RÁMILA santand., ast., ‘garduña’, origen incierto; quizá de un gót. (o suebo) *HRAMNէLA, diminutivo de *HRABNS ‘cuervo’, por comparación de los dos animales rapaces.

1.ª doc.: princ. S. XVII, Lope de Vega.

Está ahí en el sentido figurado de ‘ladrón’, vid. BRAE XXI, 806. No figura en Oudin, Covarr. ni Aut., y la Acad. no lo recogió hasta 1884, como voz ast. y santand. y como equivalente de ‘garduña’; además, con la misma localización, dió la variante rezmila. G. Lomas da para Santander las variantes rézmila (así acentuada), rámila, rosmilla y rosmila y define ‘garduña’; en su segunda ed. acentúa rósmilla (lo cual es difícil de creer, pues no hay palabras en -illa átono) y cambia su definición en ‘comadreja’. Es difícil decidir cuál de las dos sea cierta, pues el detalle de tener la garganta blanca se aplica a ambos animales; por lo demás la confusión entre los dos está sumamente extendida, comp. M. P., Oríg., § 84 (nota 2 a la p. 421). La única noticia que tengo referente a Asturias la trae Vigón, según el cual es la ‘garduña’ y se dice remezmila en Goviendes cerca de Colunga, y resmila en San Jorge (región oriental). De la acentuación rámila no cabe dudar en vista del refrán citado por G. Lomas «en la brasa o en la cuadra ten cuidiao de la rámila».

Según Spitzer (RFE XIV, 253-4) sería un derivado del verbo hispanoamericano rasmillar, que en Chile vale ‘arañar’1, y resmillar, que en Méjico es ‘desportillar’. Este verbo a su vez sería propiamente ‘rebuscar uva’ y derivaría del mozár. rixmíl ‘grupo de uvas’ (PAlc.), evidentemente RACIMELLUS ‘racimillo’. En realidad, como he dicho s. v. MELLAR, el sentido propio de este verbo es ‘rasguñar, abrir’ (así en el Ecuador), y se trata de una variante de remellar ‘abrir mucho (los ojos, etc.)’. Desde el punto de vista semántico la idea de Spitzer no sería imposible, aunque este verbo sea hoy raro en España, pues de garduña derivan garduñar ‘rapiñar’ y esgarduñar ‘arañar, defenderse como los gatos’ (V. ARDILLA). Pero no es factible derivar rámila ni aun rézmila de resmillar en vista de la -l-; de las dos variantes principales rámila y rosmilla (rézmila) es evidente que aquélla ha de ser la primitiva, por la misma singularidad de su terminación, y además por ser la única documentada antiguamente; la relación con rasmillar y variantes es sólo de etimología popular y ella fué responsable de la creación de las variantes resmilla y rézmila. Mas es claro que debemos partir de rámila2.

El origen es oscuro. Acaso sea palabra prerromana, a pesar de la r- inicial, que no sería favorable a un origen iberovasco; sin embargo, cabría que se hubiera apocopado una a- originaria. De todos modos, el sufijo -´ila tan típico, nos hace pensar en un origen germánico, como en tantos nombres propios góticos del tipo Wúlfila, Átila, Kíntila, Froila, Fávila, etc. En efecto era terminación diminutiva vivísima en este idioma, sea en la citada forma masculina o en la femenina que vemos en mawilô ‘muchacha’ y barnilô ‘niñita’.

El nombre germánico del ‘cuervo’ no está documentado, seguramente por casualidad, en gótico pero es voz perteneciente a todos los idiomas hermanos: a. alem. ant. hram, hrammes, y hraban, ags. hrærfn, b. alem. med. raven, escand. ant. hrafn; la equivalencia gótica hubo de ser *hrabns o *hramns, con la asimilación que presentan el a. alem. hram, el ags. hræmn, el noruego ramn, y multitud de formas de nombres propios de persona de ahí derivados (vid. Foerstemann, s. v. HRABAN). De este sustantivo se pudo formar un diminutivo *HRAMNէLA, ‘cuervo pequeño’, denominación que no iría mal a un animal tan rapaz como la garduña o la comadreja3. El cambio de MN en m es regular en leonés, y hasta Santander (ome < HOMINEM, etc.)4.

