SERUGA, ‘vaina de las legumbres’, ‘semilla’, y sus variantes seluga, jaruga, etc., palabra muy extendida en los dialectos, probablemente del mozár. šulûqa ‘vaina de legumbre’ que a su vez procede del lat. SէLէQUA íd.

1.ª doc.: šulûqa, S. XIII, R. Martí; seruga, 1892, Rato.

El cual define esta voz asturiana como «semilla». Es palabra dialectal muy extendida por el Norte, que hallamos luego en el santand. siluga, siruga, seluga, saluga, jaluga ‘semilla del lino’, ‘vaina de las leguminosas’, ‘judía verde’ (García Lomas, 2.ª ed.), bilb. serugas ‘las vainas tiernas de la alubia’ (Arriaga), alav. zaruca, zaruga (Guereñu, Euskera III, 34), y algo más al Sur: Rioja seruga, zoruga, ciruga ‘vaina del garbanzo’, alav. ceruca, burg. jeruga, Villadiego jeruva, Lerma jaruva y jaruga (G. de Diego, RFE III, 306), Palencia gerruga, geruca ‘vaina de las legumbres’ (Rev. de Dial. y Trad. Pop. I, 671) y, ya en Portugal, Barroso saluga, saruga, charuga, çaruga «envolucro da espiga do centeio, que na parte superior tem a argâna» (RL XX, 152). A esta área septentrional se agrega un and. jaruga ‘vaina del haba’ no localizado por A. Venceslada. Penetra en el vasco vizc. zeruka «vaina; gousse», «perfolla, hoja de maíz», «mata de alubias desgranadas o trilladas», zeruko-tanbor ‘semilla blanca redonda que brota de algunas plantas’ (Azkue). Según los datos de M. C. Grau Torres, RDTP IX, 493-8, como nombre de la vaina de legumbres, las variantes de este vocablo están copiosamente representadas en las provincias de Palencia, Zamora, Santander, Burgos, Logroño, Soria, Segovia, y también bastante en las tres provincias aragonesas, en Albacete, Murcia, Jaén, Sevilla y Badajoz; menos, en Galicia, Asturias, Vascongadas, Navarra y Madrid, y aun habría algún representante suelto en las de Lérida [?] y Barcelona [??].

No conociendo más datos que éstos se impondría desechar la etimología lat. SէLէQUAvaina de leguminosa’, ‘fruto del algarrobo’, sugerida brevemente por G. de Diego (RFE XXXIV, 1950, 121), por más que el significado coincida tan perfectamente, pues se le oponen demasiadas y demasiado graves dificultades fonéticas (traslado del acento, vocal tónica u, predominio de la forma con -r-). Pero M. L. Wagner (ZRPh. LXIX, 371) llama la atención hacia un escalón intermedio que no sólo cambia totalmente la índole de esta etimología, sino que le confiere un razonable grado de seguridad. El vocablo hubo de pasar a través del hispanoárabe, donde šulûqa (con sus plurales šulûq y šalāqîq figura en R. Martí (pp. 126, 381, 581), explicado «faba» y «silic[u]a», con la aclaración en árabe «si está vacía» y con la glosa catalana tevela (es decir, tavella ‘vaina de legumbre’), y reaparece en el almeriense Abenloyón (princ. S. XIV), quien nos dice que las vainas o šulûq de las almortas son como las de las habas (Dozy, Suppl. I, 36, 783); un Mohammed Aben-Xoluca se menciona también en el Repartimiento de Valencia, del 2.º cuarto del S. XIII. Ahora bien, ya Simonet (p. 603) reconoció ahí un descendiente del lat. SILIQUA, que por lo demás no ha dejado otra descendencia, además de ésta, que el sardo tiliba, silimba, y el bereber selagua, taselgua, θisligua, nombres ambos del fruto de la algarroba o de su vaina (REW 7919). Pasando a través del mozárabe y el árabe todo se explica, pues ahí una antigua forma romance séleuca fácilmente se convertiría en šulûqa, con asimilación vocálica típicamente mozárabe, arabización del diptongo extranjero eu en û, y el traslado acentual se justificaría por el árabe (y aun quizá por el propio romance, ante el grupo bi-consonántico kw). El cambio de -l- en -r- abunda en los arabismos (BDC XXIV, 76), y aunque así sorprende la s- predominante de las modernas formas romances, cabe admitir que dialectos mozárabes septentrionales (Castilla la Nueva) conocieran una variante *serûqa. Lo único que causa duda es la localización casi única del vocablo en las provincias norteñas (salvo el and. jaruga). Pero no olvidemos que los dialectos del Norte son los mejor conocidos y que sabemos poquísimo de las hablas locales de Castilla la Nueva, Extremadura, etc.; además el vocablo debió de viajar, como nombre de vegetales propios del Mediodía, tales como el fruto del algarrobo y muchas variedades de judía y de guisante (comp. los nombres mozárabes citados s. v. GUISANTE, HABICHUELA, FRIJOL), etc.

De no conocer el mozár. šulûqa, podríamos imaginar que seluga, siluga, vasco zeruka, fuese un vocablo prerromano de origen céltico, derivado del célt. SզLON ‘semilla’ (vid. SILO), por medio del sufijo -ȢCA, típicamente céltico (y con -L- > -r- al pasar el vocablo por el País Vasco), tanto más cuanto que una variante *SLON de SզLON, en céltico dialectal, no sería inconcebible. Yo mismo lo había admitido así en una primera versión de este artículo. Quizá no sea prudente desechar del todo la posibilidad de que un celtismo vasco zeruka se haya cruzado con el mozarabismo jaruga, dando las variantes norteñas en se-, pero esta posibilidad me parece inverosímil, y más bien me inclino a explicarlas como lo he hecho arriba, y aun quizá mejor como debidas al influjo de los románicos simiente y semilla.