BARRA, voz prerromana común a todas las lenguas romances menos el rumano.
1.ª doc.: 1283, Libros del Acedrex, 306.19: «barras de fuste del tablero».
Modernamente, partiendo de la ac. ‘barandilla que separa al público asistente a las sesiones de un tribunal o asamblea’, en la América del Sur se ha desarrollado la de ‘público de estas sesiones’ (Lemos; Malaret, Supl.), y en la Argentina ‘público que favorece a alguno’, ‘pandilla’.
DERIV.
Barregado, aplicado a colchones y cubrecamas, parece ‘listado’ [invent. arag. de 1378: BRAE IV, 216, 217]. Barreteado [1605, López de Úbeda, p. 125b «abrí un cofrecillo barreteado» (Nougué, BHisp. LXVI)]. Barrera [h. 1300]. Barrón ‘barrote’ [S. XIX], ‘barra de nubes’ [1644], ‘planta de tallos derechos, de un metro de altura’ [1871]. Barrote [1535]; de éste viene abarrotar, término marítimo que significó asegurar la estiba de un buque llenando los huecos primero con barrotes [Aut.] y después con cualquier objeto, en especial artículos alimenticios que ocupaban poco1; de ahí abarrotes como nombre de estos fardos [1696] y, en América, de los artículos que contenían, importados de España en la época colonial. Embarrar ‘introducir una barra’, ant. ‘encerrar’ [h. 1275, 1.ª Crón. Gral. 30a2]. Gall. sept., montañés barra, barrela o barrola ‘camarita precursora del sobrado, dedicada unas veces a celeiro o guardadero de objetos, y otras a dormir’ (V. Risco, Terra de Melide, p. 333). V. BARRILLA, BARRACA, EMBARGAR.
Es posible, sobre todo si barra fuese realmente de origen céltico, que se relacione con esta palabra un curioso vocablo exclusivo del gallego: bisbarra. No he encontrado datos antiguos ni sé si es de uso general: falta en portugués, en la toponimia no genérica, y fué recogido tarde por los lexicógrafos (no en Sarm., Vall. Fig., Acevedo-Fz. Ga. Rey, etc.). El primero en recogerlo, sin autoridades ni más datos, fué el DAcG., con la definición «comarca, contorno, cercanías», concepto que repitieron Eladio, Carré, etc. Tal vez sea un término peculiar de las tierras montañosas del Norte o Centro-Norte, pues con esta penuria de datos contrasta la abundancia con que lo emplean todos los autores que colaboraron en la gran monografía Terra de Melide, publicada en 1933 por el Seminario de Estudios Gallegos: F. L. Cuevillas, da un mapa de los «grupos de mámoas da bisbarra de Melide» (p. 35) y frases análogas en pp. 133, 134, etc.; Torner y Bal y Gay escriben «unha monografía... de ista bisbarra... o folklore musical de cada bisbarra de Galicia... imposibre namentras non teñamos rematada a exploración de outras bisbarras... pra contrastar c’os recollidos en Melide» (p. 539), A. Cotarelo «foi párroco de Folladela e de Xubial na bisbarra de Melide» (p. 574); en fin en la p. 9 la dirección del seminario ha reproducido un viejo mapa poniéndole el título «terra de Melide e bisbarras veciñas». Está claro, pues, que la tierra de Melide constituye lo que se llama una bisbarra, pues este mapa abarca un territorio como triple del de la T.ª de Me., la cual tiene sólo unos 17 km. de largo por unos 14 de ancho, o sea unos 200 km2. Es menos que lo que llamaríamos una comarca. No veo el vocablo en ninguno de los docs. reproducidos en el libro, sino sólo en la pluma de sus autores actuales.
De las Notas Históricas de Taboada, p. 137 se desprende que Melide formó con otros dos concellos la «terra de Abeancos» en la alta Edad Media, y que formaba una pequeña parte de los condados de Dorra y Ulloa; luego es algo bastante más pequeño que lo que en la Edad Media constituía una «terra» o un «condado»; pero es mayor que lo que se llamaba entonces un «couto», y algo mayor que el término medio de los municipios gallegos actuales, aunque éstos son más vastos que los de los demás países españoles; Melide constituye hoy un concello de los más extensos, y parece que la extensión de una bisbarra viene a ser como lo llamado una «jurisdicción» en los siglos últimos. Desde luego no hay que pensar en que sea un derivado de EPISCOPUS, no sólo en razón de su pequeñez en comparación de una diócesis, sino porque una forma como el cat. bisbe no ha existido nunca en gallegoportugués, y siempre se ha dicho bispo.
