ECHAR, del lat. JACTARE ‘arrojar, lanzar’, ‘agitar’, frecuentativo de JACĔRE ‘echar, arrojar’; más exactamente: de *JĔCTARE, variante vulgar de aquél.

1.ª doc.: zetare, 2.ª mitad del S. X, Glosas Silenses; echar, 1125, Fuero de Medinaceli (Oelschl.), Cid, etc.

El cast. echar y port. y gall. deitar1 (ant. geitar2) también podrían responder fonéticamente al lat. cl. JACTARE, pero como las demás formas romances (it. gettare, oc. getar, cat. gitar, etc.)3 corresponden a *JECTARE, es de suponer que el portugués y castellano no formarán excepción, tanto más cuanto que el arag. itar, presente yeta4, se explica mejor por este último, que puede entenderse como resultante del influjo fonético de la J sobre la A (como en JENUARIUS, JENIPERUS), según quiere M-L., Einführung, § 119, aunque la antigua explicación a base de una aféresis de EJĔCTARE ‘echar afuera, echar lejos’ (derivado de JACTARE) es también posible, y se apoya en el rum. de Transilvania aĭeptà ‘arrojar’ (Tiktin, Wb. I, 476; Pu?cariu, s. v.). Para construcciones y acs., Cuervo, Bol. C. y C. I, 434-75; Cej. IX, § 176.

Ya en latín se empleaba jactare en el sentido figurado de ‘alabar’, de donde el cultismo cast. jactar. [Ya Santillana escribió «el ánimo mío s’altiveçe, / se jacta e loa» (p. 288); h. 1540, A. de Guevara].

Un sentido singular presenta echar en la locución echar menos o echar de menos ‘advertir la falta de algo o alguien, tener pena por esta falta’; en la primera de estas formas la podemos documentar desde 1517, en carta de un secretario del Cardenal Cisneros, y con gran frecuencia en todo el S. XVI5; sigue siendo corriente en esta forma y en todas partes hasta primeros del S. XIX6, y hoy todavía lo es en Colombia, en el habla rural del Oeste argentino7, en Santo Domingo (BDHA V, 70) y en otras partes de América. En España hoy es general echar de menos, que aparece con frecuencia desde 1786 (Moratín, El Viejo y la Niña, p. 344a; Jovellanos, Mem. sobre espect. p. 487a), y quizá pueda señalarse algún ej. anterior8; se debe a influjo de frases parecidas como echar de ver, echar una libra de más, etc. Echar menos es castellanización de la frase port. achar menos íd. (donde achar es nuestro hallar ‘encontrar’), bien documentada desde princ. S. XVI y sin duda muy anterior9; hoy se ha hecho allá menos corriente, pero todavía se emplea en Tras-os-Montes (RL I, 203), y la variante achar de menos es usual en la Beira Alta y el Alentejo (Leite de V., RL II, 80n.1); también se dijo hallar menos en castellano, desde los SS. XIII y XIV (1.ª Crón. Gral., 253b; Castigos de D. Sancho, cap. IV) hasta principios del XVII10, como se dice trobà mens en el Valle de Arán y en otras hablas occitanas; pero ya a mediados del siglo precedente se daban cuenta algunos de que el viejo hallar menos estaba siendo suplantado por el echar menos aportuguesado, y en este sentido enmendó Lorenzo de Sepúlveda el texto de la 1.ª Crón. Gral., respetado en el S. XV por Rodríguez de Almela.

En esta locución castellano-port., menos conservó el valor del minus latino equivalente de ‘no’ (vivusne sum vel minus ‘si soy vivo o no’), por manera que hallar menos era lo mismo que ‘no hallar’; no se trata de un caso aislado, sino de toda una serie: ser menos ‘faltar’, traduciendo el lat. deesse, en las Glosas Silenses (252 menos si fueret, 278 jet menos), aver menos ‘carecer de, faltar de, no tener’ en el Fuero de Avilés y en refranes11, tener menos en G. de Alfarache; partiendo de estos casos es natural que se crearan locuciones paralelas, como hacer menos ‘hurtar’ muy usual en los SS. XV-XVII12 y otras13, en particular hallar menos, que estaba con respecto a ser menos en la misma relación que hallar respecto de estar.

