BELLACO, de origen incierto, acaso emparentado con el cat. ant. bacallar íd., al que se cree procedente de una palabra céltica conservada en formas algo diferentes, mas para el castellano esto es improbable pues su forma es ya muy alejada; en el S. XIV encontramos un verbo bellacar en el sentido de ‘infamar, deshonrar’ lo cual coincide con el vasco oriental bilhakatu ‘arruinar, maltratar, tironear’ y en zonas muy conservadoras ‘arrancar los pelos, tirar de ellos’, derivado de bilho ‘pelo, cabello’, luego es verosímil suponer que bellaco se creara en ambientes bilingües vasco-castellanos como derivado de aquel verbo denominando a gente baja y tabernaria que anda mucho a la greña, a la antigua manera vasca.

1.ª doc.: Med. S. XIII, Partidas; J. Ruiz; Gr. Conq. de Ultr.; inscripción castellana de Granada de.1332-541. Es improbable que contenga la misma palabra el nombre de lugar Villa Bellaco que figura en doc. leonés de 10732.

Voz relativamente tardía, ajena al vocabulario de Berceo, del Cid y de la mayoría de los textos de los SS. XII y XIII3. Esta fecha podría indicar que se sacó secundariamente de bellaquería (ya en Nebrija, Cristóbal Colón y seguramente anterior), que saldría por metátesis de bacallaría4, frecuente en catalán antiguo para ‘vileza, bellaquería’ y derivado del citado bacallar. Éste, además de la acepción más corriente, que se ha citado, significó inicialmente ‘campesino que ocupaba una posición intermedia entre el payés siervo y el señor’, de donde pasó a ‘villano, no caballero’ y de aquí ‘bellaco’5. Los ejemplos más antiguos de bacallar se hallan en el bajo latín de Cataluña (bacallarius) hacia 1064, y el abstracto baccalaría figura desde 882 en el Lemosín y otras comarcas del Sur de Francia; otras formas romances del mismo origen son oc. ant. bacalar, término de desprecio aplicado a hombres jóvenes, y fr. ant. bacheler ‘joven que aspira a hacerse caballero (y que por lo tanto no lo es)’ (posteriormente bachelier, de donde procede nuestro BACHILLER). Las formas francesas comparadas con la catalana y con el bearn ant. bacarà «soumis, qui est en état de sujétion», obligan a suponer una base *BACCALLARIS, seguramente de origen céltico como otros términos feudales (VASALLO, BABAZORRO, etc.). La forma española pudo tomarse del catalán, en fecha muy antigua, o bien ser representante autóctono de la voz céltica, en una variante *BACCLACCUS, lo que ya es más difícil, por razones fonéticas. No hay formas romances independientes de la española que supongan la misma base fonética, pues el port. velhaco (por primera vez en traducción de J. Ruiz, de fines del S. XIV), el it. vigliacco (desde 1534, en autores muy influídos por el español) y el gascón de Bayona bilhàcou ‘malo’, son tomados del castellano. V. mi estudio en RPhCal. I (1947), 31-34.

La fecha del abstracto bellaquería es anterior a la indicada primero, pues aparece en un doc. de 1325 (Pottier, Sefarad XIII, 55). Todavía se adelantaría más si pudiese enmendarse en vallicaría o valliconía la forma que aparece en los Mil. de Berceo, 747c («muy grant jactancia e grant vallitanía», cf. el valliacón que he citado en la Gr. Conq. de Ultr.). Pero esto es sumamente incierto, y así aunque bellaquería aparezca en 1325, ya veremos que bellaco se documenta desde h. 1260, con lo cual sigue sin base suficiente mi conjetura de que bellaco se extrajera de bellaquería, punto decisivo del supuesto préstamo catalán y por lo tanto de la etimología *BAKKALLAROS. Como la procedencia catalana de un vocablo de tan gran desarrollo y arraigo en el Centro es poco verosímil ya en 1957 en las adiciones al DCEC me inclinaba a abandonar la idea. Quedaba sin embargo la alternativa de una formación céltica paralela a *BAKKALLAROS, que pudiese explicar la inicial bell- y la terminación -aco del castellano.

