JOROBA, la pronunciación antigua fué horoba con h aspirada, más antiguamente se halla hadruba, todo lo cual se tomó del hispanoárabe Ʌadúbba o Ʌudûba , variantes del ár. cl. Ʌádaba íd., aunque queda algún detalle fonético por aclarar.

1.ª doc.: adruba, h. 1400, Glos. del Escorial, traducido por una palabra del bajo latín que significa ‘corcova’; hadruba, 1475, G. de Segovia, 48; joroba, Aut.

Hoy joroba es palabra de uso general, así social como geográficamente; por lo menos es el vocablo de uso más común en España, la Arg., las Antillas, Méjico y seguramente en otros países americanos. Sin embargo, se advierten en España diferencias regionales que procederán del tiempo en que joroba no era palabra de uso general. En amplias zonas de la Mancha, Cuenca y Aragón, aun siendo joroba palabra usual, la expresión más popular y vivaz es indudablemente chepa; lo mismo ocurre en Asturias y probablemente en otras regiones periféricas, y es de creer que en todas estas zonas ésta sea palabra más antigua que aquélla. Me inclino a creer, en cambio, que en Andalucía y en Madrid ocurriría lo contrario. Me advierte J. Giner que en el Bajo Aragón, Cuenca, Mancha oriental y Murcia, donde se emplea chepa, la palabra joroba es impopular, en tanto que los andaluces dicen ya joroba y no chepa.

En cuanto a lo antiguo todavía Aut. se limitaba a recoger joroba sin ejs. ni definición, remitiendo a giba y corcoba, y advirtiendo que era «voz familiar y jocosa», y aun Terr. dice que es voz familiar. Nada parecido se halla en los lexicógrafos del Siglo de Oro (nada hay en Cej. IX, § 164), y tampoco conozco ejs. en los escritores de la época o de fecha anterior; prueba elocuente de que joroba no era palabra corriente a princ. S. XVII es que nadie la empleó con referencia a Ruiz de Alarcón, víctima de tantos insultos y sarcasmos por su defecto físico, a pesar de que entre ellos pueden coleccionarse una quincena de términos sinónimos de joroba o jorobado. Luego el vocablo sería por entonces tan bajo, o pertenecería a un grupo social tan aislado, que nadie se atrevió a emplearlo. Esta fecha tan moderna nos explica por qué no se halla jamás en literatura la que hubiera debido ser grafía antigua y correcta de la palabra, a saber, horoba. Así, con h aspirada, y análogamente horobado, es como pronuncian el vocablo los judíos hispánicos de Marruecos («quien da y quita, se le haze una horoba», dicho popular, BRAE XIII, 532; XIV, 230; XV, 199). Es probable que estos sefardíes llevaran consigo el vocablo al ser expulsados de España a fines del S. XV, pero ni siquiera entre los judíos debía de ser palabra de uso común, pues así los de Argelia (según me comunica P. Bénichou) como los de Oriente (RH IX, 445, proverbios de Rodas n.° 157, 212) emplean hasta hoy corcova.

Sea de ello lo que quiera, la h judeomarroquí es indicio precioso para la etimología del vocablo, pues este dialecto conserva intactas hasta el día las consonantes medievales; ( = Ɂ) y x (= š), y sólo emplea una h aspirada en vocablos de origen arábigo o hebreo, donde esta consonante corresponde a una aspiración semítica, o bien como representación de la F latina, aunque en este último caso es mucho más común hallar la f- conservada, o un enmudecimiento completo. Las demás variantes dialectales que se pueden recoger, no invitan a poner en duda esta procedencia de la consonante inicial, pues la variante uȟurubáu de S. Ciprián de Sanabria se aparta del resultado local de la j- o x- antiguas (la u- puede explicarse por aglutinación del antiguo artículo local o, semejante al portugués), el extremeño chiroba (BRAE III, 666) se explicará por cruce con el sinónimo CHEPA, madrileño cheba (RH XVIII, 56), y el ast. occid. xoroba (= š-) y gall. šeróba (VKR XI, 279) puede ser castellanismo reciente, con adaptación de la j- castellana a la fonética local según el modelo de otros casos (la palabra general en asturiano parece ser chepa, vid. Rato)1.

