CARA, voz común a todas las lenguas hispano y galorrománicas, de origen incierto: acaso sea palabra prerromana o bien proceda del gr. arcaico κάρα ‘cabeza’, etimología que sólo se podría aceptar admitiendo que fué empleada con carácter de voz semi-jergal en el habla de los legionarios romanos y que desde ahí se propagó al latín vulgar común.
1.ª doc.: Cid.
No sé por qué tendríamos que negarnos a admitir la posibilidad de que el latín vulgar de Occidente adoptara términos prerromanos como nombres de partes del cuerpo. Poco a poco hemos ido descubriendo lo que no se sabía en tiempo de los neogramáticos: que en España, en la Galia (incluyendo la Cisalpina) y en general en Occidente, la indoeuropeización no se hizo de golpe sino por etapas crecientes; los invasores celtas encontraron ya grupos sueltos o compactos de indoeuropeos de otra familia y la celtización fué creciendo desde el S. VII hasta que la relevaron los romanos; pero los sorotaptos y celtas se romanizaron rápidamente por ser las tres lenguas, hermanas, de un sistema parecido, y aun paralelo, en tanto que las zonas donde vivían lenguas de otra familia (vasco, aquitano, bereber) permanecieron refractarias a la romanización durante largos siglos. En este crepúsculo lingüístico el latín estuvo al principio teñido de mucho vocabulario ajeno a Roma, sobre todo del perteneciente a estos indoeuropeos madrugadores que fueron el principal agente de la romanización. Limitándome a los nombres de partes del cuerpo, son varios los de origen prerromano indoeuropeo, que recordaré rápidamente. Se admite ya generalmente que el fr. orteil y su hermano gallego nortello son celtismos algo adaptados a su sinónimo latino. Demostró Jud que el it. branca ‘pata, garra’ (y con sentido secundario cat., oc. branca, fr. branche ‘rama’) procede de un *WRANKA, hermano del bált. rankà (lit.), ruoka (let.) ‘brazo, mano’ y del esl. común r༜ka ‘mano’, que debemos mirar como supervivencia sorotáptica (V. aquí s. v. BRANZA y Pok. IEW 1155.7f. y ss.). Acabo de señalar aquí (vid. GAMBA) la probabilidad de que el fr. jambe, it. gamba, oc. camba, cat. cama, sean también del substrato indoeuropeo precéltico. En fin estoy seguro que es también substrático el grupo formado por el fr. joue, it. gota, oc. gauta y cat. galta2 ‘mejilla’, cuadrilla que sólo puede unificarse fonéticamente bajo un prototipo *GÁVOTA o *GÁVUTA; ahora bien, el nombre indoeuropeo de la mejilla fué, según Benveniste (Or. F. N. en Ie. 53), básicamente GEN?- (genitivo genȮés), de donde las varias lenguas de la familia han sacado derivados divergentes con arreglo a las amplias alternativas que dejaba abierto el sistema de la apofonía indoeuropea: en griego sólo coexisten ya ƔένεΦιον con Ɣένυς, Ɣενειάς3, ƔενƓΦίς y ƔνŗȎος, en latín gena y genu(īnus), el germánico y el indoiranio permanecen fieles al tipo GENUS (gen. genȮés), el céltico declina GENE?ÉS, el tocario amplía en GEN?E-, el frigio mutila en GEN-, en fin el báltico y el macedonio amplían en GON?DH-, sincopado en GN?DH- o cosa semejante por el armenio y aun en parte el griego (Pok. IEW 381). Mi impresión es que en la lengua de los sorotaptos una base G?N?NªTA pasó fonéticamente a GA(N)?ŬTA, con un tratamiento de և semejante al eslavo KփTÓM > sŭto y comparable al germánico un, gr. e indoiranio a, y con la reducción de N? a ? que era general en céltico (cf. p. ej., Pok. IEW 613.9); nótese que en el nombre de la rodilla (homónimo del de la mejilla, aunque con terminaciones algo varias) la formación en -TA existe en la forma del plural, gr. ƔóνΦατα4 < GONWևTA (cf. Benveniste op. cit., p. 36); de suerte que es muy posible que el románico GA?UTA corresponda a un antiguo plural neutro G?N?NªTA del sorotáptico, donde tendríamos una de las ubicuas formaciones arcaicas en -(E)N-T tan copiosamente documentadas en el citado libro de Benveniste5.
