nombre de la salvia en Galicia (CaG. 92v, 93v, A100v) y sara en Maragatería (149r), este dato, no confirmado por fuente alguna, no es creíble, pues sería imposible tal evolución fonética en gallego o en cualquier romance ibérico, y la afirmación no tendrá otro fundamento que una confusión de boticarios o herbolarios, por el empleo curativo de ambas hierbas. Sajado. Sajadura [jassadura, Nebr.]. Sajía [1555, Laguna].

1 Contrib., pp. 43-45. Da a entender éste que el étimo CHARAXARE no es incompatible con el carácter autóctono del cast. jassar: afirmación extraña que no creo tome el autor en el sentido de que la j cast. sea transcripción del sonido tardío de la χ griega; recuérdese que la j cast. fué palatal y sonora hasta el S. XVI, sin conexión posible con dicha consonante griega.―

2 Pienso principalmente en el port. sarrafar ‘escarificar’ (ya çarafar en Mestre Giraldo, a. 1318), sarrafo «tira delgada de madeira», sarrafaçar «escarificar mal roçando e rasgando muito» (que de ninguna manera podrían salir de SCARIFARE, ni siquiera suponiendo una metátesis mozárabe *ECSARIFARE, como quisiera C. Michaëlis, RL XIII, 290-2). Teniendo en cuenta que la χ griega se transcribe varias veces, en préstamos tardíos, por la otra fricativa f (como en rhonchare > it. dial. ronfare, fr. ronfler, vid. aquí RUNFLA; parochia > paroffia; chalare > sardo falare ‘bajare’), sería posible, en cambio, el paso de CHARAXARE a *FARASSARE y luego sarafar. También recuerda esta familia romance el alto-arag. eskarasár ‘escarbar’, eskarasadór ‘palanca para el horno’ (RLiR XI, 162, 221), que no se relacionarán con el cast. escarzar, como quisiera A. Kuhn, pues de él están decididamente separados por el sentido y por la -s-; sin embargo, antes de asegurar que se trata de lo mismo que el suditaliano carassare, scarassare ‘abrir una grieta’, tendríamos que estar bien seguros de que Kuhn oyó bien la -r- (pues en sus materiales son harto frecuentes las confusiones de -r- y -rr-), ya que al fin y al cabo el sentido es diferente; también habría que aclarar la relación posible con el cat. escarrassar-se ‘derrengarse trabajando’, escarràs ‘armazón de listones para poner el pan’, en Mallorca ‘esquirla, astilla que se clava’: que éstos vayan asimismo con CHARAXARE tampoco está fuera de discusión, pero se hace más difícil teniendo en cuenta el cat. occid. y gasc. carràs ‘armazón de palos’, etc., que parecen procedentes de CHARACIUM (vid. kaás en mi Vocab. Aran.).―

3 Verdad es que existe la variante zajar en Murcia (G. Soriano), pero ni siquiera en esta región es general: Ramírez Xarriá trae sajar «abrir con el bisturí un infarto cualquiera».