GARZO, ‘de color azulado, aplicado especialmente a los ojos’, origen incierto, no es seguro que sea variante fonética de ZARCO.

1.ª doc.: S. XIII, Libro de los Caballos; «garço de ojos: glaucus», «garços ojos», Nebr., g6r°.

También aparece en una canción popular de Juan del Encina, a princ. S. XVI («ojos garços ha la niña / quien gelos namoraría» ed. 1496, f° 95v°a; RFE V, 349n.), y Aut. cita varios ejs. desde mediados del siglo. La etimología más simple sería considerar garzo metátesis de ZARCO, de origen arábigo (hisp.-ár. zárqa ‘azul, f.’), según hicieron Schuchardt (Berliner Sitzungsber. 1917, 161n.) y Cornu (GGr. I, § 244), precedidos ya por Nunes de LeƟo (a. 1606) y por Nebr. («zarco o garço de ojos: glaucus», n7v°), que dan los dos vocablos como meras variantes el uno del otro. Claro que hay cierta dificultad fonética, pues si la ç de garço está comprobada por Nebr. y Juan de la Encina, la z- sonora de zarco lo está por el propio Nebr., y además G. de Segovia (p. 86), los Refranes atribuídos a Santillana (RH XXV, 148) y el Recontamiento de Alexandre (RH LXXVII, 611)1. Hay, pues, diferencia de sonoridad entre las dos consonantes de los dos vocablos, g y c, z y ç. Esto dificulta la explicación, aunque no la hace imposible del todo. Cabría en primer lugar admitir un trueque de sonoridad al mismo tiempo que las dos consonantes invertían su posición, tipo de metátesis extraordinario, pero no inaudito. Por otra parte cabría admitir que la metátesis zárqa > *qárza ya se hubiera producido en árabe (en cuyos dialectos occidentales las metátesis no son raras), y a la imitación de las consonantes por el romance podríamos atribuir entonces el doble cambio de sonoridad, pues no es raro que el qg en romance y hay también ejs. de z árabe convertido en ç (V. BDC XXIV, 72, y aquí s. v. AZAFRÁN); entre otros casos, tras consonante.

De todos modos no debemos desconocer que ésta es una dificultad, y ello nos obliga a tomar otras etimologías en consideración. Es dudoso, según he dicho en el artículo correspondiente (véase), que tenga algún fundamento real la afirmación de que la garza tiene algo de azulado, sea en sus ojos o en su plumaje; por lo tanto debemos dejar en cuarentena la posibilidad de derivar garzo de este vocablo, cuyo origen es indudablemente prerromano. Pero nada se opondría a que supusiéramos un *CARDEŬS ‘semejante al cardo’ (lat. CARD(U)US) como punto de partida de garzo, puesto que la flor de este vegetal tiene un color azulado característico: en lo fonético comp. ALMUERZO < ADMORDIUM, y para la g- el it. garzare ‘cardar’ *CARDIARE; recuérdese que CÁRDENO procede efectivamente de CARDէNUS.

En cuanto a otros romances, hallamos el port. garço, bien documentado desde Camoens («os olhos bellos tem da còr do Ceo: garços os tem») por lo menos; por otra parte hay una forma popular gázeo o gázio ‘garzo’ (Fig.), que en el Alentejo significa ‘tuerto, falto de un ojo’ (RL II, 34), significado explicable por la idea popular de la mala visión de la gente de ojos muy claros. El cat. ant. ulls gassos (ya Eiximenis, fin del S. XIV) quizá sea de origen castellano2; lo mismo puede sospecharse de un italiano gazzo citado por el lexicógrafo moderno Ferrari (1863); de todos modos, lo mismo en italiano que en catalán puede sospecharse que se trate de una palabra independiente (sobre todo en vista del it. ant. gazzino, S. XV, de igual significado), derivado de gazza ‘urraca’ (cat. garsa), en vista de que la urraca tiene efectivamente los ojos de este color. Esto, en cambio, no es posible en español, que no ha poseído jamás este nombre de ave. Es verdad que no puede descartarse del todo una contaminación. Finalmente deberán tenerse muy en cuenta las formas en que aparece el vocablo en los mss. del Libro de los Cavallos publ. p. Georg Sachs; en el mejor, E, del S. XIV, se lee que el caballo cervúno debe tener «los ojos ambos darços e non sorteados nin pintos» (20.21), mientras que los demás códices, también del S. XIV y en parte del XV, traen garços, y uno de ellos gaços. Quizá tenga razón el editor al sugerir que aquélla sea la forma etimológica, aunque no veo que señale ninguna pista; de todos modos hay que rechazar su cómoda explicación por una «equivalencia acústica», concepto desacreditado, y que sólo sirve para disimular etimologías falsas (gamo) o alteraciones por una causa particular concreta (gragea), no aplicable en nuestro caso.

En cuanto a garzo [Aut.], en el sentido de ‘agárico, raíz como hongo’, según indica Schuchardt (Rom. Lehnwörter im Berber., 25), ha de ser derivado regresivo de un *garzillo, *AGARICELLUM (diminutivo del lat. AGARICUM), del cual procede también el bereb. arsel, agursal, dzursel , iuršel ‘hongo’.

1 En el Canc. de Baena, Fr. Lope del Monte escribe «ca la vido mucho bella / qual donçella / nunca vió ojo çarcado» (n.° 328, v. 138). Pero dudo que sea un derivado de zarco; como se trata de la Virgen quizá esté por cercado y se trate del famoso hortus clausus de la Letanía (ojo sería sujeto y çarcado complemento).―

2 Quizá sólo valenciano, pues aunque Eiximenis y Onofre Pou eran de Gerona, vivieron en Valencia y se adaptaron algo, y éste mucho, al uso valenciano. En su Thesaurus Puerilis de 1575 pone ulls gaços como ej. del color del «charops» (p. 318) y como matiz vecino al verde (p. 285) y al castaño: «entre gaço y castany: rauus» (p. 318).