Quien piense que cara no venga del homérico κάρα podría hacerlo suponiendo un caso semejante al del nombre de la mejilla, idea tan afín que en el Valle de Arán las mejillas se llaman precisamente ‘caras’ (les cares). Es sabido que esta palabra griega tiene parentela inmediata en casi todas las lenguas indoeuropeas, con terminaciones algo varias y matices de sentido diversos: junto a κάρŗ hay en el propio griego la forma más primitiva κάρ en Homero (plural neutro κάρŗ), además καρƓαρ, καρƓατ-, κάρƓνα (cf. P. Chantraine, Grammaire Homérique I, 231; Lejeune Phon. Myc. G. A. § 117), καρŗρα jonio κóρσƓ, κρƲ-ƌεμνον, κπαƗρα el ave. sarah- y el scr. çiras- n. suponen K?RES-. Todos ellos designan, por cierto, la cabeza, pero en otras partes del vasto dominio indoeuropeo la misma raíz se ha aplicado a ideas más o menos divergentes: el griego κóρρƓ designa las sienes, κέρνα ‘puntas de las vértebras’, el itálico KERES-RO- (> cerebrum, -frum) y el pre-germánico KERS-NIO- (> a. al. ant. hirni, neerl. hersen) el ‘cerebro’, el bret. keru y su paralelo escand. hiarsi la ‘coronilla’, el lat. cervix la ‘nuca’, la variante apofónica KR?S- ha dado en griego el nombre del cráneo y del casco (κρασ-ν- > κρανίον, κρŗνος) sin hablar de la gran extensión que alcanzaron ampliaciones del mismo vocablo para designar los cuernos (cornu, κερας, scr. ç࿋ȧgaྔ). En una palabra, sospecharíamos que si en el griego κóρρƓ llegó esta raíz a designar las sienes y en otras partes el cuerno o la cerviz, en el substrato hespérico se aplicaría a la faz, y que el románico cara es otra reliquia prerromana y precéltica pero indoeuropea, comparable a joue y a branca, y hermana pero no descendiente del gr. κάρα.
A pesar de todos los argumentos y parecidos, el romanista se siente refractario a admitir que la denominación de la faz humana proceda de una lengua no latina, prerromana, existiendo κάρα en griego. Pero ¿cómo, siendo éste un vocablo poético, de tono solemne, enormemente presuntuoso, pudo penetrar en el latín vulgar, y poner allí raíces en la mayor parte de las lenguas (aun el retorromance) hasta sustituir en gran parte el lat. FACIÈS?, pues donde no lo reemplazó, como en castellano, catalán, gascón, engadino, genovés, etc., logró al menos hacerse con un lugar de sinónimo muy importante y duradero: es sabido que el fr. ant. chiere significaba la cara, y que ha seguido vivo en el francés clásico y moderno en la locución faire bonne chère, que partiendo de la noción de ‘buena acogida’ pasó a ‘dar buena comida a un huésped’. La existencia de una jerga militar, de un léxico vulgar soldadesco, bastaría para persuadirnos que admitamos esta etimología griega como probable al fin y al cabo. Creo que el vocablo circularía en el léxico de los ejércitos de lengua griega y latina. Las fuerzas de la República romana, de Alejandro y de sus sucesores los «Diádocos», Pirro rey de Epiro, etc., estaban llenos de oficiales jóvenes, no del todo incultos, que empleaban gustosamente, quizá con tono algo sardónico, palabras magníficas, épicas, poéticas, fanfarronas, o por lo menos lo hacían de vez en cuando. Así es como ese término pudo pasar entonces, en calidad del vocablo del oficio, desde los labios de los oficiales griegos a los de los jóvenes jefes del ejército romano. Siendo una voz como ésta extranjera pero de carácter afectivo, una vez usual en las filas de las legiones romanas, se entiende su extensión progresiva a centuriones y aun decuriones cada vez menos refinados y ahí es donde nos explicamos el leve