MÁSCARA, pertenece a un conjunto de vocablos de significados diferentes, pero conexos: a) máscara ‘careta, disfraz’, antiguo en italiano, lengua de Oc y catalán, y ampliamente difundido desde esta zona por las lenguas europeas y mediterráneas; b) mascarar ‘tiznar’, mascára ‘tizne’, arraigado y antiguo en lengua de Oc y catalán, y no ajeno al francés, castellano y portugués; c) masca ‘bruja’, propio del Norte de Italia, Provenza y Languedoc, y arraigado allí desde la alta Edad Media; aunque hay indudable afinidad semántica entre los tres grupos, es difícil que todo el conjunto tenga una sola etimología, y debe mirarse como probable el que c tenga antigua raíz europea, mientras que a procederá del ár. másȟara ‘bufón, payaso’, ‘personaje risible’ (derivado de ȟir ‘burlarse [de alguien]’), que en Europa se combinó con c modificando su significado; en cuanto al origen de este último es incierto, acaso germánico o céltico; y b puede ser derivado de c o resultar del influjo que sobre él ejerció a.

1.ª doc.: «mascara o carátula: persona», Nebr.

No parece haber testimonios castellanos de máscara en la Edad Media. Las acs. más antiguas son: ‘careta’, documentada ya en Nebr., en doc. salmantino de 1499 («conpro una máxcara para San Sebastián: costó seys reales», BRAE X, 573), en Juan de Valdés («antes máxcara que carátula», Diál. de la L., 145.2), y frecuente en el Siglo de Oro; ‘persona disfrazada’, que ya figura en Cervantes (Quijote I, xix, 72), Lope1 y Calderón (Aut.); ‘mascarada, festejo en que toma parte gente disfrazada’, ya en Mateo Alemán (Fcha.), Covarr. y otros autores del S. XVII (Aut.). La fecha tardía del cast. máscara confirma lo que ya indica la fonética si persistimos en considerar el vocablo de origen arábigo: que en castellano debió tomarse de otro romance, que dada la fecha debió de ser el catalán más bien que el italiano2; en efecto un arabismo directo tendría z en castellano, y el tratamiento Ȟ > k en los arabismos castellanos es raro e indicio de procedencia forastera en castellano, pero corriente en catalán y en italiano.

En catalán el vocablo parece ser antiguo, pues Ag. registra mascarat ‘disfrazado’ en Valencia ya en 1391 (el ej. de màsquera, barcelonés, creo es del S. XVI). También será antiguo por lo menos mascarat ‘traidor’ en lengua de Oc, relacionado estrechamente con máscara ‘disfraz’: lo hallamos ya en la primera mitad del S. XIII en la Cansó de la Crozada languedociana, y en el italiano Sordello, de mediados de la centuria (mascarat como nombre de un partido político se halla también en textos latinos de Marsella y de Génova en el S. XIII, Du C.)3; el occitanismo mascarado ‘traidor’ (no «traición») se encuentra en las Ctgs. 386.28. Pero donde ciertamente poseemos una documentación más abundante de màschera ‘careta’, ‘disfrazado’, es en Italia: ahí aparece ya en Boccaccio (mascarel ‘coco’ en el pisano Ugutio, h. 1192). El fr. masque [1511] no es autóctono: viene del Sur, quizá de Italia, y presenta una reducción fonética de tipo corriente en este idioma (como ángele > ange, Bárbara > Barbe, etc.); de ahí pasa luego al ingl. mask [1562, pero masker ‘disfrazado’ 1533, maskery ‘mascarada’ 1548] y al alem. maske [1615]. Por lo demás puede creerse que el francés poseyó antes el vocablo en una forma más autóctona, pues de ahí derivará el fr. med. maschier ‘fingir, disimular’, todavía empleado por Molière, y ya en Villon (Test. 960) y en otros textos de la época (V. la ed. Thuasne II, 272-3).

