GRANZA, ‘rubia tintórea’, del fr. garance, y éste del fráncico *WRANTJA (comp. el a. alem. ant. rezza íd.), que a su vez es alteración del lat. tardío BRATTEA íd., resultante de una confusión entre dos palabras latinas: BRATTEA ‘chapa de oro’ y BLATTA ‘púrpura’; en germánico el vocablo cambió la B- en W- por influjo de dos voces de significado análogo: WAIZD ‘pastel tintóreo’ y WALDA ‘gualda’.
1.ª doc.: Gaceta de Madrid del 17-VII-1764, Terr.; Acad. 1843, no 1817.
Pero la palabra *WRATJA no parece ser originariamente germánica, sino tomada del latín: otras glosas traen las formas barathea, brantia, barentia, medio germánicas y medio latino-romances. Todo esto resulta de una mezcla de dos palabras latinas distintas: blatta, blattea, ‘púrpura’ (con su adjetivo blatteus ‘teñido de púrpura’) y brattea ‘lámina o chapa de oro’. Véase Kluge, ARom. VI, 311-2; Niedermann, ARom. V, 436-40. Walde-H., s. v. blatta, M-L., REW, 9501a, y Gamillscheg, EWFS, 457b, extractan las conclusiones de aquellos eruditos. El paso del vocablo a través del germánico se explica por el importante desarrollo de la industria textil casera en los pueblos de este idioma, que fué causa de la entrada en romance de tantos nombres de enseres de hilado (rueca, aspa, etc.), de tejidos y de colores de tal procedencia (comp. Gamillscheg, R. G. I, pp. 200-202).
Sólo faltaba explicar la W- germánica, que no suele invadir el terreno de la B- en voces de origen latino. Hay una explicación evidente: este extranjerismo sufrió en germánico el influjo de dos voces indígenas de significado casi idéntico: WAIZD (> fr. guède) ‘pastel, hierba de tintoreros’ y WALDA, de donde procede el cast. GUALDA. Granza en castellano es galicismo reciente y mucho menos arraigado que su concurrente rubia; al entrar el vocablo en castellano se le adaptó a la forma de la voz castiza GRANZAS.