Sí se podría equiparar con el port. vizinhança. Luego podríamos pensar si es el fruto de un cruce entre un vocablo como barrio o port. bairro y un vizñanza, síncopa de viziñanza. Sin embargo barrio es algo muy inferior, de sentido bien diferente; de modo que mientras no se halle por lo menos un *barria o *bairra y con sentido muy aumentativo respecto del de barrio, rechazo esta idea. Quizá más concebible sería pensar en algo relacionado con barra y barrar, en el sentido de ‘territorio encerrado en unos límites’. Y siendo todavía poco conocido el pasado semántico lejano de barra, ya no me atrevo a desestimar esta idea. Sospecho que tenemos ahí una palabra local prerromana, acaso enlazable con alguna forma o acepción del étimo prerromano de este vocablo.
Sobre todo si partiésemos del céltico *BARRO-, y tuviésemos conocimiento cabal de todas sus aplicaciones, quizá se explicaría ésta. Sabemos por lo menos que el irl. ant. barr significó ‘cabeza’ (Pedersen, Vgl. Gr. I, 44; Horst Schmidt, ZCPh. XXVI, 144), y que por otra parte tuvo las acs. ‘punta, sumidad’, llegando además éste y las formas iguales de las tres lenguas britónicas a significar ‘follaje’ y quizá ‘matorral’; por la onomástica abundante y varias etimologías romances sabemos que BARRO- existía con estas acs. en el céltico continental (Holder I, 352-354; aquí BERRENDO).
Luego bien puede ser que se trate de un derivado ártabro provisto de algún prefijo o de algún primer miembro compuesto. Quizá podamos dejarnos orientar por el nombre de lugar frecuente Combarro: pues hay 5 lugares de este nombre en la prov. de la Coruña, 2 en Lugo, 2 en Pontevedra2 (ninguno de ellos está en Melide, pero hay tres a unos 20-30 km. de allí) y además uno en el Oeste de Asturias y un Combarros en la zona de Astorga. Parece claro que esto sale de un ártabro CON-BARRO- ‘puntiagudo, provisto de cabeza o cumbre’ o algo así. Lo cual apoya el supuesto de que bisbarra tenga una formación paralela u opuesta; luego acaso fuese ‘zona sin cabeza, con capitalidad débil o nula’ (=zona rural?), pensando en el eslavo común bez ‘sin’, que es también letón, y con variante be pertenece además al lituano y al prusiano antiguo; sin embargo se trata de una palabra ajena al céltico y poco difundida en las lenguas indoeuropeas (IEW 113); suponer que algo así fuese una especialidad del celta artábrico, ajena a todos los dialectos célticos conocidos, es hipótesis sin asidero; algo más tendría si fuese palabra sorotáptica, lo cual queda como una posibilidad, pero incierta. Tal vez un AMB-EKS-BARRA formado en céltico con los dos prefijos conocidos, en un sentido como ‘punta separada (de lo demás) de alrededor’ o ‘separada por ambos lados’. Cambiado esto en *Embeisbarra, y deglutinándose En- quedaría bisbarra. Posible pero en verdad bastante rebuscado. También cabría partir de un *?ISU-BARRA, formado con el vocablo adverbial y pronominal que es común a todas las lenguas balto-eslavas e indoiranias, aunque sea ajeno al céltico paleosl. y esl. común vĭsĭ ‘todo’, lit., prus. y let. vis(as), scr. viɊva- ‘en todos sentidos’ (IEW 1176): tendría que ser una voz sorotáptica con la ac. ‘del todo a la cabeza, enteramente a la punta’, para indicar una «estrema», una zona alejada o separada de las demás. Como VER- es prefijo vivacísimo en todo el céltico, un *VER-BARRA ‘gran cabeza’, ‘extremo o punta ancha’ es ciertamente una hipótesis posible, y no cabe objeción firme contra una disimilación r-r > s-r (como en sastre), pero la idea tampoco es verosímil.