Esta explicación histórica de echar (de) menos, dada por C. Michaëlis (RL II, 79-80) y Cuervo, y confirmada por A. Castro (RFE XII, 405), fué puesta en duda por Spitzer (RFE XXIV, 28-9), por lo extraño del préstamo de palabra tan conocida como achar ‘hallar’, con limitación a esta locución especial, y supuso se tratara más bien de una locución originalmente castellana formada con el verbo echar en las acs. 21 y 22 de la Acad.14; pero no reparó el Sr. Spitzer en que una locución como echar la cuenta no prueba que el verbo echar haya tenido jamás el sentido de ‘calcular’, como sería excusado afirmar que haya significado ‘trazar’ o ‘coser’ a base de frases como echar una raya o echar ribetes15; los paralelos arriba citados corroboran de un modo indiscutible la opinión de C. Michaëlis, y el préstamo se hace mucho más comprensible si indicamos que el portuguesismo achar menos fué primitivamente locución leonesa16 propagada, desde los dialectos que decían achar por ‘hallar’, hasta el corazón de Castilla, donde es natural que se alterara en echar menos. Más pruebas del origen portugués o leonés en G. Colón, ZRPh. LXXVIII, 75. Cegado por un prejuicio sigue Spitzer (MLN LXXI, 374-5; e insiste en MLN LXXIV, 143, con razones sin fuerza) cerrándose contra la explicación común de echar (de) menos como portuguesismo o galleguismo, y se niega a fijarse incluso en pruebas tan flagrantes como que aun la forma achar menos con a se emplea en ciertas hablas del lado español de la frontera portuguesa (V. mi nota 16). Acaba diciendo: «no alcanzo a ver las condiciones culturales en que pudo haberse realizado este préstamo concreto del portugués o el leonés al castellano». No lo creo, pues haría falta muy poca imaginación, y estoy seguro de que, una vez superada esta idea preconcebida, él mismo, con su maestria inigualable, en este aspecto como en tantos, acabará de iluminárnoslas. Por lo pronto es bien conocida la fama de «ratiños», calculadores o económicos, de que disfrutan gallegos, asturianos y trasmontanos en Portugal (donde el terminacho ha acabado por convertirse en adjetivo étnico conocidísimo) y en todo el mundo ibérico, y no lo es menos la forma como el gallego de extracción popular suele mezclar inextricablemente su lengua nativa con el castellano, cuando habla en este idioma: claro que al oírle tantas veces achando menos algo cuando echaba sus cuentas, el hombre de Castilla, Andalucía y América (más despreocupado o indolente en asuntos así) acabaría por imitar la frasecita, aunque identificando, claro está, este achar con su echar propio, y quizá fué precisamente esta falsa identificación la que confirió al giro una fuerza estilística especial, capaz de hacerle triunfar sobre el antiguo hallar menos, más intelectual y menos sugestivo: hasta aquí hemos de dar la razón a Spitzer y agradecerle su saludable insistencia. Con ella, por encima de la fría explicación, verdadera pero meramente filológica y libresca, de Michaëlis y Cuervo, nos ha obligado a entrever un proceso vivo y humano.

Para echar de ver ‘reparar, advertir’, frecuente desde Cervantes y Tirso, vid. Cuervo, p. 46917.

DERIV.

Echada. Echadera. Echadero. Echadillo. Echadizo [Nebr.]. Echado. Echador. Echadura [Alex., 249]. Echamiento. Echazón [Acad. ya 1843]. Echura ant. [como tal, ya en Acad. 1843], de JACTȢRA ‘acción de echar’, derivado de JACĔRE; duplicado culto jactura. Derivados del culto jactar: jactancia [Valera, Epístolas, p. 8 (Nougué, BHisp. LXVI)], jactancioso, jactante. Desechar [Berceo; Alex., 1459a: O escribe deseiar, P -char; frecuente en todos las épocas, vid. Cuervo, Dicc. II, 1043-5]18; desechado, desecho [Nebr.]. Enechar [Nebr.: «enechar como a la yglesia: expono»], enechado ‘expósito’ [íd.].

