PERENDENGUE, término popular y afectivo, de formación incierta, aunque de todos modos relacionado con pendientes y con DENGUE; puede ser alteración de *pedendengue, resultante de un cruce entre estas dos palabras; pero más bien será metátesis de penderengue, derivado de PENDER, y entonces la relación con dengue será sólo secundaria.

1.ª doc.: 1674.

En esta fecha el Padre Noydens en un apéndice que pone al artículo traje de Covarr., entre los ejs. de «novedades para mudar el trage de las donzellas» cita «los perendengues, un género de listones ensartados en los vestidos de unos Franceses, que de París vinieron a esta Corte». Si en efecto es verdad que vinieron de Francia, de lo cual no tenemos otras confirmaciones, el nombre no parece de todos modos de origen francés, pues ni hoy ni en la Edad Media existió en Francia una voz igual1. El dicc. de Aut. define «adorno que se ponen las mugeres, pendiente de la punta de las orejas; son de... oro, plata, azabache, crystal y enriquecidos de piedras preciosas; llámanse también pendientes»; no cita autores. Esta ac. es la que sigue teniendo el vocablo en Aragón (a juzgar por el Valle de Arán), Asturias, Galicia, Tras os Montes, etc. Pero no es la única: según la Acad. designó una moneda de vellón, con valor de cuatro maravedíes, que se acuñó en tiempo de Felipe IV (1621-65), seguramente por emplearse en pendientes; y también ‘cualquier otro adorno mujeril de poco valor’. Más generalmente podemos afirmar que equivale a ‘adorno, arrequive’ de cualquier naturaleza: «una señora de tantos dengues y de tantos pelendengues no ha de tener la sinvergüencería de enseñar el cuerpo del delito al jurado ni a los oidores» escribió Juan Valera (Juanita la Larga, cap. xxviii); en el Ecuador es «adorno que se pone en una obra, de cualquier especie, cuando parece que está incompleta o le falta algo: con un perendengue quedará muy bien este cuadro» (Lemos, Semánt., s. v.); en la prov. de Buenos Aires se recita la copla «señora pastelera, / mañana es viernes: / hágame pastelitos / con perendengues» (Furt, Canc. Rioplatense I, 383); el port. perendengues, voz anticuada y brasileña, es «penduricalhos para ornato; berloques» y Filinto (S. XVIII) lo empleó hablando de los dijes del reloj (Fig.; comp. comentario en el prefacio, p. ix).

Sin embargo, la idea de ‘pendientes’ puede ser la primitiva, y en todo caso hay relación con el verbo pender ‘colgar’, según comprueba el uso del vocablo en el sentido de ‘testículo’, localizado en Extremadura (perendengue, BRAE IV, 99), que dió lugar a la frase tener una persona o cosa tres pelendengues ‘ser muy fuerte en su género, ser extraordinaria o extraña’, que es vulgar no sólo en esta región, sino creo en todo el Sur de España (p. ej. en Almería). Por lo demás existe otra variante fonética, muy extendida, pelendengues, usual en Bogotá y otras partes de América, así como en varias regiones de España, p. ej. en Aragón (de ahí aran. plendengues ‘pendientes de mujer en general’), en Vizcaya (Mugica), en el bajo pueblo de Madrid según López Silva, en varios puntos de Andalucía, en Murcia (Lemus), en el catalán de Valencia (Sanelo, Lamarca), etc., y ya empleada por Ramón de la Cruz a fines del S. XVIII2. Hay todavía otras variantes: trasm. pelindrengas ‘pendientes’ (RL I, 311), allí mismo pendengues (G. Viana, RL I, 283, 215), ast. occid. prindengas ‘pendientes grandes’ (Munthe)3, gall. pendrengues (cita de G. Viana, falta Vall.). Bien puede ser que esta última forma sea la más próxima al origen, y que en todas partes debamos partir de *penderengues, derivado de pender, con el sufijo -engue, que aunque no frecuente en castellano, no carece completamente de ejs. (blandengue, perrengue; otros como merengue son voces advenedizas que no interesan para el caso); y con una prolongación -er-, -el-, que tampoco es frecuente pero no costaría mucho ejemplificar.

Pero la frecuente unión de perendengue con dengue no parece fortuita, tanto más cuanto este último es ‘abrigo de mujer’, además de ‘remilgo’; esta idea de Schuchardt (ZRPh. XIV, 175-7) se apoya en el aparejamiento de los dos vocablos en el pasaje citado de J. Valera, o en este otro, donde el nuestro tiene precisamente el sentido de ‘cumplido’, más propio de dengue: «lleno de cumplimientos ―esos dengues y perendengues de Batista, decía la Abuela― me invitó a pasar» (Abelardo Arias, Los Andes, Mendoza; 22-VI-1941). Como el prefijo peri-, per-, es muy frecuente en Asturias y otras regiones norteñas, donde nuestro vocablo es muy vivo (vid. VERICUETO < ¿pericueto?), cabría pensar que un *peridengue pasara a perendengue por propagación de la nasal; pero no creo en esto, pues no nos explica la segunda e de la palabra.

Más bien podría tratarse de un cruce de dengue con pendiente, que son voces de sentido análogo, aunque no bien igual: de ahí *pendendengue > *pedendengue > perendengue (o pel-) con dos disimilaciones consecutivas; es muy posible que así sea. Sin embargo, me parece preferible la explicación por penderengue, mero derivado de pender, en vista de la voz emparentada perendeca ‘ramera, pelandusca’ [Quevedo, Aut.], que ha de estar por *pendereca, derivado de pender, lo mismo que pendanga (primitivamente ‘pingo, colgajo despreciable’); ahora bien, en el Quijote (II, i) se menciona un «entremés famoso de la Perendenga» (por lo demás desconocido), donde el vocablo tendrá el mismo sentido4.

1 Hay algunas no muy diferentes, como pendeloque ‘colgajo’, fr. ant. pendeloche ‘miembro viril’, pendereau, penderet, penderon.―

2 Para el detalle, vid. Cuervo, Ap., § 750n., Obr. Inéd., p. 55; Toro G., BRAE VIII, 501.―

3 Según Rato perendengues son «pendientes con colgantes de plata afiligranada, que sólo llevan las mujeres casadas».―

4 El parecido de pelendengues con el minhoto pelicanas «brincos das orelhas» (Leite de V., Opúsc. II, 252), que será derivado de pelicano ‘pelícano’ (por la mandíbula inferior de esta ave, que parece un gran colgajo), es probable que sea puramente casual.