La etimología arábiga de este vocablo, ya indicada por varios, desde Golio, fué demostrada como sumamente probable por Dozy (Gloss., 304-7; Suppl. I, 637b-638a). El verbo ȟar ‘burlarse (de alguien)’, es de uso general en árabe y pertenece ya a la lengua coránica (Dieterici); de ahí deriva normalmente másȟara ‘bufón, payaso’, ‘persona que es la irrisión de otros’, de uso también general y considerablemente antiguo, pues se lee en muchos autores clásicos, desde el S. XII, entre ellos en el oriental Abenalathir, que escribía h. el a. 1200 y no visitó nunca el Occidente; hoy sigue siendo popular en Siria, Egipto y aun en todo el Norte de África4 con las acs. ‘histrión’, ‘bromista’, ‘personaje ridículo’. De ahí se pudo pasar fácilmente a ‘personaje disfrazado’ (ac. que en italiano ya es frecuente a princ. S. XVI) y luego ‘careta’. Es etimología tan convincente que ha sido generalmente aceptada (p. ej. M-L., 5394; Kluge; Skeat)5.

Sin embargo, existen una serie de dificultades y problemas que complican la cuestión, haciendo del origen de máscara una de las cuestiones más arduas de la etimología romance. Karpf, WS V, 121-4, hizo hincapié en la relación existente entre máscara ‘careta’ y masca ‘bruja’, y en la imposibilidad de derivar del árabe este último vocablo, que ya se documenta en Italia en el edicto del rey longobardo Rotario, del año 643; masca aparece también en el inglés Aldhelmo (h. 685), y quizá ya en el sentido de ‘máscara’ (más que ‘bruja’). El obstáculo cronológico para explicar estas formas por el árabe es absoluto: no hay que pensar en un arabismo tan temprano (contra la opinión de Kluge). Tampoco puede tratarse de formas mal trasmitidas o mal fechadas, pues masca ‘bruja’ está también en varios de los glosarios anglosajones más tempranos (Kluge, ARom. VI, 308), y en otras fuentes en bajo latín de Inglaterra (Du C.) y de Italia (en una concordancia del S. VIII o IX, Bull Du C. XII, 150), y hoy vive en todo el Piamonte, extremo Oeste de Liguria, toda Provenza y departamentos del Gard, Lozère, Hérault y Aveyron (masco; pero maisso en los Alpes valdenses, con evolución normal de -SCA; vid. AIS, mapas 814 y 812; ALF, 1244 y 1548). La documentación antigua de masca ‘bruja’ viene, pues, de países germánicos u ocupados por los longobardos, y por lo tanto es lícito buscar una etimología germánica.

Karpf propone el longob. MASKA ‘red’ (a. y b. alem. ant. masca, neerl. med. maessce, ags. maesce, escand. ant. m྿skvi ‘malla’ y ‘red’) que habría tomado la ac. ‘velo empleado como antifaz’, ‘careta’, y luego ‘bruja’. El paso de ‘careta’ a ‘bruja’ o viceversa está bien probado con numerosos ejs. de las procedencias más diversas (vid. Karpf; Rohlfs, ASNSL XLXXV, 74; Handwb. d. dt. Aberglaubens, s. v. hexe; lat. larva ‘fantasma, espectro’ y ‘careta’; y sobre todo, aquí, s. v. CARÁTULA, CARETA y CARIZ), por lo tanto no hay que dudar de que máscara ‘careta’ y masca ‘bruja’ puedan tener una misma etimología, pero el cambio de ‘red’ en ‘careta’ es ya más raro y dudoso6, luego la etimología germánica, aunque no imposible, es muy incierta; y en cuanto a la forma máscara, este étimo es completamente inverosímil, por razones morfológicas.