Todo esto no es quizá razón suficiente para renunciar a la idea de un derivado con prefijo o primer componente gramaticalizado que explique bis-, puesto que conocemos tan poco el céltico de los ártabros y demás hispanoceltas, p. ej. Tolomeo recoge OȔισ-βούρƔοι como nombre del pueblo que otros antiguos llaman Osones u Osismi (vid. mi art. Les Plombs Sorothaptiques d’Arles, ZRPh. 1975, l.er cuad. § 38: ¿sería pues OȔισ- un prefijo y se pronunciaría wis-? Permanecemos escépticos ante un dato aislado, y más ignorando si la pronunciación de éste es wis- o uଖs- (p. ej. resultado de vocalización de un UX- = UKS-), lo cual ya no nos serviría. En fin si cabe asegurar la existencia en célt. antiguo o común de la palabra BESSU- ‘hábito, costumbre’ de que se ha hablado tanto, lo más verosímil sería suponer un *BESSU-BARRA ‘extremo habitual, punta o cabeza de territorio tradicional’. Realmente parece establecida la existencia de bēs(s) en irlandés antiguo3 con este significado, aunque sin etimología en indoeuropeo, pues la que le atribuyeron Windisch, Thurneysen y otros fué refutada por Pedersen y Pokorny4. Pese a los escrúpulos que esto puede causar, ésta parecería por ahora la etimología mejor fundada si no supiésemos lo siguiente. Es imposible relacionar con las palabras ilirias, seguramente mesapias βίσβƓν y βισβαƗα documentadas por Hesiquio como nombre del hocino u hocejo de cortar sarmientos (ƌρέπανον, αμπελοτóμων, κλαƌευτƲρια). Se trata de derivados de la raíz indoeuropea BHEI- ‘cortar, herir, atacar’ (de donde el galo vidubium ‘hocino’, esl. común boj ‘batalla, homicidio’ y el nombre de la tribu iliria de los Boii, Pok. IEW 117.36). Hay pues base suficiente para postular un BISB- sorotáptico en el sentido de ‘cortar, partir’, del cual vendría bisbarra sea con sufijo hispánico preindoeuropeo -arra (*BISBARRA formación enteramente paralela al citado βισβαƗα), sea por composición con barra y sus variantes o derivados.
1 En portugués lo usa ya Castanheda († 1559). En castellano hay también embarrotar.― ↩
2 El agregado del Poyo de Pontevedra se encuentra ya en docs. de la Edad Media, Sarm. CaG, 72v en la forma Combarrio y Cumbarrus.― ↩
3 Thurneysen, Air. Gramm. § 209, p. 126: bēs(s) «sitte», declinado como *BୱSSU-; cf. irl. ant. bés-te ‘moral’ adj., béstatu ‘moralidad’.― ↩
4 Éste ni siquiera consigna el vocablo en el IEW. V. la bibliografía citada en Walde-Pok. II, 152, 29-32. Como observan Stokes-Bezz. 174.24, 335.7f y Pedersen, Vgl.-K. Gr. I, p. 540 no está explicado el vocalismo del bret. boaz (bret. med. boas) y del ky. moes sinónimos del irl.; y contra la atribución a esta palabra de la glosa de Virgilio el Gramático «bestia dicitur de bessu, hoc est more feritatis» (Holder I, 410, y otros) argumenta Ernault, Gloss. Moyen-Breton2, 581. Del conjunto que presenta Pedersen, Vgl.-K. Gramm. I, § 38, p. 56, deduce éste que el significado básico de este grupo céltico fué ‘mal humor, malas mañas o malas inclinaciones’ y que hubo ahí un cruce de varias raíces célticas, en parte con influjo del lat. mos, moris, y en parte con penetración tardía en irlandés antiguo desde el celta britónico. Claro que el asunto no queda con esto agotado ni queda averiguado que Thurneysen y los otros no tuvieron razón en parte más o menos considerable. La idea de un compuesto de dos sustantivos sería natural pero no me conduce a nada verosímil; la idea de un sorotáptico (o célt.?) *APES- o *ABES- con genitivo en -es del nombre del agua (IEW 52.1ss., 1.14ss.) y con el sentido de ‘vertiente, ladera, divisoria hidrográfica’ es audaz hasta ser arbitraria. Aunque tendríamos un paralelo muy razonable en el nombre Cout-abade que tanto se repite para varias pequeñas «bisbarras» en muchos puntos de Galicia, un ABBAS-PARRA o ABBAT(I)S-PARRA ‘recinto, parroquia o jurisdicción de abad’, por más que se apoye en los oc. e hisp. arcaicos parra, -an (vid. PARRA), peca también de un supuesto atrevido y no sin objeciones fonéticas y morfológicas. ↩