Desechar un paso, desechar un trecho de camino, tomaron el sentido especial de evitarlos, cuando eran dificultosos o demasiado largos o presentaban otro inconveniente, prefiriendo en lugar de ellos otro trayecto. Como explica Const. Suárez, Vocab. Cubano: «Desecho: trozo de camino formado por el mismo tránsito, que se desvía de una carretera para salvar un tramo peligroso o en reparación. Así es como dice el pueblo... puesto que es el punto donde se desecha el verdadero camino»; Pichardo: «desecho: camino provisional que se desvía del principal para desechar algún mal paso, volviendo luego a reunirse».

Así decían ya los cronistas indianos del S. XVI; Cieza de León, hablando del Camino del Inca: «el camino por todas estas partes lo tenían siempre muy limpio; y si algunas sierras eran fragosas, se desechaban por las laderas, haciendo grandes descansos y escaleras» (Rivad. XXVI, 430b); Juan de Castellanos, hablando de un español baquiano, que se burla de conquistadores recién llegados y ricamente ataviados: «Yo no correré con gente / que trae tantas plumas en la frente. / Pues si quieren subir un alto monte / o desechar un reventón [‘subida escarpada’] acaso, / cada uno será Belerofonte / ayudado de plumas de Pegaso... / No yo, que siempre subo por escalas, / y flacos alpargates son mis alas» (Rivad. IV, 290b). Se decía desechar un paso por otro, indicando con éste el lugar por donde se pasaba, como se ha visto por Cieza y se ve por Fz. de Oviedo: «Porque desde el pueblo iba todo el camino hecho de calzada de tierra y piedra... e como sobre los malos pasos iba hecha calzada, la habían rompido [al parecer = ‘interrumpido’] en aquel paso, e con trabajo lo pasaban desechándolo por otra parte» (cito según Cuervo y Cej. IX, 253). De ahí el sustantivo desecho ‘paso que permite evitar un mal trayecto’: «Yendo pues su viaje cierto día, / en un río se dió de gran fondura, / que para proceder los impedía, / el agua toda dél negra y oscura; / era profundo, mas su travesía / como de treinta pasos en anchura: / fueron por las orillas grande trecho, / y no pudo hallársele desecho» Castellanos, ibid. 304b; más raramente desecha: «aunque la cuesta es áspera y derecha, / muchos a la alta cumbre han arribado, / adonde una albarrada hallaron hecha / y el paso con maderos ocupado: / no tiene aquel camino otra desecha, / que el cerro casi entorno era tajado, / del un lado le bate la marina, / del otro un gran peñol con él confina» Ercilla. Hoy desecho se ha especializado en el sentido de ‘atajo, paso hecho para cortar camino’ en P. Rico, Cuba, Honduras, Salvador, Venezuela, Colombia, Ecuador, Bolivia y Chile.

Quizá, contra lo que supone Cuervo, Ap., § 199 (de quien tomo parte de los datos), estas locuciones no se crearon en América, pues también se emplea hoy en Andalucía «desechadero m. Camino provisional para evitar un mal paso; trocha: tomó el desechadero y adelantó camino» (AV); sobre todo no creo que se trate de un desechar negativo de echar en la frase echar por aquí, por allá, sino de una aplicación especializada de desechar esto por aquello. Pero era tan frecuente en las Indias tener que tomar caminos nuevos, sea para evitar las fragosidades de los Andes o los nuevos obstáculos que oponía constantemente la selva virgen, que el empleo de nuestro vocablo pudo generalizarse, volviéndose desechar sinónimo de ‘trazar un camino en general o abrir cualquier camino nuevo’: «... en sierras bien ásperas; y es de ver el real camino cuán bien hecho y desechado va por ellas, y cuán ancho y llano por las laderas y por las sierras», «abajando por unas laderas, que, puesto que por ser ásperas hace que parezca el camino dificultoso, va tan bien desechado y tan ancho, que casi parecerá ir hecho por tierra llana» Cieza de León, 431a (= ed. Calpe, 1922, p. 271), 433a.

