MELLAR, ‘hacer una mella’ y MELLA ‘solución de continuidad en una herramienta o en el borde de cualquier cosa’, en portugués melar y mela, voz de origen incierto, acaso prerromano.

1.ª doc.: 1.r cuarto del S. XIV, Cuento del Emperador Otas.

En una escena de esta novela leonesa, al intentar uno de los personajes galantear a la fuerza a una doncella, se defiende ésta y de una pedrada certera derriba dos dientes al galán, que, avergonzado del percance, emprende un viaje, con el proyecto de achacar su estigma a un torneo: «grant pesar ovo Macayre en su corasçon de la ferida de los dientes que le diera la donzella, por que era mellado»1. Se trata, pues, de la ac., muy popular en la actualidad, ‘que tiene un hueco en la encía (por un diente perdido)’. El verbo mellar, con su participio mellado, salen ya con relativa frecuencia en textos medievales: «un par de striperas [‘estribos’] melladas, con sus camadas», invent. arag. de 1374 (BRAE II, 349); en el combate entre la Fortuna y la Pobreza, en el Corbacho (1438): «tentóla de sacaliña por ver sy la vencería, e non la pudo sobrar... vido que a mal nin a bien non la podía de tierra arrancar... cometióle mas non pudo algo en ella mellar», ‘hacer mella, hacerla tambalear’ (ed. Simpson, 327); «esta mi señora tiene el coraçon de azero: no ay metal que con él pueda, no hay tiro que le melle», Celestina (VI, Cl. C. I, 221.10); «mellar algun vaso: curto; mellado, cosa con mella: curtus; mellado en los dientes: edentulus», Nebr.; «e dos ollas con un jarro, / e tres cántaros quebrados, / e quatro platos mellados / cubiertos todos de sarro», Juan del Encina; Aut. define «rajar u descantillar alguna cosa, hendiéndola o sacándola una porción corta: como mellar la espada, el plato, etc.» y cita ejs. clásicos. El sustantivo mella, hoy tanto o más usado que mellado y mellar, en lo antiguo lo hallo documentado sólo desde más tarde y con menor frecuencia: el primer testimonio parece ser el de la Celestina: «viniendo de parte donde tan poca mella haze» (ed. Foulché, p. 112), y Nebr. lo da como sinónimo de melladura.

En portugués tenemos otras acepciones, diferentes aunque conexas: «melado, que tem melas: cabeça melada; melados chama o vulgo aos meninos orphƟos», «mela: natural ou accidental falta de cabello, donde costuma nascer» (con un ej. de Mad. De Morbo Gallico), «um mal que dá no trigo espigado, e o aperta e consome de modo que nƟo dá nada», Bluteau; acs. a las cuales agrega Moraes (méla) «a falta que há na escritura por se ouvir mal a quem dicta; branco na escritura», y Fig. las figuradas «doença; falta de vigor; caquexia», y en el verbo melar «producir mela em; fazer mossas em; cortar, retalhar; intr. ter mela; tornarse pêco, chocho». A pesar de la mayor latitud semántica del vocablo portugués, es visible el enlace semántico con el castellano, a base de la idea de ‘hueco, defecto, imperfección’2; por lo demás los respectivos matices se extienden recíprocamente a dialectos de los dos idiomas, y así en Tras os Montes mella (pron. con l) es «falha, sobre tudo no gume dos instrumentos de corte» (RL V, 97), en las hablas fronterizas entre Galicia y Asturias encontramos, allá melas y acá mellas, con el sentido de «encías faltas de dentadura» (Acevedo-Fz.), y por otra parte en Andalucía mella tiene la ac. portuguesa de «mácula en el trigo o en el garbanzo» (A. Venceslada). Aunque no tengamos documentación medieval del vocablo portugués, no hay cómo dudar de que sea autóctono, y esta correspondencia confirma que la ll castellana procede de una LL doble etimológica.