1 «Hijita, ¿qué te duele?-Ella no contestó. Su respiración agitada le rasmillaba el pecho con ronquidos sordos», E. Elgueta Vallejos, El Mercurio, 14-XII-1941. Con el hisp.-amer. rasmillar ‘rasguñar, arañar’ hay que igualar (quizá a base de *rasmellar > *rasmeyar) el arag. rasmear «se dice del objeto que araña, rasca u ofende el tacto con su aspereza», rasmeadura, rasmeazo, y luego rasmia «roña o malestar que resulta de alguna enfermedad; afición, diligencia, fuerza o voluntad para el trabajo; buen ingenio para negocios ordinarios de la vida» (Borao). Dudo mucho que atine Asín (Al-And. IX, 36) al postular como base de rasmia ‘tesón’ un ár. *rasmîya ‘vigor y rapidez en la marcha’, que deduce de ár. rasm «huella», rásam «marchar el camello con paso rápido y vigoroso, dejando huella profunda en el suelo».―

2 El grupo formado por rasmillar, resm- ‘rasguñar’, y rezmilla, recuerda sin duda el scr. raçmɅɅ m. ‘soga’ (ya en el Rig Veda X, 129.5) ‘rienda’ (R. V. II, 12.1) ‘correa’ ‘rayo (del sol)’ (R. V. I, 35.7), pero seguramente es analogía de mero sonsonete, pues no hay parentela ago segura en otras lenguas indoeuropeas, y en sánscrito parece relacionarse sólo con el sinónimo ráçanā, de suerte que ni siquiera hay seguridad de que sea palabra aria: Pok. IEW 863.35, lo relaciona muy vacilantemente con un término propio del escandinavo y el anglosajón que designa varios cordajes náuticos, pero debe acogerse este enlace con sumo escepticismo, pues la voz germánica supone ROG- y la índica RAK- o REK-.―

3 De haber escrúpulo en partir del gótico, por no estar documentado *hrabns en este idioma, y teniendo en cuenta la observación de Foerstemann de que no parece haber nombres de persona góticos en HRABAN-, igual se podría partir del suebo, que pertenecía al grupo alto-alemán, teniendo en cuenta que Asturias correspondía al reino suebo.―

4 Teniendo en cuenta la importancia de la documentación antigua del vocablo, preciso la cita de Lope. El Fénix emplea o más bien alude al vocablo en las sátiras a su enemigo Pedro de Torres Rámila: «No temas del colegio la conquista / que [ser] rámila es alto privilegio, / y entonces yo seré tu coronista». Agrego ser, necesario para el sentido y para la medida del verso. Como observa Entrambasaguas en el estudio citado, hay alusión clara, en estos versos, llenos de desaforados insultos, a los instintos predatorios que atribuye Lope a su enemigo («deseoso de hurtar» v. 105, «lascivo en cortar (bolsas)» v. 128). Nació Torres Rámila en el Norte de Burgos, y su familia era oriunda del pueblo de Bijueces, en la misma región, donde puede documentarse a su abuelo Bartolomé Rámila, ya a principios del S. XVI (BRAE XIX, 291). Entrambasaguas, que estudió a fondo el personaje, acentúa sin vacilación Rámila las muchas docenas de testimonios documentales que cita del nombre. Sin embargo, es verdad que en otro pasaje Lope acentúa Ramíla, en rima con afíla (v. 301), pero no es ésta la única libertad que se toma con el idioma en estos versos llenos de acrobacia verbal: así en la pág. 806 aparece hermafrodita rimando con coronista y conquista; otro pasaje no decide la acentuación: «hubo un Rámila hidalgo de un costado, / que vino desde Asturias a Castilla» (p. 832). No creo que se pueda partir de aquella acentuación para suponer que el nombre de la garduña se pronunciara primitivamente con acento paroxítono, pues no se justificaría el retroceso del acento en un nombre popular: todos los casos que se ha creído hallar de tales retrocesos fuera de cultismos han resultado basarse en etimologías falsas (HÁMAGO) o se explican por variantes morfológicas divergentes (JILGUERO-sílgaro). Lo que sí podía deturparse ocasionalmente era un apellido raro, empleado fuera de su lugar de origen, y donde la palabra rámila ya no significaba nada, a no ser para Lope, que conocería su sentido gracias a su ascendencia montañesa. Así en unos pocos de los asientos en las matrículas de la Universidad de Alcalá, se escribe Ramira o Ramiro el nombre de este poetastro (BRAE XIX, 293), los cuales no pasan de errores esporádicos, ante la mayoría abrumadora de la forma Rámila (allí mismo y en BRAE XXI, 597, 602, 610-28, etc.). El escribiente que anotó Ramira o Ramiro relacionaba con este nombre de pila conocido, y así habría otros que por la misma razón pronunciarían Ramíla erradamente (tal como hoy se practica ocasionalmente haciendo llanos apellidos como Gómara o esdrújulos otros como Carpena); Lope se valió de esta pronunciación deturpada, que le era cómoda para una rima, y al mismo tiempo que le proporcionaba ocasión de bromear con lo mal conocido que era el apellido de su envidioso, le permitía aludir malignamente a unos posibles cuernos de su víctima (V. Ramiro ‘cornudo’ s. v. RAMO).