Hallamos huellas medievales de nuestro vocablo, pero en variantes diferentes. Además de los dos testimonios de (h)adruba que he citado arriba, leemos fadubrado o (h)adubrado para ‘jorobado’ en textos de la segunda mitad del S. XIII, como las Partidas, el Espéculo y los Libros del Saber de Astronomía, luego fadrubado en Alonso de Cartagena (S. XV) y adrubado en García de Castrojeriz (h. 1350); fadrubado sería también gallego antiguo según Carré, aunque éste le atribuye la definición ‘estropeado, desconcertado, descoyuntado’. Ya la Acad. buscaba el origen de joroba en el ár. Ʌadaba íd., que es ya clásico, y en el Corán se hallan Ʌádab(u) ‘colina’ y Ʌádib(a) ‘ser jorobado’; es verdad que esta base no es adecuada fonéticamente, pero Lapesa (RFE XXIII, 403-4) deriva hadubrado de un ár. Ʌadûb ‘joroba’, que no sé dónde se documenta. Sin embargo, se trata, en efecto, de una palabra arábiga, que cuenta con buen número de variantes vulgares, pues en Egipto se dice Ʌádab o Ʌadaba (Probst, Bocthor), en Marruecos Ʌédba (Lerchundi), en Argelia igual (Belkassem) o Ʌúdba (Beaussier); en la España musulmana se dijo Ʌadúbba según PAlc. y R. Martí, y Ʌudûba según este último. De ésta puede venir horoba, con el cambio de -d- en -r- que vemos en BERENJENA, cat. gairó (-idó, -irell) < ġaଖȓûn, y demás casos que cito en BDC XXIV, 37, entre ellos algunos arabismos. En el habla medieval de los judíos el vocablo aparece en variantes de interés: en judeofrancés se lee hardobe, harduble, hardoble, muchas veces haldrobe, una vez haroble; en un texto judeocatalán del S. XIV farduba; formas que Blondheim relacionó con las vulgares arábigas Ʌárdaba (Egipto), Ʌardábbe (Palestina) y Ʌerdábbe (Siria), que no sé en qué fuente se hallan. Está claro que de hardobe salió *hardrobe por repercusión, luego disimilada en haldrobe, y que el cast. medieval hadruba debió tener una génesis semejante (*harduba > *hardruba > *hadruba), de donde después, con metátesis, el derivado (f)adubrado. En cuanto a la forma normal del castellano moderno joroba y la variante francesa haroble, no está claro si deben explicarse por simplificación del grupo consonántico en un *hodroba, o por paso directo de hodoba a horoba; esto último quizá sea más probable. También falta explicar el origen de la r adventicia en las variantes arábigas y hebreas del tipo hardobe o hardábbe. Claro que no se trata simplemente de una «disimilación», como dice Levy, aunque Blondheim remitiera para ello al tratado de Ruȱiȼfca sobre la disimilación semítica (p. 163): a lo sumo podría tratarse de una diferenciación si pudiéramos suponer un intermedio *Ʌaddúbba. No deja de haber casos comparables de r adventicia: p. ej. cerbatana, y en Nebr. zebratana, proceden del ár.-persa zabatâna, y junto al romance JINETA, janeta [S. XII], hallamos en el Norte de África ġarnaȳƫ; quizá en todos estos casos haya contaminación con otros vocablos, como indiqué en el caso de CERBATANA 2.

Del mayor interés sería averiguar, por qué conducto pudo llegar este arabismo hasta el castellano común, en fecha tan tardía. La frecuencia en fuentes hebreas podría indicar un arabismo propio primitivamente de los judíos, que ellos trasmitieran a la germanía y ésta al castellano familiar, aunque apenas conozco otros casos de influjo judaico en las jergas españolas (¿quizá MAJO?); suponiendo que pasara de los moriscos al lenguaje popular castellano, reduciríamos el hiato cronológico entre la fecha de aparición del vocablo y la de la expulsión, que en el caso de los moriscos tuvo lugar más de cien años después; la hipótesis judía parece mejor documentada; sin embargo, es probable que tenga razón González Palencia al sugerir que nuestro vocablo figura en el nombre de Martin H[a]rûba, toledano citado en una escritura árabe de 1187 (I, 144).

Para más detalles acerca de esta etimología, V. mi artículo en AILC I, 142-6; II, 179-80; con las útiles adiciones de R. Levy, ibid. II, 155-9: gracias a éstas queda descartada la otra etimología que tomé en consideración: lat. vg. *GIBBORATUS (derivado de GIBBUS ‘giba’), de donde jorobado y de ahí joroba.

DERIV.

Jorobado [(f)adubrado, S. XIII, y. arriba; jorobado, Aut.]. Jorobar ‘fastidiar, molestar’ [Aut.]: es posible que sea un caso de floreo verbal por joder, como sugiere Mugica (ASNSL CXXIV, 191), aunque lo mismo ocurre con gibar (chivar), pero éste último podría ser una sustitución secundaria de jorobar, jorobear íd., en León (A. Garrote); jorobeta ‘impertinencia’ cub. (Ca., 164), ‘el que fastidia’ arg., gorobeto íd., colomb. (con g- como evolución directa de la aspirada arábiga); jorobadura. Gerovero arag. ‘el que acarrea objetos de un pueblo a otro’ (Borao), con su derivado regresivo gerova ‘oficio de gerovero’: por comparación del gerovero, cargado de bultos a cuestas, con un jorobado. Drobillo ‘rebujón en el vestido mal puesto’, en Cespedosa (RFE XV, 260), sacado de una *(a)drobilla diminutivo del antiguo adruba ‘joroba’; en relación con drobillo y con el judfr. haldrobe (V. arriba) está Sajambre aldubrio ‘envoltorio de ropa mal hecho’ (Fz. Gonzz., Oseja, 187).

1 Hiperdialectalismos semejantes se hallan a veces en asturiano. Rato registra xoveru ‘overo’ (FALV-ARIUS), xurgar y xurgón, voces con F- etimológica; quizá sean adaptaciones, de las formas ȟobéru, ȟurgár y ȟurgón, propias del asturiano oriental, al modelo normal del asturiano central, conforme a la idea que expone Rato de que la letra j no debe tolerarse en el verdadero bable.―

2 La alternancia entre hardobe y hadruba podría compararse con el traslado del dalet hebraico en textos aljamiados hebreos (como rdegier por dregier), señalado por R. Levy, RRQ XXXV, 335 y n. 40; pero ahí parece tratarse de un fenómeno meramente gráfico.