La investigación de la etimología ha dado hasta ahora pocos pasos en firme. Sin mayor examen podemos desechar como fonéticamente imposibles el lat. MALLEARE ‘machacar’ de la Acad., MACĔLLA ‘mancha’ (pasando por un injustificable *MAGĔLLA) de Gonçalves Viana (Apost. II, 128-130), y MACŬLA íd. propuesto por Malkiel (Univ. of Calif. Publ. in Ling. I, vii, 236, de cuya nota he sacado algunas útiles citas). No tiene la menor verosimilitud, desde ningún aspecto, la hipótesis de que mellado venga de mermellado, partiendo de *MINIMĔLLA ‘pedazo mínimo’, como conjeturó Spitzer (Neuphil. Mitteil. XXII, 46-47)3.

Más atención merece la etimología sugerida brevemente por Baist (ZRPh. V. 562) con aprobación de Brüch (Neuphil. Mitteil. XXII, 114-5), lat. GEMELLAmelliza’, con un desarrollo semántico paralelo al del gr. ƌιπλóƓ ‘hendedura en una hoja de metal’, ‘sutura en el cráneo’, propiamente femenino de ƌιπλοǢς ‘doble’. Sería preferible, si acaso, una leve rectificación, admitiendo un verbo *GEMELLARE ‘partir en dos partes iguales’, de donde *emellar y mellar, con un tratamiento fonético rigurosamente comparable al de *GEMELLICIUS > mellizo, y al de GEMELL-ONE > mellón ‘carga distribuida en dos haces iguales’ (V. s. v. MAJANO): entonces podríamos explicar la falta de diptongo en el sustantivo mella por el carácter secundario y postverbal del vocablo, que Nebr. sólo registra como variante de melladura. La caída de G- ante E átona en rigor sería posible aun en portugués (irmão GERMANUS, dial. melgo GEMELLICUS), aunque lo normal en portugués es la conservación: janeiro = enero, gimbro = enebro, gear = helar, etc. En apoyo de esta idea se pueden citar varios hechos y consideraciones. En la Farsa de Fernando Díaz, escrita h. 1520, parece hallarse la forma hemella que así hemos considerado etimológica: «delante la mies que fué sin hemella, / delante del fructo no maculado», con un sentido semejante al del port. mela ‘defecto o enfermedad en un cereal’: la mies se refiere a la Virgen, y el fruto al Niño4. En la Dotrina de la Discrición de Pedro de Berague, de fin S. XIV, nuestro vocablo aparece con un sentido difícil de comprender: «Es obra maravillosa / buena muger e fermosa / rica e generosa / de parientes; / faze yerro sy non mella / en el tal engxemplo ella: / ser cortés commo donzela / bien criada; creo se trata del verbo y no del sustantivo, pero el sentido es sorprendente, pues nada tienen de irónico las recomendaciones de este tratado: ¿habrá que entender ahí mellar con un sentido, etimológico, aunque sin ejs., ‘repetir, duplicar’? Desde luego es muy dudoso5.

En fin, si remellado ‘mellado de los labios o de los párpados’, ‘abierto desmesuradamente (hablando de los ojos)’, es derivado, como parece, de mellado, prestaría buen apoyo a *GEMELLARE, pues junto a (ar)remellar existe el sinónimo (ar)remelgar6, y aun parece que remilgo ‘acción de repulirse y hacer ademanes y gestos con el rostro’7 sea derivado del mismo: ahora bien, esto recordaría el caso de mellizo y melguizo, GEMELLUS y GEMELLէCUS (REW 3720), y se explicaría por la existencia de *GEMELLICARE junto a *GEMELLARE. Es verdad que esta derivación de remellado y remilgo no puede darse como hecho absolutamente averiguado, pero sí como sumamente probable. Sin embargo, estos varios argumentos no son inequívocos, y pueden aplicarse también a otras etimologías. La debilidad principal de *GEMELLARE es de naturaleza semántica, como subrayaron M-L. (s. v. GEMELLUS) y otros, hasta el punto de que el propio Baist retiró más tarde su etimología (KJRPh. VI, 385), aunque atendiendo a argumentos fonéticos discutibles. Realmente no se pueden citar verdaderos paralelos semánticos en apoyo de *GEMELLARE. No negaré que una mella es algo más importante que una muesca, y por lo tanto se le puede aplicar la noción de hendedura, rajadura o acto de partir en dos: la idea fundamental no está muy lejana de la del fr. brèche (de BREKAN ‘romper’) o del alem. scharte (de SKERAN ‘cortar’). Pero con todo eso el matiz de ‘gemelo’, la idea de ‘partir en dos mitades iguales’, no tiene aplicación alguna. Y relacionar con GEMELLUSmellizo’ a base de suponer que mellar significara ‘señalar porciones iguales por medio de hendiduras’, como quiere GdDD 3063, es partir de un supuesto arbitrario y de todos modos sería etimología inverosímil.