También ahí tropezamos con dificultades que por una parte eran graves, y por la otra punto menos que insolubles. Teóricamente la idea de un doble sufijo *BAKALLAKOS ~ *BAKALLAROS es aceptable, y -AKKOS está documentado como variante afectiva del sufijo -AKOS6. Pero no se halla apoyo firme de la existencia de aquella formación en nuestro caso, pues la opinión de los especialistas es que si bien el irl. ant. bachlach ‘criado’, ‘sujeto tosco o campesino’, con sus afines bret. begleg y ky. baglog ‘sacerdote’, derivan del irl. bachall, ky. bagl ‘báculo’, ‘cayado’, y que éstos son préstamos del lat. BA(C)CULUM (Pedersen, Vgl. Gramm. I, 225), opinión que Pokorny hace extensiva incluso al irl. ant. bacc ‘gancho’, ‘cayado’, ky. bach ‘gancho’ ‘rincón’ (IEW, 93)7. Y aun suponiendo que se probara la existencia de un vocablo parecido a bach para el celta antiguo, y aun concediendo que una etimología céltica del tipo *BAKKALLAROS del galorrománico sigue teniendo verosimilitud en vista de que -ALL- (lo mismo que -AROS) es sufijo típicamente céltico, siempre chocaríamos en el bellaco castellano con la dificultad de explicar la inicial diferente. Piensa uno en la posibilidad de una alternancia de sufijos -ALL- y -OL- tal como en *VASSOL-ITTUS (fr. valet, cat. vailet) junto a VASSALLOS, lo cual podría inducir a suponer un *BAKKOLAKKOS junto a *BAKKALLAROS, pero ni aquello explicaría la e castellana, ni siquiera está claro que se pudiese justificar el cambio de -KKL- en -ll-, pues también se puede esperar, y aun quizá con mayor razón, que diera -ch-, cf. *CACCULUS > cacho, *CAPPULAS > cachas, *COCCL?ARE > cuchar, cuchara. Concluía yo entonces que convenía seguir buscando, y en particular era preciso echar mano de todos los datos del castellano arcaico que puedan señalar pistas más seguras8.

En primer lugar, he visto ahora que bellaco aparece por primera vez en las leyes alfonsinas. Fijémonos bien en el texto, y en los matices que nos revela. En las Leyes I y II de la Partida VII se clasifican los alcahuetes en cinco clases: 1.° los que guardan las putas que están en la putería, 2.° los que actúan de intermediarios para convencer a mujeres [solteras] que viven en sus casas, de ir con un varón, cobrando algo de éste por su «trujamanía», 3.° el que tiene puesta una casa de prostitución de mujeres cautivas o mozas, 4.° el que prostituye a su esposa, y 5.° el que sólo alquila su casa para que una mujer casada u honrada se entregue, pero no hace «trujamanía». Sólo a los de la primera clase dispone la Ley II que se les eche de la población, a ellos y a las mujeres; y a esos les llaman vellacos lo mismo la Ley I que la II (escrito así en la ed. del lcdo. Gregorio López, de 1789, pp. 458-460; la ed. de la R. Acad. de la Hist. da la misma forma, pero con la grafía bellacos). Los pasajes rezan «después que les fuere provada el alcahotería, si fueren vellacos, devenlos echar fuera de la villa a ellos e a las tales putas»; la pena es más grave, de muerte, en la 4.ª y 5.ª clase y más leve en la 2.ª y 3.ª clase (castigados sólo con pena pecuniaria o con la liberación de la esclava). Está claro que la característica del vellaco es que no se le tiene ningún miramiento y se le expulsa de la población lo mismo que a la prostituta, pero sin infligirle pena grave ni hacerle pagar nada; por otra parte el vellaco, según la Ley I protege a la prostituta y cobra algo de ella por protegerla: «los vellacos malos que guardan las putas, que están públicamente en la putería» y agregando «tomando su parte de lo que ellas ganan»: viene a ser pues un rufián protector, pero no está bien claro si este es el significado objetivo de la palabra o si sólo al que hace esto se le califica de vellaco como se le califica de malo. Pueden ser las dos cosas; y al agregar malo más bien parece que puede haber vellacos relativamente buenos que no hagan crimen tan repugnante como cobrar de una prostituta. En todo caso es claro que se trata de un individuo al que no se le tiene ningún miramiento y se le expulsa, pero quizá no sea sino un hombre despreciable, tabernario, de vida más o menos mala siempre, como en Juan Ruiz («sotar con vellaco»), sin que el vocablo de por sí tenga el valor de ‘rufián’.

