MELINDRE, nombre de varios dulces, bizcochos y frutas de sartén, que torna además el sentido de ‘delicadeza’; probablemente deformación del fr. ant. Melide ‘tierra de Jauja’, ‘lugar o situación deliciosa’, que a su vez se tomó del lat. Melĭta, nombre propio de la isla de Malta, interpretado por la gente a la luz de su aparente parentesco con el lat. MELmiel’.

1.ª doc.: Sta. Teresa, † 1582.

Escribe la Santa que la priora debe «mirar en la manera del hablar, que vaya con simplicidad y llaneza y relisión, que lleve más estilo de ermitaños y gente retirada, que no ir tomando vocablos de novedades y melindres, creo los llaman, que se usan en el mundo» (Modo de visitar los conventos, cita de M. P., El estilo de Sta. T., en el vol. «La Lengua de Colón», p. 133). Luego ahí el vocablo aparece ya en el sentido figurado de ‘afectación’. Por el mismo tiempo se lee asimismo en Fr. Luis de León (V. LIJO).Es típico el pasaje del valenciano Jacinto Maluenda (1624): «propuso la Musa de Fabio, diciendo que a qué tiempo cansavan más las mugeres, y todas respondieron a una voz, como capilla de cantores, que guando hacen melindres», que Rz. Marín cita al comentar el no menos típico del Quijote: «Digo, en fin, señora Doña Rodríguez, que como vuesa merced salve y deje a una parte todo recado amoroso... vuelva, y departiremos de todo lo que… más en gusto le viniere, salvando, como digo, todo incitativo melindre» (II, xlviii, ed. 1928, V, 463)1. Véanse más en el Quijote, en Góngora y en el trabajo de Malkiel, Language XXII, 298, n. 101. Falta todavía en APal., Nebr., C. de las Casas y Sánchez de la Ballesta (1587); aparece ya en Covarr., Oudin (1607), «mignardise, joliveté» y Percivale (1591), cuya definición «loving lookes and countenances» nos explica perfectamente el pasaje citado del Quijote. Aunque documentado algo más modernamente, el sentido inicial del vocablo es el material, explicado por Covarr.: «un género de fruta de sartén hecha con miel: comida delicada y tenida por golosina2; de allí vino a significar este nombre el regalo con que suelen hablar algunas damas, a las cuales por esta razón llaman melindrosas»; está claro que del nombre del dulce se pasó por una parte a ‘afectación dulzona en el hablar’, y por otra parte a ‘vistazos y posturas acarameladas’, propias de la que trata de enamorar. Verdad es que melindre en su sentido material no está documentado abundantemente: Aut. trae otra versión, a modo de añadidura a la de Covarrubias, que más bien deberemos tomar como rectificación desprovista de preocupaciones etimológicas: «cierta especie de pasta hecha de azúcar, harina y huevos, de que se forman unos bocaditos en figura de rosquillas, corazones y otras cosas», y da ej. en la Pragmática de Tasas de 1680. Esto es, en efecto, lo verdadero, pues el melindro catalán3, que conozco por propia experiencia, se hace con estos ingredientes, no con miel, aunque tiene hoy solamente la forma de un bizcocho alargado y de redondeados contornos; la forma melindro, aunque en el sentido figurado, aparece como castellana en Fr. Damián Cornejo (1682, vid. Mir, Rebusco, s. v.), y como gallega en Vall.; en cuanto a melindre como nombre de dulce, se lee también en la gallega Pardo Bazán (Pagés) y probablemente en el aragonés Baltasar Gracián4.

Una etimología muy probable fué indicada por Spitzer, AILC III, 19-215: el fr. ant. melide es el nombre del ‘País de Jauja’ en numerosos textos medievales, desde Chrétien de Troyes; p. ej. «pour la ricoise de Melide / ne vausist oïr tel contraire» (Amadas et Idoine): hay variante Melite, y unas veces se aplica ya a materias comestibles, figues de Melite, otras veces toma la ac. figurada y traslaticia de ‘situación deliciosa’, ‘satisfacción interior’: «li cors / qui est plungiés es grans devices / de cest siecle et es grans delices; / en la douçor, en la melite, / tant se desduit et se delite, / qu’il ne redoute point enfer» (Henri d’Andeli), «tant plus travaille, plus est roide, / et plus ses cuers est en melide; / se sa char blanche fronce et ride / par l’astinence qu’ele maine, / joie ses cuers grant en demaine» (Gautier de Coincy). Está claro, coma indicaron Foerster (ZRPh. XXII, 529) y M-L. (REW, 5481), que se trata de un descendiente semiculto del lat. MELէTA, nombre propio de la isla de Malta, pero deformado semánticamente por su supuesto parentesco con el lat. MEL y con mellītus ‘azucarado, enmelado, dulce’, bajo el influjo de la frase bíblica terra lacte et melle fluens. Con la gran boga de la literatura francesa de imaginación, el vocablo pasaría a España, y ahí, como tantos extranjerismos, sufrió dos sucesivas alteraciones fonéticas: primero en *melidre (con r repercusiva) y luego melindre al propagarse la nasalidad inicial a la sílaba intermedia; comp. ALAUDA > alod(r)a > alondra, AMYGDULA > almendra, etc .6 En el aspecto semántico, nótese que ‘Jauja’ es un excelente nombre para dar a un dulce o pastel, comp. el fr. cocagne ‘especie de torta’ y el neerl. med. kukenje ‘pastel de feria hecho con azúcar cocido y jarabe’ procedentes del fr. Cocagne ‘Jauja’.