Otras posibilidades tampoco contentan8. El it. mèrlo o merletto ‘almena’, merlare ‘rematar de almenas’9, cat. merlet ‘almena’, se podrían fácilmente relacionar con la idea de mella: las mellas de la dentadura son comparables con la almenadura de una muralla, aunque es verdad que el mèrlo es saliente y la mella entrante. La etimología de este vocablo, que ya aparece en la forma merulus en Italia desde 912 (Du C.; en Parma en 948, Sella, Gloss. Lat.-Emil.), es completamente incierta: deducirlo semánticamente de MERULUSmirlo’, como sugiere M-L. (REW 5534a), no me parece posible (las almenas no son negras, etc.); sí lo sería partir de MĔRGŬLA ‘horca’, y la objeción fonética de M-L. me parece muy discutible; pero desde ahí difícilmente llegaríamos a mella. Quizá debamos pensar más bien en *MէNŬLA, diminutivo de MէNA ‘almena’: el grupo excepcional -NL- se habría resuelto en -rl- en Italia y Cataluña, en -LL- en Portugal y Castilla; el caso seria comparable, por una parte a amarlo > amallo y análogos, y por la otra a GLANDULA > AGALLA, SCANDŬLA > escalla (V. ESCANDIA), CINGULUM > a. arag. cillo, cast. cello, port. cilha. Sin embargo, esta etimología no es menos dudosa que la anterior en su aspecto semántico, y la síncopa de la vocal en tales condiciones no me parece verosímil para el toscano, lo cual acarrearía la complicación de admitir un préstamo occitano o dialectal del Norte de Italia. Semánticamente, para el iberorromance, sería irreprochable un *MĔNDŬLA diminutivo de MĔNDA ‘defecto’, ‘mancha’, que ha dejado descendientes en romance (REW 5491, 5494a), étimo al que se adhiere Leo Spitzer10. Pero aunque los paralelos fonéticos que acabo de citar (GLANDULA, etc.) también serían valederos en este caso, el diferente tratamiento de AMYNDULA > almendra, port. amêndoa, nos deja en fuerte duda, sobre todo cuando nos encontramos ante un étimo hipotético11.

En definitiva ninguna de estas hipótesis se lleva la convicción. Y no podemos olvidar que otros nombres de la ‘mella’, como los tipos ibero y galorromances *֊SCA y *C֊CCA (V. HUECA), son de abolengo prerromano. Bien podemos sospechar otro tanto de nuestro mella. Tanto más cuanto que tenemos la familia del vasco me(e) (mehe) ‘delgado, sutil’, con sus derivados b. nav. mehail ‘delgado’, magalo ‘débil’ (ronc. magalpeko ‘benjamin’: + peko ‘súbdito, esclavo’), sul. maheia ‘personas o animales flaquísimos’, todo lo cual recuerda bastante las acs. portuguesas, probablemente primitivas. En nuestro desconocimiento de los procedimientas formativos del ibero y del protovasco, y en nuestra ignorancia del significado antiguo, esta posibilidad queda por ahora vaga. Pero se deberá tomar muy en cuenta.

