PARDAL, ‘gorrión’, ant. y dial., voz común a los tres romances ibéricos, probablemente procedente del gr. πάρƌαλος, que designaba este mismo pájaro u otro parecido; de todos modos pardal está relacionado con PARDO (véase), que viene de otra palabra griega, de la misma familia que πάρƌαλος.

1.ª doc.: doc. de 1252; J. Ruiz.

Escribe el poeta: «dixo la golondrina a tórtolas e pardales» (747), «vos que me guardades, meto que no m’ tomedes / ca todo pardal viejo no s’ toma en todas redes» (1208d). Ya antes aparece Johan Pardal como nombre propio de persona en un doc. de Valladolid de 1252 (Staaff, 38.7). Sale también como nombre de pájaro en D. Juan Manuel (Conde Luc., ed. Hz. Ureña, 171; Caball. y Escud., Rivad. LI, 250b33), en Villasandino («un exemplo ay aldeano / que más val pardal de mano / que buytre muy enbolado», Canc. de Baena, n.° 112, v. 19), en la Visión delectable de Torre, antes de 1440 («no decimos que es malo el gavilán porque mata los pardales», Rivad. XXXVI, 357), en Nebr. («pardal o gorrión: passer»), etc.

Pero ya por entonces el vocablo se hallaba en castellano en franca decadencia, a causa de la competencia de GORRIÓN; y aunque todavía los diccionarios de los SS. XVI-XVIII conocen pardal, dan muestras ya de considerarlo menos corriente que su sinónimo, e igual hay que entender la frase de Huerta (h. 1625) «por esto le llamaron en Castilla pardillo; como al gorrión, pardal». Hoy todavía se emplea en el aragonés de Graus (BDC VII, 76), en Murcia (G. Soriano) y en Asturias (Rato), y en sentidos secundarios en Salamanca y otros lugares, mas por otra parte ha dejado de ser palabra conocida en el uso común; como indico en el artículo GORRIÓN, hay motivo para creer que esta decadencia se deba al uso obsceno de la palabra pardal, comp. fr. moineau ‘miembro viril’ (Rolland, Faune X, 36); como acs. secundarias registra Aut. ‘pluvial, ave acuática’ (según Acad. sería más bien el ‘pardillo’) y ‘bellaco, astuto’, con dos ejs. del S. XVII, en Salas de Barbadillo y en Cancer, ac. en la cual se desahoga la antipatía del campesino por el gorrión, voraz consumidor de grano, que no se amedrenta fácilmente por espantajos ni asechanzas1.

Pardal ‘gorrión’ es también voz cat. y portuguesa y en estos dos idiomas se mantiene vivaz hasta hoy; en este último se documenta desde el S. XIV por lo menos (RL XXV, 142), y en Galicia existe pardal ‘fringilla linaria o cannabina’ (Vall.), diferente de pardáu (-ANUS) ‘gorrión’, usual por lo menos en el Limia (VKR XI, s. v.) y Castelao emplea pardal y pardales (224.2, 224.9)2; en catalán está documentado desde la misma época (también Jaume Roig, v. 8443, etc.), y hoy se emplea por lo menos en todo el Principado y Cataluña francesa, mientras que en el País Valenciano ha generalizado su sentido hasta convertirse en sinónimo de ‘pájaro’; por lo demás el área del vocablo termina bruscamente en el límite Norte del catalán y el aragonés, de suerte que en todo el territorio occitano se emplean passeroun, passerat, parrat y variantes3. En cambio, parƫâl penetró profundamente en el árabe magrebí, pues es común a las hablas africanas del Noroeste (Lerchundi; Bocthor como propio de Berbería; Simonet, s. v.; Dozy I, 73a), y no solamente se registra en PAlc., R. Martí («passer», 36), Abenbeclarix, Abencuzmán y Rabí Ben Zaid (a. 961, farƫâl), sino que en calidad de apodo aparece en todas las épocas de la España musulmana empezando desde el S. IX (abuelo de Almanzor) y llegando hasta los moriscos de la Alpujarra (los dos Portales, caudillos granadinos, en Pérez de Hita, II, 16).

