PARDO, extraído del lat. PARDUS, gr. πάρƌος ‘leopardo’, o del gr. πάρƌαλος, probablemente nombre del gorrión, por el color oscuro de ambos animales; no se puede asegurar de cuál de los dos procede el adjetivo castellano, pero ya en griego tenían ambos nombres raíz común, precisamente por el color parecido en los dos casos.
1.ª doc.: glos. del S. IX o X.
Pero no se halla este vocablo con carácter autóctono en otros romances (V. lo dicho en PARDAL), aunque pàrdou, pardes, es préstamo castellano usual en ciertas hablas gasconas (BhZRPh. LXXXV, § 325; Palay), y pardo lo fué en el catalán de Valencia (Jaume Roig, vv. 2703 ―suprímase la coma―, 4383). Es posible que la creación de este adjetivo arranque de muy lejos en el latín provincial, ya que pardus figura en Tablillas de maldición africanas con aplicación al corcel del anfiteatro, y Jud relaciona atinadamente con el pelaje de caballo pardo documentado pocos siglos después en el Glosario de Leiden3. Por otra parte, este adjetivo tendría inicialmente carácter culto, y así se generalizaría en fecha relativamente tardía, si partimos del nombre del leopardo, leo pardus o sencillamente pardus, parda, en latín (pards ‘leopardos’ en Rabelais, Cinquiesme Livre, cap. 39); romanizada la primera de estas expresiones en león pardo aparece en Calila (Rivad. LI, 34), J. Ruiz (1425a) y Nebr., leona parda en la Profecia de Merlí, traducción catalana coetánea de un original castellano de 1369-77 (RFE XXV, 395), etc.
Separado así el vocablo, era forzoso que el pueblo interpretara pardo como un adjetivo expresivo de la principal diferencia que separa al leopardo del león, a saber, sus manchas de color negruzco, y de esta manera, en forma muy natural, el vocablo se haría adjetivo sinónimo de negruzco. También cabe, sin embargo, que pardo se extrajera de PARDAL, en la forma indicada en este artículo, y esta otra alternativa sería más verosímil si pudiera confirmarse que la ac. primitiva fué ‘gris’. De todos modos, es fácil el paso de ‘gris’ a ‘pardo’ y viceversa. Señalaron la relación etimológica de pardo con leopardo y su familia Sainéan (ZRPh. XXX, 570, Sources Indig. I, 209), M. L. Wagner (ASNSL CXLVI, 148), M-L. (REW, 6232) y P. Barbier (RLR LII, 120-1), cuyo artículo debe verse especialmente para los derivados, y en particular los que designan peces. Desde luego debe desecharse la etimología de Diez (Wb. 474), todavía sostenida por Cornu (GGr. I, § 129) y M. P. (Oríg. 270), a pesar de la vacilación de Gonçalves Viana (Apost. II, 230-1) y Cuervo (Disq. 1950, 343): pardo no puede venir de PALLէDUS por razones fonéticas terminantes4, además de que éste expresa un color marcadamente distinto. Aun después de leer la nota de M. P., M. L. Wagner sigue con razón rechazando PALLIDUS (ZRPh. LXIX, 383).
DERIV.
Pardear. Pardillo adj. ‘pardo’ [S. XV, Aut.], m. ‘Acanthis flavirostris’ [h. 1625, Huerta, Aut.]; pardilla [Oviedo, Sumario: «son como estarnas o perdices de las que acá dicen pardillas» (Nougué, BHisp. LXVI)]; pardela ‘especie de gaviota’ [fin S. XVI, J. de Castellanos, en Pagés; Acad. 1914 o 1899], tomado del portugués. Pardón ‘especie de falcónido de color gris’ ast. (Vigón). Pardusco [h. 1600, Inca Garcilaso, Aut.] o, raro, pardisco [1591, Percivale]. Y vid. EMPARDAR.
CPT.
Pardomonte.
1 Dozy, Suppl. II, 789b, sin otro apoyo que ese texto, conjetura ‘gris’ como significado, pero no es plausible entonces la evolución semántica del vocablo arábigo.― ↩
2 De la idea de mezcla de blanco y negro viene el nombre de la antigua institución de los cavalleros pardos, los que sin ser de sangre hidalga eran eximidos por el Rey del pago de tributos: así en la Probanza de Hidalguía de Hernando de Roxas, a. 1584 (RFE XII, 393), en el Lazarillo de J. de Luna (Rivad. III, 123), h. 1630, etc.― ↩
3 Sin embargo, también cabría, como sugiere Jeanneret, ver ahí un nombre propio de caballo fogoso, por alusión a la acometividad de la pantera.― ↩
4 No podía haber otro resultado que *paldo, el cual no se encuentra nunca. No es pertinente la comparación con escarpelo, disimilación, ni con armazém, arabismo, ni con estúrdio, que no viene de STOLIDUS, y ni siquiera con urce y surco, donde la L va precedida de u, condición esencial, pues se trata de enmiendas imperfectas de la pronunciación vulgar uz, suco (como en azufre, duz, etc.), que no triunfaron más que a medias por haberse hecho la plebe incapaz de pronunciar el grupo ul + consonante. Sin duda se cita un caballo pallido en doc. de San Millán de 1095 (Rev. de Dial. y Trad. VI, 37) mas puede ser una falsa latinización como las que tanto abundan en estos documentos (vid. BRAVO); además ignoramos completamente de qué color se trata, y puede ser algo sin relación alguna con ‘pardo’. ↩