Hay otras posibilidades prerromanas no menos defendibles, en particular un ieur. *MELL- (tal vez céltico) representado por el irl. ant. mellaim ‘yo engaño’, lit. mlas ‘mentira’, avéstico mairya ‘engañoso, bribonesco’ (< ieur. MEL?O-). Dada la idea popular de que el mellado es mentiroso y las mentiras se escapan por las mellas de la dentadura, esta posibilidad etimológica cuenta con buena base semántico-folklórica. Hay todavía irl. med. mell ‘pecado, defecto’, que supone un antiguo MELLO- (< MELSO-) y que sería excelente base semántica para mella; letón melst ‘hablar confusamente’, polaco y blanco-ruso mylić ‘fallar (errar tras un golpe, etc.)’, gr. μέλεος ‘vano, fallado, desgraciado’. Recuérdese que la Ĕl> hispanocéltica dió romance. Y aunque vayan en aumento los escrúpulos fonéticos y semánticos, tampoco hay base suficiente para descartar del todo un enlace célt. antiguo *MAILO-cortado, mutilado’, representado por el irl. ant. máel ‘calvo o esquilado’, ‘mocho, sin cuernos’, ‘esclavo’, ky. (ant.) mail (moel) íd., que parece ser la base del nombre de persona (hispano, narbonense) Maelo (en bastantes inscripciones, mientras que en la Renania parece tratarse de un homónimo germano: Weisgerber, Rh. G. C., 270; IEW 697.17).

Deberá pensarse también en la posibilidad de que mella salga de un gót. *MLէLA (tratado como pella de PէLŬLA, con síncopa temprana), diminutivo de MLA ‘señales’ (= a. alem. ant. mâl ‘mancha’, mâlan ‘pintar’, Walde-H., s. v. mulleus).

DERIV.

Mella (V. arriba). Mellado (íd.). Melladura [Nebr.; hoy chil.]. Amellar cub. orient. (Ca., 235). Es dudoso que sea derivado de una variante de mellar el argent. contramilla o cantramilla ‘parte de la aguijada opuesta al aguijón’ (cito de memoria sin posibilidad ahora de comprobar, lo que es fácil de hacer con el libro de E. Tiscornia, La Lengua de «Martín Fierro», con bibliografía superabundante), cf. el vasco guip. catramia ‘quehaceres, quebraderos de cabeza’ (Azkue), aunque lo verosímil es una de dos: que no haya relación, o que sea más antiguo el vocablo argentino que el guipuzcoano (que sin embargo podría contribuir a la averiguación del significado antiguo).

1 Doy las gracias a Mr. Herbert Baird por haber comprobado el pasaje en el ms. (85r°). Ed. Ríos, p. 446, lín. 2.―

2 Comp. el it. tacca, que además de ‘mancha’ es la expresión normal de la idea de ‘mella’ (de ahí intacco ‘melladura’).―

3 Lamano define mermellado «el que tiene mermella [apéndice en forma de barba, hablando de reses]; mellado», pero los dos ejs. que cita se refieren sólo a la primera ac., y la segunda es sospechosa: a lo sumo será una confusión más o menos ocasional. Luego este mermellado no viene del supuesto *MINIMELLA, sino del real cast. marmella o mamella ‘barba de la res’, de etimología muy conocida (MAMILLA), pero sin relación posible con mellar.―

4 Kohler, Sieben Span. Dramatische Eklogen, p. 325. Creo que éste se equivoca al explicar ‘semilla’, suponiendo que ambos versos se refieren a Jesús. Pero hemella es imposible como variante de semilla; el que habla es un ángel, lo cual descarta la posibilidad de una pronunciación sayaguesa o andaluza, que por lo demás tampoco sería aplicable a la época ni a esas condiciones fonéticas. Se juega con los dos sentidos de mella ‘defecto en forma de mancha’ y ‘muesca, imperfección del filo’ (por alusión a la virginidad).―

5 No me sorprendería que hubiese corrupción del texto, aunque la ed. de Foulché (RH XIV. 589) lo da idéntico a la de Janer (Rivad. LVII, copla 114). ¿Quizá enmendar en algo como «faz como hierro sin mella»? Más bien «faze yerro si enmella», con enmellar = mellar, que de paso explicaría el hemella de F. Díaz.―