Queda abierta además la posibilidad de otro étimo germánico imprecisable, pero adviértase que la procedencia germánica no está asegurada desde el punto de vista geográfico. Aunque M-L. afirme que el tipo masca ‘bruja’ es ajeno al occitano antiguo (insinuando así que sea voz longobarda tomada de Italia), esta afirmación está lejos de ser cierta: masc ‘brujo’ aparece en Aviñón en el S. XVI, y masca ya en 1396, aunque Pansier no precisa bien si está en el sentido de ‘bruja’ o de ‘máscara’; y hallamos el derivado mascota en las Costumbres de Narbona del año 12337. En estas condiciones hay que descartar la idea de un préstamo longobardo (aunque no quizá gótico), y examinar si el vocablo podría tener origen prerromano8. Fué Jud quien llamó la atención (Rom. LII, 204) hacia la necesidad de tener en cuenta la familia del oc. mascarar ‘tiznar, ensuciar con carbón u hollín’ cuando se estudia el origen de máscara y de masca ‘bruja’, insinuando que aquélla podía ser la ac. primitiva. Y en efecto la relación semántica es clarísima en ambos sentidos: la bruja se tizna al salir por la chimenea, y lo hace también con el doble objeto de causar miedo y de disfrazar o disimular su identidad, mientras que la forma más elemental de disfraz carnavalesco consiste en tiznajearse la cara (V. de nuevo el artículo CARIZ, y CARÁTULA, CARETA). El área de mascarar ‘tiznar’ es extensa, aunque su ciudadela principal está en la zona catalano-occitana. Mascàra ‘tizne, mancha’ ya se documenta a fines del S. XIV en el catalán Eiximenis (Doctr. Compend., 120), y mascarar a fines del siglo siguiente; en lengua de Oc «mascarar: carbone tingere» está ya en el Donatz Proensals de h. 12409. En otros romances, si bien con carácter menos general, no faltan huellas del vocablo. El port. mascarrar ‘tiznar’, mascarra ‘tizne’, no los puedo documentar antiguamente, pero no parecen advenedizos. El arag. mascara ‘tizne’ (Torres Fornés), máscara íd. (?, Peralta, Borao), mascarar ‘tiznar’ (ibid.; BDC XXIV s. v.) podrían en rigor ser catalanismos, pero no lo ha de ser el cast. ant. mascariento (bestión m.) ‘feo, deforme’, en Fn. Gonz., 11d, 487d, mascoriento (Apol., 14d)10; parece ser catalanismo el sardo mascara ‘hollín’, pues sólo se halla en el Campidano (M. L. Wagner, ASNSL CXXXIV, 315), y será occitanismo el mascarer «noircir» de Rabelais, pero el fr. mâchurer «barbouiller, noircir» (sobre todo dialectal), fr. ant. mascherer (mascurer ya en el S. XII; la u se debe al influjo del fr. ant. oscurer ‘oscurecer’, ‘ensuciar’), ha de ser genuino, en vista de la fecha y, además, de la evolución de SCA > sche.

Últimamente Hubschmid (Roman. Helvetica XXX, 86-87), siguiendo y precisando la pista de Jud, ha propuesto una ingeniosa etimología céltica; MASKARUS aparece como cognomen en una inscripción de Narbona11: ya que -RO- se documenta como sufijo para ampliar nombres de colores (<l=alt.>ALBRO-, LEUKRO-), MASKRUS sería derivado de un céltico MASK- ‘negro o tiznado’, del cual procedería masca ‘bruja’ (‘la tiznada’); como eficaz contraprueba aduce el compuesto TALAMASCA ‘bruja’ y ‘máscara’, cuyo primer elemento sería el vocablo celta bien conocido TALOS ‘frente’ (bret., córn. y galés tal íd.)12, y que por lo tanto significaría ‘la de la frente (o cara) tiznajeada’. En efecto thalamascha, dala-, talamasga, ‘bruja’, se halla en muchas glosas alto-alemanas y en otros textos en bajo latín [Reims, a. 852], un fr. talemache ‘máscara’ se documenta en 1487, talmaschier «souiller, salir» en francés antiguo, y hoy este verbo perdura en las hablas populares de Bélgica y de los Vosgos hasta el Ain (en sentidos derivados «embrouiller, manigancer, tourmenter, harceler, insister»).