traslado semántico que experimentó. Había los legionarios jóvenes, jactanciosos, que se daban la importancia de saber griego, de haber viajado mucho, de haber peleado con éxito en los Balcanes, en Egipto, en Asia Menor; había, por otra parte, los milites gloriosi, que como nos lo mostraba el héroe de la famosa comedia de Plauto, se servían de una habla cuajada de palabras griegas mal empleadas, o fuera de lugar, y aun más o menos incorrectas. Pues tales sujetos gustaban de hablar de las heridas que hacían a otros, y de las que sufrían ellos mismos, ante todo heridas en las partes más visibles y más vitales de su cuerpo. He aquí cómo la palabra debió de volverse corriente en el latín de los soldados. Pero es natural que charlaran más de las heridas que recibían en la cara que de las demás de la cabeza; si éstas todas eran peligrosas, y las del resto del cráneo podían serlo mucho, las de la cara daban más que hablar que de otra alguna: por una parte afeaban mucho al que las sufría, mas por otra parte aumentaban el aire guerrero, la fiereza del soldado, su aspecto veterano, de hombre formidable. Si ya en algún poeta κάρα aparece aplicado a toda la cabeza, y aun una vez designa especialmente la cara (en Sófocles), en este otro empleo jergal se deslizó hacia el lado más visible, aquel que más ocasión les daba de hablar alabándose. En una palabra, remitiré a mi conferencia de 1978 «De quelques traits négligés dans l’étude lexicologique du latin vulgaire», donde expongo en amplio conjunto la influencia suma del lenguaje de las legiones y guarniciones de tropas romanas sobre la constitución del vocabulario del latín vulgar.
La locución cara a, contraída en cara, es muy usual como preposición hasta el S. XVI [Partidas; cara Sant Juan del Encina son idas en el Villancico 5.° de Juan del Encina, etc.], en que se vuelve palabra rústica. J. de Valdés advierte: «cara por hazia usan algunos, pero yo no lo usaré jamás» (Diál. de la L., 104.6)6. Por influjo del dialectal carra ‘camino’ (Salamanca; ‘carrera de media’ en Andalucía), palabra relacionada con carril, carrera, se dijo también carra como preposición, y contaminado por el sinónimo hacia, se ha usado carria en sayagués [L. Fernández: DHist.] y en dialectos modernos; acentuándose la contaminación resultó en Salamanca cada (ya usado por Torres Villarroel).
DERIV.
Carado, bien o mal ~. Carear [1517: Torres Naharro, Gil Vicente]7, se emplearon también acarear [1552] y acarar; carea, careado, careador, careo. Careta ‘máscara’ [princ. S. XV, Canc. de Baena]8, gall. central encaretado ‘enmascarado’ (Seixo, Sarm., CaG. 203v); careto ‘animal que tiene la cara blanca y el resto de la cabeza oscuro’ [Acad. ya 1817]; ‘carnero blanco con cara negra’ es usual en San Pedro Manrique (Soria), RDTP VIII, 524; ‘carlín, dinero’ [S. XVIII, DHist.], en Almería ‘fruto fallado, malo (particularmente el chumbo)’9, ‘persona mala o inútil’ (> cat. popular careto ‘mujer fea’)10. Descarado, descaramiento, descaro. Encarar; encaro; encaramiento [1605, López de Úbeda, p. 130a (Nougué, BHisp. LXVI)]. Encarado. Encariáse ‘encararse’ ast. (V).
CPT.
Carablanca (o cariblanca). Caradelante, de cara adelante. Carasol. Cariacedo, -acontecido, -acuchillado, -aguileño, -alegre, -alzado, -ampollado, -ampollar [López de Úbeda, p. 82a (Nougué, BHisp. LXVI)], -ancho, -bello, -blanco, -chato, -delantero, -doliente, -fruncido, -gordo, -harto, -lampiño, -largo, -lindo, -lucio, -lleno, -negro, -ninfo, -parejo, -pelado, -rraído, -rredondo. Comp. CALAGRAÑA.
