CHÍA, ‘especie de faldón que formaba parte de la vestidura llamada beca, empleada como insignia de autoridad y nobleza’, ‘manto negro y corto de luto’, probablemente del árabe granadino šîya, mozár. šâya, del mismo origen que el cast. SAYA.
Ya Eguílaz, 374, señaló el parentesco con la voz mozárabe, cuyo origen romance está indicado por Dozy,
Suppl. I, 718
a. R. Martí registra
šâya ‘túnica’
1, y
š-ya aparece en documentos granadinos; en el Darfur es una especie de chaleco para protegerse de las flechas, y en Egipto es ‘dolmán, traje de hombre’ (Bocthor). El paso de
â a
î es propio del hispanoárabe tardío. La
ch- española indicaría un vocablo tomado de los moriscos no antes del S. XVI, cuando ya el timbre de la
x castellana se estaba alterando fuertemente; o voz trasmitida por el catalán de Valencia (donde
š- >
Ƈ-). Para otras huellas de la indumentaria morisca, vid.
CAPELLAR,
CAPUCHO,
CAROCHA. También cat.
xia [S. XVII; AlcM.; pero
xia ya en 1575 como sin. de
beca y del lat.
focale en On. Pou,
Thes.
Pue. p. 307; un derivado del cat.
xia, a saber,
xiot, ya se documenta en un texto de Balaguer de 1313-37, donde se manda que nadie se atreva a quitar el «
xiot o capell o almuça» de un hombre que acompañe a una novia (Sanahuja,
La Ciutat de Balaguer, 122): tendrá sentido semejante al de ‘chía’, y no ‘sombrero’, como cree Sanahuja]; de uno de los dos procede el campid.
cìa‘ especie de pañuelo de cabeza’ (Wagner,
RFE IX, 230); arag. ant.
xía (Cej. IX, p. 32). Oudin (1616; falta 1607) define la voz castellana «une cornette de femme à mettre sur la teste, et aussi un morceau de toile quarré comme pour faire un gousset de chemise». Terr. dice que en Lope y en Quevedo vale ‘rasgón, abertura, grieta’ (en un vestido) y entre cordoneros es lo mismo que borla grande. Las definiciones de la Acad. se basan en Covarr. (s. v.
beca). En Du C. figura un b. lat.
chiotum documentado en los Estatutos de Marsella y en los de Arles, que Carpentier cree ser una parte de un vestido, quizá el cuello o un adorno del cuello; desde luego no puede venir del grecolatino
chiton ‘túnica’, como sugieren los Benedictinos. Es dudoso que tenga algo que ver con
chía. Si la segunda ac. española fuese la originaria, se habría podido pensar también en un derivado de
chiar ‘piar’, en portugués ‘chillar’ (y también en los autos castellanos del S. XVI publicados por Rouanet, vid. Fcha.); desde luego es independiente de
tierra chía ‘tierra medicinal de color blanco’, empleado por Laguna y procedente del lat.
chius ‘referente a la isla griega de Quíos’, así como del arg.
chía (Lullo,
Canc.
de Santiago del Estero, glos.; Carrizo,
Canc.
de Tucumán) y del mejic.
chía ‘semilla de una especie de salvia’.