Y desecho toma el sentido de ‘trocha, camino de la selva en general’: «Un Fernán Váez y un Fernán Bermejo, / soldados que hicieron grandes hechos, / muy diestros en sacar un rastro viejo / por las selvas ocultas y desechos / ...» Castellanos, 260b. El desecha de Ercilla fué mal comprendido por Aut. al definirlo «la salida precisa de algún camino, sitio u paraje», definición que todavía conserva la Acad., lo propio que la errónea grafía deshecha. Tampoco tiene que ver con deshacer la otra ac. de desecha ‘excusa, disimulo, coartada’, de la cual reúne Cej. IX, 253-4, una docena de ejemplos de los SS. XVI-XVII y en la cual se parte de la idea de desechar un pensamiento, etc.

Trasechador ‘prestidigitador’ [1228, en el Concilio de Valladolid; h 1430, P. del Corral; M. P., Poes. Juglaresca 30-31; en Alex. 1882a, quizá pasando por ‘juglar en general, actor’, la frase un bon trasechador se aplica a un guerrero ávido de pelear; «malicioso, cauteloso, trasechadar, astuto» APal. 261b; Ant. de Balbuena llamó a la ociosidad «de ajenas vidas gran trasechadora», Pagés; falta ya en Covarr. y Aut., y la Acad., 1925, no 1884, lo ha exhumado con poco tino al identificarlo con acechador, palabra independiente; no me es conocido el verbo trasechar que cita la Acad.; comp. port. tresjeitador, cat. y oc. tragitador, fr. ant. tresjeteor íd., REW 8843].

Echo ‘tiro, acción de echar (piedras, los dados, etc.)’ [Berceo, Sacrificio de la Misa 71; Alex., 879d19; Gran Conquista de Ultr., p. 522]; en vista del port. eito «seguimento o sucessƟo de coisas que estƟo na mesma direcçƟo» (en el Miño «porçƟo de trabalho realizado por uma pessoa») y a eito «seguidamente, a fio», gall. a eito «arreo y sucesivamente» (muere mucha gente a eito en tal lugar Sarm. CaG. 209v), podría creerse que se trata de ICTUS ‘golpe’ (del cual recoge el REW algunos descencientes romances sueltos y bastante dudosos: desde luego hay que borrar el port. deitar, que es disimilación del ant. geitar JACTARE); pero también puede tratarse ―y es más probable― de JACTUS disimilado en la etapa *yeito, comp. la disimilación que presenta deitar20. Jeito ‘red para la pesca de la anchoa o sardina’ [Acad. S. XX], del gall. o ast. occid. xeito o cheito, derivado de xeitar, variante fonética de deitar ‘echar’. Son deriv. importantes en la lengua occidental, y ajenos al castellano, el port. jeito ‘disposición, propensión, aptitud, hábito, gesto’, etc., gall. xeito más o menos en las mismas acepciones, del cual cito algunos ejs.: ‘manera, modo’ «un novo xeito de eispresión», «falou-me diste xeito» Castelao 65.22, 185.25, con la locución a xeito de ‘a modo’: «catro verbas a xeito de introducción», «ó xeito da natureza» 72.11, 47.21; mucho más en 26.12, 73.27, 73.20, 101.11, 11.20, 126.7, 126.15 y passim. De ahí los derivados xeitoso ‘gracioso, gentil’ («unha rapaza xeitosa de corpo, feitiña de cara...» 204.20), y axeitado ‘apto, adecuado’: «pezas axeitadas para traballos», «unha familia axeitada para turbar o corazón» 128.3, 214.1f., 25.20, axeitar 28.27. Por otra parte ‘moda, gusto (fr. façon)’, ‘disposición, inclinación hacia’ con el proverbio «torto ou direito, o escriván ao teu jeito» (a tu lado en los pleitos); y con la ac. material ‘acto de echar la red’: sardinas cogidas ao jeito ‘de pronto’, ad jactum retis (Sarm. CaG. 61v). En fin el verbo enjeitar ‘eyacular’: «aquel viejo no puede enjeitar» (CaG. 162r, 215v, y cf. pp. 171-172) y otras acs.: port. enjeitar ‘abandonar (hijos)’ ‘desechar, repeler’ [engeytados ‘repudiados’ MirSgo. 104.21].