Es idea brillante, pero conviene no dejarse deslumhrar. Por lo pronto (sin olvidar que ‘frente’ no es igual que ‘cara’) no es claro el paso del *TALOMASKA que deberíamos suponer al TALAMASKA real; se trataría de una dilación vocálica del galo tardío, que reaparecería en el frprov. y gasc. talapen, -ben, ‘hastial’ de TALOPENNOS (otro compuesto de nuestro TALOS), pero el propio Hubschmid, con loable probidad, reconoce que ahí debió obrar una contaminación (del langued. alapen = gall. ALPENDRE, con influjo de ala). Sobre todo no hay en el céltico insular pruebas directas de que MASCA pertenezca a esta familia13, y se ha creído hasta ahora que talamaska era compuesto germánico; el área actual en los dialectos franceses es favorable a esta idea, así que el a. alem. ant. thalamascha y el neerl. med. talmasche bien podrían ser vocee germánicas y no celtismos o romanismos14. Finalmente si Hubschmid cree que el citado nombre de persona MASKARUS es céltico, por germánico lo tuvieron Förstemann (Altdt. Namensb. I, 1107-8) y Gamillscheg (R. G. I, 319, 328), y les asisten buenas razones: Masko aparece en Ratisbona ya en 77815, y la fisonomía germánica de los derivados Mesgilo (San Gal, 804) y Maskelin-Meskilin (S. IX) es bastante clara16; el orden del compuesto Mascarville (H.-Garonne) y la terminación del bearn. Mascaraas (MASCARANIS) son decididamente favorables al gótico. Por otra parte el Altceltischer Sprachschatz de Holder da todavía más nombres en MASC- que Förstemann, y aunque es sabido el carácter poco crítico de aquella obra, y entre los ejs. citados la gran mayoría no presentan indicios claros de celtismo y varios provienen de zonas tan poco célticas como Nápoles, de todos modos es cierto que Masciacus (del cual hay bastantes testimonios) parece realmente céltico, y predominan las localizaciones en la Galia. En total quizá se trate de un elemento onomástico común al celta y al germano sin que podamos decidir de cuál de las dos familias fué oriundo o si perteneció a las dos como propio. La etimología céltica necesitará por lo tanto más apoyo. Y no olvidemos que quedan todavía otras posibilidades (V. algunas improbables en el artículo de Karpf). La presencia de nuestro radical en Cerdeña y el País Vasco podría sugerir; un origen prerromano, pero no céltico. Bréhier, Byzant. Zeitschr. XII, lss., demostró que en Italia pululaban los mimos y payasos de origen oriental ya en los primeros siglos de la Era cristiana, y ello me trae a la memoria el ár. másaȟ ‘metamorfosear’, que ya es coránico (Dieterici) y aparece en R. Martí y en Idrisí, másȟ ‘monstruo’, ‘enano’, ‘deforme’ en R. Martí, Glos. de Leiden, Bocthor, etc. (Dozy, Suppl. II, 590) (sin relación con másȟara); acaso los mimos mencionados trajeran a la Italia antigua una voz siríaca o camito-semítica emparentada con ésta, que emergería luego en el S. VII17.

En conclusión18. No creo que la notable semejanza del ár. másȟara ‘bufón’ con el romance máscara ‘disfrazado’ sea casual, y por otra parte este vocablo es ciertamente inseparable de masca ‘bruja’ y ‘careta’ y de mascarar ‘tiznar’, que por su fecha parecen ser de abolengo europeo, de suerte que es casi seguro el cruce en esta familia de una raíz arábiga con otra europea (según ya admitió Steiger, Homen. a M. P. II, 44-46); lo demás es oscuro19.

DERIV.

Mascarada [Acad. ya 1817], tomado del fr. masquerade, que a su vez es italianismo. Enmascarar o mascarar [mascarado «personatus», Nebr.]. Mascarero. Mascareta. Mascarilla [Calderón]. Mascarón [h. 1580, Argote].

1 «Bolved allá los arcabuzes, máscaras (quítese el príncipe la suya y diga:)...», El Cuerdo Loco, v. 2932.―

2 La forma máxcara de 1499 puede apuntar a lo mismo, pues la evolución -sc- > -xc- es propia del dialecto valenciano: peixcar, pareixca, y mi observación a MASCAR > maixcar. Verdad es que no es fenómeno ajeno a alguna habla castellana (caxco en el murciano Pérez de Hita I, 69; Tallgren, Est. sobre la Gaya de Segovia, p. 43, h. 3; Espinosa, Arc. Dial., 234, h. 4).―

3 En catalán este derivado se documenta un par de veces en el S. XVI, con el mismo sentido, hoy se emplea todavía en Mallorca para ‘mal sujeto’, ‘hipócrita’ (BDLC X, 489), y está muy extendido en la toponimia valenciana. La forma valenciana actual es màsquera o màixquera, y con e debiera escribirse el vocablo en el catalán de todas partes, aunque la indiferencia del catalán oriental en el vocalismo átono ha hecho que predominara la grafía màscara en la lengua literaria. Claro está que lo mismo el cat. màsquera que el it. màschera proceden de un primitivo máscara, por evolución fonética normal en los dos idiomas.―