6 Remellado falta en Aut., Covarr., Oudin, etc., pero la Acad desde 1884 define «que tiene mella: dícese de los labios y de los olas que la tienen en los párpados», y para el gallego Cuveiro remelado es «el faltoso de pestañas o con el párpado arregazado o arremangado»; Terr.: «remellado, se dice de un ojo cuyo parpado se vuelve hacia fuera»; Acad. 1867 «se dice del ojo que tiene descubierto parte del párpado inferior». Como en este trozo de párpado no se ven las pestañas, se comprende que se le llamara mellado, lo mismo que a la encía sin dientes. En este sentido emplea Lope resmellado: «este gatazo y sabio Grafiñanto, / cano de barba y de mostachos yerto, / de un ojo resmellado y de otro tuerto» (Rz. Marín, 2500 Voces); y en La Pícara Justina vemos lo mismo varias veces (ed. Puyol II, 23, 33, 64, 69): «tenía un ojo rezmellado y el párpado buelto afuera, que parecía saya de mezcla regazada, con forro de bocací colorado, y el ojo que parecía de besugo cozido», hablando de un personaje a quien más adelante se llama «el del ojo arremangado». Está claro que desde ahí se llegaba fácilmente a ‘ojo desmesuradamente abierto’, ‘ojo que expresa asombro’ u ‘ojo vuelto de lado’. Así ast. remiellar ‘abrir los ojos desmesuradamente’, «arremiella los güeyos el llucu [‘loco’], el alteriau, el que tiene mieu y el celosu» (R, s. v. rem- y arrem-). No cabe duda de que éste es el sentido en Berceo, cuando el demonio en figura de can atormenta al pecador: «vinié de mala guisa, los dientes regannados, / el cejo mucho turbio, los ojos remellados, / por ferlo todo pieças, espaldas e costados» (Mil., 471b). Ast. arremellase ‘mirar con asombro o sorpresa alguna cosa’ (V); gall. remela-l-os ollos «volver los ojos hacia un lado; abrirlos demasiadamente» (Vall.); de ahí también el que trae (o el que tiene) el ojo remellado traduciendo aegilops o aegilopium ‘fístula lacrimal’ en el glos. del Escorial de h. 1400 (que también da la equivalencia orçuelo), con lo que podría relacionarse el port. remela, ramela, ‘legaña, esp. la del ojo inflamado’ (pero V. mi nota a LEGAÑA). Por comparación con el párpado vuelto del revés se llamó rezmilla el glande con el prepucio vuelto, y luego el glande en general, voz que ya aparece en el S. XV, en el Canc. de Baena (n.° 363, según el ms. examinado por Morel-Fatio) y en el aragonés Antón de Moros, que aparece después en Nebr. («rezmilla del genital miembro: glans») y en Oudin, y que del castellano pasó al campid. resmiglia, siempre con este sentido (M.-Fabio, Rom. XXX, 56; Wagner, RFE IX, 239); el vago parecido con el mozár. rixmíl (pl. ragímil, dimin. ruméychel) «grumo de uvas» (PAlc.) y con raǤǤîm y riqmêl de R. Martí, procedentes de RACMUS (M-L., RFE VIII), es, pues, casual, contra lo que cree Spitzer (RFE XIV, 254), y tampoco tienen fundamento las etimologías arábigas, por lo demás vagas y excesivamente complicadas con cruces, que propusieron Dozy, Gloss., 335, y Baist, RF IV, 416. Volviendo a remellado en su relación más intima con mella, el ecuat. rasmillado tiene sentido análogo al de éste, pues es ‘rasguñado con lastimadura pequeña’ y rasmillón ‘rasguño’ (Lemos, Semánt., s. v.), y el trasm. remelar vale «verter alguma coisa, uma pipa ou tonel, apresentando apenas humedecida a madeira no logar por onde sae o vinho, sem que se veja gotejar» (Gonç. Viana, l. c.): es decir, ‘estar levemente resquebrajado’. Remellar en las tenerías es ‘rebatir: quitarle el grano, o agujero que queda del pelo, a la piel, alisarla de este modo’ [Terreros]: o sea quitarle las mellas. Ahora bien, como sinónimo de arremiellar ‘abrir los ojos’ registra Rato la variante arremelgar, en su Suplemento. Nótese que las formas en -i- y en -ie- apoyen una etimología en -ĔLLAl>, como la indicada arriba. Por los datos reunidos en esta nota se ve que el ast. arremelgar, arremielgo, no es exactamente «amenazar», «amenaza», como define simplificando G. Oliver (pp. 27, 214); y aunque lo fuese no podría fonéticamente venir de un *MINICARE; (derivado de MINAREamenazar’) como quiere GdDD 4352a; tampoco pueden las voces de este grupo venir de un *REVELLICARE, como dice luego el mismo, 5672, artículo donde pueden verse otras formas asturianas de este grupo, si bien mezcladas con materiales heterogéneos.―