Jáculo, cultismo, del lat. jacŭlum ‘venablo’, derivado de jacĕre; jaculatoria [Fr. L. de Granada] ‘plegaria ardorosa’, derivado de jaculari ‘arrojar’ y éste de jacŭlum; jaculatorio. Eyacular [Monlau, † 1871; falta aún Acad. 1899], tomado del lat. ejaculare íd.; eyaculación. Del fr. jeter, del mismo origen y sentido que echar, viene jeton ‘ficha’, y de éste el cast. antic. guitón [Acad. ya 1843] ‘especie de ficha para tantear’ (por confusión con GUITÓN ‘pícaro’). Rejitar ‘vomitar’, del cat. regitar, derivado de gitar ‘echar’, ‘vomitar’.

Hermano del lat. jacere es el gr. Ƴέναι ‘lanzar’, de cuyo derivado πάρεσις ‘aflojamiento’ (de παριέναι ‘soltar’) se tomó paresia.

CPT.

Echacantos. Echapellas. Echaperros.

Echacuervos [echacuervo, glos. del Escorial, h. 1400, con la traducción incomprensible eparicus (Eparicus estaría por hepaticus, derivado de ƚπαρ en el sentido de ‘harúspice, que examina el hígado y entrañas de las víctimas’, J. E. Gillet, RPhCal. X, 148-155)]21; echacorvería [Nebr.], echacorvear. Rosal (1601) (V. Gili, s. v. chacuervos) expuso acerca de esta palabra una teoría etimológica infundada, según la cual echacuervos sería corrupción de un *nochacuervos (mera suposición de Rosal) adaptación del grecolatino nycticorax ‘buho’, que habría tomado el sentido de ‘hipócrita’; atribuye arbitrariamente dicha ac. a este vocablo teniendo en cuenta la noticia del humanista Pierio Valeriano (comentador de Virgilio en el S. XVI) de que el buho fué empleado por los antiguos egipcios como jeroglífico e insignia del hipócrita. Sea esto cierto o no, importa poco, tratándose de algo tan remoto como los jeroglíficos egipcios: en nuestros tiempos no hay noticia alguna de que el buho o el cuervo se hayan tomado como emblema de la hipocresía, ni la hay de que nycticorax se empleara jamás en el latín hablado (aunque una variante nocticorax se encuentre en la Epistula Alexandri, S. IV, texto culto y helenizante, y en la forma nyct- aparezca en algún Padre de la Iglesia), ni menos de que se latinizara en *NOCTICORVUS (la documentación de nycticorax y alteraciones del mismo que reúne Mtz. López, Bol. Fil. Chile XI, 14, no creo que pueda servir nunca para el problema de echacuervos). Echacuervos parece ser propiamente el exorcista, el que echa cuervos del alma ajena, entendiendo por cuervos los diablos o almas condenadas: interpretación que dan Luis de Escobar (1545) y Juan de Arce y Otálora (c. 1550-5). La frase echar el cuervo significaría primitivamente ‘ofrecer algo cuyos efectos se prometen y nunca se realizan’, ‘ganar dinero deshonestamente prometiendo cosas que no se cumplirán’. La primera y verdadera raíz de esta frase se halla en la historia del cuervo que soltó Noé desde el arca para que buscara tierra, y cuyo regreso, tras hacerse esperar indefinidamente, no se produjo jamás22. Aunque echar el cuervo materialmente se puede referir sólo al que Noé echó a volar, con ello se mezcló en la conciencia del pueblo (como me sugiere el Sr. García Yebra) la idea del graznido del cuervo, cras cras, que eternamente parece ofrecer algo para mañana, homonimia con que juega ya Juan Ruiz tantes veces (507d, 1256c, 1530d) y que también contribuye en forma clara a la fraseología usual del Siglo de Oro: «cuántas trampas, cuántas dilaciones, cuánto diferirlo de hoy a mañana, sin que mañana llegue, por ser la del cuervo, que siempre la promete y nunca viene», G. de Alfarache III, 182.9; «V. M. va crastinando lo que manda, de manera que pienso vuela algún cuervo» (Góngora, ed. Foulché III, 208). El echacuervos, en efecto, era el vendedor de bulas falsas o el expendedor de productos maravillosos, cuyos efectos se prometen pero nunca se realizan, como dice Covarr.: «los que con embelecos y mentiras engañan a los simples por vender sus ungüentos, azeites, yervas, piedras y otras cosas que traen, que dizen tienen grandes virtudes naturales». De ahí la frase echar el cuervo documentada por Nebr. y Oudin (V. nota), en ac. algo secundaria. Desde luego es inexacto, pues, que echacuervos sea sinónimo de ‘hipócrita’, como pretende Rosal, y aún más, el que sólo se aplique a los que «de noche y en oculto velan en torpezas, robos y deshonestidades». Más que el de hipocresía, el matiz típico de la idea es el del sujeto ridículo y despreciable (Aut.), aunque impostor: el que «echa cuervos», que no vuelven nunca ni pueden volver.