4 Beaussier «risée, jouet; la risée des gens; bouffon, burlesque, grotesque, ridicule, cocasse».―

5 Algunos de los argumentos de Dozy no tienen fuerza. Que algunos franceses en el S. XVII hayan empleado mascarade en el sentido de ‘bufón, payaso’ no es indicio de que tal ac. sea antigua en romance, pues se trata exclusivamente de viajeros de Levante, que copian evidentemente el vocablo arábigo, de cuya relación con el romance tienen conciencia. Que hoy se emplee másȟara en árabe con el sentido de ‘personaje disfrazado’, y que de ahí se derive un verbo tamásȟar ‘disfrazar’ y ‘burlarse’, ya documentado en el S. XV, tampoco prueba nada en favor de la etimología, pues estas formas son seguramente tomadas del romance, como lo indica ya el hecho, anómalo en la morfología arábiga, de formar un verbo en ta- agregando este prefijo a un nombre en ma-.―

6 Como prueba sólo aduce Karpf un pasaje de Plinio donde se recomienda que el cosechador de incienso se ponga una careta o una red espesa para impedir que se trague parte de la resina; pero esto no basta.―

7 Parece significar ‘alcahueta, -ete’: «si qui deprehensi fuerint in adulterio, vel postquam moniti fuerint a judice suo, fama precedente sinistre suspitionis, ne domum intrent alicujus, ausu temerario contra ire presumpserint: ambo, vir et mulier, precedente eos mascota, nudi per villam publice fustigentur», Archives de Narbonne, 26a; V. en Levy la versión occitana coetánea, que conserva la palabra mascota sin aclaraciones. La mascota tiene que ser la dueña o el dueño de esta domus en que se ha prohibido entrar a los sospechosos de adulterio, y que acompaña y precede a los culpables en la fustigación pública a que se les condena a los tres. Hoy mascoto es despectivo de masco ‘bruja’ y además significa «sortilège, ensorcellement» (Mistral); de ahí, por lo demás, se tomó el fr. mascotte ‘amuleto’, que algunos han empleado recientemente en castellano. El paso de ‘bruja’ a ‘alcahueta’ no hay necesidad de probarlo, cuando se trata de la lengua en que se escribieron la Celestina y sus continuaciones. Por otra parte Du C. nos informa de que en Auvernia se emplea masca por ‘ramera’, y la misma ac. se documenta con frecuencia en glosas alto-alemanas (Handwb. d. dt. Aberglaubens III, 1835-8). El valón moquerai significa ‘brujo’ además de ‘alcahuete’ (Sainéan, Sources Indig. I, 100), razón que quizá no sea suficiente para revisar la etimología del fr. maquereau (V. MACARELO) relacionándolo con masca ‘bruja’, en vista de que maquerel se documenta abundantemente desde el S. XIII, y siempre sin s (God. X, 120); y, sin embargo, será mejor no perder de vista esta posibilidad. Comp. mascot, -oto, ‘maladroit’ en Lomagne (Gers) según Palay.―

8 En este sentido podría ser importante la presencia de mascazzu ‘pesadilla’ en la arcaica localidad logudoresa de Bitti (AIS, mapa 812), hacia la cual llama la atención Jud, Rom. LVII, 440. Que ‘pesadilla’ puede venir de ‘bruja’ no cabe duda: comp. masca en el mismo sentido en el Sur y Oeste del Piamonte, y los sinónimos fata en los Abruzos, jana en el Sur de Italia y striga en el Véneto, con la misma ac., en el mapa susodicho. M. L. Wagner, ARom. XV, 234-5, cree empero que dicho mascazzu deriva de mascare ‘desmayarse’, el cual a su vez se relacionaría sea con el vasco, a. nav., guip. y vizc. maskar ‘débil, desmedrado, alicaído, compungido’ y maskartu ‘enervarse, encanijarse’, sea con el vasco ameskaitz ‘pesadilla’ (de ames ‘sueño’ + gaitz ‘malo’). Sin embargo, la idea de Jud no se puede descartar, y faltará examinar si el vasco maskar ‘débil’ no tiene que ver con el baztanés maskaratu ‘tiznar’ y maxcaro «animal abigarrado de pintas negras y blancas» (suletino, bajo navarro y labortano), y cat. mascard ‘tiznado’, con lo cual quedaríamos siempre dentro de la misma familia. Por lo demás veo que Wagner, ARom. XVII, 359-60, acepta la idea de Jud observando que mascazzu significa «vortice» en otras localidades (comp. el oc. foulet ‘remolino de viento’ < ‘duende’). Si masca es realmente antiguo en Cerdeña tendremos ahí un argumento desfavorable, así para el origen germánico como para el céltico. Pero falta saber si no es vocablo importado de Génova. M. L. Wagner, RF LXIX, 262: Bitti mascazzu está tomado del sardo septentrional y ahí viene del N. de Italia (donde vive en el Piamonte y zona de la Liguria limítrofe).―

