HATACA, ‘cuchara grande de palo con que se revuelven los guisados’ ant., origen incierto, quizá arábigo.

1.ª doc.: Nebr.: «Hataca para mecer: rudicula».

Esta palabra latina significa ‘espátula’, y mecer debe entenderse en el sentido de ‘agitar, revolver’. Covarr. y Aut. se fundan explícitamente en Nebr.; el primero define «una cuchar de palo grande con que se rebuelve y se saca la carne u otro guisado de la olla»; Aut., entendiendo mal a Nebr., dice además que es «el rodillo para tender la massa», ac. imaginaria que conserva todavía la Acad.; los autores de este diccionario no parecen conocer el vocablo más que de segunda mano. C. de las Casas (1570), además de «hataca de hierro: ramaiuolo» (‘cucharón’), registra «hataca: mescola, mestola», es decir, ‘paleta de albañil’; Percivale (1591) y Oudin repiten la definición de Nebr. y Covarr.1. No tengo noticias de que el vocablo se emplee actualmente en parte alguna, salvo en portugués, donde fataca es palabra dialectal del Alentejo con el sentido de «instrumento de madeira, para a divisƟo da coalhada, no fabrico do queijo» (Fig.); de ahí acaso el familiar fatacaz (en la Beira fatracaz), definido con las palabras «porçƟo grande» y sus equivalentes «naco; tracanaz», y ya registrado por Moraes (fatacaz de pão). Las únicas etimologías propuestas son las imposibles de Covarr., que vacila entre derivar de unas raíces hebreas o hacerlo venir del fr. attaquer ‘apretar’, pero la h- de Nebr. es siempre aspirada, según confirma en este caso la forma alentejana, y nos obliga a eliminar la idea, que de todos modos no satisfaría. El aspecto del vocablo invita a buscar un origen árabe, pero no veo vocablos semejantes en los diccionarios, y PAlc. da palabras muy diferentes como traducción de hataca.

He aquí, sin embargo, una posibilidad, que señalaré: este lexicógrafo registra un vocablo mahtéq «estregadero para estregar las bestias» (plural mahítiq), «rebolcadero, rebolvedero» (plural mahtequít), que en R. Martí es maɅtákk «asini bolcacio», es decir, ‘revolcadero del asno’; se trata, por lo tanto (según observa Dozy, Suppl. I, 247b), del nombre locativo correspondiente a ȐiɅtákk «se frotter contre quelque chose», «démanger (tête)», «fricuit, scabit (caput)», «commotus fuit eius animus», «confricuit se (ad palum)», «movit me (res)» (Freytag I, 409b), en Egipto «se frotter, s’attaquer à, se jouer à quelqu’un, l’attaquer inconsidérément» (Bocthor), en España ‘revolcarse (el asno, etc.)’ (R. Martí, PAlc.); ȐiɅtákk es la 8.ª forma de la raíz Ʌákk ‘frotar’, ‘rascar’, ‘pulir’, pero el plural mahítiq recogido por PAlc. (con pronunciación clásica sería maɅâtik) revela que en el vulgar hispánico, reducidas las dos kk a una sola, se tomó el vocablo como derivado de una raíz Ʌátak. Ahora bien, es sabido que los nombres de instrumento y de lugar en árabe se forman comúnmente con el prefijo ma- (mi-), pero también pueden ser de la forma fa⺆⺆âla (Wright, A Grammar of the Arabic Language I, § 288), y a menudo estos dos tipos formativos coexisten y son equivalentes, p. ej. ƫarrâɅa y ƫraɅ, ambos ‘colchón’ (de ahí ALMADRAQUE, y con otro sentido, ATARRAYA), tarrâqa y miƫraqa (de donde ATARRAGA y MATRACA); es, pues, muy posible que de esta supuesta raíz *Ʌátak se formara un nombre instrumental *Ʌattâka en hispanoárabe con el significado de ‘instrumento para revolver o estregar’ (comp. la ac. ‘paleta de albañil’ en C. de las Casas), de donde pudo salir la palabra española; la única dificultad es que esperaríamos como resultado fonético *hateca, pero el cambio de â en é entre consonantes no enfáticas, si bien es de regla, admite excepciones, que no siempre es posible explicar. Es, pues, etimología posible, aunque no segura.

1 «A ladle, a great spoone, a potsticke»; «hataca para mecer: une grande cueillere ou louche, une spatule».