CARIZ, ‘gesto o aspecto de la cara’, ‘aspecto de la atmósfera, del tiempo’, origen incierto, quizá tomado del cat. carís, cat. sept. carés, íd., y éste de una forma occitana *caraitz, caso sujeto de oc. ant. cara(c)h, carai(t), ‘aspecto de la cara’, procedente del lat. CHARACTERcarácter’.

1.ª doc.: 2.ª ac. Pichardo, 1836 (1875); Vallarino, 1842; 1.ª ac., Pereda, h. 1880.

La terminación -iz, que no es sufijo castellano ni portugués, se opone a que lo consideremos mero derivado autóctono de CARA 1. El port. cariz, en el sentido atmosférico, aparece ya en A. Vieira, último cuarto del S. XVII; la otra ac. en la lengua vecina, es dialectal de Braganza (Leite, RL II, 116). En gallego ya lo leemos para el rostro en 1745, «tiene buen caris, para decir que uno está sano» Safm. CaG. 108v. En catalán no conozco testimonios anteriores al S. XIX; según Alcover, la forma caris es la normal en los dialectos oriental y valenciano, mientras que carés (con é cerrada, que, por lo tanto, no puede corresponder al sufijo -NSIS) corre en el Empordán y Vallespir y la han empleado autores de esta zona; también en catalán, y en autores de lenguaje muy puro, se hallan las dos acs. castellanas. Ahora bien, en bearnés hay carès m. ‘cara tiznajeada, ennegrecida’, ‘máscara de carnaval’, y el vocalismo de esta forma, inconciliable con el sufijo -NSIS, coincide con la forma catalana en postular un original en Ĕ o más bien en A?.

Esto nos conduce casi a ciegas hacia oc. ant. carah (-h es variante gráfica de -ch) o carai, del cual reunió Levy cuatro ejs., desde med. S. XII, a todos los cuales conviene el sentido ‘cara, rostro’ o ‘expresión del rostro’ («al partir de mi fetz irat carah», Girart de Rossilhon). Como carai es evidentemente forma reducida de carait, y -ach tampoco corresponde al único sufijo parecido (-atge -ATICUM), se impone buscar un étimo en -ACT’, que no puede ser otro que CHARACTER; según hemos visto s. v. CARÁTULA y CARETA, se especializó en romance en el sentido de ‘signo mágico’ y ‘careta o cara tiznajeada del brujo’, comp. la ac. bearnesa. Sea pasando por ‘mueca’ o partiendo de la noción más abstracta de ‘carácter, índole’ llegamos fácilmente a ‘gesto, aspecto de la cara’; y no hay dificultad en la evolución fonética de CHARACTER en *caraitre y por disimilación *carait(e) (comp. cast. caletre). La -s final bearnesa y catalana sólo se explica si en estos lenguajes el vocablo es provenzalismo, adaptado del caso sujeto caraitz según el modelo de bratz = cat. braç, bearn. bras. En cuanto a la procedencia inmediata de la voz castellana y portuguesa, puede hallarse en gascón, pero teniendo en cuenta lo documentado es más probable que carés, a causa de lo raro de su terminación, fuese convertido por los catalanes en carís, amoldándolo a la forma del sufijo -ís = cast. -izo, y que del catalán pasara el vocablo al castellano y al portugués en calidad de término náutico.

1 La sugestión de Cornu, GGr. I2, § 303, de que sea debido a un cruce de cara con nariz, que en portugués es masculino, no me parece aceptable semánticamente, aunque Fig. dé a esta última palabra la ac. ‘rostro’ entre otras, pues esta definición se funda solamente en la frase torcer o nariz, usual también en castellano, en la cual en realidad no significa otra cosa que ‘nariz’, como rasgo central de la cara.