1 Aparece en una glosa, IV, 587.8, pero el glosador parece referirse al vocablo griego, pues se limita a dar una interpretación etimológica («Gargara, quasi cara, caput»). En cuanto al ej. que se cita del africano Coripo (S. VI), donde Caesariam ante caram significaría ‘ante la cara del César’, las ediciones recientes enmiendan caram en casam ‘tienda’.― ↩
2 El cat. galta procede de un más antiguo gauta, pero un au catalán (recuérdese que AU latino primario da cat. ò) postula imperiosamente la existencia de una antigua vocal entre la Ȯ y la t; y habiendo caído, esta vocal no puede haber sido A sino más cerrada: el paralelismo con PARAB֊LA > cat. paraula = fr. parole, it. parola, TABŬLA > cat. taula = fr. tôle, FABŬLA > cat. faula = it. fola prueba perentoriamente que no se trata del lat. GABହTA ‘gamella’, como habían creído algunos, sino de una base *GÁVOTA (-UTA): aquélla, además de inadmisible en el terreno fonético, es una etimología semánticamente absurda, pero obsérvese que GABହTA ―que ha dado jatte en francés y fonéticamente no podía dar ahí otro resultado― habría dado *gàvata en italiano y *gàveda en catalán y occitano.― ↩
3 En ésta como en otras de estas palabras coexiste la acepción ‘mejilla’ con ‘montón’ ‘barba’, etc., por más que Ɣένειŗν y Ɣενειάσκειν sea ‘salirle barba a un joven’ (Ciropedia IV, vi, 5).― ↩
4 Así en griego común, según demuestra el trío ático Ɣóνατα: jonio Ɣούνατα: eolio Ɣóννατα. También en el nombre de la rodilla se codean formas con y sin -T-: ƔεννNjν·Ɣονάτων Hesiquio, scr. jānunī plural de janu.― ↩
5 Si, como se ha sostenido, el oc. gaunha ‘agalla (de pescado)’ va con gauta, habría que pensar en un G?N?Nª-?A > GÁ?UNIA, y el cat. ganya sería entonces el resultado de una reducción diferente *GANNIA. Pero como he indicado en AGALLA hay otra etimología. El oc. gavach, el fr. dial. jabot y el mall. gavaig ‘papo’ pueden representar derivados diferentes de la raíz de *GAU?TA, acaso Gև?և-KTO- (Provenza) o Gև?և-KIO-, de aquí *GA?AK?O- si en Mallorca es mozarabismo. En cuanto al fr. gaver está lejos de ser claro que pertenezca a esta familia.― ↩
6 Se emplea también en gallego (RFE XIII, 76), Castelao: «En direcions... cara o Alén e cara as oríxens» 258.17), valenciano (M. Gadea, Tèrra del Gè I, 12; Porcar, Bol. Soc. Castellon. Cult. XIV, 248), aragonés y bearnés (Rohlfs, Le Gascon, 137).― ↩
7 Comp. Cuervo, Dicc. II, 66-67.― ↩
8 Desde ningún punto de vista hay dificultad en tenerlo por derivado de cara, comp. cat. carota [1505: > campid. carota, logud. corota], port. pop. caraça, val. carassa (> logud. y galur. carazza). Pero tampoco puede negarse la posibilidad de que, como CARÁTULA, venga de CHARACTER (> caracta en Alex. O), con el mismo tratamiento de la vocal tónica que en CALETRE; entonces el cat. carota estaría en relación con caráutula, variante de carátula, y con la forma carociora del ms. P del Alex.; en cuanto al val. carassa, port. caraça, podría venir, por cambio de sufijo de careta (< ¿cast.?, no conozco ejs. antiguos); también langued. y gasc. careto [1655], fr. charete en Rabelais, bearn. caratache (FEW II, 349a) podrían tener el mismo origen o ser hispanismos. Por otra parte el cat. ant. careta ‘visera de la armadura’ nos confirma que el cast. careta ‘máscara’ puede venir de cara.― ↩
9 Si esta ac. es antigua, quizá no sea derivado de careta. ¿Será palabra diferente? No veo en qué forma se explicaría el sentido si viniera de CARECTUM ‘carrizal’ (con tratamiento fonético mozárabe). Más bien CRĔP(I)TUM ‘reventado’.― ↩
10 Se relaciona más de cerca con careta el port. dial. (NE.) careto ‘especie de máscara que figura en representaciones populares de Navidad’ (Caro, Pueblos de Esp., 344). ↩