1 Desde luego es inadmisible la afirmaci6n harto repetida de que deitar procede del lat. DEJECTARE. Se trata, claro, de una disimilación de palatalidad (como ya explicó Grammont con referencia a formas parecidas que salen en alguna habla local occitana): dȤeȳ?ar > eȳ?ar > deitar. Hechos iguales son corrientes en bastantes hablas occitanas, catalanas, etc. (denoulh GENUCULU, dentilla < llentilla LENTICULA, cat. normal dejú, dejunar JEJUNARE, hechos análogos en GINGIVA, etc.). Los usos de deitar en la prosa gallega y portuguesa coinciden absolutamente con todos los de echar en castellano, gitar en catalán, etc.; p. ej. «morre deitado no esterco» (‘yacente’) en Castelao 277.13, y los demás en 38.18, 100.7, etc.―

2 Nótese en gallego, además de ‘arrojar’, y deitar-se ‘echarse a la cama’ o ‘a dormir’, la ac. intr. ‘derramar líquido’: «esta garrafa deita» Sarm. CaG. 183v.―

3 Quizá convendría revisar la necesidad de partir de *JECTARE, aun para el catalán (y galorrománico e italiano), pues el rosell. ant. geta ~ gitar (Vidas Rosellonesas 96v°b) sugiere la posibilidad de que gita sea secundario (el fr. jette está en desacuerdo con *JĔCTAT).―

4 Itado, Fueros de Aragón (h. 1300), § 92.2; itarše todavía en el Recontamiento de Alixandre, 105v°, S. XVI (RH LXXVII, 456). Presente de Indic., 3.ª pers., yeta, en los refranes del S. XIV, RFE XIII, 370; Subj. yeten, Fueros de Aragón, § 129.1; una forma itas, analógica del radical del infinitivo, ya en este mismo texto, § 139.1. Hay además una forma más semejante a la catalana: gitar y chitar en las Ordenanzas de Estella, a. 1303 (citas de Tilander, p. 442). Hoy itar se emplea en Echo y chitar más al Este, en Bielsa, con el derivado chito ‘retoño’ en la Puebla de Híjar (BDC XXIV, 172); Michelena, BSVAP XI, 288, sugiere que del arag. chito ‘retoño’ pudiera salir el vasco txito, txit(x)a, ‘polluelo’. Comp. LLETA, arag. xitar en Aut. Pero hay que borrar del REW (4568, JACTARE) y del Dicc. de Cuervo el arag. mod. jetar ‘desleír’ (jetar la salsa, jetar un ajo), que viene del antiguo *exatar EXAPTARE ‘desatar’, equivalente del cat. deixatar ‘desleír’ (comp. s. v. DESLEÍR).―

5 Para ejs. vid. Cuervo, Bol. C. y C. I, 467-9; Ap., § 418. Se pueden agregar muchos más de este siglo y del siguiente: en el mejicano Francisco de Terrazas, S. XVI, RFE V, 51; Pérez de Hita, ed. Blanchard II, 54; Góngora, Cartas, p. 331; Lope, Marqués de las Navas, v. 1908; íd., La Corona Merecida, v. 1416; íd., Fuenteovejuna II, xv, ed. Losada, p 55; R. de Alarcón, Las Paredes oyen, ed. Reyes, 185; Quiñones de B., NBAE XVIII, 665. Román llama la atención sobre estas frases: «echo bien menos a V. R.», «harto menos le echaré acá», «por acá le echan mucho menos» en Sta. Teresa (Cartas 76, 42 y 223), «Ha tiempo que falto de casa y seré echada menos» (Castillo Solórzano, 1626, Jornadas Alegres III).―

