ENCINA, del lat. vg. զLէCզNA, derivado adjetivo del lat. զLEX, զLէCIS, ‘encina’; probablemente pasando por el antiguo y hoy arag. lezina y después lenzina.

1.ª doc.: leçina, 1043; ençina, 1124 (Oelschl.); Cej. VII, § 44.

Dentro del territorio lingüístico castellano todavía quedan huellas del simple զLէCEM en el nombre de lugar Las Ilces (agregado a Camaleño, p. j. Potes), Ilche (p. j. Barbastro), y en su derivado la ilzera, que hallamos en un documento montañés de 1210 (M. P., D. L., 4.13), y probablemente en el topónimo menor L’Alzera cerca del pueblo de Torroja (Priorato): también L’Aldosa, aldea andorrana, sale seguramente de *Alzosa, colectivo de elze; pero el cast. vizcaíno inces ‘bellotas de encina’ (que Spitzer, NM XXII, 44, cita de Trueba) ha de ser derivado retrógrado de encina, pues de otro modo no se explicaría su n. Otras formas romances (it. elce, log. élighe, oc. euze) vienen de una variante dialectal itálica LEX (documentada en Gregorio de Tours, vid. Bonnet, p. 126), pero el español conservó el lat. urbano զLEX. El adjetivo vulgar ILICINUS está documentado en un escoliasta de Horacio y en una inscripción (ALLG VI, 110; CIL VIII, 2165)1, en lugar del clásico ILICEUS o ILIGNUS. ILICINUS se aplicaría primitivamente a la madera, al fruto o al árbol mismo, pero en calidad de adjetivo, y partiendo de estos grupos MATERIA ILICINA, GLANS ILICINA y ARBOR ILICINA, acabaría por abreviarse ILICINA como nombre del árbol mismo (hechos semejantes ocurrieron en HAYA, HIGUERA y otros nombres de árboles); sin embargo, en Aragón se conservó ILICINA en la forma lecina como nombre de la bellota, en los valles de Bielsa, Echo, Ansó (BDC XXIV, 173) y en otras partes (Otín y Duaso). También en el nombre de lugar Fuente la Encina (Burgos, Albacete), de FONS ILICINAfuente de las encinas’, tiene carácter de adjetivo, como se ve por las formas antiguas: Fonte Leçina, 1043 (Jusué, doc. 61), Fonte Lezina, 1201, 1213 (M. P., D. L., 156.5, 21.3 y 6). Esta forma lezina es la originaria del vocablo, conservada en aragonés; por propagación de la nasal se convirtió en lenzina (Lencinas es hoy apellido) y después se deglutinó la l-, como si perteneciera al artículo2. Así ocurre también en gallego y portugués, donde azinha (< lazinha o e(l)ezinha) es la forma más frecuente, y sin duda más antigua que enzinha o anzinha (Cornu, Portug. Spr., § 152). Es de la misma opinión Baist, KJRPh. VI, i, 393. Otros han creído que encina viene del arcaico elzina (comp. cat. alzina; it. ant. elcina en el napolitano Sannazzaro, † 1534), así M. P., Rom. XXIX, 357; Cuervo, RH II, 18; Hanssen, Gram., § 154; Steiger, BRAE X, 179; pero entonces difícilmente se explica el cambio de l en n, pues una dilación de la nasal sería contraria a las tendencias del idioma (la l implosiva está en posición más fuerte que la n intervocálica) y no hay otros ejs. de tal fenómeno: no hay duda de que elzina se habría convertido, como en catalán, en alzina, dada la frecuencia de la inicial al-3. Enzina tenía -z- sonora en la Edad Media (Nebr.; APal. 171d, 203d); las grafías arcaicas leçina, ençina, son anteriores a la distinción gráfica entre los dos fonemas.

DERIV.

Encino (usual en Nuevo Méjico, BDHA I, 292, y otras partes de América; port. azinho). Encinal [S. XV, Biblia med. rom., Gén. 11.23; Nebr.] o encinar; gall. aciñar (Castelao 144.26). Ilicíneo, derivado culto de ilex, -ĭcis.

1 Simonet cita ej. de 914 en el bajo latín español.―

2 En el citado nombre toponímico la forma Fuente el Enzina (doc. de 1377, M. P., l. c.) y la moderna Fuente la Encina resultan de un falso análisis de lenzina; la forma Fonte de Lazina de 1154 tiene un de analógico de otros nombres de lugar, y el Fonte el Elzina de 1149 resulta de cruce con la otra variante Elzina, resultante de la síncopa de la segunda I de ILICINA, forma que también se encuentra en el español primitivo (ad Elçina retonda, doc. de 1063, Ualle de Elzina, doc. de 1098, en M. P., Oríg., 317; ȐalǤîna en Abenbeclarix; citado por Simonet, s. v. elchina, elzina en Vidal Mayor 4.24.2). Falsos análisis parecidos se producirían en otros nombres de lugar, como en La Encina de Salamanca, que dió nombre al famoso poeta Juan del Encina, para la forma exacta de cuyo nombre véanse E. Giménez Caballero, RFE XVI, 59-69; M. Cañete, Rev. Hisp.-Am. I, 1881, 355-64.―

3 No es pertinente comparar con el caso de mortandad < mortaldad, de estructura muy diferente, y en el que además ha intervenido la terminacién frecuente -ndad (cristiandad, hermandad, bondad, etc.). Más semejante sería el caso de Manrique si viniera del antiguo Malric AMALIRIK (así en M. P., D. L., 12.10), pero creo que aquél es nombre germánico diferente, compuesto con el elemento frecuente MAN-.