J. Storm, Rom. V, 181, quería explicar melindre por el lat. MELLզTŬLUS ‘dulce como la miel’, pero el resultado fonético habría sido *mellijo tratándose de un descendiente hereditario, o bien *melildo en tratamiento semiculto, comp. cabildo (tilde TITULUS es forma tomada del galorromámico, donde MELLITULUS no existe); en ningún caso lograríamos así explicar la -e final.

En cuanto a la explicación de Malkiel (Language XXII, 295-302, 311-12), a base del lat. MELLզGO, -զGէNIS, ‘aleda, propóleos: sustancia cérea con que las abejas embadurnan la colmena’, además de rebuscada e inverosímil en lo semántico, es imposible en el aspecto fonético, pues el resultado de tal vocablo en castellano no habría podido ser otro que *melín o *mellín (el cruce con mugre y pingre que se produjo en holingre < HOLLÍN, no tenía por qué repetirse en este caso, por falta de oportunidad semántica).

DERIV.

Melindrear [h. 1640, Polo de Medina] o melindrizar [Tirso]. Melindrillo. Melindroso [1600, Mariana] o melindrero [1605, Pícara Justina].

1 Lope es autor de la comedia Los Melindres de Belisa (1617), editada y comentada por C. Barrau, Amsterdam, 1933, comp. Montesinos, RFE XXI.―

2 De ahí pasó a Oudin, 1616, «tartes de sucre».―

3 A él se refirió ya Puigblanch en 1828 (vid. Viñaza, p. 830). Claro que no debemos tomar en serio su étimo *MELLENDINUM, ni tampoco su intento de relacionar con el galicismo MERENGUE.―

4 «Mostróles una valiente maza... Dixo Critilo: aun creyera yo era la clava de Hércules. ¿Cómo de Hércules? ―dixo el francés―. Fué un juguete aquélla, fué un melindre respecto désta», Criticón, ed. Romera, II, 113.―

5 Para completar la documentación recordaré el port. lisboeta belindre «pedrinha ou vidro redondo com que se joga o alguergue», «jôgo de rapazes, em que procuram ganhar tentos ou valores, acertando com a pedra numa pequena cavidade, aberta na terra, e impelindo com o dedo da mƟo direita o própio belindre contra o do parceiro»; Leite de V., Opúsc. II, 476, recogió en el Minho bolindro identificándolo dubitativamente con belindre, y en otro pueblo anota (p. 475) «belindroso: melindroso». Hay ahí por lo menos un cruce con otro vocablo, bola, quizá con más de uno, comp. cat. bèlit ‘tala’ y ‘juego de la tala’. El port. melindre, según Bluteau es «humas gemmas de ovos, batidas em um tacho com assúcar, do qual se faz hum polme, e este se divide em bocadinhos do tamanho de pastilhas, cozidas e curadas em fogo brando», con cita de un Arte de Cozinha; y además «affectada e demasiada delicadeza no trato do corpo; melindre no fallar; com mellindres: molliter; melindres geralmente em cualquer matéria: mollitiae». Fuera del iberorromance no existe el vocablo, aunque pudo haber roce no etimológico con el aran. enlindrà ‘embadurnar (con excrementos, etc.)’, eslindrà íd. y ‘desparramar, dispersar’, landés eslindrat «svelte, élancé; dégourdi» bearn. lée «bouse de vache délayée pour faire une sorte de goudronnage; lie», Lavedan leà «placer une couche de au fond d’un récipient; recouvrir à peine de: era néu que léo et camî» (Palay), probablemente hermanos del sobreselv. lenà ‘embadurnar’, procedente de LէNĔRE (*LINARE, ¿*LINELLARE?).―

6 Es muy posible que la forma primitiva Melide se conservara sin alteración en algunos puntos de la Península Ibérica. Hoy Terra de Melide es el nombre de una importante comarca de Galicia, entre Lugo y Compostela, fértil como toda la región; comp. el importante libro etnográfico y geográfico Terra de Melide editado en 1933 por el malogrado Seminario de Estudos Galegos (y Krüger, VKR VII, 374-5). Es verdad que no puedo asegurar que sea ésta la etimología de este nombre propio, pues hay otros topónimos gallegos en -ide, y existe una aldea Melid en el ayuntamiento de Camba, prov. de Pontevedra (de todos modos hay que separar de los frecuentes en -ido < -TUM, con los cuales sería muy difícil enlazar fonéticamente). Recuérdese que Jauja es nombre propio de una ciudad del Perú. En cuanto a melindre, pudo haber influjo fonético de Melinde, reino de la costa oriental de Africa, en el cual construyeron los portugueses muchas iglesias, vid. Bluteau. Pero no es probable que debamos buscar ahí la etimología, pues a juzgar por el artículo de Bluteau no parece que los portugueses tomaran este país como símbolo de la abundancia o la riqueza, o como país exportador de azúcar. El vasco mendere (ronc. y salac.) podría venir de menderatu ‘dominar’ (derivado de mende); pero su proximidad con el vocablo románico debe ser meramente casual.