6 «No echaré yo menos por cierto aquellos que duros e insensibles... Pero, cómo no echaré menos...», Memorias del Castillo de Bellver, Rivad. XLVI, 401b. Jovellanos, muerto en 1811, estuvo preso en este castillo desde 1801.―

7 Lo he oído a gente de Jujuy y de Mendoza (copla recogida en esta ciudad «echarás menoh a su sombra», Draghi Canc. Cuyano, 254). Desde luego esto es lo antiguo en la región, pues así escriben Sarmiento (Facundo, ed. Losada, p. 236) y un jesuíta cuyano de fines del S. XVIII (Draghi, Fuente Americana, p. 40). Pero hoy creo que lo usual en Buenos Aires y aun en la ciudad de Mendoza es ya echar de menos.―

8 Uno hay ya en Pérez de Hita (1604), ed. Blanchard II, 334, «le avían echado de menos sus camaradas por no averle visto después de comer». Pero está en contradicción con el uso general de la época y con otro ej. del autor (nota 5), luego quizá no es genuino.―

9 La emplea varias veces Gil Vicente («Gonçalo, achando-a menos [la liebre que le habían hurtado], diz...», III, 239), y el refrán «Quem porcos acha menos en cada mouta le roncam», citado por Jorge Ferreira y por Camoens, está también en Gil Vicente, y siendo refrán es prueba de que esta locución venía de muy atrás en la Edad Media (citas de C. Michaëlis).―

10 «Fuésele pagar a la posada, donde halló menos la bestia a la bestia; y aunque lo era mucho, sospechó que el gitano se le había hurtado», Coloquio de los Perros, Cl. C. II, 315. Tengo cuatro ejs. del Guzmán de Alfarache (Cl. C. III, 32.31; III, 142.26; IV, 142; V, 149.15). Otros de Timoneda, Góngora, Valbuena, Cervantes, Espinel y Castillo Solórzano, citado en BDHA V, 70; RFE XX, 188; Román, s. v.; Cuervo, l. c.―

11 «Que no lo deo ni lo vendeo, mas que de furto l’a menos», «lo don de casa iure... que per él ...minos non a so aver», líneas 59 y 100, lección comprobable en el facsímil. En el refrán «Quien bueyes ha menos, cencerros se le antojan», citado por Mal Lara (RFE XXII, 283), es sinónimo de echar menos.―

12 «¿Dó mi gallina...? ¿Quién me la furtó? Furtada sea su vida. ¿Quién menos me fizo della? Menos se le tornen los días de la vida», Corbacho II, cap. 1. «Al meter las cosas y sacarlas era con tanta vigilancia y tan por contadero, que no bastara todo el mundo hacerle menos una migaja», Lazarillo. «No se quejarán con razón que en sus casas les han hecho menos una toca», en la 2.ª parte anónima de esta novela, ed. Rivad., p. 102. «...Cebada salió el huésped de casa a dársela... sin que le hubiese hecho menos, a su parecer, un solo grano», La Ilustre Fregona, Cl. C., p. 251.―

13 No ser menos de ‘no poder dejar de’ («deseaba que Toledo fuera puerto de mar, para podelle fenchir de riquezas, porque no fuera menos de haber mi mujer y hija alguna parte», 2.ª parte del Lazarillo, p. 105); hacer menos que ‘dejar de’ («Si le diré lo que pasa? / No, que es fuerza obedezer / al rey; pues no puede hazer / menos que entrar en su casa», Lope, La Corona Merecida, v. 1762); no poder menos de ‘no poder abstenerse’ es muy corriente hoy en día y conocido.―