7 No tengo noticias de esta familia hasta Aut.: «remilgo: la acción y ademán de remilgarse», «remilgarse: repulirse y hacer ademanes y gestos con el rostro (las mujeres)». Pagés cita un ej. de Moreto. Terr.: «remilgarse: hacer monadas y melindres hablando; ponerse una persona muy tiesa, bajando la barba hacia la garganta para parecer más gorda y mejor». Ahora bien, remilgado se dice remelgado en gallego y en las Asturias occidentales (Acevedo-Fz.), y es el caso que el port. pop. remelgado significa «que tem reviradas as bordas das pálpebras» (Pig., Lima-B.). Está claro, pues, que no puede separarse este vocablo de remellar ~ remelgar ‘abrir los ojos desmesuradamente, tener los párpados mellados’, y que habremos de explicar el remilgo español a base del juego exagerado de olas a que se entregan las coquetas, de donde luego aplicación a otras clases de gesticulación fisonómica. El vocablo, pues, tiene tan poco que ver con miel como su sinónimo aproximado MELINDRE, contra las apariencias que indujeron a errar a Fouché (RH LXXVII, 39), Krüger, Westspan. Mundarten, p. 83, y otros. Remielgo se redujo fonéticamente a remilgo, como sieglo a siglo, mierlo a mirlo, etc., y de ahí se extendió luego la i a las formas arrizotónicas. La semejanza con mirlarse ‘darse importancia’ -Quiñones de B., NBAE XVIII, 539, Spitzer, BhZRPh. XXIX, 100n.- es fortuita; y tampoco debemos pensar en relacionar con el chil. mitiquero ‘melindroso’, a base de MITIGARE, ni con el lat. remelīgo, -inis , ‘mujer que anda demasiado despacio’, de Plauto, Festo y el CGL; el ast. de Colunga remelgos o rebalguinos ‘cosquillas’ vendrá de VARICARE, si bien tal vez cruzado con remilgo.―

8 A pesar de que el port. amolgar ‘contusionar’, ‘enflaquecer’, ‘ceder’ y luego ‘sufrir una mella o corte’ parece derivado de M֊LLIS ‘muelle’, no hay que pensar en sacar de ahí nuestro mella, pues además de que ue no suele reducirse a e tras m, habría que esperar que formas con o aparecieran en alguna parte.―

9 Del italiano procede el cast. merlón ‘cada uno de los trozos de parapeto que hay entre cañonera y cañonera’, cast. antic. merlo íd. (ambos ya en Acad. 1817).―

10 MLN LXXII, 1957, 581; su explicación del si non mella (vid. aquí 28b9) de Pedro de Berague como = ingl. to indent no es convincente por el régimen (esperaríamos entonces con el tal enxemplo, no en el t. e.) y por la falta de todo ej. español de tal ac. de mella.―

11 Nada ganaríamos en lo fonético partiendo de la equivalencia céltica de menda, que está bien representado en las lenguas célticas insulares (Waldo-H., s. v.).