BELLIDO, ‘hermoso’, derivado del lat. BELLUSbonito’, quizá debido a un cruce con MELLզTUSdulce’, que se empleaba junto con BELLUS en frases cariñosas para dirigirse familiarmente a personas queridas.

1.ª doc.: como nombre de persona Bellitus está documentado en España desde 683, en que un obispo de este nombre firma el Concilio XIII de Toledo (Simonet, p. CXCI, n. I)1. Como adjetivo común se halla desde el Cid, y el mozárabe bellîƫo desde 982 (Abenɏólɏol, en Simonet, s. v. archo-bellitho)2, pero en la lengua literaria ya se hace anticuado en el S. XIV (M. P., Oríg., 236), aunque todavía lo emplea como arcaísmo algún autor del XVII (Góngora, Moreto)3.

Es fundamental para el origen de bellido el documentadísimo y atinado estudio de Y. Malkiel, Language XXII, 284-95, 302-11. Según él sería un mero descendiente de MELLզTUS por vía fonética, conclusión que no puede aceptarse, pues no existe en romance el «cambio esporádico» de m en b ni de b en m4, y el autor no aduce ni una prueba de que MELLITUS significara jamás ‘bello’5 ni de que bellido equivaliera a ‘dulce, meloso’. No es extraño, pues, que no convenciera a Piel, quien insiste (Rev. Port. Fil. I, 298-300; RF LXIII, 429) en derivar de BELLUS. Tampoco prueba Malkiel que un verbo derivado *BELLIREembellecer’, con su participio *BELLITUS, fuese imposible; al contrario, él mismo cita honestamente desertido derivado de desierto y parejas como modorrido ~ modorrado (junto a modorro, modorra), denegrido ~ denegrado, descolorido ~ descolorado, desmaído ~ desmayado, quellotrido ~ quellotrado, y la existencia de descendientes de BELLATIOR, BELLATIUS, en lengua de Oc y francesa prueba la del positivo BELLATUS ‘hermoso’. La existencia de BELLATUS se comprueba no sólo por medio del oc. belazor (*BELLATIOREM), sino directamente por la expresión intensiva belle bellatula empleada por Plauto (Casina, 853; belliatula en otros mss., y bell(i)atus en algún otro pasaje plautino). Bellido se pudo referir originalmente a la belleza femenina aumentada artificialmente por el aliño, y de aquí extenderse a los demás casos. Sin embargo, como tales formaciones en -IRE sin prefijo partiendo de un adjetivo son sumamente raras, creo que Malkiel tuvo una excelente intuición al poner de relieve el gran uso de velido en las arcaicas y popularísimas cantigas de amigo gallegoportugués6 y comparar su frecuentísima interpelación madre velida con el pater mellitus del latín familiar, ilustrado por Hofmann, Die lateinische Umgangssprache, 141-2. De hecho nos consta que es popular todavía el uso de melido en gallego para ‘dulce, delicado, tierno’ (Vall., Lugrís), «un melido rapaz de doce anos» (Castelao 195.28). Hubiera debido Malkiel llamar la atención sobre el hecho de que en las cartas de Cicerón coexisten las fórmulas frecuentes mellitus Cicero y Cicero bellissimus [Att., 1, 18, 1; Epist., 14, 7, 3), y que estas frases en que se llamaba alternativamente ‘dulce’ o ‘lindísima’ a la persona querida convivieron hasta la saciedad en el lenguaje cotidiano de los romanos durante largos siglos. De esta convivencia vino probablemente el que bellus se hiciera *bellitus al cruzarse con mellitus7. Es muy fácil comprender que bellido resulte de un cruce de los dos cuasi-sinónimos BELLATUS y MELLITUS. De este cruce, además de bellido, salen el romanesco ant. belledissima y el napol. ant. belledissemo (Rohlfs, It. Gr. II, 110; Jaberg, Festschrift E. Tièche, p. 53). Para el nombre de persona vasconavarro, Aurobellito, vid. Michelena, FoLiVa. I, 14.

1 Más ejemplos del nombre de persona: Uellid 1054, Billito 1063, Uelito 1083, 1090, Bellid 1102 (M. P., Oríg. 191, 46, 362, 105, 191). Varios ejemplos mozárabes de Bellîƫ, Bellîƫa, y del patronímico Bellîƫes, en Simonet, s. v. bellíth. Para documentación portuguesa, V. M-Lübke, Roman. Namenst. II, 74-75, quien en vista de las formas apocopadas se inclina erróneamente por identificarlo con el nombre de persona arábigo Walîd (que hubiera dado *Gualid). Es obvio que las formas en consonante o en -e, -i, se explican por la apócope en posición proclítica (Bellid González, Bellid Adolfos) con falsa restitución subsiguiente de una vocal final, como en Lobo > Lop > Lope.―

2 Además asbâraġ belîto ‘espárrago bellido’ en el Glosario de Asín, h. 1100, p. 109.―

3 Nebrija registra todavía «vellido: bellus, bellulus» (n5v°). Se conservó vivo en la frase hecha por sus ojos bellidos ‘por su buena cara, sin recompensa’ (G. de Alfarache; Mtro. Correas; etc.). De aquí deriva el santanderino bilidilla ‘comadreja’ (comp. santand. villería, fr. belette, derivados también de BELLUS, como interpelación conciliatoria dirigida popularmente a este animal dañino), M. P., Oríg., 421. Pero hoy es palabra arcaica en todas partes, aunque la Acad. en su diccionario vulgar le haya suprimido la nota de anticuado.―

4 No sirve de mucho citar masas de ejemplos en amontonamiento confuso sin hacer su crítica filológica y lingüística. Se acumulan los casos del cambio espontáneo que sí existe en vasco, con casos romances de asimilación o disimilación en voces que contienen otra nasal, que son la mayoría (vedegambre, berenar; mengala, mandurria; etc.), vocablos que han sufrido contaminación con otros, y algunas etimologías falsas.―

5 La traducción «venustus» que da en la p. 293 no está justificada por los ejemplos que cita.―

6 Recuérdese el lindo ejemplar de Don Denis: «¿De que monedes, filha, a do corpo velido? / Madre, morro d’amores que mi deu meu amigo», ed. Lang, v. 1839, y otros tantos. Sigue vivo en gallego (no en Portugal, donde nunca tuvo gran uso): «cruces que pasaban por seren moi belidas» Castelao 124.27.―

7 Apenas hace falta recordar que el intercambio entre B- y V- es un hecho tan frecuente que de ninguna manera puede objetarse el port. velido contra la etimología BELLUS (V. BELEÑO, BELESA, BELLACO, BERZA, etc.), ni puede invocarse para derivar de VILLUSvello’, con Spitzer, RFE XII, 231-2: bellido no significó nunca ‘velludo’ o ‘fuerte’ que sepamos.