Covarrubias, Simonet y otros señalan un parentesco con el griego πάρƌαλος, descrito solamente por Aristóteles (Hist. de los Animales IX, 23); la mayor parte de los diccionarios se abstiene de identificarlo, Liddell-Scott sólo con dudas sugiere el estornino; en el texto del naturalista precede a la descripción del kollyríōn, ave de presa, y sigue a la del ‘turdus cyanus’, la oropéndola y el malakokraneús, con la indicación de que su tamaño viene a ser como el de estos tres; agrega que se le ve solamente a bandadas, es todo él de color ceniciento (σποƌοειƌƲς), sabe andar bien y no vuela mal, y pía mucho y en tono nada grave. Como puede verse, la identificación de los pájaros de Aristóteles por la lexicografía moderna está muy incompleta, y en nuestro caso no hay elementos suficientes para llegar a conclusiones ciertas; el tamaño indicado corresponde mejor al del estornino, aunque el filósofo dice que habla aproximadamente, pero los demás detalles recuerdan más bien el gorrión, en especial el color ceniciento4; por lo demás, gorrión y estornino son pájaros bastante afines. En el aspecto formal, la voz griega había de tener postónica (no como supone M-L.), mientras que la terminación romance corresponde a LIS y no -LUS, pero Hesiquio dice que hay cierta ave llamada πάρƌαλις, y por otra parte así πάρƌαλις como πάρƌαλος se encuentran como nombre del leopardo o pantera: parece seguro que lo mismo ocurriera con el pájaro homónimo, y aunque éste no podamos documentarlo en latín, es lícito suponer que se empleara en España y fuese adaptado a la acentuación del sufijo lat. -LIS: así ocurrió con pardal en el sentido de ‘leopardo’ y de ‘jirafa’ (camello pardal), aunque es cierto que en estos casos es cultismo.

Por otra parte parece hay relación etimológica entre pardo, que no sólo es ‘moreno, oscuro’, sino también ‘ceniciento’, y pardal, por ser pájaro de color gris pardusco. Entonces podríamos creer que pardal es derivado romance de pardo, sin relación directa con el pájaro de Aristóteles, o bien viceversa que pardo se extrajo secundariamente de pardal, en vista de la coexistencia de negro y negral, candio y candial, albo y albar; M-L. pasó desde el primero de estos puntos de vista al segundo en las ediciones sucesivas de su diccionario (REW 6232), y aunque no hay razones decisivas, se puede alegar a favor del último que el adjetive pardo es estrictamente castellano y portugués, sin que haya existido nunca en catalán ni en otros romances5 (como da a entender M-L. por olvido de la corrección necesaria, en su última edición) de suerte que pardal ha de ser más antiguo que pardo. Por lo demás, aun si éste fuese el primitivo, lo más probable sería que viniese de πάρƌος, πάρƌαλος, ‘leopardo’, ‘pantera’, que ya en griego serían voces afines de πάρƌαλος ‘pájaro’, por el color oscuro de las manchas de estas fieras: en definitiva, pues, no salimos de una misma familia.

V. además pardillo, s. v. PARDO.

1 Aut. atribuye a estos dos ejs. la ac. ‘gente de las aldeas, por andar regularmente vestida de pardo’ (recuérdese la capa de paño pardo de Peribáñez); pero el contexto de los mismos corresponde claramente a la otra ac. citada arriba, y como no hay testimonios independientes en el sentido de ‘aldeano’, su existencia es dudosa.―

2 No figura en Sarm. CaG., y sí dió él gorrión (A20r). ¿Actuaría el tabú, ya inconscientemente, sobre ese sereno observador?―

3 Vid. Rolland, Faune II, 154-62; X, 23-29, 230. Aun en el Bearne; pardal en el Valle de Arán es catalanismo, según muestra la l.―

4 Comp. Roland: «cet oiseau ayant un plumage gris, comme le vêtement de certains moines, a été appelé: moine, moinet, moineau...»; Aneau: «aucuns le nomment un moineau pour ce qu’il semble qu’il porte un froc de couleur enfumé»; según Fabra, tiene el plumaje gris oscuro en su variedad principal (passer domestica) y pardo en otras variedades; según la Acad. es gris por el vientre y pardo o castaño por encima. Schuchardt (Wiener Sitzungsber. CCII, iv, 27n.) admite que el vasco txoarre ‘gorrión’ es contracción de txori arre ‘pájaro gris’. Diez cita un retorrom. grischun ‘gorrión’.―

5 Como nombre de color, el it. pardo figura en el dicc. de Duez (1600), pero como no existe confirmación en italiano moderno ni en otras fuentes antiguas, ha de tratarse de un castellanismo esporádico, como los que tanto abundan en el S. XVII.