Por otra parte atendamos bien a que existió un verbo bellacar, de suma importancia por su fecha arcaica y por el lugar en donde aparece. Se lee en el Rimado de Palacio 227d: «e anda ¡mal pecado! tal fué la orden bellacada» ‘deshonrada, infamada’, dice el alavés López de Ayala hablando de los clérigos amancebados; ahora bien, esto coincide extraordinariamente con el vco. bilhakatu, bia- «tirailler, traiter mal qn.» «arruinar», documentado en autores vasco-franceses del S. XVII desde Haramburu (1635) y Axular (1643) hasta Pouvreau; en realidad Belapeyre usa bilhaka(z) como la ‘acción de arrancarse los cabellos’ o ‘estirándoselos’; hoy el ronc. bilakatu «tirarse de los pelos» «coger, apresurar» que es derivado bastante claro del vco. bilho ‘pelo, cabello’ (< VէLLUSPէLUS); cf. las dudas de Michelena, FAzk. 63.66. Me voy inclinando a creer que bellaco sea un derivado de este hapax alavés (que también debió usarse en las montañas burgalesas) y que tenga, por tanto, un origen en definitiva vasco, quizá medio jergal al principio, como nombre de rufianes (cf. alem. raufbold) y «gente pendenciera» (sotar con bellacos). Esto es tanto más probable cuanto que consta que la lucha tirando al contrincante del cabello era mirada, desde antes del S. XIII, como típica de vascos y navarros, quienes, según Pérez de la Calzada «per capillos búrucant; ludunt velut rei; / immunes a búruca sint capilli mei» (V. BORUCA).

DERIV.

Bellaquería (V. arriba). Embellaquecerse.

1 En la Gr. Conq. de Ultr. además de los ejs. de bellaco de las pp. 210 y 211, sale valliacon en 328b («enviarían a pedir acorro al soldan de Babelonia, e traerian tan gran hueste que todo el poder de Oriente vernía con el valliacon»). Es posible que sea realmente aumentativo de bellaco (cf. bellaconazo en el Quijote) pues en la nueva edición (de Cooper) si bien se halla vellacos en II 148va37, 148ub4, 149rab, leemos vallacos con a («el rey de los tahures con sus vallacos» en III 16va).―

2 Quizá sea errata por Villa Vellayo, que ya sale en Berceo, S. Or. 4b. Michelena, FoLiVa. I, 10, n. entiende que es auténtico este Bellaco, haciendo referencia a un Bellacoz, nombre de persona citado por Caro Baroja, Materiales, p. 197, y al apellido Ellacuria (con huri ‘ciudad’); apunta que no se ha de relacionar con Velasco (que tenía -L- intervocálica etimológica) sino con Vigila, Veila; por otra parte, no se puede descartar que si no en esta fecha (el documento puede estar mal fechado) sea auténtico y aplicable el siguiente dato: parece que en 1162 figura un confirmante Martinus Uellaco en el fuero de San Pedro de las Dueñas (aunque un texto publicado por un jurista necesita revisión y no deja de ser extraño que haya sido llamado un villano a firmar un fuero, por lo que es inevitable sospechar mala lectura de Vellasco = Velasco). Por lo demás, nuestro vocablo pasó al gallego ―con sentido secundario, aunque instructivo― y lo anota J. L. Pensado, junto con dicho documento, como recogido por Fr. M. Sarmiento, en la combinación perra vellaca ‘cachonda’ empleada en Pontevedra, en su estudio del CaG. de Sarmiento, p. 167.―

3 Nebrija escribe con v: vellaco «turpis, inhonestus», vellaco de la palanca «palangarius» (n5v°), lo mismo que J. Ruiz, pero también es común en la Edad Media la grafía con b (así en la inscripción granadina).―

4 Para el cambio de -aría en -ería, comp. albeitería, derivado de albéitar, y los casos citados en mi artículo.―

5 El Sr. Américo Castro me sugiere que el sentido castellano podría también derivar del conservado en francés antiguo. Las bellaquerías serían ‘errores de juventud’, ‘mocedades (en el significado caballeresco del término)’. Es perfectamente posible la idea del respetado maestro, pero creo más sencillo atenerme, como acepción inicial, a la única atestiguada en España, de ‘campesino, villano’.―

6 Pokorny, Wiss. Forschungsber., Kelt., 139: gaflach de gafl ‘horca’, etc.; Hubschmid en Festschrift Jud agregó casos hispánicos más o menos seguros.―

7 Otros discrepan en cuanto a este último. De todos modos el origen lat. del irl. bachlach es tanto más seguro cuanto que Kuno Meyer (Contributions to Irish Lexicography) documentó ya en irlandés medio las acs. «a cleric, priest, monk» y «a shepherd», además de ‘rústico’.―

8 En las Adiciones a la 1.ª ed. queda algún material que no creo necesario incluir aquí.