14 «Con las voces cálculos, cuentas y otras análogas, hacer o formar», «Suponer o conjeturar el precio, distancia, edad, etc., que nos son desconocidos: qué edad le echas?». La primera figura ya en Aut. (echar la cuenta o una cuenta, pp. 361, 365) aunque sin ejemplos.―

15 En la hipótesis de Spitzer nos encontraríamos con un dilema, cuyos dos miembros son igualmente inaceptables. O el port. achar menos debería ser castellanismo (tomado de echar menos) ―lo cual es inaceptable en vista del cast. ant. hallar menos, y de la presencia ya en Gil Vicente― o de otro modo debiéramos admitir que el parecido entre el port. achar menos y el cast. echar menos es una pura casualidad.―

16 Así se pronuncia todavía en el habla de Hermisende, Sanabria (RL VII, 143). Y achar por ‘hallar’ se emplea en la parte alta de Asturias (Rato), en el judeoespañol de Monastir (RH LXXIX, 543), etc.―

17 Agréguense estos casos: «Sevilla... que es amparo de pobres... que en su grandeza no sólo caben los pequeños, pero no se echan de ver los grandes», Coloquio de los Perros, Cl. C. II, 235; «Oh, qué mal me parecían / estas lisonjas ayer, / y hoy echo en ellas de ver / que sus labios no mentían», El Burlador de Sevilla I, 655; «Cómo echáis de ver, ¡oh impíos! / que estoy sin espada», Calderón, El Alcalde de Zalamea II, xxviii, ed. Losada, p. 142.―

18 Agréguense los materiales reunidos en el artículo reciente de Malkiel, Misc. Coelho, 201-214; y en Cej. IX, § 176.―

19 Es probable que el original, de fuerte dialectalismo leonés, dijese a un decho de dados (O echo), semejante al port. deitar, pues de otro modo no sería fácil explicar la variante dicho de P.―

20 Se pronunció por ICTUS C. Michaëlis, RL III, 145, y por JACTUS Baist, KJRPh. IV, 312. El infinitivo latino correspondiente զCERE tiene la I larga perfectamente documentada. Entonces llama la atención la medición էCTUS presupuesta por el portugués, aunque en rigor podría tratarse del caso ―muy raro, por lo demás― de DզCERE ~ DէCTUS. Acaso podría defenderse la opinión de Prisciano de que ICERE es forma secundaria sacada de los compuestos de JACERE (DEէCERE, PROէCERE, CONէCERE, etc.), annque la զ sería un obstáculo; entonces el origen último de eito quedaría en lo mismo. En todo caso harán bien los latinistas en no fiarse de los supuestos representantes romances de ICTUS, a los que conceden demasiado valor Ernout-M. y Walde-H.―

21 Nebr.: «echacuervo, nombre nuevo: quaestor temporis» (que será errata por q. turpis), «echacorvería de aqueste: quaestus turpis», «echar el cuervo: turpiter quaero»; Oudin: «echacuervo: un certain questeur deshonneste, un caffard, mauvais prescheur», echacorvería (análogamente), «echar el cuervo: faire une queste et levée de deniers pour cause deshonneste». Percivale (1591) «echacuervo: a deceiver, a coosener, one that goeth from place to place and liveth by coosening and deceit». Covarr. s. v. cuervo (ed. Noydens, f.° 175v°, b), cita echacuervos, con sentido plural, y cuenta una anécdota poco convincente para explicar el origen de la locución. En el Lazarillo (102) figura echacuervo hablando del bulero impostor (comp. Acad. 1843: «En lo antiguo el predicador o cuestor que iba por los lugares publicando la cruzada; hoy todavía en algunas partes llaman así a los que predican la bula»). En el Quijote figura el singular echacuervos, que Aut. define ‘hombre embustero, ridículo y despreciable’; en la Pícara Justina es ‘alcahuete’. Más ejs. en Fcha. No creo tenga esto nada que ver con el sentido obsceno del lat. corvus, que Georges documenta en Juvenal 2.63.―

22 El vuelo del cuervo para lo que se va y no vuelve era frase proverbial: así en el Guzmán de Alfarache (I, ii, 9; Cl. C. II, 140.22), donde se aplica a la desaparición de unos reales, gastados en vestidos, amores y viajes.