9 Mašar ‘hollín’, mašará ‘sucio’, en la Haute-Loire, es decir, en la zona que cambia SCA antiguo en ša (ARom. IV, 381). Interesante por la terminación es el cat. mascard, -arda, ‘(buey) manchado de negro’, que es también aragonés de Venasque (Ferraz) y bearnés.―

10 Mascarilla es nombre de un pelaje de caballo en la Argentina (A. Alonso, Probl. de la L. en Amér., 171), pero ¿vendrá de ahí o de máscara?.―

11 «P. M. Maskarus Marcello» son las únicas palabras que se han podido leer, en el frontis de un edificio (CIL XII, 4985). Por desgracia no hay indicación sobre la fecha.―

12 También documentado en un nombre propio galo y, con vocalismo diferente, en irlandés; vid. Pedersen, Vgl. Gramm. I, 132; V. Henry, Lexique Étym. Breton, s. v.―

13 Scheftelowitz, Zeitschr. f. vgl. Sprachf. LVIII, 133, que creía también en un origen céltico de masca ‘bruja’, relacionaba con el gaél. masgul ‘halago, lisonja’, pero es idea vaga, y el origen de este aislado vocablo es oscuro.―

14 V. las suposiciones de Kögel, Deutsche Literaturgesch. I, ii. 249, quien admite que el vocablo tendría th- fricativa germánica, y conjetura para thala- el significado ‘fantasmal, espectral’, aunque sin otras pruebas que paralelos semánticos. Aunque las formas en d- de ciertas glosas parecen indicar la inicial th-, no constituyen razón decisiva frente a la forma neerlandesa, y también se podría pensar en ags. talu ‘cuento’, a. alem. ant. zala ‘relato’, ‘número’, escand. ant. tala ‘cuenta, número’; o bien en ags. tl ‘burla, calumnia’, ant. escand. tâl ‘engaño, seducción’, a. alem. ant. zâla ‘asechanza, peligro’.―

15 De ahí el apellido cat. Mascó que ya se documenta en el S. XIV (BDLC X, 9).―

16 También puede serlo Mascarius (-harjis), que es antiguo en Alemania. Para la extensión en romance, ténganse en cuenta algunos datos. Mascarou en el Cantal, antiguamente Mascheyrou, -ou (1600, 1618). Mascayrolle aparece en el Aude desde 1332, y allí hay varios Masquière y Mascareille (Sabarthès). Mascaró y Mascarell son antiguos y extendidos en Cataluña y Valencia (M. P., Oríg., 204); Mascaróch y Maxcarol se documentan en mozárabe. Mascarus y Mascarina aparecen en Lombardía desde la Edad Media (Serra, ZRPh. LVII, 543-4). El área no es claramente germánica ni céltica, pero la presencia en tierras mozárabes, si se trata del mismo nombre, no sería muy favorable al celta.―

17 El siríaco mask ‘bufón’, citado por Steiger, parece voz advenediza, sin embargo.―

18 Las voces griegas de Hesiquio que cita Diez difícilmente podrían apoyar esta hipótesis, que por ahora es ciertamente vaga. Y no veo nada más en diccionarios del griego bizantino que el tipo ya clásico βασκαίνειν ‘hechizar’, βάσκανον ‘hechizo’ (βάσκα en Hesiquio), que queda lejos.―

19 En cuanto al turco maskara ‘burla’ (que de ahí ha pasado a las varias lenguas indoeuropeas de los Balcanes, y al judeoespañol de Rodas, RH IX, 442), no hay por qué sacarlo a colación en el problema que nos interesa: claro está que es préstamo del ár. másȟara; luego puede resultar desorientador poner el rumano măscară junto al italiano màscheră, como hace M-L.